“Somos los mismos de siempre”. Apostillas sobre el 18F

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Dice Mariano Fraschini:

La multitudinaria movilización convocada por la oposición judicial, mediática, partidaria y popular culminó sin incidentes y en un clima, por lo que se dice, de mucha tranquilidad. El silencio que no terminó siendo silencio no desembocó, como en las anteriores, en actos de violencia física, ni verbal. Bajo una lluvia implacable miles de compatriotas se movilizaron detrás de varias consignas, pero que en el horizonte tenía un denominador común: su oposición al gobierno kirchnerista.

El 18F será recordado por varias razones. Está claro que la marcha se llevará todas las miradas, pero atrás le seguirán el discurso de la presidenta, el llamado de la bancada oficialista al fiscal que entiende en la causa de encubrimiento del atentado a la AMIA y  por la foto del Papa con los familiares de las víctimas del atentado nucleados en organizaciones que no adhirieron a la movilización. Pero vayamos por partes

  • La marcha autotitulada sintéticamente como 18F fue, como se preveía, multitudinaria. Una convocatoria que tuvo mucha antelación, fogoneada de manera evidente por los medios opositores, pedida a gritos por los sectores más duros del antikirchnerismo (que ya habían intentado sin éxito hacerla al otro día de la muerte del fiscal ), apoyada por todo el arco opositor partidario (menos por los sectores de izquierda) que invitaba con sus propias consignas, en un distrito en que los guarismos electorales del kirchnerismo son los más bajos, y en donde gobierna un candidato presidenciable opositor cómodamente desde hace 8 años, no podía salir mal. Es cierto que la lluvia les jugó una mala pasada, pero el estoicismo de los presentes evidencia que la gimnasia de las movilizaciones precedentes se convirtieron en una nueva modalidad de protesta callejera.
  • En términos cuantitativos, esta marcha fue muy parecida a la del 8N y menor que las históricas del no-ingeniero Blumberg . En términos cualitativos, muestra que el ejercicio de este sector movilizado excede las razones puramente económicas, como se decía allá por el 2001 (“les tocan los ahorros y saltan”) y se convierte en un nuevo actor con el que contará la oposición como forma de presión en el corto plazo. En términos de clase, pareciera que la homogeneidad viene primando en las últimas movidas. Es saludable que una parte de la sociedad se movilice con un objetivo común en un clima de época muy proclive para convertir el escenario público en el centro de la política.
  • Ahora, la fortaleza de la marcha evidencia por un lado, la emergencia de nuevos actores que deben salir de su anonimato y de su silencio poniéndose delante de la protesta,  y por el otro, de las carencias de una oposición político partidaria que lejos de encabezar, acompaña desde el fondo (y fuera de la foto, con todo lo que esto implica) el devenir de los movilizados. No creo que sea del  humor de los fiscales convocantes salir a la luz pública para ponerse al hombro una tarea de los políticos. A pesar del éxito de la convocatoria, estos hombres del derecho se sentirían más cómodos en el anonimato. Su presencia en primera plana los visibiliza y los somete al escrutinio público. Aun no queda claro cuánto le suma o le resta. Pero es innegable que debieron ponerse “el equipo al hombro”, por la propia escasez de los políticos opositores.
  • Los presidenciables y una gran parte de los dirigentes de la oposición marcharon muy lejos, casi invisibilizados, a la cola de la marcha. Si uno piensa en Venezuela, el lugar en el mundo donde se mira el antikirchnerismo, allá son los dirigentes opositores los convocantes a las marchas. Es decir, las encabezan, las guían y acaudillan. Acá siempre se guarecen en el acompañamiento tímido por el temor a ser censurados por los movilizados. El argumento más cómico de estos días fue el de “no hay que politizar la marcha” como si la ocupación del espacio público careciera de connotaciones políticas. Como en el mundo del revés, los visibles deben hacerse invisibles y viceversa.  Paradojas de la democracia argentina.
  • El mismo día, como dijimos, la presidenta dejó una serie de mensajes de fácil decodificación: “nadie me marca la cancha”, “no nos trasladen conflictos que no son propios”, bancó la alianza estratégica con China ya que “hay un mundo nuevo”, en un nuevo round con la oposición empresarial y mediática. Daría la sensación que CFK juega en una liga y la oposición política partidaria en otra. La presidenta enuncia con nombre y apellido y la oposición se guarece “sin querer politizarla” en una marcha que es cualquier cosa menos antipolítica. Como si hoy reviviéramos el discurso presidencial de “Yo quiero discutir con los titulares”, la dirigencia opositora le da la razón con sus acciones.

