La lucha de clases (medias)

(Este post se publicó originalmente en Diario Registrado.)

La primera mitad del año pasado de campaña presidencial se basó en una cuenta muy «nestorista» (por más que ahora esté de moda el juego de las siete diferencias entre Néstor y Cristina): la mayoría se obtiene de la suma de las partes. La fuerza de los jóvenes + la fuerza de los trabajadores + la fuerza de los Derechos Humanos, y así, el tren de la victoria iba sumando pedazos hacia la mayoría deseada. La suma de las partes tiene que dar la mitad más uno, era la cuenta.

En la segunda mitad del año, con las lecciones porteñas y santafesinas del PRO aprendidas, se pasó a un discurso hacia todos. ¿Y dónde queda el «todos»? Queda en la individualidad. Se cambió la fuerza de esos colectivos por -por ejemplo- un tal Ariel. Un científico joven y lúser cuya expresión podría resumirse en: es lo mejor que acumuló la sociedad en su laborioso, cristiano y anónimo aporte de IVA’s. Los hacheros del monte, los maestros rurales, los vendedores de seguros, los kiosqueros, los abogados, las Pymes, las Multinacionales, en fin, todos hicimos un Ariel. Un Ariel líquido. Un joven educado para la frontera de la humanidad: la ciencia. Y había más historias, y todas eran individuales. El todo sos vos, fue la consigna lanatiana para la victoria. Entonces se aprendió algo: la sociedad ya no son sólo fragmentos, poque hay un aceite que disloca, que separa en individualidades, en historias de vida, esos bloques robustos con los que San Martín soñó. No hay sólo sujetos, hay personas. Hubo una evolución casi secreta que coronó una victoria electoral extraordinaria.

Las campañas del 2011 cristalizaron las dos formas que tomó el kirchnerismo, el transversal y el para todos, con la bisagra adversarial del conflicto con el campo. En el transversal, los sujetos están definidos de antemano: obrero, desocupado, empresario, villero, todos están encuadrados en sus organizaciones de obreros, de desocupados, de empresarios y de villeros, y por lo tanto van a jugar así o asá. En el para todos, el obrero, el desocupado, el empresario y el villero, son parte de una masa mucho más amplia y más indefinida de votantes, selectores, son individuos que pagan impuestos, ejercen derechos y ganan olimpíadas de matemática. En julio del 2008, ibas a Jenny y pedías En torno a lo político o su par más denso, La razón populista, y te llevabas seis para regalarle uno a tu suegra, uno a tu novia y así. Antes del 2008 no existía el sobrevalorado Laclau. La pregunta sobre cómo se construye el pueblo se volvió por lo menos pertinente con el lock out patronal. Sin esa fase de antagonismo que puso en cuestión qué es ser un ciudadano y qué es ser argentino, el kirchnerismo para todos hubiese sido imposible, porque sin «algunos» que se niegan a pagar impuestos, no hay «todos» entre los que la riqueza se distribuye. Son dos tiempos. El del conflicto, el del todos.

(Así, en esa línea, una hipótesis sobre la relación entre el kirchnerismo y la crisis de 2001 es que el kirchnerismo empezó por «ordenar» la crisis. Por darle forma y representación al choque frontal de lo social contra la política que se había vivido. ¿Qué fue el 2001? Crisis sin relato. O, a lo sumo, en un margen ilustrado, un relato toninegrista de disoluciones e incertidumbres. Esta larga época trocó al diabólico Toni Negri por Jauretche, Laclau, Perón, González, Sarlo, Forster, la semiología del ciclo básico, y un largo etcétera en esa dirección pedagógica.)

El hecho maldito del país peronista

Hagamos memoria: cuando comenzó en el 2008 a sentirse el temblor desde el lugar de donde hoy provienen los malones (los barrios de la clase media) alguien atinó a preguntarse dónde existe el consorcio de ese magma, de ese temblor, el nervio de ese volcán. De eso que no es una clase, de eso que no se explica por nivel de ingreso: La Clase Media. Y alguien dijo al oído de Olivos que eso queda en Clarín. Si nos abstraemos de los hechos concretos, de las peleas tapa a tapa, podemos creer en la imagen de que alguien dijo que ese dilema «teórico» tenía su centro ahí. Que esa es su Bastilla. Que es el lugar más concentrado que puede haber para coordinar esa clase. Una clase enorme, expansiva, jodida, que es muletilla y lugar común de los que aprenden la poética de palabras como tilingo y mediopelo. Porque en esta cultura nacional se aprende a «pensar» hablando mal de la clase media, o sea, son cursos de autoayuda para sacarles el cuero a nuestros vecinos, a los que oímos en nuestras reuniones de consorcio. Un taller literario que también queda en la clase media.

Entonces, la pelea con Clarín, podría decididamente tener este sentido: descubrir el centro corporativo de esa clase. Porque la clase media es el hecho maldito del país peronista. Es un lugar de acumulación social, la superficie más estricta de la movilidad. Un resultado histórico desafiante-

¿Qué hacer? Cuando no se sabe qué hacer sólo queda putearla. Este tiempo será posiblemente recordado como el de un gran conflicto ahí y, dicho mal y pronto, así: las Señoras que ahora les dicen a sus mucamas que voten al peronismo (versus las que las mandan a cacerolear). La inversión del mito del bebé blanco cocinado en el horno: dale negra, hacete negra. Algo de eso huele en Dinamarca, Acoyte, avenida Santa Fe, etc.

