Pensar la Argentina desde el mundo

Hace ya cuatro años, Álvaro García Linera se propuso la interesante tarea de pensar el mundo desde Bolivia. El desafío suponía invertir los términos del intercambio político-intelectual que, hasta la llegada de Evo Morales, habían vinculado a Bolivia con el exterior.

También la Argentina de la última década encaró la tarea de pensar el mundo desde su posición latinoamericana y conosureña. Desde el no al ALCA a la UNASUR se avanzó por el largo camino de una integración regional que superara la unificación de los mercados. Como dice MEC, América Latina es el territorio de mayor innovación democrática del nuevo siglo, y la Argentina ha hecho grandes aportes a ese proceso.

Pensar el mundo desde Argentina era una tarea urgente para un Estado que había sufrido los embates de los poderes fuertes del mercado financiero. Para un Estado que necesitaba reformular la relación con sus ciudadanos y su inserción en un contexto internacional que estaba cambiando a alta velocidad. Sin embargo, hubo un momento donde esa lente argentina y sudamericana se empañó con el vapor del localismo. Así, todo lo que pasara en el mundo empezó a ser decodificado en términos de la dinámica política nacional. No se trataba ya de pensar una manera virtuosa de encajar en el mundo sino de leer la política de todos lados con el diario argentino en la mano. De a poco, casi sin darnos cuenta, llegamos a desarrollar nuestra propia teoría de los dos demonios: el demonio norteamericano y el demonio corporativo interno que encarna los intereses del primero.

El problema de esta visión es que bajo un barniz nacional esconde un antinacionalismo objetivo: no sirve para pensar de qué manera la Argentina puede encontrar en el mundo articulaciones que favorezcan a su proyecto interno de expansión democrática. No sirve porque presupone una cosificación del poder imperial norteamericano. No sirve porque implica una cerrazón que de existir realmente nos condenaría a un rol meramente defensivo. No sirve porque se pierde el juego de las otras potencias, que vienen pisando fuerte pero de las cuales no hay tantos elementos para entender hacia dónde van. Es por eso que hace falta volver a pensar la Argentina desde el mundo. No al modo de los consensualistas de Washington, es decir, para encontrar la mejor manera de que nos corten el pellejo. Sino al modo de una democracia cada vez más popular que necesita competir en los mercados emergentes con productos de alto valor agregado. Que necesita concretar acuerdos políticos que le den más fuerza al proyecto nacional y regional.

Pensar la Argentina desde el mundo implica como mínimo empezar por reconocer que los Estados Unidos no son un monolito de roca. Ni siquiera en su política exterior, que sólo en parte es gobernada por el Departamento de Estado y el Pentágono. Cuando hace unos meses en Ohio, Indiana y Wisconsin ardió Troya ante el avance de los Republicanos contra el poder de negociación colectiva de los sindicatos de trabajadores estatales, acá a nadie se le movió un pelo. De la misma manera que acá nadie dice mucho de qué articulaciones pueden construirse con los 50 millones de hispanos que viven en el gran país del norte. Esos hispanos son una pieza clave de las economías centroamericanas y hasta incluso de Ecuador. Pensar la Argentina desde el mundo implica plantear el desafío de fortalecer los lazos con México (país al que lamentablemente Cristina no pudo concretar su visita, pero en Aerolíneas ya reanudaron los vuelos)

Pensar la Argentina desde el mundo implica entender cómo se lleva adelante un proyecto nacional democrático popular en un mundo cada vez más multipolar a pesar del rol que siguen desempeñando los Estados Unidos. Los BRIC no son un documental de Lanata. África no es la selva del Rey León. Europa también juega. En ese sentido, la mejor opción más allá de los límites del proyecto regional es la de navegar las líneas de fisura que se abren dentro de las potencias y las que se abren entre las potencias. Indignarse frente al uso ilimitado del poder militar es bueno. Tratar de entender la manera en que la Argentina puede mejorar su correlación de fuerzas es mucho mejor. Lamentablemente, hoy sólo podemos expresar nuestro disgusto. Durante los próximos cuatro años tal vez podamos construir un cachito más de poder para que ese disgusto pueda tener un correlato en el plano de las acciones. Hay que aprenderse de memoria el camino a la casa del diablo. Hay que aprender el camino del infierno para evitarlo.

