Carta abierta a los padres argentinos

Encontré esto de revista gente de 1976.

En estos días se escucharon cosas parecidas relacionadas

con la toma de los colegios secundarios en la Ciudad Autónoma

por parte de los jovenes estudiantes.

Buenos Aires, 16 de diciembre de 1976
(Revista «Gente». Texto completo)

Pasaron los buenos y viejos tiempos. ¿Se acuerda? Un día de marzo. Primer día de clases. Guardapolvo blanco y almidonado. Trenzas. O moño azul. Su hijo o su hija «empezaban la escuela», como solía decirse. Mucha emoción, un poco de miedo, algunas lágrimas. Pero en el fondo, una gran tranquilidad. «Me dijern que la señorita Rodríguez es una monada, que quiere mucho a los chicos». Después, la primera fiesta patria. Y su hijo, a lo mejor, abanderado. Los buenos y viejos tiempos.

Así, a vuelo de máquina, le quiero recordar algunos hechos, algunos nombres, algunas cifras. Después del 25 de mayo de 1973, cuando Cámpora asumió el poder y liberó a los guerrilleros, la izquierda marxista que había trabajado en todos los frentes para facilitar ese asalto al poder recibió el premio más codiciado: la conducción de la educación del país. Un marxista ocupó el Ministerio y un cura tercemundista que había dejado los hábitos para casarse quedó como responsable de la enseñanza privada. La guerrilla ocupó facultades, expulsó profesores y convirtió las aulas que usted pagaba -no lo olvide, que usted pagaba- en arsenales y muestrario de hoces y martillos y banderas rojas. A su hijo le impusieron una materia (estudios de la realidad social argentina) que lo obligaba a leer libros de Marx, Engels, Fidel Castro y el «Che» Guevara. A eso se le llamó «transformación educativa y cultural». Linda frase. Sonora. A lo mejor a usted mismo le pareció, entonces, algo importante. ¿Sabe qué significó esa materia y esa «transformación educativa y cultural»? Anote: 5757 profesores expulsados. En pocas palabras, una purga marxista a la manera de la Unión Soviética. Su hijo, por aquellos días, oía hablar del «compañero decano», de «liberación», de «patria socialista». El marxista peronista Rodolfo Puiggrós gobernaba la Universidad de Buenos Aires, y la de Bahía Blanca la manejaba el terrorista Víctor Benamo. Mientras tanto, Francisco Urondo, un escritor marxista implicado en el asesinato del almirante Berisso, hacía y deshacía en Filosofía y Letras. Raúl Aragón, rector del Colegio Nacional Buenos Aires, proclamaba: «Los combatientes lucharon por el cambio y son la garantía de una Argentina que va hacia el socialismo. Hay que continuar la lucha..» Se llegó a proponer un sistema curioso. Que los alumnos se calificaran mutuamente, o bien que se prorratearan las notas. Ejemplo: su hijo, con esfuerzo y tal vez sacrificio, estudiaba y sacaba un 10. Un compañero de su hijo, que no estudiaba y se pasaba el día pintando carteles guerrilleros, sacaba un 1. Pero como estaba prohibido «estimular la competencia capitalista» el 10 de su hijo se dividía por 2, y así le tocaban 5 puntos al vago guerrillero, que además gozaba de todas las ventajas de una universidad gratuita. La que usted, con sus impuestos, les regalaba. Le puedo contar cien o mil casos similares. Pero creo que es suficiente.

Durante ese tiempo, muchos hijos de familias honestas y trabajadoras, de familias que los habían educado dentro de un sistema de valores donde Dios, la Patria, la familia, el respeto por el prójimo, la escuela, la propiedad y las jerarquías ocupaban un lugar importante, fueron adoctrinados sutilmente. Los ideólogos de turno les dijeron que todo eso era mentira, y en muchos casos consiguieron que su presa empuñara las armas y pasara a la guerrilla. Yo supongo que muchos padres vieron el peligro. Las malas compañías, las reuniones sospechosas, los libros extraños, el desorden de costumbres. Pero no hicieron nada. No se defendieron contra la agresión. Se callaron. Fueron cómplices. Por amor o por comodidad o por indiferencia o por cobardía fueron cómplices. No hablaron con sus hijos. No les preguntaron nada. No intentaron detenerlos. Tampoco denunciaron el caso cuando se desató -por fin- la lucha contra la guerrilla. Y a lo mejor terminaron en la morgue, reconociendo el cadáver de su hijo o su hija. Cuando era demasiado tarde para arrepentirse.

