El fantasma de las navidades pasadas

El 10 de diciembre del 2000, a un tipo* le entran a la

casa con una orden de allanamiento y se lo acusa de tenencia ilegal de dos armas. Por cierto, las armas ilegales no sólo son la base del aumento en la violencia de los delitos, sino también la excusa perfecta para detener sin causa, una especie de averiguación de antecedentes más prolongado (“Hola, ¿con el Ministerio de Seguridad? Sí, para saber qué día abre la SEDA?, ¿la SEDA?, sí, la Subsecretaría de Estadísticas del Delito y Afines”). Días más tarde, a este tipo lo imputan por tentativa de robo agravada por el homicidio de la dueña de un local bailable en Florencio Varela. La víctima era la pareja de un ex-policía. Un subinspector, amigo de ese policía, detiene sin conocimiento de la fiscalía al supuesto homicida y le saca las fotos con las que el ex-policía lo reconoce,  a pesar de las diferencias de altura y color de pelo que se contradecían contra su propia declaración (y el ex-policía es el único testigo, a partir del cual la causa es elevada a juicio oral). Tres años después, el Tribunal Criminal N°3 de Quilmes absuelve al acusado, y ordena la investigación de los policías involucrados en el armado de la causa, incluyendo al ex-policía.
Durante esos tres años, según el fallo de la demanda por daños y perjuicios, el tipo sufre golpizas y torturas tanto en la comisaría como en cada una de las cárceles que lo alojaron, por parte de guardiacárceles e internos (Ezpeleta, General Alvear, Magdalena y Florencia Varela: cuatro cárceles -peor: cuatro «bienvenidas» – para una detención de tres años, justo para un tipo al que le armó la causa la Policía, mirá vos, qué casualidad).
Nuestro personaje en cuestión, una muestra apenas, estuvo detenido de 2000 a 2003, pero la situación carcelaria en PBA no es muy diferente desde entonces. El propio Servicio Penitenciario registra 623 hechos mensuales violentos, un número que se incrementó de 2008 a 2009. Acá no hay que profundizar ningún modelo, acá el modelo ni empezó.
El caso sería llamativo si el tipo no hubiese sido apenas un granito de arena que suma al más de 70% de la población carcelaria sin condena.
El caso sería llamativo si no fuera porque es, apenas, uno de los 11 mil casos de torturas denunciados, sólo en la PBA el año pasado.
Cómo son las cosas. Porque mirado desde otro lugar, este tipo “tuvo suerte”.
Porque le podría haber tocado estar en Magdalena en el 2005, cuando 33 personas murieron incineradas en el incendio en la Unidad N° 28, donde no existen salidas de emergencia (como en la mayoría de las cárceles de la PBA), y varios internos fallecieron por el tiempo que pasó hasta que se abrieron celdas que utilizan, todavía, el doble candado. Cuando algunos disfrazaron de motín lo que fue un intento por salvarse la vida. Por cierto, todos los imputados por abandono de persona fueron absueltos, y el Estado nunca se hizo cargo del asesinato de 33 personas. ¿Hace falta decir que el 95% de los que murieron no tenían condena?, ¿valen más que los culpables? Quizás hay que decirlo, porque el titular de «asesinato de inocentes» siempre pega más, mediáticamente, ¿no?, y acá el fin justifica los medios. O sea: eran, según la Constitución Nacional, inocentes (eso, me parece, no le agrega nada: el Estado mató 33 personas, en delito flagrante amén de su carácter inocente o culpable).
Algunos podrían decir que nuestro protagonista tuvo muchísima suerte. O, al menos, un poco más de suerte que Marcelo Almeijeiras desaparecido desde el 28 de agosto de este año, después de una fiestita de los guardiacárceles en el penal de José León Suárez (después, en verdad, de denunciar apremios ilegales y torturas).
El Ministerio de Seguridad tiene a su cargo las fuerzas federales, pero tiene la responsabilidad política de hacer algo con el desmanejo de las policías provinciales. Es, por eso, una oportunidad. Que hayan designado a Cristina Caamaño da un atisbo de esperanza, donde nunca hubo nada. Porque, aunque no sea su área específica, Caamaño da clases en el CUD, y sabe de su importancia. Es, apenas, un dato. Que seguramente no alcanza. Pero ahora hay una oportunidad de avanzar acá, en el lugar más crítico en el que el Estado viola los derechos humanos. Acá estamos en la prehistoria del kirchnerismo. No en el que el Estado no está o no alcanza, sino en el que está el Estado viejo, el represor, el asesino. Acá todavía no podemos ni avanzar: hay que empezar, por lo menos, a reparar.
* En los diarios se pide anonimato con el nombre, aunque googleando es fácil encontrarlo. Por las dudas no lo ponemos.