Columna vertebral

El conflicto con Moyano está un poco más allá de las resoluciones simples del relato. Y por eso volvió a descoser la escena y a ofrecer rostros tan estatales, tan poco afectos a la «narrativa» desde el lado oficial, y tan efectivos, como los de De Vido y Berni. Fue la marcha de los trabajadores mejor pagos. De los que cobran 20 lucas. Chazarreta hijo de puta cobrás más que yo, le gritaría un filósofo. Lo más sencillo del mundo es resolverlo proponiendo que en la contradicción sindical existe otro Grupo Clarín a desenmascarar. Y, a la vez, se gastan energías preciosas en descifrar dónde está el peronismo, o dónde hay más peronismo, de qué lado del nuevo conflicto. La última nota de Sarlo parece concluir que en la exclusión de Moyano del kirchnerismo se confirma -paradójicamente- el peronismo de Cristina. Nadie se escapa (y Sarlo refuerza, sobre todo) a discutir sobre esos «ideales de representación»: por derecha o por izquierda, por arriba y por abajo, por donde sea, la discusión política parece tener un terreno puramente simbólico donde saldarse. Todo análisis, así, tendrá la trampa idealista de intentar decir dónde es más peronista algo. Cristina o Moyano.

El resultado de estos años se acentúa: un archipiélago de fragmentos sindicales definitivos. CINCO. Dos CTA’s y tres CGT’s. ¿Es bueno eso? ¿Es malo? ¿Hasta dónde es malo? Podría ser, por lo menos, «objetivamente» también, más disciplinador. Una economía tan heterogénea como la de la argentina logrará, quizás, un sindicalismo más heterodoxo. Si pienso en resultados, este es uno: muchos sindicalismos para muchas economías. El modelo es un modelo lógico: producir y repartir. Un modelo sindical único, pensado en abstracto, vuelve menos retorcidas y menos sectoriales las negociaciones entre capital y trabajo, más inflexibles también, quizás. El resultado de estos años es esta fragmentación sindical. Que benefició a los que están bajo sus convenios. Y que acentuó la representación general del resto mayoritario del pueblo pobre (en negro) en el gobierno, en los municipios. ¿Se acuerdan de la consigna de la CTA de que «la nueva fábrica es el barrio»? Bueno, eso que ahora suena mal, suena antiguo o ingenuo, parece no haberse modificado tanto, y el peronismo asumió la representación de modo tal que la columna vertebral del movimiento se ubica en las intendencias y municipios. Si el efecto de la economía dura produjo un retroceso de la política popular por el «derecho a la vida» (AUH) por sobre los derechos laborales, el peronismo terminó siendo el partido de esa gobernabilidad: prioridad territorial por sobre la sindical en su relación con la base. ¿Alguien recuerda el nombre de un intendente de los años 60 o 70? A los administradores de lugares comunes les gustará tallar la palabra «neoliberalismo» en esto y con eso sellar todo. Es eso y es más que eso: es el crecimiento del vecinalismo que la democracia genera. Es gente por sobre pueblo.

El kirchnerismo fue dedicado y quirúrgico para atender las morales y humores de la clase media, ocupar sus comisarías, quemar sus símbolos, crear otros, disputar el prime time, y se perdió un poco también en ese laberinto de ligustrinas bajas. Una clase media que sólo puede ser odiada por otra parte de esa clase media pero más ilustrada, por una «clase media-alta cultural», o una ética -entre bolche y cristianuchi- que quiere siempre mucho más al pobre que a su prójimo, que al «pelotudo» del 3ºH. Derechos humanos, políticas de la memoria, turismo, televisión educativa fueron parte de un plan de conquista; y todo incluyó un relato estilizado del «otro», del mundo popular. El esotérico artista plástico Santoro y la «filosofía del barro de la historia». Un sentido común obsesionado en discutir a la clase media. Luchas de clases de clase media a clase media.

Mientras tanto, nueve años después se lanza una política de vivienda como la gente. Delicada y dedicada. Y se pone el ojo y algo más en el transporte después de una tragedia ferroviaria frente a la cual, quizás, muchos atinaron a balbucear que murieron en un tren los que ahora tienen a dónde ir. Duro para los nietos de un país donde eso era natural, demasiado abandono del sujeto real si ese es el sujeto. El mejor chiste de Cualca (Duro de domar) es una conclusión melancólica sobre la representación: devuelvan a Magnetto. AUH: mejor que decir es hacer.

42 comentarios en «La lucha de clases (medias)»

  1. Con todo respeto: Yo el plan de vivienda no lo veo por ningún lado salvo en los anuncios ridículos a toda hora y los muertos del tren me hacen mucha falta cada vez que salgo a la calle…
    Demasiado poco demasiado tarde =)

    1. Creo que debieras leer la frase inmediatamente siguiente para entender que no está él diciendo eso. Me parece que sólo es una frase para armar un rompecabezas de puntos de vista.

  2. Muy bueno, Martín Rodríguez. No se trata de una cuestión menor. Creo que la continuidad del modelo se vincula con la su capacidad de de mantener e incrementar su predicamento en el sector mas comprometido de la clase media.

  3. si,Politico aficionado,porque esa clase media no es homogenea.Existe un sector que en su imaginario mira hacia los modelos de la clase alta.Es el que desprecia al peronismo,a la clase baja y culturalmente asume en muchos caso un catolicismo hipocrita,vive un mundo de apariencias y culturalmente quiere»figurar»y se retroalimenta con los modelos televisivos y de revistas vistosas,despreciando en el fondo a la politica.Pero hay otro sector de clase media mas lucido y preocupado,menos esceptico,mas entusiasta,que quizas tenga un mayor sentimiento de culpa por lo que acontece en el pais,que piensa y desarrolla una capacidad critica,capaz de aliarse con los mas humildes,mas cristiano que catolico,que aun lee libros y discute constructivamente porque aun busca la salida hacia el futuro.