Después del 24 de marzo de 1976, usted sintió un alivio. Sintió que retornaba el orden. Que todo el cuerpo social enfermo recibía una transfusión de sangre salvadora. Bien. Pero ese optimismo -por lo menos, en exceso- también es peligroso. Porque un cuerpo gravemente enfermo necesita mucho tiempo para recuperarse, y mientras los bacilos siguen su trabajo de destrucción. Hoy, aún cuando el fin de la guerra parece cercano, aún cuando el enemigo parece en retirada, todavía hay posiciones claves que no han podido ser recuperadas. Porque hay que entender algo, con claridad y para siempre. En esta guerra no sólo las armas son importantes. También los libros, la educación, los profesores. La guerrilla puede perder una o cien batallas, pero habrá ganado la guerra si consigue infiltrar su ideología en la escuela primaria, en la secundaria, en la universidad, en el club, en la iglesia. Ese es su objetivo principal. Y eso es lo que todavía puede conseguir. Sobre todo si usted, que tiene hijos, no está alerta.

Entienda algo y de una vez por todas. Esta guerra no es de los demás. También es suya. Si usted manda a su hijo a un colegio -religioso o laico- cumple apenas una obligación civil. Eso no es lo más importante. Lo importante es que cumpla también con las leyes morales de su sociedad y su cultura. ¿Cómo? No es tan difícil. Interésese por los libros que los profesores o los sacerdotes le recomiendan a su hijo. Sea cauteloso ante las actividades escolares que no son estrictamente materias de promoción, como por ejemplo Catequesis o Moral. No mire con indiferencia o con absoluta conformidad otras actividades que se presetan a desviaciones: los campamentos, los encuentros de convivencia, los retiros espirituales, las visitas a villas miseria. Usted tiene una gran responsabilidad en esto. Porque uste no sabe -no puede saber- qué cara tiene el enemigo. O de qué se disfraza. Usted le entrega, le regala a su hijo a la escuela durante muchas horas por día – a veces durante semanas enteras- e ignora qué ocurre. Seguramente lo estarán educando como corresponde. Pero cabe la posibilidad de que no sea así. Y un día, cuando su hijo empieza a discutir con usted, cuestiona sus puntos de vista, habla de «brecha generacional», afirma que todo lo que aprende en la escuela es bueno y todo lo que aprenda en la casa es malo o está equivocado, ya es demasiado tarde. Su hijo está hipnotizado por el enemigo. Su mente es de otro. De allí a la tragedia hay un corto y rápido paso. Si eso ocurre y un día usted tiene que ir a la morgue a reconocer el cadáver de su hijo o de su hija, no puede culpar al destino o a la fatalidad. Porque usted pudo haberlo evitado.

Por ejemplo: ¿usted sabe qué lee su hijo? Repasemos. Yó sé que hay colegios donde «Cien años de soledad», de Gabriel García Márquez, es texto obligatorio. «Cien años de soledad» es para muchos una novela bien escrita, interesante, llena de ganchos, entretenida. Pero… ¿usted la leyó? A lo mejor no. Confía en que es buena porque leyó comentarios, críticas, elogios. Porque fue best-seller. Porque durante mucho tiempo medio mundo habló de ella. Y de pronto en esa confianza hay un error. Yo la leó y me gustó. Pero yo soy un adulto. Y tengo una hija adolescente. ¿Y qué quiere que le diga? A mí no me gusta que mi hija adolescente lea -y menos por obligación- una novela que rezuma sexo, hedonismo, infidelidades y descripciones sicalípticas. En otros colegios ya no se lee a Cervantes. Ha sido reemplazado por Ernesto Cardenal, por Pablo Neruda, por Jorge Amado. Buenos autores para adultos seguros de lo que quieren, pero malos para adolescentes acosados por mil sutiles formas de infiltración y que todavía no saben lo que quieren. Si usted no los leyó, léalos y saque conclusiones. Eso también es parte de su trabajo y de su responsabilidad en este tiempo y en esta guerra. Piense que si no lo hace, de pronto tiene que aceptar que «Las venas abiertas de América Latina», por ejemplo, sea uno de los libros de texto de su hijo. No se asombre. Ocurrió.

