Ley de Entidades Financieras y sistema político

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La Ley de Entidades Financieras, puesta en vigencia por la dictadura militar en 1977 determina todavía el funcionamiento de los bancos y es uno de los ejes sobre los que se estructura el otorgamiento de créditos en la Argentina.

La norma fue considerada por el economista Jorge Schvarzer como «el cambio estructural más importante» producido por la gestión del ex ministro de Economía José Martínez de Hoz. Su colega Eduardo Basualdo evaluó que la Reforma Financiera de la dictadura «fue la primera expresión institucional de un cambio radical en el enfoque de la política económica: la subordinación que tenía el sistema financiero respecto d ela expansión de la economía real». Nada menos.

La norma autorizó un mercado libre del dinero, motorizó la instalación de nuevas entidades y privó al Estado de mecanismos reguladores que había tenido durante medio siglo sobre el sistema financiero.
Tras 26 años de democracia, ¿el sistema político argentino identifica una posible reforma estructural del funcionamiento de los bancos como una prioridad?

Seis leyes del Congreso le introdujeron algunas modificaciones menores entre 1996 y 2006 a la norma firmada por Jorge Videla y José Martínez de Hoz. Cuando se revisan los proyectos presentados en el Congreso durante los últimos diez años, una idea surge con claridad: los legisladores de todos los bloques no mostraron una enorme decisión en avanzar con esta reforma.

Se presentaron una veintena de proyectos en distintos políticos para reformular la norma. Pero hubo pocas iniciativas de reforma «integral». Muchas presentaciones tienen por objetivo otorgar más transparencia al sistema -como uno de los entonces diputados del Frepaso Juan Pablo Cafiero, Graciela Ocaña, Eduardo Macaluse y Alfredo Villalba, en 2000-, o dar más aire a la banca cooperativa o «solidaria». Ese mismo año, Darío Alessandro, quien llegó a ser jefe de aquel mismo bloque, presentó una iniciativa con reformas bastante ambiciosas para aumentar las posibilidades de otorgamiento de créditos. También lo hizo el justicialista Manuel Baladrón, quien encabezó hasta hace poco la comisión de Presupuesto y Hacienda. A mediados de 2002, diputados de distintas bancadas, entre los que se encontraba Carlos Raimundi, impulsaron otro proyecto. Y lo mismo hizo desde el Senado el actual gobernador chaqueño, Jorge Capitanich. No hubo mayor voluntad política para hacerlos avanzar.

La dinámica legislativa no es fortuita. Desde la crisis de 2001 y la vigencia del «corralito», el problema del sistema financiero no fue tanto el nivel de regulación que el Estado debe ejercer sobre su funcionamiento, sino la posibilidad misma de darle sustentabilidad en el tiempo.

Pero la situación ha cambiado. Todos los analistas coinciden en destacar la fortaleza del sistema financiero argentino, que aparece incluso más solvente que en la década del 90. Trascendió en las últimas horas que, luego de un año de fuerte crisis del sistema financiero a nivel global, el titular del Banco Central, Martín Redrado, pronosticará un aumento de 10 puntos porcentuales en el stock de préstamos.

Este tipo de «buenas» noticias pueden ser un boomerang para los impulsores de la reforma. Con un año del Bicentenario a la vuelta de la esquina plagado de eventuales obstáculos para el oficialismo -basta ver los movimientos que se dan en la Cámara de Diputados- una posibilidad para el Gobierno puede ser optar por el dicho peronista de «desensillar hasta que aclare».

El ex presidente Néstor Kirchner señaló en diálogo con empresarios esta semana que «no es momento» para avanzar en una modificación de la Ley de Entidades Financieras. El diputado Carlos Heller declaró que el titular del PJ le habló de «encarar» el tema, aunque habló de analizarlo «sin apuro». Un punto a tener en cuenta en este aspecto es si el Gobierno, urgido por necesidades políticas de corto plazo, avizora beneficios concretos en una reforma estructural de este tipo.
Como ejemplo, puede decirse que la estatización del sistema de jubilaciones y pensiones, en 2008, fue una clara señal en el sentido de desandar las reformas neoliberales de los 90, pero además le otorgó al Estado un juego político muy palpable. Desde entonces el Estado nacional pudo financiar aumentos en el gasto público a tasas más bajas que las que oferce el mercado local y poner en marcha el «más ambicioso plan de asistencia social de la Historia argentina» -tal la definición que realizó la consultora Econométrica en un informe reciente para referirse a la asignación por hijo a desocupados y trabajadores informales pobres-.