37 comentarios en «Pensar la Argentina desde el mundo»

  1. Son interesantes sus aportes. Sin embargo, las clases dirigentes locales siempre miraron a Argentina desde Europa, que viene a ser el mundo o su parte más importante en tanto fundadora de signifcaciones. O desde EEUU. Pienso, por ejemplo, que la intelectualidad habrá pensado que había que mirar a Argentina desde la nueva hegemonía del imperialismo norteamericano en la década de los 30 porque ya no nos resultaba operable mirar a la Argentina desde la hegemonía del decadente imperialismo inglés, algo así. O sea, me parece preferible mirar al mundo desde los intereses concretos de Argentina, o en todo caso, hablemos de un proceso dialéctico en donde esto que planteo sea el primer paso, y no el que vos proponés.

    1. Jorge, precisamente planteo el segundo porque el primero ya está dado. ya está dado y hay que dar el otro para poder volver a pensar desde acá y así siempre.
      Saludos.

  2. Cuanta sanata por Dios.

    Los Nac&Pop siguen pensando en términos del ALCA y el «Consenso de Washington», no hay forma de sacarlos de ahí… implicaría «problematizar» y utilizar demasiado el cerebro.
    Por eso les cuesta tanto ver el avance de China en nuestra economía y cuales son lo elementos determinantes de nuestro comercio exterior.

      1. Es muy fácil: hay mucha gente que vive en su mundo de fantasías y no se da cuenta que hay todo un mundo allí afuera.

        El tema del ALCA es paradigmático: nunca hubiese pasado por el Congreso de Estados Unidos la incorporación de el Mercosur (o la Argentina) pero hay mucha gente que piensa que la oposición al ALCA fue una causa nacional… bull shit.

        La vedad es que estamos bastante jodidos y no hay en puerta un modelo de inserción de la Argentina a la economía mundial, apenas manotazos de ahogado de lo más patéticos.

      2. claro, Alcides. Era parte de la estrategia. El ALCA no pasaba por el Congreso de EUA pero si por el Argentino. De resultado, las puertas de Argentina abiertas de par en par para los productos yankis. Y nosotros esperando en la aduana.

    1. alcides, argentina no está inserta en la economía mundial?

      cómo es eso? porque hay record de exportaciones en los últimos años.

  3. Admiro a Alejandro por poner como cosa del pasado al «Estado que había sufrido los embates de los poderes fuertes del mercado financiero»

    Sin embargo, seguimos pagando tasas que cuadruplican el capital cada 10 años. Estamos en el pico histórico de la deuda, y también en el pico de la relación deuda/PBI, poniendo adentro a los «holdouts» con quienes ya se dijo que íbamos a «reabrir» la negociación, o sea: pagarles. Luego vendrán las explicaciones de que parte de esa deuda doméstica, etc. No cambia la cosa si – como se ha intentado suavizar en algunos comentarios – el usurero lleva apellido yanki, europeo, o criollo.

    Está claro que los EEUU no son un monolito de roca, pero tienen en su seno a la Bolsa de Chicago, que define el precio de la soja argentina. Si: esa que quintuplicó su precio en los últimos años y facilitó nuestro milagro económico.

    No está mal pensar a la Argentina desde el mundo buscando aumentar nuestra influencia. Solo que estamos cada vez más lejos de ser Brasil, y por ende, BRIC.

    Tendremos pues, que intentar entender qué hicimos en el último siglo para bajar nuestra participación en el PBI mundial, y qué caminos deberíamos intentar para mejorar nuestra matriz productiva, saliendo de la primarización siempre fácil y tentadora, de la mano de una tierra ubérrima.

      1. Uf!
        Varias veces ya comenté que tomar el 2002 como inicio del Universo es una trampa. Hay que analizar las últimas dos décadas, por lo menos. Nuestro PBI actual es un poco mayor que el de 1998 (17%), lo que dá un crecimiento más bien paupérrimo. Eso sí: después del pozo de la crisis el Producto creció de modo impresionante. De similar magnitud que su caída cuando fue la salida de la convertibilidad.

        La relación deuda/PBI era aprox 50% en 1998 y en 2010. El día de la devaluación, esa relación casi se triplicó. Por eso el 138%. Luego fue volviendo a los valores de la década del 90.

      1. Con una producción que genere trabajo de calidad y sea competitiva afuera. Y con una política exterior que permita la traducción de los acuerdos en alianzas reales. Una utopía, casi. No por imposible sino por difícil.

      1. No, «Che»

        Tenemos de esos «tropezones» cada 10 años aproximadamente.

        O sea, forma parte de nuestra realidad económica.