Por eso, por todo eso, y por mucho más, prudencia. Cautela. Vigilancia. Analice las palabras que su hijo aprende todos los días en la escuela. Hay palabras sonoras, musicales, que forman frases llenas de belleza. Pero que encierran claves que el enemigo usa para invadir la mente de su hijo. Cierto tono clasista en los comentarios, la palabra «compromiso», descripciones del mundo como un mundo de pobres y ricos, y de la historia como una eterna lucha de clases. Por ese trampolín se salta rápidamente de la educación bancaria (la tradicional, la que reconoce jerarquías: el alumno en el banco y el profesor en el estrado) a la «educación liberadora» que preconizaba Paulo Freire, un ideólogo de Salvador Allende. ¿Sabe qué postula la «educación liberadora»? Yo se lo digo. Nada de jerarquías. Igualdad entre profesores y alumnos. Lo mismo el que sabe que el ignorante. En una palabra: anarquía.

Creo que esta carta llega a su fin. De ahora en adelante mucho -casi todo- depende de usted. No basta con almidonar el guardapolvo, comprar los libros y los cuadernos, y pagar la cooperadora. Hay otras responsabilidades más profundas. Esté atento. No se deje sorprender. Cuando le digan que un colegio es «serio», no traslade toda la responsabilidad a los otros. Interésese. Averigüe y controle. Esta carta no pretende alarmalos, señora, señor. No le pide tampoco que desconfíe hasta de su sombra. Simplemente le pide prudencia, que se interese -con más esfuerzo, si es posible- por el mundo que rodea a su hijo. ¿Sabe por qué? Porque lo que pasó durante la pesadilla del Camporismo no surgió por generación espontánea. Fue el resultado de veinte años de «trabajo» sutil de una cultura para matar otra cultura. Y ese trabajo sigue. En muchas trincheras. Se acabaron los buenos y viejos tiempos. La señorita Rodríguez puede ser una monada. Pero no deje librado todo a otros. Porque si usted se desinteresa, no tendrá derecho a cultar al destino o a la fatalidad cuando la llamen de la morgue.

Un amigo»»»»

Era masiva la lectura de gente, en esos años?

Dejó alguna enseñanza? Algún aprendizaje?

Escribían así todos los medios? o solo las revistas?

32 comentarios en «Carta abierta a los padres argentinos»

  1. ¿quien lo redacto?¿monseñor Plaza?¿Videla?¿y el silencio ante el trrorismo de Estado?¿y frente a la ley de prescindibilidad?¿recusito B.Neustadt?…la democracia empieza por xasa,los padres no deben ser abandonicos,deben dialogar con sus hijos,ciudarlos,enseñarles a ciudarse(Spencer,siglo XIX)pero analicemos como esta esta toda la sociedad ahora,por favor.

  2. Textos maccartistas como éste eran la norma por aquellos días. La «Gente» de Chiche Gelblung y Renée Sallas sobreactuaba lo que Clorín (Y ni que hablar de La Nación) decían. Todo era sospechoso. El «Se viene el zurdaje» de la momia de los almuerzos es apenas un resabio del pescado podrido que leíamos por entonces, incluyendo las notas sobre los «subversivos arrepentidos» de Clorín, de la «Campaña Antiargentina» de Para Tí.

    Por éso digo, ya se está juzgando a los autores materiales de los crímenes de lesa humanidad. Vayamos por los autores intelectuales. Como éste «amigo».