    1. Es cierto, habria que preguntarse , a la vista de hechos y antecedentes a que sector medio de los que Ud. señala correspondería nuestra dirigencia.

      1. Ahí ta un problema con posibles lecturas de este artículo: que se muerda la cola, que se convierta en una nueva argumentación para el folklore anti-clasemedia: «ves, ni siquiera saben darse cuenta del lugar relativo que ocupan en la sociedad», algo así. «En fin.»

      2. Martín:
        El Problema no es NI LA CLASE MEDIA NI El PERONISMO: El PUNTO DE DESPOLITIZACION radica EN LA MALDICION DE ASUMIR A AMBOS COMO ENEMIGOS INSUPERABLES: EL FEDERALISMO Y EL DISTORCIONADO MAPA DE PERCEPCIÖN SOBRE LA REALIDAD ARGENTINA QUE TIENE BUENOS AIRES SOBRE EL PAIS
        Vivimos en un país Peronista hoy en el cual el fonómeno Kirchenrista ha sumado (teniendo en cuenta los límites de su estructura, sectores heterodoxos, entre ellos sectores «la Clase Media»)en un proyecto inclusivo y popular, pero que desgraciadamente hoy 2012 choca con 2 realidades: A)La Histórica-Coyuntural, esto es, La Matríz Neoliberal esbozada ya en el 66, puesta en pràctica en el 76 y consolidada en los años 90 que nos deja sus consecuencias: Una estructura impositiva regresiva,la preeminencia de una economía especulativa- financiera y por sobre la producción: el desguace el Estado Industrial y sus resortes, traducido a la lógica del capital internacional:La Ley de entidades Financieras y la consolidación de un modo de acumulación, la urgencia de ciertos sectores por «reglas de juego claras y seguridad jurídica». Aun hoy, luego de los embates por construir alternativas ,la lucha por el cual el Estado ha recuperado terreno y replanteado su rol en la sociedad, existen sectores, como la Megaminería, que perciben rentas extraordinarias las cuales no reportan al Estado Argentino dividendos en correlación simétrica con las ganancias que obtienen. Existe además un punto de enclave LA COMUNICAION Y LA CIRCULACION DELA INFORMACION que permite ordenar la construcción de hegemonía (a grandes rasgos, claro) en, al menos, dos planos correlacionados: el modo de acumulación y la construcción de ciudadanía.Teniendo en cuenta que las particularidades de nuestra «prensa libre» se configuraron durante la última dictadura dentro de un mercado monopólico.
        Esto nos lleva al segunda Realidad: B) la construcción de la cultura política argentina y la batalla cultural por la construcción ideológica de la opinión pública; esto está asociado además con un hecho mucho más profundo de reigambre histórica: La Desigualdad de oportunidades (económicas, políticas, profesionales, culturales, sociales) que se acentuó en un modo muy particular de percibir «el Federalismo» en una solución centralista para la unidad, nacida durante la consolidación del Estado- Nación en 1880.Tengamos en cuenta que el Estado «disciplinó» el conflicto social expresado en 80 años de reyertas civiles intestinas, moldeando aunque no desapareciendo, las antiguas estructuras caudillezcas disrruptoras a la pretendida unidad, esto fue posible con la creación de cuerpos honogeneizadores, como lo fueron, El Ejercito, La creación de una burocracia «profesionalizada» de carácter nacional y la Educación, donde la Iglesia como institución hizo lo suyo en un Estado que se pretende secular, pero que es seglar.
        En función de todo lo dicho, volvamos al tema que nos ocupa: «La clase media» qué es? la define la renta? o la define una percepción sobre la apropiación de los ciertos beneficios (percibidos como derechos auto-adquiridos en el marco de un estado de compromiso) de los cuales se puede apropiar en función de ciertas condiciones Socio-Culturales y Económicas? (como el acceso al mercado laboral por ejemplo) Si la «clase media» esta fragmentada económicamente en «Clase media baja o en ascenso» «Clase media,media» y «clase media alta», median exactamente las mismas expectativas o lugares de pertenencia, por ejemplo a la hora de votar? Qué diferencias existen entre la «Clase Media» en el interior del país y la «clase media» en el conourbano bonaerense y entre esta última y la de Capital Federal?
        Dijimos que la clase media está fragmentada, inclusive ideológicamente (enorme triunfo del proyecto nacional y popular el de haber incorporado sectores transversales)por qué entonces la «clase media» para «informarse» lee el «periódico» Clarín? podriamos decir siguiendo el planteo de este escrito, que sus razones pueden ser diversas, pero existen dos hechos innegables relacionados: El Clarin como multimedio, y aquellos medios que acompañaron la repartija del mercado editorial durante la última dicatdura, construyeron un relato de «veracidad» en concordancia con marcas discursivas y culturales históricas (las dela visión mitrista-rivadaviana por ejemplo), coincidentes a la solución centralista para organizar un modo particular de entender el «federalismo», todo esto permeó en las clases medias dando la aceptación de lo que «es la realidad» como percepcción «veráz», sobre la ficción construida.
        El segundo hecho se desprende del primero: los multimedios coptaron el mercado editorial convirtiendo a los periódicos locales y la televisión, el cable y la internet en subsidiarias de la percepción de «la realidad nacional» construida por los multimedios hegemónicos cuyo origen se encuentran en Buenos Aires. Por qué un médico o un taxista de Jujuy leerían Clarin? de hecho no lo hacen , no lo necesitan, los periódicos locales compran la información a los medios centrales (clarín por ejemplo)así se lee información matizada y moldeada en una orientación ideológica concordante con una percepción general, pero que no significa exactamente lo mismo : «en este país no se puede vivir» Lo mismo en la TV, por ejemplo aún después de aprobada la ley de medios, para ver el canal oficial tenés que tener cable, Y pasa lo mismo con los periódicos en otras provincias donde los medios hegemónicos ya han coptado a los periódicos locales.
        Volvemos a ver un mapa centralista en la circulación y producción de la información asociado a la formación de la construcción ciudadana y la batalla cultural por construir hegemonía en la opinión pública.
        Por qué la industria del entretenimiento, que coloca avalores universales como la solidaridad al nivel del mercantilismo, tiene exito más allá de las divisiones de clase e ideología? sencillamente porque sirve como un dispositivo de disciplinamiento donde un placer aparente coloca a ficcionalmente las oportunidades de triunfo al alcance de tu mano, Así engendros como Tinelli son vistos por jueces, empresarios, trabajadores, maestros y profesionales, en Capital y en el Interior.
        Sin embargo no existe infalibilidad, 54%, 54% el porcentaje fue mayor en las provincias y el voto de las clases medias fue muy importante para construir un victoria por legitimidad aplastante. El malestar de esas clases medias hoy, se traduce coincidentemente con la desigualdad de oportunidades en el acceso y con las trampas dela ley de coparticipación, así Córoba por ej percibe por coparticipación cerca de un 27% menos de lo que esa provincia envía La Nación. En otro plano en el de las disputas culturales, también hay que señalar que las construcciones hegemónicas, cada de relato deberán disputar terreno donde las practicas culturales y sociales de cada región ya moldearon en matriz percepciones sobre la realidad facilitando la construcción de identidades regionales, en esa disputa se colocan los marcos para la construcción de una nueva hegemonía, un nuevo relato que incorpore por diversidad, la pretención original de valores universales (justicia social, justicia, igualdad, equidad, solidaridad)
        De que sirve entonces, en una coyuntura local (Buenos Aires y su conourbano) demonizar a un colectivo abstracto llamado «clase media» Cuando si siquiera se comprende su dimensión en términos de mayor complejidad? que es? los cacerolazos de caballito y barrio norte cuando hay cortes de luz o cuando una medida del actual gobierno perece afectar sus ahorros? el medico profesional sojuzgado al poder cuasi-cuadillesco-feudal de los empresarios-políticos de las sociedades del Noa? El profesor universitario atado por convicción a la práctica de una izquierda cuasi-institucionalen ciudades de esta tradición ideológica? (que es cierto, por los pobres en la últimos 35 años, fuera de un plano declamativo no ha hecho nada) es ahí, en la demonización donde existe la falla, una cultura que se construye exclusivamente en antagonías irreconciliables necesariamente parte de una visión sesgada. algo que necesariamente habrá que reconsiderar si se desea construir.
        Manuel Espejo Revol

