«Empleo, Actores Sociales y Democracia»

En el Auditorio Islas Malvinas del Ministerio de Trabajo estuvieron el periodista Mario Wainfeld y los politólogos Rinesi y Mocca (Tomada no estuvo, en su lugar, Noemí Rial, Secretaria de Trabajo), en el marco del encuentro llamado «Empleo, Actores Sociales y Democracia». Creo que la exposición de Wainfeld resumió más o menos los temas que abordaron todos.

El primer punto que desarrolló el periodista de Página/12 fue la relación entre institución y conflicto. La primera cita de Wainfeld fue, efectivamente, para un blog (que no paran de medir, parece, Escriba): se refirió al post de Martín sobre instituciones, y a esta idea:
«Una reunión de cuatro horas entre el gobierno y la CGT puede ser apenas reducida a: “Cristina lleva cuatro horas reunida con Moyano”, con toda la carga subjetiva que el enunciado es capaz de tener. Así que la apelación al diálogo, al consenso y a la institucionalidad barrunta también (¡y sobre todo!) alrededor de con quién se debe dialogar.»
Efectivamente, el cuestionamiento al kirchnerismo en su escaso apego a las instituciones, no obedece a una comparación fáctica con la institucionalidad republicana de anteriores gobiernos o proyectos, sino a aquello que el Gobierno sí institucionaliza y, sobre todo, a aquello que no. Wainfeld dio algunos ejemplos de institucionalización -entendidos como conjuntos de reglas, como corolarios dinámicos de procesos conflictivos -que este Gobierno llevó adelante a los fines de dar un marco de previsibilidad: la reforma de la Corte, la legislación en Derechos Humanos, la renegociación de la deuda (que, mala o buena, permite a los futuros gobiernos cierto grado de calculabilidad), y la puesta en acción de un Consejo del Salario que, si existía, se lo llenó de contenido (o sea: sirvió para conseguir mejoras salariales). Al respecto, Rinesi hizo una gran pregunta: «¿por qué este Gobierno no hace alarde de una medida importantísima en el sector del trabajo, como fue la regularización de la situación laboral y previsional del servicio doméstico?» Ah, la comunicación.

En fin: este Gobierno institucionaliza. «Congela» relaciones de fuerza, decanta procesos en una serie de reglas de juego. Posiblemente, no aquellas que le son reclamadas por las corporaciones de poder tradicionales. Esto es lo que dijo Wainfeld, y lo que dice Martín: la crítica a la institucionalidad no interpela un absoluto -la necesidad del consenso, el valor del diálogo, en fin, el alfonsinismo blanqueado -sino una situación particular: con quiénes y con quiénes no, institucionaliza el Gobierno. Qué clase de relaciones decanta, y cuáles otras dinamiza hasta límites que, incluso, a veces le son contraproducentes.

El segundo punto que se trató fueron los actores sociales. Aquí Wainfeld habla de la forma en que Perón refería al actor social que constituía su columna vertebral: la clase trabajadora. Y el carácter indistinto que significaba decir clase trabajadora -en tanto concepto sociológico -o movimiento obrero -como categorización política-. Es que el Estado de Bienestar, el valor del pleno empleo, así lo permitía: la clase trabajadora era, en definitiva, casi el movimiento obrero, así se encuadraba. Este fue, dijo Wainfeld, el cambio en los últimos treinta años: la transformación del paradigma inclusivo. Y lo describió con una imagen muy acertada: el 17 de octubre del 45, la imagen de la Plaza era la de la homogeneidad. El tipo que más ganaba en esa Plaza no se distanciaba obscenamente del que menos. La vestimenta era parecida, las formas de hablar, de transportarse, de vivir, casi. (Yo haría la aclaración que, en el medio, también hubieron reformas culturales, y la universalización de la idea de consumo). Y la diferencia con las movilizaciones del 2005, las dos grandes columnas, sindicalismo y movimientos sociales, entrando una por Diagonal Sur y otra por Norte (respectivamente). Y las enormes distancias y heterogeneidades: ya no sólo entre trabajadores y movimientos de desocupados, sino entre los propios trabajadores, entre aquellos con trabajo estable y aquellos que no acceden a ese beneficio, entre los que durante años conservan el acceso a una obra social y jubilación, y otros que no.

Este es el problema clave que se debatió ayer, y que es un problema absolutamente político. Creo, particularmente, que el Ministerio hace un gran trabajo en la preservación de lo conseguido (y espero que no sea una analogía de nada). Pero, al mismo tiempo, choca contra estas heterogeneidades al interior de los trabajadores, el famoso proceso de desarticulación, de fragmentación, que dificultan un proceso clave: el de la inclusión. Resulta más sencillo, se dijo, preservar aquello que se consiguió que incorporar lo que falta. El camino, entonces, se pone cada vez más difícil. Saludable es que se sepa cuáles son las limitaciones. Habrá que ver.