De igual modo, la Ley de Medios, de amplio consenso entre organizaciones sociales y partidos políticos de centroizquierda, implicó un mojón muy claro para el Gobierno en lo que percibe como una disputa estratégica en el ámbito de la comunicación.
En cambio, es tan cierto decir que la posible reforma de la Ley de Entidades Financieras -sobre la que no hay borradores- es una verdadera cuenta pendiente de la democracia y que existe un cierto consenso ámbitos «progresistas» sobre esa necesidad, como que sus beneficios se verán recién con el tiempo, cuando pueda empezar a canalizarse el crédito no ya al consumo o a colocaciones de muy corto plazo, sino hacia la producción, dándole aire a la economía real.
Las limitaciones del sistema financiero argentino son claras: la producción y las pymes deben penar por acceder a un crédito. Cinco entidades suman más de la mitad de los depósitos. Un informe del Banco Mundial de hace pocos años ubicó a la Argentina, entre 99 países, en el puesto 76 en cuanto a la penetración geográfica del sistema bancario y apenas en la mitad de la tabla en cuanto al acceso bancario por habitante. Basta ver las colas que se forman un viernes por la tarde a principios de mes ante cualquier cajero automático del segundo cordón del conurbano.

La necesidad de una reforma no se escucha con fuerza en el peronismo. La oposición está muy preocupada por cuestiones como la conformación del Consejo de la Magistratura. Algunos sectores del centroizquierda eligen como eje discursivo la cuestión energética o la preservación de los glaciares. Sólo otros actores de ese mismo espacio y algunos académicos hablan seguido de la estratégica cuestión de los bancos. ¿Bastará?

Publicado hoy en Buenos Aires Económico.

Autor de la foto.

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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20 comentarios en «Ley de Entidades Financieras y sistema político»

  1. Felicito a Escriba,porque el tema es crucial para el verdadero»desarrollo»nacional y lo presenta con seriedad.Hay que preguntarse cuales son los intereses que traban el tratamiento legislativo y ejecutivo del asunto.

  2. Kirchner dijo «no es momento»; pero por suerte la que gobierna es Cristina y tiene una rara tendencia a superar el inmovilismo táctico de Kirchner, del que ahora le echa la culpa a Alberto Fernández. Cristina corto por lo sano, lo echo a Fernández y listo

      1. Entre el gauchito Gil y el estudio Broda; me quedo con el gauchito, Broda ya vivió el fracaso de sus propuestas
        Se imagina abrir el año parlamentario presentando el proyecto de reforma al sistema financiero, que podría legar a quedar del 60% del que habla la oposición.
        Por favor no preanuncie catástrofes económicas, pitonisas mucho mas mediáticas que usted, ahí andan no sabiendo que hacer con su vida.

    1. hace unos dias q empece a leer en la blogosfera k,eso de q «cristina es mejor q nestor».

      hay q posicionar a la mandataria rapidamente?

      se nota q les llego el memo todos,q bueno.

  3. USA hizo reforma (ahora cuestionada) parecida a la nuestra recién en 1999 o sea nosotros nos adelantamos más de 20 años!!!

  4. Es cierto que como señala Hector CFK es un cuadro político mucho más interesante que su marido y efectivamente ha avanzado más que él (me gustó lo de inmobilismo táctico). Veremos que pasa con esta ley, no la tiene fácil.

    Salvo Heller y Sabbatella, no veo que nadie salga a ponerla en la agenda. En Proyecto Surf están preocupados por los glaciares y accesoriamente el sexo de los ángeles, los radicales están engolosinados por el Consejo de la Magistratura y alguna otra módica batalla que puedan ganar mientras hacen la plancha hasta 2011, mientras que Lilita no puede denunciar invasiones de venusinos kirchneristas y además ocuparse de reformas estructurales. Binner probablemente apoyaría aunque por ahora está ocupado en corroborar las preocupaciones de Arturito Valenzuela sobre inseguridad jurídica. El resto, PRO, peronismo disidente…etc, no quiere saber nada sobre el tema (¨No quiero dar debates con fantasmas del pasado, que no sirve para nada¨, diría Mauricio en su rico léxico).

    Recemosle al Gauchito Gil para que CFK no escuche demasiado a San Boudu y avance.

  5. Vale decir, en apretada síntesis: Se hacen los boludos.
    Pero, bue, si el único poder económico concentrado en este país pareciera ser el grupo Clarín y los productores de soja.

  6. Escriba

    Hace exactamente un año (o sea, ya había caído Lehman Brothers hacía rato) Redrado había dicho que el stock de préstamos iba a crecer no un 10% sino un 30%. Obviamente, no pasó.

    Saludos

  7. Más allá de pueriles invocaciones a su origen, no encontré en la nota ninguna razón concreta que justifique la modificación de la Ley de Entidades Financieras. Sólo invocaciones genéricas que compartiría cualquier mortal, pero que no se materializan en ninguna propuesta de regulación distinta.
    Así que me parece que es un nuevo buzón que el bueno de Kirchner les presenta a los progresistas, para que lo compren con entusiasmo. No aprenden más, después no se quejen de que Cristina les veta algunos artículos de la reforma política.

  8. Para mi la nota es muy buena, por que tiene que proponer cual es, a su entender, el cambio, Francisco?
    Soy asiduo lector de AP y (muy) ocasional comentarista. Veo una preocupante tendencia a apuntar con cuanto dedo haya crecido en la mano propia, y acusar per se. Un poco de autocritica, de la que le reclamamos a los que conducen, no nos vendria nada mal muchachos.
    Felices fiestas, a ver si dejan de fruncir y sonrien un poquito.

