El juego del poder

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Los juegos de azar en la Argentina conforman un negocio fabuloso que usufructúan empresarios vinculados al poder y que logra sobrevivir a los cambios de gobierno. A partir de la incorporación de las máquinas tragamonedas, las apuestas on line y las ruletas electrónicas, no solo se multiplican las ganancias sino también los jugadores, y la proliferación de bingos y casinos urde una telaraña que atrapa a cada vez más argentinos.

Los periodistas Ramón Indart y Federico Poore siguen el hilo de la connivencia de la clase política -desde Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner hasta Mauricio Macri y Hermes Binner– con los operadores del juego en la Argentina. El resultado de ese trabajo minucioso, exhaustivo y sin concesiones revela un mundo en el que abundan las influencias, los intercambios de favores y una circulación poco clara de poderes y de dinero.

El poder del juego es un libro indispensable para conocer la trama oculta que se pone en marcha cada vez que alguien se sienta ante una máquina tragamonedas, apuesta fichaas en un paño verde o llena una tarjeta de bingo.

Así dice la contratapa del libro sobre el que vamos a plantear algunas reflexiones y apuntes.

Federico Poore, coautor del libro junto a Ramón Indart, tuvo la amabilidad de regalarme un ejemplar, según me dijo, un poco preocupado o extrañado porque la investigación encuentra buen nivel de repercusión en la prensa «opositora», pero muy poco en el sector más alineado con el oficialismo.

El libro tiene varios puntos fuertes. Por un lado, ofrecerle al lector algo que supongo no está esperando. Lo más probable es que quien se asome al libro busque algo así como una biografía no autorizada del «Zar del Juego K» Cristóbal López y de sus vínculos con el oficialismo. Pero como ya vemos en la contratapa, recibe otra cosa.

Los autores parecen admitir esta situación de equívoco cuando le agregan un «pero también» a una de las frases que compone el epílogo, cuando quizás habría correspondido apenas una casta coma. «Dirigentes kirchneristas, pero también macristas, socialistas, radicales y peronistas disidentes son los responsables de este estado de situación…«.

La historia del crecimiento del juego desde la década del 90 ofrece nombres y situaciones de todos los colores. De empresarios y de lo que María O’Donnell, prologuista del libro, gusta en llamar «los políticos argentinos».

Las entrevistas que se agregan hacia el final del libro son un decidido plus. El director de Boldt S.A., Guillermo Gabella; el expresidente Eduardo Duhalde; el exgobernador Felipe Solá y el presidente de Boca Juniors, Daniel Angelici, ofrecen sus puntos de vista.

  • «¿Sabe qué pasa? En la provincia, el fiscal de Estado no era de mi partido. Una fijación que tengo es el control: cuando asumí en el ’91 lo llamé al radical (Juan Manuel) Casella para decirle que todos los organismos de control se los daba a la oposición. Tesorería,  contaduría, fiscalía de Estado, tribunal de cuentas…»
  • «La empresa que yo recuerdo es Codere. No una persona en particular, sino la empresa. Y lo recuerdo porque me hablaban en España, habrá sido Aznar antes de que fuera presidente del gobierno. Los españoles siempre hacen lobby por sus empresas, me acuerdo por eso».

Duhalde suena bastante tranquilo en la casa de Lomas.

El libro dedica a Cristóbal López el capítulo 3, lugar donde nos enteramos que «entre mediados de 2003 y fines de 2009″ el mapa del juego en la provincia de Buenos Aires era un pacto de caballeros» donde aparecían el Grupo Codere, la sociedad entre Daniel Mautone y Daniel Angelici y los negocios de Antonio Tabanelli. Que entonces «tras la llegada de Daniel Scioli a la Gobernación de la Provincia» las salas de juegos de López ingresan a territorio bonaerense. Cuentan una vez más allí que el empresario «ya era millonario antes de conocer a Kirchner en 1998».

El capítulo 4 refiere a la situación en la capital, donde se menciona el famoso decreto 2007 de Néstor Kirchner, en el que se habilitó aumentar la cantidad de slots en el Hipódromo de Palermo.  Me entero en este capítulo que el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, «podría reclamar el ciento por ciento de lo que recauda el Estado pero no lo hace». También que Federico de Achával, socio de López en el Hipódromo, «es íntimo amigo de Nicolás Caputo y cercano a José Torello, ambos del PRO».

