El medio es el peaje

«Yo aprendí con un gran periodista de la televisión argentina cuyo primer nombre es Daniel y su apellido empieza con H., que nunca hay que pagarle a ningún periodista porque siempre hay alguien que le paga más».

Aldo Rico

Me gustaría tratar algunas cuestiones referidas a la reforma de la Ley de Radiodifusión que propone el Gobierno nacional desde el punto de vista de los periodistas (que son una parte de esta historia).

Leo que desde la iniciativa Coalición por una Radiodifusión Democrática se proponen una veintena de puntos para la reforma, entre los que yo destacaría estos tres:

«1.- Toda persona tiene derecho a investigar, buscar, recibir y difundir informaciones, opiniones e ideas, sin censura previa, a través de la radio y la televisión, en el marco del respeto al Estado de derecho democrático y los derechos humanos».
«2.- La radiodifusión es una forma de ejercicio del derecho a la información y la cultura y no un simple negocio comercial. La radiodifusión es un servicio de carácter esencial para el desarrollo social, cultural y educativo de la población, por el que se ejerce el derecho a la información».
«3.- Se garantizará la independencia de los medios de comunicación. La ley deberá impedir cualquier forma de presión, ventajas o castigos a los comunicadores o empresas o instituciones prestadoras en función de sus opiniones, línea informativa o editorial, en el marco del respeto al estado de derecho democrático y los derechos humanos. También estará prohibida por ley la asignación arbitraria o discriminatoria de publicidad oficial, créditos oficiales o prebendas».

Mi reflexión viene a lo siguiente. Siempre se apunta a las presiones que pueden realizar los gobiernos de turno por distintas vías contra los medios de comunicación y los periodistas. Se machaca sobre aprietes de distinto tipo -se escribió sobre esto en todos los gobiernos de 1983 a la fecha (bueno, quizás el de Camaño no tuvo tiempo de presionar a nadie)-. Se reclama que haya un formato claro para que el reparto de la publicidad oficial no se convierta en un método de coerción contra la prensa. Me parece fantástico.

Pero ¿qué pasa con los otros sectores de la sociedad? ¿Nadie más presiona? ¿Nadie más tiene poder? ¿Nadie más busca cercenar el «derecho a investigar, buscar, recibir y difundir informaciones, opiniones e ideas, sin censura previa»? ¿Nadie más nos quita el «derecho a la información»? ¿Nadie más cercena la «independencia de los medios de comunicación»? ¿Sólo el gobierno de turno busca generar «presión, ventajas o castigos a los comunicadores o empresas o instituciones prestadoras en función de sus opiniones, línea informativa o editorial»?

¿Nadie se pregunta para qué tienen tanto presupuesto los responsables de Relaciones Institucionales de grandes empresas, muchas de ellas de servicios públicos -y hasta de medios-? ¿Nadie se pregunta sobre los regalos que reciben los periodistas? ¿Nadie piensa que los «canjes» a veces dejan de ser cosas simpáticas? ¿A nadie se le ocurre pensar que la publicidad privada también puede ser un método de presión?

No dejo de pensar que un banco llevó hacia fines del menemismo a un montón de periodistas no sé a qué crucero para hacer allí no sé qué anuncio de no sé qué producto. En un crucero. Desde ya que esa información salió publicada.

Y esta es una presión buscada en muchos casos. No hablo solo del pobre periodista que no puede publicar determinada cosa pues su medio-empleador se lo impide en virtud de oscuros intereses. Los periodistas también buscan en muchos casos las dádivas, los regalos, el dinero por no hablar, por no decir.

Sépalo: cuando un medio o un periodista ataca a alguien pueden pasar tres cosas. Que sea una rabieta legítima (pocas posibilidades). Que alguien le esté dando dinero para atacar. Que esté buscando dinero del atacado para dejar de atacar. Todos los días asistimos a esta dinámica.