        El próximo «tropezón» será productivo, no por deuda estatal ni sector externo. Será por la competencia importada con productos de manufactura nacional. Los damnificados serán las PYMES y, por supuesto el nivel de empleo.

        No será muy mediático, solo se joderá la gilada…

      2. Maldición! estamos condenados a un ciclo de crisis sin fin!!
        Y despues a un gobierno peronista que afane con la recuperación!! Malditas crisis que vienen cada cinc….digo cada diez años. En la escala de tropezones, en que lugar del ranking ponés al del 2001?
        Acá las autopartistas andan bomba, por ahora. Uno nunca sabe cuando van a dejar de invertir tanto.

      3. Nooooo!!!
        En realidad estamos condenados al éxito (como dijo un famoso peronista)

        Lo que ocurre es que mientras alcanzamos el éxito, ajo y agua.

        En el rankings de quilombos pongo primero al Rodrigazo (vos seguramente no habías nacido, yo lo padecí), y luego el 2001.

        Sin olvidar la crisis de la deuda del ’82, allá por Malvinas, la hiper del ’89 y el Tequila del ’95 que también fueron muy estimulantes.

        Los autopartistas andarán bien, en tanto las grandes terminales con sede en Brasil nos tengan como proveedores de alguito de lo que venden.

  4. Excelente artículo, me gustó mucho tu planteo.
    Lo que vos proponés es algo a lo que trato de ayudar, dentro de mis limitaciones, a través de mi blog: describir USA y sus problemas para ojos argentinos. Claro, tengo un serio handicap, no lo niego: hace ya veintidós años que vivo en USA y uno se contamina mucho una manera de vivir y una manera de ver.
    Eddie

  5. Ya desde el título el planteo me suena desafortunado.No ha sido otro el drama cultural-político de la Argentina que mirarse desde el «mundo», que vaya a saber que es.Sin dudas, los poderes imperiales.Pero no sólo, el mundo es también Chile y Uruguay, países a los que la prédica inerna quiere ponernos como modelo. O España, de quien debimos admirar el «gran cine» y ahora hasta parece que una mezcla de Sancho Panza y Quasimodo llamado Iniesta es modelo para el fútbol argentino. Quiero decir, el tema del colonialisno cultural, de mirarse con ojos de otro para entender nuestra inferioridad es algo que gravita duramente en nuestra vida colectiva desde hace mucho.No creo acertado pasar por encima de un problema así.No se resuelve con otra apuesta a la dependencia

    1. No Juan, no es ningún drama. Porque mirarse desde el mundo no es mirarse desde los intereses de los otros sino desde las relaciones entre esos intereses.
      Estar culturalmente colonizado es pensar que el mundo sigue igual que cuando asumió Kadafi.
      Y lo de la apuesta a la dependencia no sé por quién lo decís, pero mi apuesta es a la libertad de la Argentina como pueblo y como Estado.

  6. Percibo que lectores como David y Alcides son de los que creen que insertarse en el mundo consiste en definir qué es el país de acuerdo a lo que los otros países (me refiero al imperio en sus múltiples caras) quieren que seamos. Tal tipo de comentarios, me parece, son provocados por cierto equívoco que provoca el post. Por diferentes razones, Jorge Castro quiere lo mismo que el autor.
    Es probable, Alcides, que el ALCA no habría pasado el Congreso de EEUU. Pero eso no lo invalida como hecho político, o más bien, lo enaltece.

    1. Bueno, supongo que todos en algún rincón del alma, queremos parecernos a los países exitosos.

      O quizás no: tal vez queremos ser como los países pobres pero acaso alegres, qué se yo, cada uno tiene sus creencias.

      El último gobierno peronista (de Perón) hablaba de «Argentina Potencia» ¿A qué se referirían?

      1. Puedo responderte en extenso o en pocas palabras. Cuando determinados países propugnan el librecambio, a nosotros nos conviene ser proteccionistas por el diferente estadio de desarrollo. Sin embargo, como lo define el modelo y tenemos que parecernos a los exitosos, somos los «campiones» del librecambio. y así nos va. Te sugiero estudiar la Guerra de Secesión si es que la historia económica argentina es muy extensa. Preguntale a los mexicanos cómo les va con el NAFTA.

      2. Los países exitosos son proteccionistas para lo que ellos producen, y librecambistas para vender a los demás países.

        Por alguna razón, somos librecambistas para importar. Y bue, así nos va, como bien decís.