Foto.

11 comentarios en «El fantasma de las navidades pasadas»

  1. El estado siempre es asesino y represor muchachos. Es su función.Asociada irreversiblemente a su naturaleza contractual. Monopolio de la Violencia.
    No puede salir nada bueno de ahi. De ningún monopolio y menos de la violencia.

    El kirchnerismo está encontrándose con los límites más oscuros del propio estado. Del estado argentino. De su fundación. De su concepción. Acá hay un tema que no se habla, pero que será central en el período 2011-2015 y determinará el verdadero valor de la aventura Kirchnerista (que nos inspira, nos amontona, nos hace militar, todo eso, #lobuenodelkirchnerismo). Osea, o nos hacemos anarkos y abolimos el estado o cambiamos la matriz. Eso dentro de la legalidad se llama reforma constitucional.

    Porque hoy el kirchnerismo es todo lo bueno que puede ser el estado dentro de la matriz liberal-genocida del estado Argentino. Y los puntos altos han sido cuando cambió la matriz liberal por la inclusiva. En temas sociales, en la justicia, en la politica de DDHH… Para cambiar la matriz del uso y ejecución de la herramiente que hace al estado, precisamente ESTADO (el monopolio de la violencia), hay que cambiar la naturaleza misma del estado. Lo que hace al estado a estado, no puede ser cambiado sin que el estado cambie. Esto es clarísimo. Lo vió el Pocho allá por el 49…

    La aventura kirchnerista (con la cual estoy consustanciado meta y fisicamente) tiene como objetivo final y estratégico la reforma de la constitución y por consiguiente la forma del estado en ser ESTADO. Con esto cambiamos al pais y definimos el destino de la nación por los próximos 50 años. O seremos más de lo mismo.

    1. Juan, permitime no coincidir contigo. Al margen de la «naturaleza» del Estado, no creo que en la reforma constitucional esté la condición de posibilidad del cambio profundo.
      En todo caso, la reforma de la norma de todas las normas, podrá ser consecuencia de una serie de decisiones, transformaciones y prácticas políticas.

      No somos la generación del 80. Nuestra generación no está en condiciones de pensar mucho más allá de los límites de lo contingente. En efecto, nuestra generación entiende, adecuadamente, que en la contingencia está la política. Nuestras aspiraciones son algo más humildes, materiales podría decir. De construcción de pisos circunstanciales que nos permitan avanzar hacia nuevas contingencias y no hacia un futuro necesario donde las relaciones sociales, y sobre todo el Estado, pueda ser configurado a priori, como producto de causalidades necesarias.

      Nuestras certezas son de corto alcance. La reforma del sistema penitenciario y el sistema policial han de ser medidas urgentes, porque violan incluso lo establecido en la constitución que tenemos. La policía o el sistema penitenciario que tenemos ni siquiera se ajusta a las cláusulas democráticas de ese estado asesino y represor al que te referís. Tener mejores cárceles y mejores policías, esto es, sistemas más ajustados a la normativa, menos corruptos o menos asesinos, no elimina la condición represiva del Estado, sino que lo pone a raya. En definitiva lo hace más democrático.

      Al margen, cada vez me interesa menos la discusión sobre la condición represiva o asesina del Estado. Por una determinación biológica/cultural/técnica, mi perspectiva de vida es de 60 años más y el Estado es el lugar que visualizo para la transformación de la sociedad en el transcurso de lo que me queda.

      Saludos

      1. Yo creo que si bien la contingencia de los actos políticos es el modo de estos tiempos, no alcanza.

        Creo que el objetivo es lanzarse a la construcción de el gesto más provocador y peronista posible, la generación de una nueva ortodoxia.