  3. Hay una idea luminosa en la nota: Las Venas Abiertas de A. Latina debería ser una lectura obligatoria en las escuelas, y tambien Fuenteovejuna.

  4. Horror! Yo tenía 14 años, pero jamás lo olvidé….aun siento el mismo asco que me produjo entonces, recuerdo que lo lei al pasar en la biblioteca del barrio (en casa no comprabamos Gente, mi papá la odiaba) pero corri a llevarsela, y se entristeció muchísimo, a pesar de que me llevaba 40 años, era muy pata, me dejaba salir siendo muy chica para la época, me hablaba de literatura, juntos escuchabamos rock…En mi caso, chica de un pueblo de provincia, familia sin militancia politica, clase media baja, fue como un clik, a partir de ese momento nació, por así decirlo, mi mirada crítica hacia la prensa, y hacia algunos «relatos» que a lo largo de mi vida me quisieron hacer creer.
    Tambien esa nota la comenté en la escuela,y la directora me mandó llamar, recuerdo la sorpresa de mis compañeros, yo era uno de los mejores promedios, y me portaba bien, que pasaba??? pero ella me dijo que nunca perdiera esa mirada, esa capacidad de indignarme ante lo que consideraba injusto y luego, dirigiendose a toda la clase: los compadezco: a ustedes les tocará vivir el peor momento de nuestra historia a la mejor edad…

  5. También en esos días se publicaba esto, en un periódico que se destacaba por ser pionero en la defensa de los derechos humanos y denuncia sobre los desaparecidos:
    Editorial del diario » BUENOS AIRES HERALD» dirigido por Robert Cox,recientemente recordado por su trayectoria,del día 21 de julio de 1976, con motivo de la muerte de Santucho.-
    «Va contra la naturaleza humana el alegrarse ante la muerte de otra criatura humana, pero la gente más decente y la de mejor corazón en la Argentina y en cualquier otra parte del mundo, no podrá evitar un sentimiento de profundo alivio ante la noticia de la muerte, el lunes por la tarde, de Roberto Mario Santucho». Este aborrecible individuo, y sus igualmente desagradables compinches, muertos también el día lunes -la lista completa no ha sido aún entregada por las autoridades a tiempo para su publicación- han causado durante los últimos años incalculable angustia y sufrimiento en la Argentina. Para muchas personas el sentimiento de alivio ante su muerte se verá también conformado por una satisfacción enteramente humana, en cierta medida como un sentimiento de venganza por los miles que han muerto merced a la delirante locura de Santucho y sus secuaces.
    Afortunadamente Santucho ha seguido el camino de otros líderes igualmente asesinos, como Ernesto Guevara, con quien Santucho fue comparado en cuanto a importancia.
    Pero hay en esto una moraleja, que consiste en que cuando las fuerzas armadas dejaron de verse deliberadamente entorpecidas por la esfera gubernamental, como ocurrió durante el nefasto período peronista, comenzaron a tener un éxito tras otro en su lucha contra el terrorismo. La declinación comenzó aparentemente cuando Santucho grandilocuentemente decidió escoger la selva tucumana como base de operaciones, olvidando que el mismo Guevara fue vencido por el gobierno boliviano: entonces ¿qué posibilidades tenía un líder de menor envergadura contra un ejército aun mayor? .
    «Lamentablemente, esto no pone punto final a la organización siniestra en- cabezada por Santucho. Pero su eficiencia ha sido pulverizada por una serie de efectivos golpes militares: más de 100 adeptos muertos en diciembre, cientos más muertos a partir de entonces, la mayor imprenta de la organización descubierta la semana pasada, y ahora Santucho y probablemente muchos otros líderes máximos, también muertos.
    «Todos los Santuchos del mundo no pueden compensar la vida de los civiles, soldados y otros miembros de seguridad que han muerto -en muchos casos simplemente asesinados, sin estar remotamente comprometidos paramilitarmente. Hasta cuando Santucho fue hacia su muy demorada muerte, otro soldado cayó con él: el capitán Juan Carlos Leonetti, quien, según se reveló, era uno de aquellos a cuyo cargo estaba seguir a Santucho y capturarlo o matarlo. Leonetti es otro de quienes -pese a la culposa indiferencia de mucha gente en la Argentina- ha muerto por preservar el modo de vida que ha sido acordado por todas las personas responsables en este país.
    «Con Santucho muerto, la lucha debe proseguir hasta que se liquide todo vestigio del cáncer. El resultado no estuvo jamás en duda, pero con cada nueva victoria militar se aproxima mas el día en que el terrorismo se desvanecerá en la memoria de la Argentina.”