También se cuenta cómo Sergio Massa se habría enojado con uno de los empresarios del juego por haber puesto plata en la campaña de (¿su amigo?) Martín Insaurralde.

Muy bien. Algunas preguntas que a mí me generó la lectura:

  • ¿La dinámica del «negocio del juego» es muy diferente de aquello en lo que se especializan los empresarios «exitosos» en la Argentina -desde hace por lo menos 40 años-, es decir crear grupos económicos diversificados, pero cuyas patas se asientan en actividades donde no compiten con el más eficiente capital extranjero -en general, inserto en la industria-, al tiempo que se vinculan con el Estado?
  • ¿Wall Street -por ejemplo, el magnate que litiga contra la Argentina por la deuda pública, Paul Singer- poniendo plata sin límites en la política norteamericana -en una práctica ahora avalada por la Corte de ese país- o Repsol y Telefónica en los siempre respetuosos de las formas republicanas partidos españoles exhiben una dinámica muy distinta a los movimientos del Sr. Tabanelli (mucho gusto) apostando aquí y allá?
  • ¿Cómo podemos hacer entre todos para zafar como país del Sur de lo que pasa en Estados Unidos, donde Sheldon Adelson, CEO de Las Vegas Sands Corporation, octava persona más rica del mundo según la revista Forbes, dueño de The Venetian y The Palazzo en Las Vegas, así como de tres casinos en Macao y otro en Singapur es el primer donante individual del Partido Republicano?
  • ¿No será que aquí el juego es una actividad de la que el Estado -aún siendo una especie de «socio bobo», como describen Federico y Ramón- puede recaudar sin «costo político» siendo que en la Argentina parece entrarse en zona de turbulencias cuando el Estado quiere recaudar de las actividades económicas a las que les va extraordinariamente bien (soja), a lujosos emprendimientos inmobiliarios o a la crema de los asalariados (Impuesto a las Ganancias)?
  • ¿Se le pide al Estado -no hablo de los autores del libro, hablo del debate público- que sea lo suficientemente «fuerte» para controlar al juego pero no tanto como para cobrar retenciones, un Inmobiliario serio o Ganancias?

Y al mismo tiempo  ¿cómo hacemos entre todos para seguir construyendo un país que -creo yo- hoy es mejor que ayer pero no sé si que mañana? Aún con los vínculos actuales entre empresarios y política, el sector privado en general no parece tener en la actualidad un «exceso de certidumbre» por parte del sistema político ¿eso va camino a cambiar en los próximos años? ¿y de qué forma? ¿cuál sería el impacto de esa situación?

Todos estos días, mientras cargué de acá para allá el muy buen libro «El Poder del Juego» para leerlo, en mi mochila llevé también estos otros de los que cito algunos fragmentos. Que los disfruten.

Alice Amsden (2001), The Rise of «The Rest» : Challenges to the West from Late-Industrializing Economies, Oxford University Press.

(Este libro se ocupa de estudiar los casos de lo que llama «el resto» de los países industrializados, los países de «industrialización tardía»: China, India, Indonesia, Corea delo Sur, Malasia, Taiwan, Tailandia, Argentina, Brasil, Chile, México y Turquía)