    2. Isabel: No olvide agregar que ademàs ese grupo comprometido con lo social compra los muñecos que Cristina les vende por Cadena Nac & Pop !!!

    3. Me re cuesta encontrar gente que «desprecie al peronismo». Después de los años 90 y de esta década se evidenció que su capacidad de representación
      no excluye a nadie.

  4. Este muchacho Martín piensa mucho, y además piensa bien, y por eso da que pensar. Efectivamente creo que debemos ir más allá de la tendencia jauretchiana/josé pablo feinmanniana del «medio pelo».
    Tibio aporte:

    http://dialogandodemiconmigo.blogspot.com.ar/2011/09/jauretche-antiintelectualismo-y.html

    Corto y pego un artículo de Ezequiel Adamovsky, autor de «Historia de la clase media argentina: apogeo y decadencia de una ilusión, 1919-2003», Planeta, Buenos Aires, 2009.
    El artículo apareció en el Dipló. Ahí va:

    «La clase media nació con el primer peronismo. En pleno auge de la sociedad plebeya, con las masas ocupando por primera vez la Plaza de Mayo, sectores que hasta entonces carecían de una identidad precisa comenzaron a definirse, por contraposición, como «clase media». A partir de allí, la clase media jugó un rol central en la historia Argentina, con momentos de unidad con los sectores populares y otros muchos de ruptura.

    La clase media es poco más que una identidad: no hay mucho en concre­to que compartan todas las personas que se consideran de clase media, fue­ra del propio sentido de pertenecer a ella y de los atributos sociales, morales, étnicos y culturales que se imaginan que ella posee.

    Esa identidad no surgió en Argentina de modo casual. La expresión «clase media» comenzó a ser utilizada por cier­tos intelectuales a partir de 1920 con fines políticos precisos. En enero de 1920, Joa­quín V. González pronunció un discurso en el Senado que provocaría polémicas. Allí llamó a sus colegas a ocuparse de la benéfica «clase media», contraponién­dola a una clase obrera compuesta por «extranjeros no deseables», que habían arribado a Argentina con «teorías extre­mas». González era uno de los políticos más importantes del país y probable­mente el intelectual más lúcido de la elite de aquel entonces. Pero sólo comenzó a prestar atención a la clase media en 1919, hacia el final de su vida. Le preocupaban la ola de activismo obrero y las simpatías que cosechaba la Revolución Rusa en la Argentina. Recordemos que la Semana Trágica había sacudido al país en enero de 1919 y que a ella le siguió una inédi­ta oleada de huelgas de empleados de «cuello blanco», e incluso de estudiantes, que causó gran impresión en la sociedad «decente». González concibió entonces la idea de replicar en Argentina lo que sus colegas europeos venían haciendo con éxito: se propuso instigar un orgullo de «clase media».