        Porque si lo contingente es lo común, el idioma político de nuestra generación, lo revolucionario, es la creación de un orden (político) que trascienda el tiempo (la organización vence al tiempo), es decir algo que sea permanente en la era de la contingencia. eso se llama estado. más estado o estado democrático.

        Cualquier cambio que no redefina la matriz, es temporal y accesorio. Y lo temporal, pasa. Y de acá a 5 años, Asignación Universal GO HOME.

        Y ni tira resignarse a los 23 años. Yo creo que tenemos la oportunidad histórica y la obligación de hacer de los triunfos del kirchnerismo algo más que contingencia y política temporal. Se trata de mucho más que marcar agenda.

        Va que se yo, ojalá que se trate de algo más que marcar agenda. Venezuela, Bolivia y Ecuador son el ejemplo de lo determinante de una reforma constitucional en el rumbo de un proceso político….

  2. Tomás:
    Caamaño conoce muy bien el ámbito carcelario y además de dar clases en el CUD, produjo esto:
    http://www.inecip.org/admin/biblioteca/archivos/Manual_12_3.pdf
    Al SPFederal (no bonaerense) se le da poca bola, bastante poca bola, pero el trabajo que viene haciendo Alejandro Marambio (CIVIL a cargo del mismo) y su equipo tiene aristas muy positivas. El programa de género, por ejemplo, fue reconocido hace poco: http://www.jus.gov.ar/prensa/noticia.aspx?id=593 No van a faltar los fiscales de la moral que critiquen todo lo que falta, como siempre, y desde la impunidad que da un teclado y un dogma, pero para los que ponen el cuerpo todos los días en esos espacios el reconocimiento es más bien escaso.
    La lucha, muchas veces, es para recuperar la memoria de las luchas que sucedieron antes: parece que siempre estuviéramos empezando de cero, cuando hay mucha gente que viene laburando hace mucho tiempo para dejar de describir la realidad y empezar a cambiarla. Digo: ya hay conducción civil de las fuerzas y ya se está trabajando. Ojalá que Garré pueda darle un impulso sustancial a todo lo que se viene haciendo, que es poco, siempre es poco, pero muchas veces es lo que se puede con los recursos y las condiciones materiales (que suelen olvidar los compañeros que custodian el «legado») Y como el tiempo de las revoluciones parece inexorablemente ido, lo que nos queda es el trabajo cotidiano para construir algo nuevo a partir de eso viejo que ningún voluntarismo bienpensante puede evaporar.
    Un abrazo

    1. Un par de cosas.

      Si vos entendiste de esto que yo estoy pidiendo la revolución, o alguna forma de maximalismo, me expresé muy mal entonces.

      Acá hablo del SP Bonaerense, y Marambio labura el SPF, que en un post pasado reconocí que se estaban haciendo cosas buenas (aunque falta un montón, y no es menor que falten un montón de cosas. Porque parte de los buenos resultados del SPF son porque no aceptan detenidos provinciales, para cumplir los estándares. O sea, todo bien con los avances, y los re contra banco: pero también son a costa de los detenidos provinciales, ojo).

      De onda, yo no soy el fiscal de la moral de nadie. Pero si hay una situación en la que el Estado se cargó 30 tipos por poner dos candados en vez de un sistema como la gente, me parece que no es «hacerleeljuegoaladerecha» decirlo.

      En las cárceles bonaerenses, no empezamos de cero. No arrancamos todavía.

  3. Yo dije que lo vió.No que lo hizo… pequeña diferencia. El tipo se dió cuenta que sin reforma constitucional no había forma de llevar adelante lo que llevó. Nada más ni nada menos. Y hoy, sin reforma constitucional no hay forma que ninguna de las cosas positivas del kirchnerismo queden fijadas en la matriz estatal. El kirchnerismo hoy en día no es más que una buena gestión. Yo quiero que sea la matriz de un nuevo estado nacional.

  4. Perdón que irrumpa con una cuestión menor, pero debo salvar mi responsabilidad. Como comentador o comentarista habitual de AP aclaro que el Juan que aparece aquí no soy yo.

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