¿Y cuándo hablaremos de política científica?

Hace unas semanas se conmemoró en la facultad de Ciencias Exactas de la UBA los 50 años de Clementina, la primera computadora científica de  Argentina y América Latina (http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-168019-2011-05-12.html).

Todo un hito en esa época de desarrollismo a ultranza, donde pensar que la ciencia y la tecnología debían estar al servicio de la transformación social latinoamericana  era hábito y práctica. En esos tiempos estaban los Varsavsky, los Jorge Sábato, los Rolando Garcías, los todos esos científicos, tecnólogos e intelectuales que traían más ganas de hacer política científica que de ganar premios Nóbel.

La maldita Noche de los Bastones Largos   llevó no solamente a muchos cientificos al ostracismo, al destierro -en la Antigüedad el destierro de la tierra natal era un ultraje de esos dignos para ser contados en las tragedias de Eurípides- sino que también se cobró por adelantado generaciones futuras  de científicos que egresaron de las universidades públicas para directamente embarcarse en un vuelo a Europa o EEUU, los grandes centros donde se hace la «gran ciencia». Acá quedaron jirones y el óxido de esa época dorada: una Clementina desarmada, unos laboratorios acumulando desuso, centros de investigación de excelencia con magros sueldos. Y no es que la ciencia argentina se caía, la ciencia seguía en pie, pero ahora funcional a entregar el conocimiento y la creatividad científica a esa «gran ciencia» que nos marca la agenda de lo que hay que investigar, de lo que hay que desarrollar, de los premios internacionales que hay que adquirir.

¿Qué fue de esa generación que pensaba la ciencia desde la política? ¿Qué fue de esa política científica fervorosa que se sentía en los pasillos de la universidad de los 60s? Una breve búsqueda por internet nos habla de la carencia de pensamiento que tiene la ciencia y la tecnología nacional como ejes.

El nuevo ministerio que Paenza alabó es digno de un aplauso en un acto (http://www.diarioregistrado.com/nota-49572-Martin-Fierro-Paenza-reivindico-a-Nestor-y-a-Cristina-Kirchner.html) . Pero la política debe dedicarse a encontrar los claroscursos de la actividad científica, cuestionar, preguntar, difundir la duda fundamentada.

Alguien sabe¿ para quién investigan los científicos?¿por qué vuelven de afuera los científicos ?¿Quiénes se van y por qué? ¿Qué es la CNEA, el CONICET, el INTI ,el INA, el SEGEMAR, el INTA? ¿Quiénes le dan su valor institucional: la sociedad, Paenza, o las multinacionales extranjeras?

La generación de pensadores y políticos científicos de los 60s ya se estarían dedicando a responder a esa avalancha de interrogantes que desbordan la mente de quien escribe y de los que escribirán ahora sobre esto.

 

 

Acerca de jacobino

Estudiante de la eterna y dantesca carrera de Ciencias de la Comunicación en la UBA. Apasionado por las ciencias duras, y por eso mismo estudiando las ciencias sociales, para confirmar que todo hombre vive y sobrevive a las paradojas

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9 comentarios en «¿Y cuándo hablaremos de política científica?»

    1. No sé si es la política oficial, tiene directrices interesantes (mayor difusión y comunicación, repatriación de científicos, teneder hacia el 1% de PBI en investigación y desarrollo)
      El tema es eso,: dejar de pensar que la politica oficial puede generar la politica cientifica y empezar a discutir desde lo «no oficial», desde abajo. No debemos esperar a que la agenda sea marcada desde el ministerio de ciencia.
      Sin embargo, fijate qué poca importancia tiene que es muy dificil iniciar un debate

      1. El problema reside en que es muy marketinero hablar sobre educación y desarrollo por alguna eventualidad de la coyuntura, pero después nadie se dedica a dar difusión a las distintas iniciativas. No es lo que interesa mostrar.

  1. Tu idea de discutir el tema es muy buena, Jacobino, pero desgraciadamente caes en la mencion de un grupo de buenas noticias que solo sirven para decir «algo hicimos, algo estamos haciendo». Mas alla de que los indices sean ciertos o no tanto, politica cientifica significa algo distinto: una vision a largo plazo y no de la mera coyuntura, una idea de que queremos ser de aca al 2050. La politica cientifica no puede ser kirchnerista o no ser; como en paises donde desde el Estado y las industria se apuesta fuertemente a muy largo plazo, es un asunto que requiere articulacion de muchas fuerzas y gran consenso, palabrita maldecida en este ambito porque la idea de cualquier politica es ganar e imponer hasta que venga el nuevo iluminado que quiera inventar la polvora desde cero.
    El segundo obstaculo es la falta de conocimineto de nuestros representantes en materia de ciencia, tecnologia y de como todo esta enlazado con la educacion, los servicios publicos y la matriz economica de cualquier pais. Aqui, en mi opinion, son todos indefendibles y ocultan esta ignorancia de lo mas peligrosa en cierta «cultura de la calle y el tablon», de tipos duros a los que no este tipo de discusion les queda chica. Apuesto unos cuantos mangos a que salvo el ministro de Ciencia, un tipo honesto y capaz pero cercado por estos mismos tipos y sin poder real, nadie ha jamas abierto un libro de Sadosky, Klimosky, Bunge, Cereijido, etc. (espero que esta lista personal no sea otro objeto de «character assesination»). No se puede discutir programas e ideas a futuro con ignorantes. Leer que el «referente» en cuestiones de ciencia es Adrian Paenza da una idea de cuan el la lona estamos.