    (sigue)…

  5. El de González probablemente haya sido el primer discurso en el que se habló en público sobre la clase media. Hasta entonces, la expresión era poco cono­cida. Predominaba una imagen binaria de la estructura social. Estaba la gente «bien», por un lado, y el populacho, por el otro. González se proponía modifi­car esa percepción. Pretendía quebrar las fuertes solidaridades que se venían tejiendo entre obreros y empleados, con­venciendo a estos últimos de que no eran parte del pueblo trabajador, sino de una «clase media» más respetable, que debía alejarse de los disturbios callejeros y de las ideologías anticapitalistas. Se pro­ponía, en suma, meter una cuña entre ambas clases, buscar aliados políticos en lo que hoy llamamos los sectores medios para contrarrestar el avance de las luchas obreras y del socialismo.

    El primer peronismo

    Pero la identidad de clase media recién se haría carne años después, con el surgimien­to del movimiento peronista. La presencia y el protagonismo que la parte más plebe­ya de la sociedad adquirió a partir de 1945 generó una reacción de rechazo a la que se sumaron tanto personas de clase alta como de los sectores medios. Lo que más irritaba a unos y a otros era que las jerarquías socia­les tradicionales se vieron profundamente alteradas. Y no sólo en el ámbito laboral: el vendaval del peronismo sacudió a varios de los pilares que definían el lugar de cada cual en la sociedad. De pronto, todo aque­llo que había sido invisibilizado, silencia­do o reprimido por la cultura dominante se había hecho presente y, para colmo, se había vuelto político. Los pobres que vivían en los márgenes de la coqueta Buenos Aires invadieron la ciudad el 17 de octubre de 1945. El mero hecho de ocupar la Plaza de Mayo se convirtió para ellos en un gesto político, un ritual que repitieron una y otra vez en los arios siguientes.

    La misma actitud desafiante se reite­ró con todas y cada una de las normas de respetabilidad y «decencia» que venía inculcando desde hacía décadas la cultura dominante. La plebe las puso en cuestión una por una. Durante años, los pobres habían tenido que escuchar sermones sobre la limpieza y la forma correcta de vestirse, y ahora resulta que ser un «des­camisado» y un «grasa» tenían un valor positivo. Durante años se había venido moldeando un ideal de la conducta culta y educada, y ahora el Congreso se había lle­nado de «brutos». Los cánones de decen­cia y de jerarquía familiar también fueron en alguna medida puestos en cuestión. Los jóvenes peronistas colmaron el movi­miento con ese espíritu festivo, irreveren­te y soez que desde entonces Ie es tan típi­co. Las mujeres se presentaban sin ningún recato cantando «Sin corpiño y sin calzón/ Somos todas de Perón». La plebe también politizó con sus gestos la cuestión del ori­gen étnico y el color de piel, desafiando el mito de la Argentina blanca y europea. Y de pronto allí estaban ellos, exhibiendo sus pieles oscuras o atreviéndose a hablar en quechua o guaraní en la ciudad porte­ña, como reseñaba asombrado el diario Clarín (1), o trayendo una inédita carava­na de kollas desde el Noroeste durante el famoso «Malón de la paz» de 1946 (2). La plebe se había hecho presente en la alta política sin pedido de disculpas.

    Fue el rechazo a las políticas de Perón, pero por sobre todo a ese nuevo protago­nismo que habían adquirido los «cabecitas negras», lo que terminó de aglutinar a un vasto sector de la sociedad que, finalmen­te, adquirió una identidad de clase media. Esta identidad nació así marcada a fuego por las condiciones de su alumbramien­to. Por omisión, la clase media fue desde entonces antiperonista. Y buena parte de su identidad quedó constituida por el mito de la Argentina blanca y europea, la Argentina de los abuelos inmigrantes, por contrapo­sición con el mundo criollo y mestizo de la clase baja peronista. Por un camino inespe­rado finalmente la identidad de clase media terminó desempeñando la función que Joaquín V. González había soñado muchos años antes: la de dividir y enfrentar profun­damente a dos sectores de la sociedad y con­vencer a uno de ellos de que sus intereses políticos estaban más cerca de los de la clase dominante que de los del pueblo trabajador.

    De los años 60 a la democracia

    Esta fractura social marcó de mil maneras la política nacional. El enorme apoyo social que acompañó a la Revolución Libertadora es impensable sin tenerla en cuenta. Pero la imagen de la clase media -y su lugar en la nación- sufriría severos cuestionamien­tos desde aquel entonces. En los años 60, un creciente giro hacia la izquierda, prota­gonizado tanto por los peronistas como por diversas agrupaciones marxistas, afectó a todas las áreas de la vida nacional. Las ideas que se vieron fortalecidas con este giro bus­caron volver a colocar al trabajador en el lugar de personaje central del desarrollo argentino o de la nación socialista que se intentaba construir. Aunque una gran parte de los militantes de izquierda pertenecía a los sectores medios, la clase

    Pero la identidad de clase media resistió los embates. Desde el golpe de Estado de 1976, la represión y la estigmatización de las ideas y proyectos que habían colocado al trabajador en un lugar central dejaron el terreno libre para la victoria final de la «clase media» como encarnación indiscu­tida de la argentinidad. La dictadura des­plazó así al «pueblo» como sujeto central de la historia nacional. Las elecciones de 1983 hicieron evidente el reemplazo del pueblo por «la gente» (cuya imagen implí­cita era la de la clase media). Por primera vez en la historia, el peronismo perdía una elección limpia. Leído como un triunfo de esa clase, el alfonsinismo contribuyó a reforzar aun más el orgullo de clase media, que reclamó para ella el 1ug,ar de garante de la democracia recobrada.

