Operación Fraude: la lucha contra los “populismos” latinoamericanos

A partir de las elecciones en Tucumán realizadas el último 23 de agosto, dirigentes opositores y algunos medios de comunicación han insistido en la posibilidad de fraude en los comicios presidenciales del 25 de octubre próximo.

Esta estrategia, centrada en cuestionar la legitimidad del voto popular, no es aislada ni novedosa, ya que encuentra antecedentes en otros países de la región, como por ejemplo en Venezuela, Brasil y Bolivia. Las denuncias de fraude, como se verá, se basan en supuestas anomalías ocurridas durante el escrutinio, o bien, son de carácter más genérico y apuntan a irregularidades producidas antes, durante y después del acto eleccionario.

Venezuela

El 7 de octubre de 2012 fueron las elecciones presidenciales en Venezuela. Hugo Chávez fue reelecto con el 55,07% de los votos, superando a Henrique Capriles, que obtuvo el 44,31%. La diferencia entre ambos candidatos fue clara: 11 puntos, es decir, más de 1.600.000 votos. Chávez además se impuso en 22 de los 24 Estados del país.

En ocasión de aquellos comicios, el periodista argentino Pedro Brieger estuvo en Venezuela y tuvo acceso a un documento confidencial elaborado por la oposición, llamado “Avalancha” (http://www.vientosur.info/IMG/pdf/AVALANCHA_2012.pdf), y que había sido difundido entre la gente de Capriles e invitados extranjeros.

Brieger alertó que ese documento formaba parte de un intento opositor para instalar la idea de un posible triunfo de Capriles. El objetivo primero era influir directamente en el resultado electoral. De hecho, el documento comienza con esta declaración: “Estoy convencido que Henrique Capriles Randonski ganará los comicios del 7 de octubre por más de 1.5 millones de votos”. Y casi enseguida, agrega: “La gente no vota por el ganador. La gente vota por el que cree que va a ganar”.

Un segundo objetivo, también precisa Brieger, era denunciar fraude en caso de que las elecciones dieran ganador a Chávez por estrecho margen. Leopoldo López, coordinador nacional del Comando Venezuela y uno de los principales dirigentes opositores, declaraba de modo ambivalente antes de la elección: “Una cosa es que el Gobierno quiera preparar un fraude, algo que no nos consta, y otra cosa muy distinta es que pueda ejecutarlo”.

Las expectativas generadas por la difusión de encuestas que ubicaban a Capriles como ganador servirían para alimentar, tanto en la sociedad venezolana como en el exterior, la idea de que el chavismo había manipulado y alterado los resultados. De hecho, en las semanas previas, los medios interpelaban con frecuencia a dirigentes chavistas sobre si estaban dispuestos a reconocer el resultado en caso de una derrota.

Dichas expectativas fueron reforzadas en el documento “Avalancha”, con la idea de que el chavismo estaba terminado (una especie de declaración anticipada de Fin de Ciclo): “Llegamos a la elección presidencial del 7 de octubre de 2012 con un escenario plagado de circunstancias, eventos y escenarios ocurridos a lo largo de los últimos 8 años, la mayoría contrarios al Chávez”. Avalando esa hipótesis, en el documento se cita una encuesta según la cual “el 80% de la sociedad venezolana rechaza el comunismo”. Este tipo de análisis, en el que los deseos se confunden con la realidad, suelen dar pie a las sospechas de fraude una vez que los resultados electorales no son los esperados.

De la operación participaron no solo dirigentes venezolanos sino también medios de comunicación y políticos extranjeros. Al respecto, el diario español ABC publicó el día de los comicios un estudio de boca de urna en el que Capriles aparecía primero con porcentajes casi idénticos a los que proyectaba el documento “Avalancha”.

Proyección de resultados, según “Avalancha”

“El grupo de empresas que otorgan a Capriles la victoria con una diferencia de 655.902 votos, estipulándole una votación de 7.273.511 votos (50,9%) versus 6.7094.802 votos de Chávez (47,6%). El poco margen de desplazamiento, 1,6% es decir 221.492 votos, llevaría la votación de Capriles a 7.450.704 votos (52,1%)”.

Boca de Urna ABC, difundido el 7 de octubre:

Capriles: 51,3%; y Chávez 48,06% (http://www.abc.es/20121008/internacional/abci-primeros-sondeos-venezuela-201210080050.html).