  • ¿Cómo queda el gobierno tras esta marcha? ¿le afecta a la presidenta en el ejercicio de su poder? Daría la sensación que no. Sin embargo, también debería señalarse que el enojo de buena parte de la sociedad, que cree que el gobierno es capaz de cualquier cosa, inclusive de un homicidio por acción u omisión, debería ser tomado en cuenta. No tanto para convencer a los convencidos marchantes, sino para no olvidar que se trata de una parte minoritaria de esa coyuntural oposición. Hay otra minoría  que aún está “sola y espera”, y que cada vez que el kirchnerismo la interpeló le hizo un guiño aún en la disidencia. La pregunta, igualmente,  sigue siendo la misma entonces: ¿hay tiempo para eso? ¿O es una tarea para el delfín presidencial? Acá me anoto dudas, pocas certezas. Lo que me lleva a la anteúltima viñeta.
  • Ahora: ¿debe cambiar algo la presidenta? ¿debe volver a conectar con esa franja del medio que constituyen los que están por fuera de la grieta?¿Hay espacio hoy para que el oficialismo se corra al medio?¿No está ya en el centro la presidenta cuando expresa que no se trata de una disputa entre empresarios y estado, sino entre los que más tienen y ustedes?¿tiene posibilidades la presidenta de hacer algo más que procesar los últimos meses de gobierno y preparar la sucesión dentro del mundo oficialista?¿hay sectores por fuera del gobierno que son pasibles de sumarlos?¿No dio todo ya la presidenta y ahora sólo tiene por delante el desafío de culminar con honores?¿Hay tiempo para algo más?¿están ya todas las cartas jugadas?
  • Cuando me formulo estas preguntas, lejos de contestarme me vuelvo repreguntar ¿no le estaremos pudiendo mucho a este proceso político que desafió como nadie el status quo e incluyo a millones dotándolos de derechos y de dignidad?. ¿que le podemos exigir a un gobierno que va cerrando un inédito ciclo de 12 años, con un apoyo social perdurable y un núcleo duro que habilita pensar la continuidad del kirchnerismo, al menos como cultura política, como sostiene el politólogo José Natanson?. Sumemos:  tres mandatos al palo, voto duro del 30% expresado en todas las elecciones, una imagen presidencial que se mantiene con un piso del 35%, capacidad de movilización de sus bases (sólo en 2014 llenó tres estadios de fútbol tres agrupaciones distintas), posibilidades concreta de asegurar la sucesión, mayoría parlamentaria sólida que le garantiza un buen tránsito hacia el 10/12, casi la totalidad de gobernadores e intendentes del país y la capacidad de soportar marchas como las de ayer. Me re-repregunto ¿no le estaremos pidiendo mucho al kirchnerismo?

Estamos a un tris del puntapié electoral. Tras un enero-febrero intenso, todo indicaría que las aguas se aquietarían en marzo y abril, meses de elecciones y Pasos regionales. Pero nada es seguro en estas comarcas. Mientras tanto, el Papa sigue jugando a la distancia y son pocos los que lo escuchan.

 

Dice Mendieta:

 

El país no está «dividido». Está fragmentado, que es parecido pero no es igual. Y está fragmentado en dos núcleos «duros» y un, a mí modo de ver, anchísimo (y mayoritario) campo en el medio, fluctuante y a la deriva.

Por si no queda claro:
– un núcleo duro está protagonizado por los simpatizantes del oficialismo, que cuentan a su favor con organización política (el Frente para la Victoria) y cierto mínimo común denominador alrededor de ciertas nociones básicas sobre el rumbo que pretenden para el país. En contra: el desgaste natural de 12 años de gobierno, cierto agotamiento del cuerpo discursivo fundante del proyecto, cierta encerrona en aferrarse a tácticas que hasta aquí funcionaron y parecieran haber entrado en crisis. El oficialismo tiene un desafío enorme: además de gestionar debe (volver a) hacer política.

– el otro núcleo duro está constituido por «el antikirchnerismo», que cuenta a favor con el desgaste natural de 12 años de gobierno, con cierto agotamiento del cuerpo discursivo del oficialismo y con la acumulación de sectores de poder adversarios decididos de las políticas impulsadas por el kirchnerismo (empresariales, judiciales, sindicales, sectoriales y, sí, mediáticos). Tienen en contra hasta el momento: la carencia redonda y completa de un liderazgo claro en términos políticos, la ausencia rotunda de un mínimo rumbo para proponerle, de manera transparente, a la sociedad. Lo que no quiere decir, claramente, que no haya en su interior diversos actores que tengan diversos «rumbos deseables». Pero no pueden amalgamar ese mínimo común que cualquier proyecto político debe ofrecer a la hora de enfrentar una elección. El antikirchnerismo tiene un desafío enorme: empezar a hacer política.

¿Qué tienen en común estos dos núcleos? Que atraviesan una etapa en que, preocupados por enfrentarse y preocupados por fortalecerse cada cual, ignoran todo lo que ocurre fuera de su círculo y del círculo del adversario.