Excediendo la falta de apoyo a los grandes grupos industriales privados estaba la Argentina, con un coeficiente de Gini de distribución de la tierra de 0,86 en 1960, indicando un algo mayor nivel de desigualdad que en Brasil (el mayor de «el resto»). Dado el fracaso de la Argentina para establecer un banco de desarrollo efectivo o un mecanismo recíproco de control que funcione (la autora se refiere a que en los países de industrialización tardía exitosos los subsidios estatales a la industria se entregan en función de estándares de desempeño que se obliga a las empresas a cumplir y no como una especie de ‘regalo’) el apoyo con disciplinamiento a los empresarios de cualquier tipo fue tibio, pero el apoyo a los grandes grupos económicos nacionales fue especialmente débil. En la década del 40 y el comienzo de la del 50, la política gubernamental favoreció a las empresas del Estado y a las pequeñas y medianas empresas. Luego, bajo el gobierno apoyado por los Estados Unidos de Frondizi, las políticas favorecieron a las compañías multinacionales. Sólo después de 1976 las políticas públicas favorecieron a los grupos económicos. Para entonces, de todos modos, la crisis energética (internacional) había paralizado el gasto público y la economía argentina se estaba desindustrializando, por lo que el período de apoyo gubernamental a los grandes grupos privados empresarios fue extremadamente breve y las expansión de los grupos argentinos (en la industria) fue relativamente pequeña. Solo un grupo de Argentina, SOCMA, figuraba entre los 50 mayores grupos de ‘el resto’ (rankeaba en el puesto 50 y estaba en su mayoría involucrado en la producción de autopartes, energía, gas y construcción). Otros grupos argentinos estaban concentrados en procesamiento de alimentos y acero. Incluso en la industria del acero, anteriormente a su consolidación, ninguna compañía argentina en 1990 rankeaba entre las primeras 40 compañías deñlsector a nivel mundial. POSCO (Corea), rankeaba tercera, SAIL (India) rankeaba 11, China Steel (Taiwan) rankeaba 17 y USIMINAS y CSN (Brasil) rankeaban 23 y 34, respectivamente. Argentina tenía una de las más antiguas industrias de máquinas herramientas del «resto», sin embargo ninguna compañía argentina rankeaba entre los primeros 25 productores mundiales. La industr5ia farmacéutica argentina tenía la distinción de haber tenido siete firmas nacionales entre sus diez mayores productores, pero las ventas de las dos mayores compañías (Roemmers y Bago), ambas líderes de ‘fuertes conglomerados farmacéuticos locales’ significaban sólo alrededor del 8 por ciento de las quinceava compañías farmacéutica en el ranking mundial del sector, Upjohn, con ventas por $1,6 billones de dólares en 1989. La proporción extranjera en el consumo doméstico de fármacos, asimismo, era más grande en Argentina que en India, con sólo la mitad del tamaño del mercado argentino.  

Bruce Cumings (1997), Korea’s Place in the Sun, W.W. Norton & Company, New York (Edición en español de Comunicarte Editorial)

( En este fragmento el autor hace «hablar» al Estado de Corea del Sur en primera persona)

He aquí el trato: yo hago los arreglos para que un banco, digamos de Japón, te preste 10 millones de dólares a tasas de interés más bajas que las del mercado para que hagas televisores blanco y negro de 12 pulgadas, y te cubro la garantía del préstamo. Te daré una propiedad en nuestra zona libre de exportación, construiré un camino hasta tu planta, te daré combustible y electricidad a precios preferenciales, y pondré a tu disposición cemento etadounidense para tus instalaciones. Te conseguiré una empresa extranjera con mercados establecidos, saber tecnológico y canales de distribución, que venderá tus televisores por todo Estados Unidos, hasta en los almacenes. Te garantizaré una oferta fija de trabajo educado y disciplinado a un precio establecido (también muy por debajo del precio de mercado), la prohibición de los sindicatos, y enviaré al Ejército ante cualquier combinación peligrosa que emerja en tu lugar de trabajo. Decidiré cuántos competidores vas a tener, te daré objetivos anuales de producción (y bonificaciones en caso de excederlos) y me aseguraré de que haya espacio suficiente para que todos crezcan (esto para no mencionar que tú eres el hermano de mi esposa, por ejemplo).

 

(…)

Y luego…

Demos una mirada a algunos de los conglomerados individuales. Chong Chu-yong es el hombre de negocios más famoso de Corea, y en 1992 pasó a ser el Ross Perot coreano, al competir por la presidencia contra Kim Young Sam y Kim Dae Jung; era un multimillonario como Perot, pero era por lo menos el doble de rico que este último. Era un hombre sacrificado, con escasa educación formal y sin pedigrí aristocrático. Comenzó dedicándose a la mecánica de autos y con un pequeño taller a comienzos de los 40. En 1947, Chong, junto a su hermano, Chong Sei-yong, levantó en Pusan una pequeña empresa de construcción que trabajaba para el Ejército de los EEUU y llamó Hyundai (hyondae, que significa «moderno» o «contemporáneo»). Cuando se desató la Guerra, los hermanos Chong, protegidos por el perímetro de Pusan, sellaron un contrato tras otro para la fabricación de refugios y depósitos, emprendiendo además toda una serie de construcciones relacionadas con la Guerra, para no mencionar las actividades posteriores del período de reconstrucción, que abarcó buena parte de los años 50. Chong Sei-yong hablaba un inglés decente, contribuyendo a que la empresa pudiera establecer conexiones claves para la obtención de los contratos, muchos de los cuales se les otorgaban de manera directa. Hyundai se expandió rápidamente por el interior de Corea durante los 60, siendo además un importante contratistas de los estadounidenses durante la guerra de Vietnam. PAra 1972, el valor de la compañía era de 64 millones de dólares y ya contaba con seis filiales. En 1994 ocupaba el lugar 86 en la lista de 500 de la revista Fortune, con ingresos totales de 27.500 millones de dólares por año.

