Madres

35 años es todo. Para la democracia argentina es todo. El 30 de abril de 1977 las Madres concibieron la democracia que conocemos. La democracia de la ruptura política total con la dictadura.

[Ese día abortaron para siempre la democracia de Viola: la democracia del bipartidismo esterilizado. Y la democracia de Massera: la democracia de los poderes subterráneos.]

Imposibilitaron el continuismo político y concibieron la democracia esta. La democracia de Estado.
Con todo lo que eso significa las Madres son antes que nada grandes interpeladoras del Estado, son ciudadanas. Fueron ciudadanas de un Estado que no existía en 1977. Fueron ciudadanas de un Estado que existió brevemente entre el juicio a las Juntas y las leyes de obediencia y punto final. Fueron ciudadanas de un Estado que no existió luego hasta 2003.

Las Madres, la lucha de las Madres contra la impunidad y por la aparición de sus hijos, presupuso siempre la existencia de un Estado democrático.

La transición argentina fue una transición estrictamente política. Lo dice la victoria de la Unión Cívica Radical. Lo dice la restauración, sin algún viso de dudas, de la Constitución reformada en 1957 con el peronismo proscripto y con un Ejecutivo autoritario. Lo dice la intangibilidad de la matriz económica de la dictadura. Lo dicen tantas pero tantas cosas.

Las Madres, la lucha de las Madres contra la impunidad y por la aparición de sus hijos, fue el único fenómeno de esa democracia-de-la-sociedad-civil-genérica que logró trascender el sabatismo, el magdalenismo, y mostrar que no alcanzaba con una democracia de guardapolvo blanco para comer, curar y educar. Y mucho menos para terminar con la impunidad. Más aún, mostraron, sembraron en nosotros la intuición terrible de que no se podía alimentar, curar y educar sin terminar con la impunidad.

Hay en las heridas abiertas de las Madres el dolor de todos. En la tragedia de la disrupción biográfica de los hijos que mueren antes de los padres. En el orden cronológico invertido de la centralidad política generacional (algo que deberíamos recordar cada vez que nos tropezamos y caemos en el juvenilismo). En la búsqueda de una verdad tan necesaria como insoportable. En la construcción de una memoria tensionada entre el heroísmo y la vulnerabilidad de las víctimas. En la resistencia a la voluntaria ignorancia pública que duró más de diez años. Cada una de fue convertida por las Madres en el combustible de una imparable máquina política. La máquina que produjo la mayoría de los sentidos con los que hoy se habla la política. Los derechos humanos de los delincuentes son el borde controvertido que nos habla de la inmensidad de su pañuelo.

De toda la lucha de las Madres. De todas las luchas de las Madres. Contra los genocidas, contra sus cómplices clericales, empresarios, partidarios, sindicales o lo que fuera. Contra la alianza para la impunidad, contra los amnistiadores, contra los olvidadizos, contra burócratas judiciales, contra los gatillos fáciles. De todas las luchas por el ejercicio del mejor de los amores. De todas esas luchas que nos salvaron de una democracia cubierta de verdín militar, llenas del musgo de las catacumbas y de generales brillantes de barniz electoralista. De todas esas luchas que soportaron el último plano del proceso de estabilización económica neoliberal. De todas esas luchas la cosa mejor es que son universales. La cosa mejor es que sólo podían ser realmente ganadas junto con tantas otras, nacidas antes o después. La cosa mejor es que esa lucha es Madre de todas las otras. De las que ya están ganadas y de las que no. De las que ni siquiera empezaron pero que son de ese pueblo que aprendió, que aprendimos, a abrazarlas fuerte. Hoy y siempre.

9 comentarios en «Madres»

  1. Es una lástima que todo haya terminado como terminó: corrupción a gran escala en la construcción de viviendas sociales y tráfico de drogas con la flota de 4 aviones de la «Madres» a cargo de Schoklender.

    ¿Nadie recuerda ya todo el escándalo? ¿no hay justicia en Argentina?

    1. Muy buen post, gracias.
      Isabel, no es que no comprende. Sabe perfectamente de qué se trata. Es que no le importa, y prefiere vivir en su escuálida pecera de indignación supuestamente ciudadana.
      Da cansancio, a veces. Pero dejá, que la historia tiene su lugar para todos.

    2. Diego Laurentis, ellas caminaron 35 años por vos también, aunque no lo puedas apreciar. No te pido que hagas algo parecido, no es para cualquiera, pero tenelo presente antes de faltarles el respeto. Hay mucho hijo de puta en estos días que, porque leyeron dos mamarrachos en internet, se las dan de pistola y no les llegan ni a los talones a estas Mujeres. Sabrás vos si estás en esa manada.

    3. No terminó nada. Terminará cuando el último torturador/asesino/ladrón, civil o militar, esté juzgado y preso.

    4. este tipo de laurentis reduce el trabajo humanitario, la lucha, el dolor que vivieron esas mujeres ante la pérdida de lo más querido, ante la impotencia, la injusticia, la indiferencia, ante el paso del tiempo, semana tras semana, año tras año, evidencia tras evidencia, ante la búsqueda incansable, ante las protestas, los testimonios… a lo que algún «funcionario» de la organización «pudo haber hecho»… si eso no es ser un marciano, un pelotudo o una mierda, no sé cómo definirlo.

  2. es que Diego no comprendio el significado de la lucha que las madres han mantenido,y continua.Recuerdo que un coronel reconocio cuando pedi clemencia que parecia una leona defendiendo al cachorro,aunque conversando estaba convencido de que la gente nace y nunca se reforma siquiera.AUN QUIENES LOGRAMOS QUE SOBREVIVIERAN ARRASTRAMOS LOS TRAUMAS DE LA REPRESION.

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