    Neoliberalismo y crisis

    Sin embargo, para entonces ya estaba en marcha el drástico programa de reforma de la sociedad impulsado por los sectores económicos más poderosos. A partir de 1975, y todavía más claramente desde la asunción de Menem en 1989, la riqueza se concentró en pocas manos, mientras que la gran mayoría de la población se vio empobrecida. La identidad de clase media prestó un gran servicio a este proceso, al menos en sus años iniciales. Para imple­mentar las medidas neoliberales era preci­so terminar de quebrar las amplias solida­ridades sociales que se habían forjado en los años 70. El orgullo de clase media, con su tradicional componente antiplebeyo, podía ser utilizado para dividir y enfrentar al cuerpo social, y así lo hicieron algunos de los propagandistas del nuevo modelo.

    Pero la victoria neoliberal significó a la vez una profunda ruptura en el universo mental y en la cohesión de los sectores medios. En la década del 90 hubo ganado­res y perdedores: mientras una parte de la clase media festejó los cambios, otra, cada vez más amplia, se vio empobrecida. Fue así como, buscando la manera de resistir las políticas menemistas, una porción de los sectores medios fue reconstruyendo lazos de solidaridad con las clases más bajas (aunque muchos, por supuesto, per­sistieron en su desprecio) (3).

    Durante aquellos años, la identidad de clase media se vio modificada o incluso debilitada, a medida que muchas personas comenzaban a percibirse como «nuevos pobres». La magnitud de la crisis de 2001, cuando la convertibilidad finalmente esta­lló, fue tal, que la cercanía entre los secto­res medios y los más pobres -y los lazos de solidaridad entre ambos- se hicieron más fuertes que nunca. Aunque de mane­ra tímida, se pudo percibir, durante un breve lapso, un incipiente proceso de «desclasificación».

    Por supuesto, las diferencias de clase no desaparecieron. Sin embargo, algunos de los muros que tradicionalmente separan unas de otras exhibieron sus grietas. No por casualidad Eduardo Duhalde, el presi­dente de la transición, fue uno de los que más halagaron, pública y explícitamente, a la clase media. Con esta apelación, Duhal­de buscaba reforzar una identidad que se hallaba en crisis y evitar que siguieran ero­sionándose los muros que la separan de la clase baja. Su sucesor, Néstor Kirchner, también hizo de la recuperación del orgu­llo de clase media una piedra central del ansiado regreso a un «país normal».

    EL rol político

    Varias veces durante la historia argenti­na se intentó fortalecer una identidad de clase media con fines «contrainsurgentes», es decir, para dividir y debilitar momen­tos de intensa movilización social que tendían hacia la unificación entre las cla­ses más bajas y aquellas situadas en una posición más favorable. No es casual que, en el actual momento de la política nacio­nal, las identidades en las que nos hemos formado se encuentren sometidas a una revisión profunda, en particular el mito del país blanco, europeo y de clase media, que supone que el bajo pueblo es siempre el obstáculo para el progreso o un convidado de piedra. Esto no puede ser sino saludable.

    Pero, dicho esto, existe un cierto modo de pensar el papel político de la clase media que hoy resulta paralizante. Los progresistas suelen apelar a una serie de estereotipos sobre ese sector que de algún modo son una réplica de aquellos que difundieron los ensayistas de la «izquier­da nacional» en los años 50y 60. Se repite como una verdad de sentido común que la clase media nunca comprende los proble­mas nacionales, que oscila entre la clase alta y la baja pero termina siempre apoyando a la primera, que desprecia a los pobres, que es racista y discriminatoria, etc.

    Esos viejos estereotipos condicionan el modo en que pensamos el rol político de la clase media. Pero son estereotipos: aunque indudablemente tienen mucho de verdad, oscurecen el hecho de que en muchos momentos de la historia nacio­nal se tejieron fuertes lazos de solidari­dad entre la clase trabajadora y amplios sectores medios. La clase media no es necesaria e inevitablemente un conglo­merado social con las características que le atribuyeron ensayistas como Jauretche.

    Con todo lo que Jauretche tiene de esti­mulante, tener su libro siempre a mano es hoy un obstáculo para el pensamiento (4). El desafío político del momento pasa por volver a pensar, sin prejuicios ni estereoti­pos, el modo de construir lazos de solida­ridad entre todos los que no forman parte de la clase dominante. Sin fortalecer esos lazos es impensable cualquier cambio más o menos profundo, cualquier políti­ca capaz de limitar el avance criminal del capital sobre nuestras vidas.

    1. «El desafío político del momento pasa por volver a pensar, sin prejuicios ni estereoti­pos, el modo de construir lazos de solida­ridad entre todos los que no forman parte de la clase dominante.»

      Bueno.
      Anoche en el programa de Montenegro volví a escuchar al Gonzalez de Carte Abierta ofrecer democracia sindical – ley Mucci bah – a cambio de una reforma constitucional que por supuesto NO ES para la re-reelección. Claro que no.
      Para nada.

      Pero parece que el FAP no compra … o se está subiendo el precio.
      http://www.eldiario24.com/nota/258742/binner-en-tucuman-nos-vamos-a-oponer-a-una-reforma-constitucional.html

      Lo cual no es un problema porque igual el FAP no existe no ???