        La Guerra de Secesión fue una puja entre el norte industrial desarrollista contra el sur algodonero conservador. Por suerte para ellos, triunfó el desarrollo.

        Con referencia al NAFTA, seguramente favorece más a los americanos que a los mexicanos. Aunque también es posible que sin el NAFTA a los mexicanos les vaya peor.

      3. ay david, estás lleno de conceptos retorcidos. somos librecambistas para importar? estás hablando del actual gobierno o del pasado nacional? porque ahora hay muchas quejas contra moreno por la restricción de importaciones además de que tenemos una balanza comercial positiva.

        y epistemológicamente poco serio eso de que «tal vez a los mexicanos les vaya peor sin en nafta».

      4. Sucede, Tapones, que la realidad completa no la cuentan ni tus diarios ni los míos. Los tuyos porque no les interesa, y los míos porque no les interesa.

        Las industrias que no tenemos poder de lobby (que no fabricamos autos ni pegamos etiquetas en Tierra del Fuego), sufrimos el dolar barato y una total libertad para importar (se llama «importación automática») los productos competitivos con los nuestros. Igualito que durante el menemato.

        Moreno ni sabe que existimos, aunque somos los principales generadores de empleo, pero extremadamente atomizados.
        La balanza positiva, podes fijarte los rubros que pesan, en la Web del Ministario de Economía (soja en granos, aceite de soja y residuos de soja).

        Balanza que sería mucho mejor si interesaran las PYMES. Pero si sobrevivimos al Rodrigazo, a Martínez de Hoz, a Menem y al Kirchnerato, no llores por mí, Argentina.

        Lo de México, dije «tal vez» por un prurito epistemológico, para que te quedes tranquilo. «La duda es la jactancia de los intelectuales» (Aldo Rico dixit)

    1. Diste en el clavo, Escriba:

      Recuerdo muy bien el `98: yo había cerrado mi industria y estaba viendo cómo salir a flote.

      Por supuesto mis amigos (ninguno de los cuales pertenece al sector productivo, sino servicios) viajaba por el mundo y disfrutaba del «deme dos» (por entonces votaban a Menem)

      Cuando yo les preguntaba ¿En qué favorece al País el cierre de mi industria? la respuesta, medio de lástima era: «Y bueno, no podés competir…» Tenían razón, obviamente.

      Ellos entraron en crisis con la devaluación (nunca habían votado a Menem). En ese momento refloté la producción.

      Demás está decir que estamos entrando en un nuevo cuello de botella productivo, como digo más arriba respondiendo a Populista.

      1. o sea: te fundiste con el sistema de libertad comercial y de inserción en el mundo y los mercados que solés defender y volviste a laburar con la terrible devaluación y el régimen bolchepopulista de los kirchner.

        un nuevo cuello de botella productivo, claro. porque no se da abasto para fabricar autos, por ejemplo.

      2. Así es: me fundí.

        Pero sabés como somos algunos cabezaduras: siempre renacemos de las cenizas. La adrenalina de la libertad nos vuelve más creativos.

        La devaluación fue de Duhalde. Lástima que sea peronista.

        Las PYMES no fabricamos autos (industria subsidiada por los contribuyentes, o sea, por la gilada).

    2. El punto de David -que vos entendiste- es que no podes tomar el peor año de la crisis y comparar con la actualidad.

      De todos modos, en el 2002 gobernaba tu partido, lo mismo que en el 98. Pedile a Cris la explicación

  7. El otro día hablaba con un amigo que decia algo que, creo, complementa el post: hoy no existen modelos que pretendan explicar integralmente el camino del desarrollo. El modelo argentino es, con todas sus limitaciones y potencias, un modelo desarrollista (un modelo que tiene ¿más de 50 años?). Y que está desarticulado, desintegrado. Hay esfuerzos claros desde la política de darles integridad, pero no desde la reflexión (científica, social, política). ¿Cual es el norte? ¿cual es el lugar de lo público y cuál el de lo privado? Es como que todo es de corto plazo: sabemos tomar posiciones en el tablero (UNASUR) pero no sabemos como matar al rey (ni en que consistiría ese «matar al rey»).

    La certeza pasa por recuperar al Estado y los derechos y la articulación en un bloque latinoamericano. Pero no hay una teoría que ordene y explique propositivamente qué hacer.

    La muerte de los grandes relatos desarticuló la capacidad de pensarnos a futuro, la tuya es una buena invitación a reintentarlo parados en un lugar concreto.

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