Cabe recordar que un grupo de opositores argentinos viajaron a Venezuela para la elección, confiados en el triunfo de Capriles. Estuvieron, entre otros, Patricia Bullrich, Eduardo Amadeo y Federico Pinedo. Los tres hicieron público su optimismo en las redes sociales (incluso puede observarse que Bullrich difunde números muy similares a los de ABC y Avalancha en su cuenta de twitter: https://twitter.com/patobullrich/status/254597083745640449).

 

La Operación Avalancha no tuvo el éxito esperado. Chávez logró un triunfo cómodo y con una diferencia tal que a la oposición no le resultó factible instalar denuncias de fraude.

Sin embargo, tras la muerte de Chávez, el 14 de abril de 2013 se realizaron nuevamente elecciones en Venezuela. En esa oportunidad, el candidato oficialista Nicolás Maduro se impuso a Capriles por un margen estrecho: 50,61% a 49,12%. Capriles desconoció el resultado. Denunció ante el Consejo Nacional Electoral la existencia de al menos 3.500 irregularidades cometidas en el acto electoral y pidió el recuento de votos, petición apoyada, entre otros países, por Estados Unidos y España. Los reclamos opositores llegaron a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, instancia en la cual solicitaron la anulación y la realización de nuevas elecciones.

Fuentes Consultadas:

 

Brasil

El 26 de octubre de 2014, la candidata oficialista Dilma Rousseff, del Partido de los Trabajadores, se impuso en la segunda vuelta a Aécio Neves, del PSDB, por una diferencia de 3 puntos (54,50% a 51,04%), es decir, aproximadamente 3,5 millones de votos, cifra exigua, especialmente si se tiene en cuenta que Brasil tiene alrededor de 115 millones de votantes.

En dicha elección, Neves, el candidato derrotado, pidió al Tribunal Superior Electoral “una auditoría especial” del resultado de los comicios. La demanda se sustentó en la existencia de denuncias expresadas en las redes sociales, en las que “los ciudadanos brasileños vienen expresando la desconfianza en cuanto al cómputo de votos y a la infalibilidad de la urna electrónica”. La solicitud no apuntó al recuento de votos, sino a evitar “teorías” sobre un hipotético fraude. Hubo, por otra parte, manifestaciones de ciudadanos brasileños denunciando fraude, pidiendo recuento de votos y solicitando la intervención de los militares. Por último, en virtud de la coyuntura política argentina, no es superfluo mencionar que Brasil aplica el voto electrónico.

Fuentes Consultadas

Bolivia

El 12 de octubre de 2014 se realizaron elecciones presidenciales en Bolivia. El candidato del MAS, Evo Morales, obtuvo la re-reelección con el 61,36%, frente a Samuel Doria Molina (Frente de Unidad Nacional), con el 24,23%.

Tras las elecciones, uno de los candidatos derrotados, el ex presidente Jorge Quiroga (PDC), convocó al arco opositor a presentar en forma conjunta una denuncia internacional ante la OEA y la ONU por supuesto fraude electoral a favor de Evo Morales: “El gobierno destruye las instituciones independientes, Evo Morales es responsable, él está buscando dos tercios, él está montando los fraudes, él ha estado repartiendo dinero, él ha trasladado policías y militares, por eso, si queremos detener esta acción pido recopilar denuncias, presentemos una denuncia internacional”.

Ya antes de las elecciones, el 9 de octubre, Carlos Sánchez Berzain, ex ministro del Interior de la Nación, había anticipado fraude: “La elección de Evo será nula, porque su candidatura es ilegal. Han manipulado la identificación personal, hicieron aparecer más de 500.000 votantes, alterado el padrón, remplazaron las cortes electorales imparciales por empleados designados por el Gobierno que están a su servicio, modificaron el mapa electoral, cambiaron la ley a su conveniencia y en las zonas rurales suplantarán el voto secreto por el voto comunitario bajo coacción”.

Fuentes consultadas:

 

Lo analizado en esta nota permite observar una estrategia similar en los últimos años por parte de ciertos sectores opositores en Argentina, Venezuela, Brasil y Bolivia, que consiste en poner en duda la legitimidad del voto popular. Sea premeditado o no, en su intención de mancillar o condicionar a un gobierno en particular están afectando la legitimidad del sistema democrático en su conjunto.

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