(Hasta tanto no resolvamos diferencias con el grupo de Los Canosos (je), no conseguimos acreditaciones para los eventos, así que nos mandamos a uno de entrada libre, :P).

22 comentarios en ««Empleo, Actores Sociales y Democracia»»

  1. Muy buena crónica. Yo quería ir y no pude, y ahora me doy por informado. Che, los Canosos abrieron una brecha, pero esto es como la guerra, toda la tropa tiene que meterse, ampliar y atravesar la brecha. Si no, no pasará nada.
    Un abrazo

  2. Muy buena la metáfora.
    Es importante retener en qué medida esto debilita al conjunto de los asalariados.
    Antes, la CGT tenía el «tercio» que le correspondía como parte del movimiento. Esa cultura sindical, como marca Levitsky, se perdió en los noventa. Moyano, no sin tristeza, dijo esta semana que «eso era con Perón».

    Porque tampoco el nuevo PJ, reorganizado desde arriba, ha sentido la obligación, pese a tener entre sus autoridades a los máximos dirigentes del movimiento obrero organizado, de darle expresión política parlamentaria al tema. Y candidatos, como vimos, no sobran: el ala política ha colapsado. ¿Quién mejor que los sindicalistas del movimiento, que tienen una doble representación -cuento la que tienen que defender en el gremio- para votar las leyes que protejan el empleo en la Argentina, para evitar el regreso del ajuste, etc.?

    Y después, claro, los movimientos sociales. Que han perdido protagonismo, por muchas razones, estructurales algunas y superestructurales otras -es una forma de hablar, claro-, pero que siguen estando como banca incondicional de este gobierno, como recuerdo de su procedencia.

    Ahí, la falla es la política social. Dicho de modo muy vulgar, es problema de otro ministerio. Si, como sostienen Castel et al, la sociedad salarizada no vuelve más, ¿no habría que considerar subsidios ampliamente extendidos, si no universales, como remedio permanente para la que se presenta, después de todo, como una situación permanente?

    Cuestiones pendientes, que hay que discutir en el plano «3D»: económico, social y político.

    (y cultural, por supuesto)
    Un abrazo,
    EM

  3. Ezequiel, repito lo que planteé en el encuentro (y que me contestó y acordó conmigo nada menos que Tomada, jaja).

    La cuestión del debilitamiento del movimiento obrero vs. la emregencia de los nuevos movimientos sociales, tiene que ser replanteada fuertemente. Les propongo un indicador: cuando uno toma las series de protesta social (sean las Schuster en II Gino Germani, las del equipo de conflicto de CTA, o las que elabora el PIMSA) lo que se vé es que son los asalariados OCUPADOS los principales sujetos de la protesta, esto incluso durante los años 90. O más bien, justamente en los 90, porque es en estos momentos donde se empezó a construir este discurso, como plantearon bien Rinesi y Mocca. Son los sujetos que más protestas (acción directa) protagonizan. Las organizaciones que más acciones convocan… adivinen… cooorrecto!, las sindicales. Sean vinculadas a la CGT (en alguna de sus dos ramas) o a la CTA.

    Esto sin contar las 14 (o eran 13?) huelgas generales a Alfonsión y las 9 (SI, NUEVE, casi una por año) a Menem. Todas con alto acatamiento.

    Como dije: para mí es un buzón que se compró la academia. Un buzón, un discurso que venía de sectores poco «amigables», que tenía como objetivo «ningunear», hacer pasar desapercibido, destruir (según el caso) al movimiento obrero organizado… Aislar a los trabajdores. Obviamente, exagero un poco la cuestión, pero me parece que habría que sentarse a pensar seriamente esta cuestión de la «desaparición de los trabajadores» o del movimiento obrero…

    Imagínense si no hubiera estado Moyano, donde hubieran terminados las reformas del ’90…

    En fin, muy buena la actividad…
    Saludos

    1. Cresto:

      Acuerdo con lo que decís, completamente, en parte tal vez porque conozco y debatí esos trabajos, especialmente los del PIMSA y del equipo de Iñigo Carrera y Cotarelo.

      Se ha soslayado al MTA en la genealogía del movimiento obrero organizado, dejando a «los gordos» de un lado y a la CTA del otro. De ese modo se deshacen de Moyano, de Palacios, et al.

