¿La última frontera?

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Podría citar los más bellos papers esta noche. Pero mejor ir a los conceptos para hacerlo más simple y decir que la cosa me parece más o menos así.

El llamado período de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI) en la Argentina tuvo dos o tres etapas en el siglo pasado. Antes de la crisis del 30, el anterior modelo, el agroexportador, había empezado a encontrar algunos límites. Con el crack el 29 y la segunda guerra mundial queda claro que el mundo había cambiado. El país empieza a darle más volumen al Estado, empieza a mirar un poco más para adentro y… sustitución de importaciones. El peronismo le da sus vueltas de tuerca a la cosa, historia conocida.

Hasta mediados de la década del sesenta funciona con los «stop» y los «go». La economía arranca, la cosa mejora, pero luego se acaban las divisas y «stop», la economía se enfría, la actividad cae y de esa forma, otra vez, listos para el «go».

Hubo otra etapa: desde mediados de los 60 a mediados de los 70 no hubo «stop». Hubo años de más y otros de menos crecimiento. Pero todos de crecimiento. Hasta antes de la primera década de los 2000 ese había sido el momento de más crecimiento sostenido de los 30 para acá. Aquel fue un período políticamente muy conflictivo, hay que recordar.

La dictadura cambió todo el juego. Interpretó que el conflicto político estaba «en» la industrialización y atacó a fuerza de represión y financiarización. El nuevo juego en la ciudad fue el endeudamiento, la valorización financiera y la fuga de divisas.

Conocemos la historia que siguió en la segunda mitad de los 70, los 80 y los 90. Para 2001, cuando todo aquello revienta, el denostado período de sustitución de importaciones («estatismo asfixiante», «estado elefantiásico», «irresponsabilidad fiscal», etc.) superaba a lo que le siguió en todos los indicadores habidos y por haber. Crecimiento, empleo, pobreza, desigualdad, inflación, inversión en educación, ciencia y tecnología, inversión pública, infraestructura.

Luego vino el kirchnerismo y así llegamos a los primeros años de la década del 2010.

Tras un nuevo auge económico -y político por qué no- del oficiaismo (2010-11), el sector privado prueba con una nueva corrida y avanza en un regio período de fuga de divisas.

Allí se produce la siguiente secuencia, en un contexto en que la Argentina comienza a acercarse más a una «restricción externa» . Distintos sectores empresarios -también los medios con su grigería, claro- entran en esta:

  • Probaron con la fuga de divisas.
  • Probaron con el «dólar blú».
  • Probaron con «el cierre de importaciones hará que no haya jeringas descartables».
  • Probaron con la aceleración de los precios.
  • Probaron con «los fondos buitre» – «el defól».

Me dirán «fueron las políticas del gobierno las que crearon eso». Les diré «lo que quieran». El tango se está bailando -al menos- de a dos y en cada una de esas instancias hubo algún sector empresario que salió a:

a) Hacer declaraciones «políticas» contra el Gobierno

b) Juguetear con un empujón a CFK.

Imaginemos -«para colmo»- que, en este contexto, el microclima de mediados de 2014 señala que las encuestas indican que Cristina ha subido un poco en la consideración pública. Mirá vos. Y nos encontraremos con más nerviosismo empresario de cara a lo que podría ser, no sé si será, última frontera.

La última frontera es despedir rápido. La última frontera son los puestos de trabajo, es el empleo. La última frontera son los empresarios interponiendo escudos humanos de cara a las elecciones del año próximo. La última frontera de nuestros hombres de negocios es ir al hueso con una huelga de brazos caídos de su función social: (no) invertir y despedir. La última frontera es, si la devaluación no fue tal como para pagar los sueldos correspondientes a «dólar a 12», «hacer» la «devaluación a 12» en términos de empleo.

Si todo sigue así, en ese contexto, el recambio presidencial del año próximo podría traer beneficios «extra» a los empresarios que -recordemos- tienen los dólares que al Estado le están faltando. Repito: tienen los dólares que al Estado le están faltando (no los adeudan a nadie, a ningún acreedor externo). Por ejemplo, podrían decir y «vender» -como se hizo recurrentemente ante cada «stop» del siglo pasado, pero con una fuerza definitoria a mediados de los 70- que al haber una «crisis», entonces nada de lo anterior sirvió y hay que borrarlo del mapa. Fin. No esperar ni producir el «go» que sigue al «stop», sino tirar el agua de la bañera del bebé por la ventana pero también con el bebé, ya que estamos.

Toda esta historia va a depender de cómo el gobierno maneje la situación, de los resultados económicos que efectivamente pueda mostrar, de cómo se muevan los empresarios en ese contexto y de qué niveles de «cambio» y «continuidad» planteen los (pre) candidatos. Así, puede haber escenarios de «relativa continuidad»:

  • La economía se mantiene potablemente bien.
  • Los empresarios se amoldan a eso.
  • Los precandidatos plantean algún grado de continuidad.
  • El recambio presidencial (al menos al momento de la transición) no plantea un giro de 180 grados.

Puede haber un escenario de «más continuidad»:

  • La economía va bien.
  • Los empresarios van un poco para atrás y/o algunos se suben a esa ola.
  • Algún precandidato plantea más continuidad.
  • El recambio presidencial se da con bastante continuidad o incluso «profundización».

Eso, como se dijo, puede ir todo al revés y derivar en un recambio «político» donde haya también un choque «económico» en el que lo más «redituable» para el gobierno que venga sea denostar «todo» lo actuado de 2003 a esta parte. O incluso donde haya algún tipo de «choque» político y económico entre «proyectos de cambio» como ocurrió con los «devaluadores» vs. «dolarizadores» de fines de los 90.

Claro que esto es política. Y no se trata de buenas intenciones, ni de explicaciones, sino de resultados. Los radicales explican con relativa solvencia cómo sufrieron un «golpe de mercado» a fines de los 80. Incluso De la Rúa explica que lo traicionaron el PJ bonaerense y el FMI. Pero -huelga decirlo- en política no se vive de explicaciones.

Allá vamos.

 

PD: Dicho esto, todo bien, pero no nos dejemos operar de una con «hay despidos porque  no se arregló con los fondos buitre y por el default», eh, lo único que falta…

Foto.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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