Elecciones venezolanas: panorama

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“A Dios lo que es de Dios, al César lo que es del César y al pueblo lo que es del pueblo”, de esa forma comenzó el discurso de Hugo Chávez en la madrugada del 14 de abril de 2002, una vez que era rescatado por el pueblo y los militares leales, tras el intento de golpe de estado comandado por las principales corporaciones del país y los medios de comunicación.

Las piruetas del destino y de la historia marcan que once años después de ese suceso se realizará la primera elección nacional sin la presencia física de quien fue la figura protagónica de los últimos 15 años en el país. A pesar que la campaña electoral comenzará oficialmente el martes 2 de abril, los días previos a la inscripción de candidaturas se caracterizaron por duelos verbales de alto voltaje, lo que preanuncia días intensos en eventos políticos. El duelo entre chavistas y antichavistas en un contexto de despedida del líder de la Revolución Bolivariana conforma una novedad histórica para esta disputa que hasta hoy se encuentra teñida de un claro color “rojo, rojito”.

¿Cuáles serán las estrategias políticas y las posibilidades concretas de ambos espacios partidarios?

La oposición política al chavismo nucleada en la Mesa de Unidad Democrática (MUD) llevará nuevamente como candidato a Henrique Capriles. El actual gobernador del Estado de Miranda, derrotado por más de 11% por Chávez en octubre del año pasado, tendrá la difícil tarea de desafiar el predominio electoral del chavismo en un contexto difícil para sus aspiraciones presidenciales. A pesar de ser uno de los tres estados que el MUD pudo conservar en las elecciones de gobernadores del 16 de diciembre pasado, las derrotas seguidas de su espacio político generaron un clima de cuestionamientos internos que rozaron al propio candidato presidencial. De hecho, la aceptación de la candidatura de Capriles no estuvo exenta de controversias debido a que el propio candidato esperó hasta último momento para hacerla efectiva. La estrategia de no presentar candidatura (que ya fue utilizada por la oposición en las parlamentarias de 2005 con sus costos de representación en la Asamblea Nacional) con la finalidad de deslegitimar el previsible triunfo oficialista, fue finalmente descartada. Las críticas opositoras a la designación como presidente encargado de Nicolás Maduro fue uno de los principales argumentos esgrimidos para deslegitimar la contienda electoral. Sin embargo, una atenta lectura al artículo 233 de la Constitución Bolivariana se prevé esta alternativa. Leamos: “Si la falta absoluta del Presidente o la Presidenta de la República se produce durante los primeros cuatro años del período constitucional, se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes. Mientras se elige y toma posesión el nuevo Presidente o la nueva Presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el Vicepresidente Ejecutivo o la Vicepresidenta Ejecutiva”. No hay que olvidar que Chávez inició su nuevo mandato (pese a no jurar) por decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), por lo que la figura de presidente encargado esta prevista en la CB. Desde allí que el antichavismo no haya insistido en la alternativa deslegitimadora y ponga todas sus expectativas en una estrategia electoral que reafirme el voto histórico propio e intente divorciar la figura de Maduro de la de Chávez. Por ese camino pareció dirigirse Capriles cuando oficializó su candidatura con fuertes críticas al tratamiento de la enfermedad por parte del alto mando político chavista, la utilización del cuerpo de Chávez para hacer campaña, desconfiando de las lágrimas de Maduro y poniendo en duda la fecha de muerte del líder bolivariano. A pesar de que días más tarde se retractó de su ofensa a la familia de Chávez, la estrategia de apuntar en forma directa a la figura de Maduro parece ser la única táctica de la oposición para revertir el, desde el vamos, difícil camino electoral.

En el chavismo, a pesar de la desazón de la muerte de su jefe político, las cosas parecen estar más claras. La totalidad de las fuerzas que componen el movimiento político y social de gobierno se cuadraron detrás de la candidatura de Maduro, el candidato bendecido por Chávez en vida. En términos institucionales, el chavismo cuenta con 20 de las 23 gobernaciones, 98 de 165 diputados de la Asamblea Nacional unicameral (mayoría absoluta), ha ganado 14 de las 15 elecciones realizadas en los últimos 15 años y cuenta con un poder de movilización imponente que le permitió al chavismo sortear los momentos más difícil de gestión. Las últimas dos victorias (octubre y diciembre de 2012) le permitieron consolidar su poderío electoral que venía en detrimento luego del impacto de la crisis internacional de 2008 y 2009 y de las elecciones parlamentarias de 2010 en el cual el chavismo perdió la mayoría especial de los dos tercios de la AN.

De esta manera, el chavismo se encamina a una nueva victoria que, según las primeras encuestas que aparecieron por estos días, podría ser superior a la del año pasado. En ese contexto, Maduro hizo un llamado a la paz social para evitar que el discurso “incendiario” de la oposición no tenga una traducción directa sobre la estabilidad del país, la cual emerge hoy como la única posibilidad para las chances opositoras. Desde allí que el candidato del chavismo alerte sobre los escenarios de inestabilidad, al compás de que fortalece su figura (asociándola a la de Chávez su maestro y sucesor), su principal tesoro político en esta hora. Llegar será más sencillo que durar para este dirigente que comenzó su carrera política en los albores del chavismo. Convencional constituyente, dos veces diputado por la AN, canciller desde 2006, la experiencia de Maduro en la gestión pública se pondrá a prueba en un contexto económico difícil.

A un mes de las elecciones en Venezuela, los pronósticos parecen marcar que se impondrá, una vez más, el oficialismo.

Foto.

(Texto publicado originalmente aquí)

Acerca de Mariano Fraschini

Doctor en Ciencia Política y docente (UBA- UNSAM- FLACSO)

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