Y todo ello sin contar la enorme cantidad de «info-mercials» o de «publicidad no tradicional» disfrazada de periodismo a la que asistimos en cantidades y cantidades de programas de cable-de-mesa-con-potus pero cada vez más en medios tradicionales que antes sólo se manejaban con publicidad a cambio de buenos contenidos. Hay publicidad encubierta por todos lados y cada vez más.

Le sumo un matiz. Si el Gobierno nacional puede ser controlado de alguna forma a través de la (declamada) nueva ley en sus posibilidades de ejercer presiones o discriminación, bienvenido sea. Ahora: por favor que alguien haga algo con respecto a los medios provinciales y locales y sus respectivos niveles administrativos. Si nos horrorizan los manejos de publicidad del Gobierno nacional, la preocupación debería aumentar de manera exponencial cuando se va bajando la escalerita de niveles federales de gobierno. Y piense en cómo impacta un gran interés empresario en los medios de una provincia o un municipio. El efecto del napalm, un poroto. Tierra arrasada.

¿La nueva ley que, según parece, promueve el Gobierno nos va a proteger de esto? ¿A alguien le importa? ¿Cómo se le pide a las empresas privadas que rindan cuentas? ¿Cómo se le pide a los periodistas que dejen de robar al menos por dos años?

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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6 comentarios en «El medio es el peaje»

  1. ¿Aparte de este ‘conflicto del campo’, a alguien le importa la discusión de una nueva Ley de Radiodifusión? Bien por Ud. Escriba, parejiiito lo suyo…

  2. La presión privada es cierta, pero me parece que es parte del juego en una sociedad capitalista. También puede haber presión «familiar» sobre los periodistas que nunca son ni objetivos ni independientes del todo.
    Una de las maneras de minimizr esto es la pluralidad, y por eso hay que evitar la concentración y los monopolios. Al que quiera comprar algo, le va a salir más caro.
    Pero la publicidad oficial es un mal mucho peor. Se usa el dinero del pueblo para manipular la información que le llega.

  3. Muy buen posteo. En general se asume que tales cosas son negocios entre privados. Y punto. Si vos te crees todo lo que publican es culpa de tu ingenuidad, no de mala fe del medio.

  4. Muy bueno, Escriba. Y para mí que no tiene solución.
    Bah, es lo que dice Mariano (que en esta sí estoy de acuerdo con él).
    Igualmente, al no existir en grandes zonas del país (estoy pensando en lo que escribió Alejandro antes de ayer)diversidad productiva, es casi imposible frenar la financiación de medios (generalmente a pérdida, al igual que todos los grande smedios nacionales)por parte del capital concentrado.
    Los principales diarios de cada provincia -si bien la concentración a través de capitales metropolitanos y las nuevas tecnologías han apenas debilitado esto- y los principales formadores de agenda, responden a las principales familias de la provincia y a su vez éstas al principal modo de producción, generalmente primario.
    Lo dije de modo muy esquemático,pero igual, creo que es más o menos así.

  5. El camino es como en todos los casos ampliar la cantidad de actores.

    Se puede tomar el ejemplo de internet donde son tantos los actores que aquel que realmente quiere enterarse de un tema puede consultar todo el abanico opciones. Ya no importa si la web de telam miente para la corona o seprin hace operaciones mediaticas pagas. Son tantas las opciones que su «promedio» nos acerca a la realidad de lo que pasa.

    Pero en ultima instancia lo que mueve a la gente a buscar la verdad es su educación. Si el deseo es que los taxistas que escuchan la 10 dejen de repetir el discurso de Baby sin preguntarse como piensa o a quien responde

  6. Diversidad, acceso y participación. La comunicación entendida como un «servicio publico» mas, en fin, lo mismo que se viene discutiendo desde los años 70: «democratización de la comunicación» PNCes (Políticas nacionales de comunicación). Obviamente que todo eso no lo soluciona una ley, que es solo el principio de cualquier política publica. Luego se necesita que apoyo para que la participación de los «actores sin fines de lucro» no terminen perdiendo por goleada frente a los privados. Si, ya se, UTOPIA.

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