      La parte que no entiendo es dónde dije otra cosa, pero bueno.
      Un abrazo,
      Ezequiel

  4. El ninguneo de la clase trabajadora como tal y de las organizaciones sindicales ha estado perfectametne alineado con la concepción del «fin del trabajo». Puesto que el trabajo dejaba de tener centralidad en la producción de la vida social y dejaba de ser elemento formativo y ordenador de la vida humana, la clase que vive de su trabajo y sus formas de organización pasaban a estar en vías de extinción. La realidad, la cruda y dura realidad, le ha pasado por encima a estas invenciones ideológicas. El trabajo sigue siendo la fuente irremplazable de la generación de riqueza y la degradación que produce su ausencia prolongada es buena prueba de que también es irremplazable para la formación del ser humano y para ordenar su vida (al respecto, en lugar de estos balbuceos míos, conviene leer la Ontología del Ser Social, la obra de madurez de Lukács).
    Saludos

  5. Tomás, me alegra mucho encontrar un post sobre una actividad que contribuí a organizar y a la que no pude ir. En realidad entré pensando en ver si daba para pelearte un poco por los dichos de NK en el luna, absolutamente contrarios a la suplementación (que lo caracterizó tanto hasta el 2007). Eso de que si no somos mayoría aritmética no podemos -mediante el suplemento político- gobernar el país es muy duro.

    Andrés y cía. estamos trabajando fuertemente para subir el material en video.

    Abrazos,

    A

  6. asi q la «salvacion» de los trabajadores es q las huestes de moyano accedan a las listas???…

    «salvacion» de los trabajadores en blanco…por q los q estan en negro (40%)…bien gracias.

    las cosas q uno se entera…resulta q ahora los gordos de la CGT van a ser la «salvacion» del laburante…

    les recuerdo algo…durante el gobierno de menem…los sindicalistas peronistas ocuparon profusamente puestos politicos y ejecutivos en la administracion menemista…hace falta q les «recuerde» como les fue a los trabajadores durante los 90′???…

    a veces tengo la impresion q para algunos …la «historia» empezo en el 2003…no se hacen cargo de lo q paso antes de esa fecha…como si los actores del 90′ no hubiesen existido…

    o quizas algunos vivieron una «argentina paralela» en lo 90’…donde los menemistas devenidos en kirchneristas de ahora…no tuvieron ninguna ingerencia en la nefasta decada…

    QUIZAS SEA ESO…en fin…

      1. Y fijate lo bien que gobierna y administra Moyano que los trenes que él tiene como DUEÑO andan para el ojetovich. Así hará andar al país, no?
        Lo que se puede decir a favor de Moyano es que no estuvo con Menem ni el liberalismo de los `90 (aunque ahora ya va como un «nouveau riche» y un «empresario» por más que lo nieguen los punteros de barrio).
        Moyano es tan caradura que no pudo defender el gobierno ni durante la 125 y ahora viene a pedir carguitos para sus testaferros. Andá, D´Elía tiene razón, él pone el pecho a las balas y después vienen los caraduras y haciendo un acto pago ligan las candidaturas. Capaz que lo hacen «por los trabajadores», …. «Es el Poder (y la economía), idiota» diría un clintonista.

  7. Tomás: en el punto 1, podríamos incluir también (no sé qué les parecerá) la resolución del conflicto que se había dado en relación a las fábricas y emprendimientos productivos abandonados por los patrones y recuperados por los trabajadores. En 2002 y 2003, con Bruckman como principal caso, varios patrones intentaron el retorno a la dirección de las fábricas, y al usufructo del trabajo en las mismas queriendo hacer valer un derecho de propiedad caduco desde el momento del abandono.
    El Estado terció y resolvió este conflicto (de un modo que, sobre todo desde posiciones troskistas, fue muy criticado, como era de esperar).
    Saludos

  8. ezequiel meler: ah mira.. con vos me acabo de enterar que con Peron el movimiento se organizaba desde abajo.

    pero que pelotudo que sos.

    1. Marcos, si mirás las condiciones de uso de este sitio vas a ver que los insultos están expresamente excluídos.
      Te agradecería que le pidas disculpas a Ezequiel y al resto de los usuarios de Artepolítica.
      Y de paso te comento que el «que» exclamativo lleva tilde. Por ejemplo: ¡Qué desubicado!
      Saludos,
      A

  9. Marcos:

    No sostuve ni sostengo que «con Perón el movimiento se organizaba desde abajo».

    Sí sostuve y sostengo la evidencia de que las listas tenían un 33% de representantes del «ala sindical».

    La diferencia es abismal.

    El calificativo, guardalo.

  10. Este es mi primer comentario. Empecé a leer recientemente el blog y lo encuentro muy interesante, no sólo los artículos, sino también los comentarios que hacen los lectores, que a diferencia de lo común en Internet, están muy bien desarrollados y la mayoría son muy respetuosos.

    Esto es sólo una especie de presentación. En adelante, voy a tratar de comentar más seguido porque me gustan las discusiones que se arman aquí.

    Saludos cordiales, Martín.

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