Y como postulo arriba de todo: afuera está la mayoría.
Y las elecciones se ganan por mayoría. Mayorías a las que hay que convencer. Y para convencer hay que hacer política.

Quien rompa su círculo y la lógica de funcionar en espejo con el de enfrente, quien tome el control del «medio campo», ganará el partido.

Es la hora de los enganches.
Empecemos de nuevo.

 

Dice Nicolás Tereschuk:

Me llamó @maticolombatti de Radio América luego de la marcha y se me ocurrió decir más o menos que:

  • Esta marcha hubiera sido muy parecida un «cacerolazo» si no hubiera estado la familia del fiscal Nisman, lo que hace que la movilización se pueda pensar como similar a la marcha de Blumberg, con una víctima «al frente» y a la vez tono «opositor».
  • La política y la sociedad en la Argentina funcionan más que razonablemente bien y a velocidad crucero. Por la mañana, un argentino prominente, el Papa Francisco, en un acto político, recibió a familiares de víctimas de la AMIA. Luego, la Cámara de Diputados (Legislativo) debatió un proyecto de ley de reforma del sistema de inteligencia en un plenario de comisiones de la Cámara de Diputados con posiciones cruzadas entre oficialistas y opositores. El Poder Ejecutivo gobierna: la presidenta Cristina Kirchner encabezó un acto al mediodía, puso a funcionar a pleno una central atómica y planteó su visión sobre la situación actual y futura. La Justicia, investiga (toma declaraciones por la muerte del fiscal, etc.) en un contexto de debate abierto en su seno, con una Corte Suprema, digamos, respetada. Y los sectores que creen que hay que movilizarse para peticionar, reclamar, expresarse, protestar, putear (un sector de la sociedad civil), lo hacen.
  • Lo que quizás funcione peorcito son los partidos políticos (y dirigentes) opositores: detrás de la marcha, detrás de los medios, concurriendo medio «a título personal», no pudiendo hablar en un acto, no pudiendo subirse a un palco, no pudiendo decir en voz bien fuerte «nosotros con este tema vamos a hacer esto y aquello». Digo, ya que hay elecciones este año.
  • Todo en la Argentina se expone «a cielo abierto». Había un debate larvado en la Justicia (la «familia judicial» vs. los más onda «justicia legítima»), debate que viene desde hace mucho, ahora está al aire, como ocurre con el periodismo y los medios y tantas cosas -sevicios de inteligencia, para ustedes también hay, debate a cielo abierto-.
  • La decisión de estos fiscales de «ponerse al frente y salir» puede fortalecerlos pero también los pone en un lugar de juego abierto que puede debilitarlos. Por ejemplo, lector de todos los diarios todos los días desde hace varios años, gracias a todo este lío tengo la dicha, a mis 38 años de haber sabido que existe el tal fiscal Moldes, a quien Horacio Verbitsky llama el «dueño» de Comodoro Py. Mucho gusto, señor fiscal Moldes, no me acordaba que había sido funcionario menemista, venite al barro, papi.
  • ¿Sólo de este tema se va a discutir en la Argentina en un año electoral? ¿O va a haber otros? ¿Como por ejemplo, lo que planteó hoy Cristina: si el poder empresario va a poder gritarle en la cara a un Presidente alguna vez más en la historia, como ocurrió en el pasado, y dicho en sus términos «si mandan más los que más tienen a ustedes les va a ir peor»? Y otros más, como cómo sigue el modelo económico, quién va a invertir en la Argentina y en qué. Y a cambio de qué. Y con qué tasa de ganancia. Y pagando qué salarios… o con qué nivel de empleo…
  • Claro que no hay que ser ingenuos, hay jugadores que tiran de la piola y juegan. Los que convocaron a la movilización no es que sean amantes de las expresiones de la sociedad civil. Varios de los que marcharon tampoco.
  • El impacto internacional sigue estando. Así como este caso se ha mostrado en medios del exterior como «el fiscal que acusó a Cristina muere misteriosamente, punto». La marcha de hoy bien podrá ser mostrada en el exterior como «el pueblo ha salido a las calles, el poder se le escurre de las manos a la autócrata CFK». Habrá que ver si el gobierno quiere o no hacer algo con ese tema de la «imagen internacional».
  • ¿Por qué será que hay sectores que se la pasan acusando a Cristina, criticando a Cristina, apuntando contra Cristina, advirtiéndole a Cristina, amenazando a Cristina, mintiendo sobre Cristina si es la única de todo esto que se está yendo y tiene fecha límite, el 10 de diciembre próximo? Podría decirse que ya se va ¿y es de la única que se habla? ¿Qué nos dice eso sobre la realidad que estamos viviendo? ¿Qué es lo que se busca con taaaanto zamarreo?

 
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