(…)

El fundador de Samsung, Yi Pyong-ch’ol, siempre se consideró a sí mismo como «un genuino caballero japonés», probando esta condición por ejemplo a través de su matrimonio con una japonesa. Samsung («Tres Estrellas»), es una copia de los «Tres Diamantes» de Mitsubishi, que  a la vez copió su logo probablemente del de Mercedes. A diferencia de otros líderes en los ‘chaebol’, Yi comenzó sus actividades durante el período colonial. De origen terrateniente, su primer negocio fue en los 30 con un molino de arroz, en Masan, exportando luego licor de arroz desde Taegu. Sus negocios se expandieron rápidamente durante la Segunda Guerra Mundial, gracias a la movilización de los trabajadores que vivían en el piso de sus fábricas. Simpre hostil a la actividad sindical, Yi decía en ocasiones «tendré mis ojos cubiertos de tierra antes que un sindicato sea permitido en Samsung». Su empresa fue la industria liviana más importante durante el período de Rhee, beneficiada por la realización de compras estratégicas de empresas japonesas, a precios de remate. Para esta época, Yi era el hombre más rico de Corea. Sin embargo, Samsung se diversificó en muchas otras ramas, incluyendo la electrónica, la informática y la industria naval. Obtuvo en 1994 un permiso gubernamental para la producción de automóviles en su nueva planta de la Isla Koje, que casualmente vino a ser el hogar natal del Presidente Kim Young Sam. La lista de 1994 de la revista Fortune ubicó a Samsung en e puesto 221, con ingresos anuales de 14.600 millones de dólares.

(…)

Los conglomerados chaebol también saben cómo colocar gente en el Gobierno: un tercio de los suegros de sus propietarios «ocupan altos puestos como funcionarios en las tres ramas del Gobierno». El presidente Roh Tae Woo (1998-1993) vinculó por matrimonio a dos de sus hijas con dos familias propietarias de sendos chaebol, convirtiéndose en el suegro de Chey Jong Jun, al frente de Sunkyung, y de Shin Myung Soo, que conduce el chaebol Dong-A. Esto probablemente no lo ha perjudicado, por lo menos no hasta que su gobierno concediera la segunda licencia par ala explotación de teléfonos móviles a Sunkyung, acuerdo que debió ser cancelado debido a la andanada de críticas que recibió. Roh Tae Woo designó a otro pariente político en el ministerio de comercio e industria, al tiempo que otro de sus familiares Pak Ch’ol-un, una notable figura política coreana, se convertía en el Ministro de Asuntos Políticos.

(…)

Shin Hyon-hwak, por ejemplo, había nacido en Kyongsang del Norte (…) se convirtió luego en uno de los pilares del régimen de Park, llegando a ser vice primer ministro a finales de los 70. Shin no estaba solo, de ninguna manera: una investigación de 1989 mostró que las personas originarias de Kyongsan eran veintitrés entre los cincuenta propietarios de los chaebol más grandes, nueve de los veinticuatro ministros en el gabinete, y la mitad de los miembros del directorio del Banco Central. Muchas de estas personas estaban dispuestas a asegurar que su origen había tenido bastante que ver con su éxito en el período 1961-1992.

(…)

A mediados de los 90, luego de numerosas conversaciones acerca de la necesidad de reestructurar los chaebol y diversificar la economía, las diez firmas más grandes totalizaban aún el 60% de la producción y las cuatro más grandes concentraban el 40%. Como señala George Ogle, esto implica que diez familias controlan el 60% del milagro sobre el Han.