  6. Concuerdo con que los momentos mas»progresistas»de nuestra historia implican la alianza social entre lo que se considera sectores bajos y medios lucidos y concientes.En cambio sostengo(como lohice en otras entradas del blog)que el origen de la clase media surge en los comienzos del siglo XX,y no por efecto de la intencion de Gonzalez,sino por los cambios socioculturales generados por la inmigracion europea,las politicas yrigoyenistas,la formacion de la burocracia estatal,de la pequeña burguesia comercial urbana,y aca me permito disentir tambien con Adamovsky.Lo que el peronismo provoco o acompaño fue el surgimiento de una nueva clase media sobre todo de raiz economica por el ascenso de sectores de trabajadores asalariados que le sirvieron de sosten eleccionario a cambio de sus mejoras laborales y legales.Peron,en cambio,fue bastante despectivo con la clase media vieja o tradicional proveniente de las decadas anteriores,aquella que aspiraba a que sus hijos fueran»doctores»y que Peron llamo»bosta de paloma».

    1. Ay, perdón, pero me hace ruido lo de «lúcidos y concientes». La víscera sensible del bolsillo es universal. No es exclusividad de ninguna clase. Una pregunta histórica: ¿está mal cacerolear por «los ahorros»?

    1. Isabel, no aclares que oscurece… más arriba describís dos estereotipos… que hablan mucho de tus prejuicios…
      un saludo

  7. Muy buenos sus aportes, Rodrigo. El hecho es que la clase media dista mucho de ser homogénea, una parte hace suya la ideología y formas de pensar de la clase dominante, en tanto que la otra se siente mas cercana y solidaria al proletariado, con perceptibles migraciones entre uno y otro sector.

    Hasta resulta difícil definir con precisión que es la dichosa clase media. Mas cuando sectores que uno se sentiría tentado a calificar como lumpenproletariado tienen niveles de ingreso superiores a los de un docente o profesional en relación de dependencia.

  8. a Martin le señalo que los calificativos que use son para indicar desde el principio que no toda la clase media ve solo su propia nariz sino tiene una vision mas amplia de las cuestiones sociales.Y aunque me interesa el marxismo se que no solo de pan vive el hombre pues somos seres biopsico sociales en los que los factores culturales influyen en nuestras conductas.Por eso nos «manipulan» mediaticamente y por eso la ambicion va mas alla de la cobertura de las necesidades primarias.

    1. Isabel: si Perón en 1970 (¡En 1970!) decía que el pueblo se compone de 10% de idealistas y un 90% de materialistas. Perros y gatos. Pero esa idea de que la clase media tiene que resignarse de sí misma, salvar a los pobres y enfrentar a las «clases dominantes» desconoce una enorme parte de la naturaleza de esa clase: sostenerse, progresar, movilizarse, vivir. De cada habitante de Caballito una Evita, un Che, un Cristo. No se puede eh.

      1. Tambien decía Perón que nadie se realiza en una comunidad que no se realiza. Tambien decía que a este país lo arreglamos entre todos, o no lo arregla nadie.

  9. para acercarse a una definicion de la clase media o de cada clase la sociologia clasica tiene en cuenta 3 factores:fortuna,prestigio y poder,lo que complejiza el problema,mas si se tiene en cuenta que esas variables sufren a su vez cambios en el tiempo historico.
    Sail Karz ha señalado que en ningun pais los sectores de mayor poder pueden gobernar sin el concurso de los llamados cuadros medios(docentes,ingenieros,funcionarios,profesionales)con lo que vemos la necesidad de la clase que tratamos de analizar.Claro que expuesto asi la clase media aparece como una parte de la sociedad que sirve mas bien en la estratificacion a la clase alta,pero hay que notar que en algun aspecto,si se siente usada o explotada por ella,y si desaarrolla ese humanismo que alguien en el blog señala,adquiere una conciencia de clase que la lleva a ubicarse de otra manera.
    Claudio Martyniuk y otros prefieren subrayar los defectos psicologicos de la clase media como gente mezquina,mediocre,hipocrita y miedosa,convirtiendose en»caldo de cultivo»de los autoritarismos por estar dispuesta a buscar chivos expiatorios para los problemas economicos y sociales que se viven,Y por haber nacido como subsidiaria de la clase alta se supone que acepto el amiguismo y el acomodo para aumentar su seguridad.
    En las ultimas decadas se la ve como un sector social que se encapsula en una actitud defensiva por la incertidumbre y la fragmentacion que existen en la vida social,especialmente urbana.Asi aumentan sus conflictos en las relaciones interpersonales.
    Susana Torrado ha estudiado como hoy los habitos y actitudes de la clase media nacional se parecen mucho a los de las clases de menores recursos,en una especie de osmosis cultural,y Maristella Svampa observa una perdida del peso especifico social que antes tuvo como factor de integracion,diluyendose como clase y obligando a aanlizar los casos en forma individual.

  10. Martin, gran gran post. Un riesgo, me parece sin embargo, es si de tu lectura se desprendiera que todo esto es una discusion entre la del «a» y la del «b». Creo, no es asi. No solo la «clase media» esta atravesada por este asunto k/anti-k. Hay gente muy humilde (pero muy) que quiere (desde lo afectivo, que quiere literalmente) a Cristina, cosa que desde tiempo ha no se veia. Y gente muy pobre que la detesta. Y entre los ricos, bueno, sera igual.

    La centralidad de la clase media en todo esto tambien tiene su logica: la mayoria de las personas se autoadscriben alli. En ese sentido, significa algo decir que a la postre todo esto es una pelea de clases medias?

    1. Guido, gracias. Lo que pasa es que yo no veo un discurso anti popular. Es más, hay sectores del propio gobierno que alientan una política pública casi clerical hacia los pobres. Ojo: de asistencialismo y fijación en la pobreza. El problema es la expresión dominante de un malestar frente a los que «tienen y no agradecen». Esa idea de que la clase media protesta sólo cuando la molestan. Como si las masas de las revoluciones de la historia fuesen manadas de lectores ilustrados y no parias, necesitados, bolsillos rotos, etc. El altruismo no hace nada. Por otro lado nunca oí a un pobre putear a la clase media. Pero la pregunta de la década podría ser: ¿está mal cacerolear por los ahorros? Y, yendo más lejos, ¿no es exclusivamente hacia ahí donde se proyectan todos nuestros temores kirchneristas? Hace mil años que el riesgo del saqueo está controlado, por derecha e izquierda.

