Acerca de otro presidente (del FPV)

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Cada vez que me preguntan, digo que no veo hasta tan lejos como el 11 de diciembre de este año. Predecir el futuro no es lo mío. ¿Es lo de alguien?

Por algunas razones expuestas, se podría decir a esta altura del mes de julio que la fórmula del Frente para la Victoria, Daniel Scioli-Carlos Zannini, tiene posibilidades ciertas de imponerse en las elecciones de octubre y que, al mismo tiempo, el ticket Mauricio Macri-Gabriela Michetti está en condiciones de reconstituir el muy atomizado campo opositor. Las elecciones provinciales anticipadas han sido beneficiosas para los oficialismos y el FPV puede decir que no le ha ido mal, de acuerdo a los balances más precisos. Arranca la campaña nacional. Se verá.

Sobre el futuro gobierno, hay que reiterar, primero, que la Argentina es un país presidencialista, que el Poder Ejecutivo es unipersonal. Que eso no quiere decir, sin embargo, que el presidente “hace lo que quiere”. Puede leer, quien quiera, por ejemplo, lo que solía costarle a Carlos Menem que una ley fulera atravesara el Congreso (¿creen los más jóvenes acaso que hubo en algún momento un “diputrucho” de puras ganas de transgredir las reglas formales?).

Dicho todo esto, voy con unas viñetas:

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En un paper bastante conocido, Rudi Dornbusch y Sebastián Edwards señalan que un enfoque “populista” de la economía es aquel que “enfatiza el crecimiento y la redistribución del ingreso y desenfatiza los riesgos de inflación y déficit financiero, restricciones externas y la reacción de los agentes económicos a políticas agresivas de no-mercado”.

No está mal la definición, pero lo diría de otra manera. Los populismos lo que hacen es poner a la gente en otro lugar. Poner a la sociedad, poner a sectores importantes de la sociedad en otro lugar. Ponerlos (junto con la vara) allá. Aquí están las paritarias, aquí están los sindicatos más fuertes, aquí está el 100% de cobertura previsional, aquí está el derecho a recibir la AUH, aquí están los trenes nuevos, aquí está el Hospital El Cruce de Florencio Varela, aquí está el Plan Progresar para jóvenes que no trabajan pero que quieren ir a estudiar, los medicamentos que brinda el PAMI, la universidad nueva en tu municipio, el científico argentino de elite pagado en euros, la beca para estudiar ingeniería. Usted mismo haga su propia lista.

Como ocurre con el puntapié inicial en un partido de rugby, el balón se patea fuerte hacia arriba y hacia adelante. Pero, claro, luego hay que correr y prepararse para -más o menos en el lugar donde la pelota comienza a caer- chocar con los forzudos del equipo contrario.

Ahora la pelota cae, hay que ver cómo estamos para el choque. No es fácil para nadie. De las políticas “insostenibles” financieramente que llevó adelante Juan Domingo Perón, la sociedad no terminó de bajarse -en el marco de una violencia prácticamente desnuda- hasta 30 años después. ¿Y de las que se pusieron en marcha ahora?

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Me resuenan las palabras de Alvaro García Linera pronunciadas en Buenos Aires en marzo pasado. La sociedad no se mueve en un “ascenso perpetuo”, sino por “ciclos”. Se trata de ciclos de “ascenso, estabilización, descenso”. Tomémonos tres minutos. Escuchémoslo despacito:

Un segundo tema: ¿economía o compromiso? La voluntad ayuda a mover. La voluntad y la esperanza son los principios que mencionaba Hegel siempre para poder cambiar el mundo. Pero eso tiene un límite. Puede haber un año de voluntad, dos años de esperanza, tres años de voluntad, cuatro años de sacrificio. Pero si ese sacrificio, esa voluntad, no vienen acompañados de resultados prácticos, la voluntad también se cansa. El sacrificio también tiene límites. Es una obligación de los gobiernos progresistas y revolucionarios tener la capacidad de crear un régimen económico sostenible, redistributivo, generador de riqueza, generador de igualdad. No es un tema menor. La sociedad no se mueve perpetuamente. No hay el ascenso perpetuo de la sociedad en sus movilizaciones. No. La sociedad se mueve por ciclos: ciclos de ascenso, estabilización, descenso. Ascenso, estabilización, descenso. Y entre una cima y la otra pueden pasar meses, pueden pasar años, o pueden pasar décadas. Y entre una cima y la otra tiene que haber un régimen de estabilidad económica, de crecimiento económico y de redistribución. Cuando estábamos en la oposición no pensábamos estos temas. Bastaba criticar a los neoliberales, denunciar su incapacidad, denunciar la corrupción y el robo. En gobierno, tenemos la obligación de pensar la gestión. En la movilización y la eficacia, en la movilización y la gestión, en la movilización y la generación de riqueza, en la movilización y en la distribución de la riqueza, tenemos que tener que mostrar que los regímenes progresistas y revolucionarios no solamente somos más democráticos, sino también económicamente más creativos y más igualitarios, más redistributivos de la riqueza. ¿Y saben por qué? Porque no queremos, compañero Ignacio (Ramonet), no queremos que este despertar de las izquierdas latinoamericanas sea un corto verano. No queremos ser parte de una novela de un corto verano. Queremos que dure mucho. Queremos que dure décadas. Queremos que dure para siempre. Y eso es la economía. En gobierno, el puesto de mando se coloca en la economía. Democracia y economía. Cuando uno está en la oposición, es lucha democrática y construcción de sentido común. Cuando uno está en el gobierno, es ampliación de espacios democráticos y construcción de una buena economía con capacidad de distribuir la riqueza y de generar más igualdad entre las personas.

Éste es un tema delicado, me doy cuenta, pero es un tema decisivo. Creo personalmente que el futuro de las revoluciones en América Latina se va a decidir en el ámbito económico. Ahí se define. Y es entonces que hay que crear una estructura económica lo suficientemente diversa, amplia, democrática y redistributiva. El socialismo y el comunitarismo no es la distribución de la pobreza. El socialismo y el comunitarismo es la distribución de la riqueza, de la ampliación de la riqueza distribuida entre las personas.

Como solía decirme un sabio profesor de la facultad, “hay que socializar la riqueza, no la pobreza: para socializar, socialicemos el Luigi Bosca”.

¿Y qué tiene que ver esto con nosotros? ¿Y qué tiene que ver esto con un nuevo gobierno del FPV? Mucho. Habrá tiempo de debatir. ¿Habrá?

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Escuchemos ahora a la presidenta Cristina Kirchner, el Día de la Independencia, en Tucumán.

Y entonces, siento que faltan cosas todavía por hacer y confío que los compañeros y compañeras de este proyecto las van a llevar a cabo, porque también, como ustedes se miran a los ojos y se reconocen y nos reconocemos por el afecto entrañable que nos une, también ustedes deberán mirar a los ojos y a ustedes deberán mirarlos a los ojos para rendirles cuentas de todo lo que todavía falta hacer en este bendito país. Y yo confío que los hombres y mujeres que forman parte de este espacio lo harán.

¿Saben por qué? Porque nadie, en definitiva, nadie quiere escaparle al juicio de la historia. Porque cada uno de nosotros, finalmente, más tarde o más temprano va a ser enjuiciado por la historia. No importa el juicio de los diarios, no importa el juicio de las radios o de la televisión, lo que importa es el juicio de la historia. Ese es el juicio es por el que debemos ir todos y cada uno de los hombres que conformamos el espacio. Por el juicio de la historia que es la memoria y el afecto popular que siguen recordando a Perón, a Evita, a Yrigoyen, a San Martín, a Belgrano, a Güemes, como los grandes de la patria. Ese juicio y por ese juicio vamos y no nos vamos a mover ni un milímetro del lugar en el que estemos.

 

Escucho a gente que, debido al relativo buen desempeño en términos de popularidad de los gobiernos kirchneristas considera que gobernar es algo simple. Que se trata de obtener réditos políticos. Manejar “la lapicera” e ir “por todo”. No llegan a ver, creo, que gobernar no es nada fácil. Que gobernar es obtener réditos y también pagar costos. En un país presidencialista, esto (re)cae sobre el presidente. Es el presidente el que mira a los ojos, no sé si a la historia, pero sí a esta indómita sociedad. ¿Dirá esta sociedad desde diciembre al nuevo presidente “menos mal que llegaste vos, menos mal que se fue esta pesada de Cristina” o “mucho gusto eh, dame ahora vos lo que venía reclamando”? ¿O será alguna mezcla de las dos?

La pregunta podría ser también: ¿estará ahora finalizando un período excepcional y se volverá a “lo mismo de siempre” o sólo ocurrirá que nacerá algún nuevo tipo de normalidad?

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Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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