Azpiazu, Daniel; Basualdo, Eduardo y Khavisse, Miguel (1986), El nuevo poder económico, Hyspamerica, Buenos Aires.

4.3.1. Grupo económico Pérez Companc.

Reseña histórica.

En 1947 es fundada la empresa Cía Naviera Pérez Companc que se dedica a la comercialización y el transporte. Sus fundadores eran, además, propietarios de tierras en el sur del país.

En 1950 se inserta en la actividad aseguradora mediante la creación de la firma La Patagonia Cía. Argentina de Seguros y a partir de 1952 comienza a organizar empresas agropecuarias. La primera de las cuales es Sudacia S.A. y, posteriormente, Agrícola, Gandera Andes S.A. y Goyaike S.A. Al mismo tiempo adquiere la empresa Los Lagos S.A., con propiedades en el sur del país.

Sin lugar a dudas, la producción forestal y agropecuaria eran actividades relevantes en el grupo Pérez Companc a principios de los años 70. A través de sus estancias controlaba aproximadamente 150.000 has. en la Patagonia; 27.000 has. en la Provincia de Santa Fe y Buenos Aires y 54.000 has. en Misiones, funcionando en estos últimos, desde 1971, un aserradero administrado por la firma Forestal San Jorge S.A.

En 1954 se incorpora otra de sus actividades centrales: la explotación petrolífera, mediante la firma Petrolera Pérez Companc S.A. Durante los primeros años esta empresa se dedicó únicamente a la reparación y mantenimiento de pozos, comenzando las tareas de explotación en 1968, año en que obtiene el área Entre Lomas (Provincia de Neuquén y Río Negro) y, posteriormente, en 1972, el área de Catriel Oeste en la Provincia de Río Negro.

La actividad industrial del grupo Pérez Companc comienza en 1961, mediante la empresa Riom S.A. que elabora manufacturas de plomo y estaño. La actividad manufacturera es escasamente importante para este grupo hasta principios de los años 70, estando ligadas sus restantes firmas también al procesamiento de recursos mineros como es el caso de Ing. Pevial S.A. y Cementera Patagónica S.A.

Por último, a fines de la década del 60 el grupo Pérez Companc se diversifica hacia la actividad financiera mediante la compra del Banco Río de la Plata y la posterior adquisición del Banco del Este en la República Oriental del Uruguay.

– Expansión posterior a 1976

Entre los casos elegidos, Pérez Companc era hacia 1975 el grupo económico históricamente más reciente y el más pequeño, en términos numéricos, entre los GGEE nacionales. Es también el caso que exhibe el crecimiento más intenso en el período siguiente. Esta expansión básicamente se estructura, por un lado, sobre sectores ya incorporados por el grupo: petróleo (Quitral-Co) y bancos (Banco Delta, después absorbido por el Banco Río y un tercio del capital del Banco Ganadero Argentino) y principalmente en un explosivo crecimiento hacia el sector industrial -de muy pobre relieve hasta 1975- y el de construcciones.

En el primer caso se proyectó a través de la creación de PECOM-NEC (en asociación con NEC Japón) dedicada a la producción de equipos de comunicación orientados a satisfacer la demanda estatal y la adquisición de una serie de empresas productoras de maquinaria eléctrica (equipos, motores, tubos y transformadores, conductores).

En el segundo rubro, con la adquisición de SADE (grandes obras para el Estado) y la creación de NUCLAR (asociada con Techint) y Pecom Nuclar (instalación de centrales nucleares) muestra finalmente una pauta de expansión claramente distinguible: construcción de grandes obras para el sector estatal, extracción de petróleo, de gas, construcción de centrales nucleares, equipos de comunicación para el servicio nacional de telefonía con un complemento -que también se puede encontrar en el desarrollo de grandes Empresas Transnacionales (ET) que operan en el sector energético-: la provisión, para el uso y la distribución de energía, de equipos eléctricos de envergadura provistos -en una integración compleja- por plantas industriales propias. Muchas de estas empresas incorporadas o creadas por el grupo se realizan en asociación con grandes ET también diversificadas y en muchos casos ellas están fuertemente vinculadas con el aparato estatal como demandante.

 

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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