      1. Martín, quisiera darte una respuesta aunque mas no sea personal, a tu reiterada pregunta sobre la legitimidad de los cacerolos.

        Los ahorros que me quitó el modelo neoliberal eran la indemnización por la pérdida de mi puesto de trabajo de muchos años, que perdí a manos de ese mismo modelo.

        Mi indignación fue inmensa, casi tanto como mi necesidad, tenía por entonces a mis hijos en edad escolar. Pero no caceroleé, entiendo a quienes lo hicieron. Me daba vergüenza ajena (y propia), me pareció que estaban llorando como mujeres por lo que no habían sabido defender como hombres.

      2. «¿está mal cacerolear por los ahorros?» para mi no, ni los del 2001 ni los de hace unas semanas atrás.

        «¿no es exclusivamente hacia ahí donde se proyectan todos nuestros temores kirchneristas?» mirá no creo que deba haber tantos temores.

        Y para ambas situaciones: menos ahora después de la bisagra del 2008

      3. Político A: justamente ahí voy. La clase media está obligada moralmente a la «lucha colectiva». Esa «vergüenza ajena» es parte de un problema constitutivo, no tuyo, no quiero ser agresivo, en serio, pero sí de una izquierda que al perder de vista eso también no entiende que en ese «desentendimiento» con su propia condición de clase se aleja de una percepción mejor de los otros, de los pobres que quiere representar. Si laburaste, si ahorraste, si el estado no te dio nada, si metiste plata en un banco, ¿por qué no indignarse? En otro punto pienso que la Argentina es un país donde las diferencias entre las clases no son abismales. Claro que entre un habitante de Piletones y una familia de Recoleta sí, pero toda la trama que los separa son mediaciones, acolchonan, no hay alambres electrificados entre avenida Las Heras y avenida Cruz, hay cientos de cuadras urbanas.

      4. 1. Inversión inmobiliaria «indexada» por la CAC.
        2. Prohibición de ahorrar en dolares.
        3. Plazos fijos a tasa negativa.

        El problema es que si la única opción de ahorro que queda es el plazo fijo al 15% entonces con la inflación al 25% hay una transferencia de dinero del bolsillo de la clase media al bolsillo de la «burguesía nacional» que no es poca cosa: el 10%. Es un «diezmo» a pagarle a los Mendicurren.

        El modelo ha sido, es y será: primero Mendicurren y despues vos. Si quedó algo claro.

        http://rib-moregeometrico.blogspot.com.ar/2012/06/es-la-inversion-estupido.html

        La industria ha crecido mucho si
        pero no dió fruto.

      5. Ja ja Y rib, no lo tome a mal, pero debería estar caceleorando por los dólares y desde siempre por lo demás, Puede ser al gobierno -sobre todo si el problema son los seguros off shore- o a los bancos

      6. Silenoz:
        No deniegue su intención agresiva.
        Es peor y se nota igual.
        Yo no caceroleo ni por dolares ni por ningún otro motivo.
        Para eso tengo el lenguaje … para escribirlo.
        Saludos.

      7. Le comenté que no lo tome a mal, discúlpeme si lo ofendí.
        De todas formas no creo que haya opciones por las cuales se le gane a bancos y aliados y menos aún con esta inflación.
        Reconozco la falta de alternativas para aunque sea perder un poco menos pero estas deberían provenir de los bancos y/o gobierno y si no vienen ¿qué se debería hacer?

  11. Ya escuché a varios compañeros empezar a hablar de la asignación universal como una claudicación «provisional». Y les digo que la lectura de la clase media respecto a la asignación, la de ese sector que la ve como una medida socialmente necesaria y positiva porque «escolariza y los llevan al dispensario», es una avance. Porque muchos de esos no estaban de acuerdo con los subsidios anteriores, y no son sectores ideologizados. Y que a pesar que sé que es una medida que un gobierno de corte liberal podría tomar (Binner), en este gobierno, con la bateria de medidas que la acompañan y con las que tienen que acompañarla en el futuro, es el avance de una yarda más de ese parte aguas de la clase media que es este modelo.

    1. Qué problema explicar algo así. Son derechos. El kirchnerismo será recordado al revés: liberal en lo político, xxx en lo económico. Pero cuánto liberalismo en cuántas medidas, compañero. Y lo bien que viene eh. Sin ironía.

      1. Es lo que yo le digo a los liberales. CFK: Liberal en lo politico, «populista (digamos que le falta un tranco, pero bue)» en lo economico. Ahora, el liberal economico argentino es facho en lo politico, porque el liberalismo economico en argentina no cierra sin autoritarismo (ó sin un Menem, populista en lo politico). Perdón por decir populismo, no encuentro otra palabra a mano. Menem no fue un conservador.

  12. sobre el comentario de Martin el 10 a las 8,54:Peron no fue el dueño de la verdad,y menos en 1970.No soy tan ingenua como para pensar que los idealistas son los mas,ni en la clase media.Esta no se» resigna»,sin duda.La mayoria quiere mas,y eso explica sus votos muchas veces.El Che pertenecio a esa clase y Evita tuvo un origen mas humilde pero con aspiraciones de ascenso social.No le pido peras al olmo,pero vemos que a veces los lideres no surgen solo por lo economico.

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