    Jacobino: en este tema hay que abrir la cabeza a las ideas de todos, hay que dejar de referenciar la diaspora de la Noche de los Bastones largos como el tipico ejemplo de todo lo malo que nos pasa en este asunto (hay otros mas actuales y de igual y ponerse a estudiar como funcionan realmente las cosas en nuestro pais y, sobre todo, en paises donde ciencia, tecnologia y educacion posibilitan mejores condiciones sociales y libertades individuales y colectivas. Personalmente, creo que el conocimiento cientifico y el progreso tecnologico, apoyado con politicas de Estado permanentes, es la llave que nos permitira solucionar nuestros principales problemas como pais.
    Saludos

    1. Coincido, compañero Homero, menos en mi mención de «La Noche de los Bastones Largos», ya que se entronca con el inicio del artículo que habla de la cenmemoración de Clementina como la antesala a la tragedia.
      Y la Noche de los Bastones Largos no debe ser agotada y dejada atrás en el relato científico y tecnológico nacional, si es posible volver a nombrarla mil veces más. Es necesario rescatarlo como signo y símbolo de lo que me hablás acerca de la «ignorancia» de la dirigencia política en ésta materia. Las cosas se vuelven típicas cuando son clichés que no aportan, y creo que esa noche aporta y demasiado a las problemáticas que vos mismo evidencias. Esa nefasta noche debe ser parte de una bandera, de una causa, y de un símbolo de lo que debe saldarse. Siguiendo tu razonamiento, hay que «olvidar otros hechos» por considerarse típicos, cuando acá no estamos discutiendo tipificaciones ni lugares comunes sino la posibilidad de agotar esos lugares con la enseñanza de la politica cientifica, con politicas en cyt activas donde se encuentre la memoria de esa noche.
      Porque esa noche no solo se echo a cientificos de universidades a palos, sino que se acabó con una visión global de la ciencia, se acabó con algo que despertaba y molestaba a unos cuantos.
      Particularmente y más acá, lo doloroso es que la ciencia se hace ahora desde el mincyt y tiene poca relevancia el despliegue de una politica cientifica «de base» , que sea un elemento cultural difundido. Barañao sabrá acerca de ésto pero sus lineas políticas deben ser discutidas ya que tienen claroscuros que necesitan de interlocutores que los cuestionen. Que lindo sería en una mesa de domingo el CONICET la industria y los subsidios FONTAR sean parte de una discusion, breve pero activa.

  2. Hola, soy becaria de CONICET y muchas veces se tiene el mismo sentimiento, que no hay política científica. Si bien el gobierno k hace 8 años amplió enormemente las posibilidades para los jovenes investigadores, la comunidad científica premia la generación de «papers», solo las publicaciones de carácter científico y es casi imperceptible el esfuerzo que uno hace por difundir o interiorizar a la comunidad de la importancias de nuestras investigaciones. La filosofía es parte de nuestra formación, por lo tanto conocemos las inquietudes que los epistemologos nos plantean, sin embargo cuando uno tiene resultados y propuestas para mejorar el nivel de vida de nuestra comunidad muchas veces nos vemos burlados, y hasta me atrevo a decir que «usados», cuando trangiversan nuestros informes para obtener un beneficio político.

    1. No sé en qué sentido hablás de la idea de «beneficio político», pero sí, debe haber beneficio político siempre y cuando se piense políticamente la ciencia, es decir, se discutan sus usos, sus circulaciones, su historia misma. Acá no refutamos logros visibles, acá reclamamos algo necesario: interesarnos por la producción científica y tecnológico no en terminos de sensacionalismo y logro pasajero, sino en tanto actividad cotidiana. Y lo del exitismo cabría dentro de la categoría sensacionalista: el paper es más medida de méritos que otra cosa.- El paper es resabio del academicismo mas puro inserto en las instituciones de cyt.

      1. Hablo de las ventajas políticas que muchas veces se toman bajo el nombre de la «ciencia» para el beneficio de unos pocos…Pero indudablemente hay que generar una política científica, es un camino el cual, creo yo, ya comenzamos a generar.
        En las instituciones científicas se está promoviendo un espacio becarios donde se comenzó a pensar un poco más en construir una política científica.
        Dejo un link sobre el tema:
        http://sur.elargentino.com/notas/con-una-pasion-cientifica
        y gracias por la nota!

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