  9. El problema inter-temporal es claro, tanto como la necesidad de avanzar con esta reforma. Junto al Banco de Desarrollo hay que ponerlas en la ajenda. Muy buen art. abrazo

  10. Estimados,
    me tomé el laburo de traducir este artículo que salió ayer en el diario de San Pablo, porque habla de atribuiciones y funciones y de la confusión que se está creando con este tema de Redrado. Se los recomiendo. Al final van a ver quien es este tipo que escribe. Besos_Su

    LUIZ CARLOS BRESSER-PEREIRA
    Crisis en Argentina
    Folha de S.Paulo 11/01/2010

    Un presidente, elegido según todas las buenas reglas de la democracia, crea un fondo fiscal utilizando para esto una parte modesta de las reservas del país en el banco central. El presidente de ese banco, en nombre de la «independencia del Banco Central», se opone al uso de las reservas del país depositadas en el banco para constituir el fondo porque el gobierno tendría otros recursos fiscales para pagar las deudas. La presidenta del país demite al presidente del banco por decreto. Indignación general -indignación de la derecha y de la izquierda: de los que quieren que se pague la deuda del Estado y de los que no quieren que se pague. Ese país es Argentina. La presidenta es Cristina Kirchner, quien como su marido, aunque fieles a la democracia, tiene un estilo de gobierno autoritario que fue fundamental para que el país lograra salir sorprendentemente bien de la gran crisis del 2001. Ahora, sin embargo, en nombre de la democracia, de la ley y del principio de la independencia del Banco Central, la oposición de derecha que nunca se conformó con el éxito de la reducción de la deuda externa lograda por los Kirchner, y la oposición de una izquierda que está siempre buscando el gobierno perfecto, apoyan al presidente del Banco Central y crean una grave crisis política en el país. No voy a discutir si la dimisión por decreto es legal; si el presidente del Banco Central puede continuar en el cargo mientras la Justicia resuelve si lo mantiene o no. La presidenta de la Argentina dimitió a Martín Redrado por «falta de cumplimiento de los deberes de funcionario público». Redrado recusó a cumplir la orden porque la ley argentina garantiza que el Banco Central no estará sujeto a órdenes, indicaciones o instrucciones del Poder Executivo en lo que se refiere a la formulación y ejecución de la política monetaria. Tampoco voy a discutir el principio antidemocrático de la independencia plena de los bancos centrales. Afirmo apenas que una «razonable» independencia – como la que existe en los Estados Unidos o en Brasil – es algo bueno; una independencia plena es un absurdo. En este caso, además, aunque la decisión de la presidenta tenga elementos financieros y estos se confundan con los problemas fiscales, su decisión no es una decisión de política monetaria, es una decisión de política fiscal. Se refiere a la forma de utilizar los recursos del Estado. Cuando el presidente del Banco Central y los opositores del gobierno argumentan contra la utilización de las reservas «porque el gobierno dispone de recursos fiscales corrientes para pagar la deuda y porque la utilización de las reservas abriría espacio para mayores gastos fiscales sin aumentar el déficit público», están haciendo un argumento estrictamente fiscal. No tiene nada que ver con la autonomía de la política monetaria que justificaría la independencia de los bancos centrales. Para apoyar al presidente del Banco Central, por lo tanto, tenemos que atribuir a esa institución no apenas autonomía monetaria como el derecho de interferir directamente en la política fiscal del gobierno. ¿Es eso lo que queremos? ¿La dictadura de los «técnicos»? La oposición ya está, incluso, hablando en juicio político de un gobierno que, desde la traición del vice-presidente, Julio Cobos, en el caso de las «retenciones» variables (necesarias para neutralizar la enfermedad holandesa), quedó debilitado. Los argentinos todavía no descubrieron el camino del desarrollo económico; no percibieron que la neutralización de la enfermedad holandesa originada en la agropecuaria es la condición fundamental de su desarrollo. Pero la mayoría de los argentinos sabe que la democracia es un valor universal. Por eso, a pesar de la violencia de la oposición, la democracia no está amenazada en la Argentina; lo que continúa como incógnita es su desarrollo económico.

    Traducción: Susana Valansi

    LUIZ CARLOS BRESSER-PEREIRA , 75, es profesor emérito de la Fundación Getulio Vargas, fue Ministro de Hacienda del gobierno de José Sarney (1985-1990), Ministro de Administración y Reforma del Estado durante el primer gobierno de Fernando Henrique Cardozo (1995-1998) y Ministro de Ciencia y Tecnología del segundo gobierno de Fernando Henrique Cardozo (1999-2002), es autor de «Globalização e Competição». Internet: http://www.bresserpereira.org.br bresserpereira@gmail.com

    AR/BR Susana Valansi
    buenos aires/são paulo

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