  6. Digno antecesor de estos escribientes procesistas, era el muy peronista ministro de educación Ivanissevich, y su no menos nazi decano de la UBA Ottalagano.
    Personajes siniestros, olvidados de la memoria peronista, algunos reciclados alegre e inexplicablemente en estos días, solo como parte de tácticas nefastas dentro de una de las guerritas de poder en curso.

  7. El comportamiento de los grandes medios durante la dictadura revela lo profundamente equivocada que esta Lilita cuando dice que Clarin es la «ultima muralla».Es la vigencia de la democracia la que garantiza la libertad de prensa y no al reves.Si,Dios no lo permita,la Argentina retornara al regimen dictatorial que no espere que Magnetto o la familia Mitre la salve.

  8. si algo me faltaba para conocer a Daio ahora lo expresa claramente,manifestando no solo una posicion que no comparto,sino una incomprension de la epoca que señala muy triste.A David le sirve el tema para enfocar los aspectos facistas del peronismo,en su populismo de derecha,hoy transfornado sin duda.

    1. Dicho esto, vivimos tiempos un poco mejores, donde discursos como éste y el del BA Herald no se animan a decirlos en público ni el más recalcitrante gorilazo.

      1. Por supuesto que hoy es embromado decir en público estos discursos, pero ahí están, en ese pasado que no se puede cambiar.- Y hay muchos más.-
        Jacobo Timerman escribía en “La Opinión” del 14-09-1976: “Casi no pasa un día sin que se reciban en La Opinión cartas y llamadas telefónicas acerca de los derechos humanos en la Argentina. En varias oportunidades, convencido de que así ejercía su responsabilidad periodística, éste diario dio cabida a alguno de aquellos testimonios. Cuarenta y ocho horas después del alevoso crimen (habían muerto once policías y dos civiles en un atentado terrorista), La Opinión no ha recibido ninguna carta, ningún llamado telefónico sobre los derechos humanos de los trece argentinos asesinados por la guerrilla en Rosario. Es terrible. Y merece ser meditado Quien denuncia un solo extremo de la violencia es cómplice del otro extremo. Esta es nuestra protesta, frente a unos y otros. No importa, sin embargo, que unos y otros, los dos extremos de la violencia, nos sigan considerando sus enemigos. Lo somos”.-
        Alguien podría decir que esto es un adelanto de la teoría de los dos demonios. No lo es. Es una descripción de la violencia existente en esos tiempos, llámesele guerra, guerra civil, guerra revolucionaria o como se la quiera llamar.-
        El pasado podrá ser objeto de nuevas interpretaciones, valorárselo de forma diferente, conocerlo mejor, pero como fue y como lo entendieron quienes vivían en esa época y actuaron en consecuencia, no puede modificarse, y como hasta ahora no se ha logrado inventar una máquina para poder viajar hacia el pasado, ese pasado sigue siendo una construcción de quienes lo vivieron, obra de sus aciertos y sus errores, de sus flaquezas y sus grandezas, manteniéndose inmutable, a pesar de los esfuerzos de rehacerlo desde el presente, especialmente por aquellos que hoy se rasgan las vestiduras por los derechos humanos que no supieron defender en esos tiempos.-

      2. Ignoro si Daio, cuando menciona que ese pasado se mantiene «inmutable, a pesar de los esfuerzos de rehacerlo desde el presente especialmente por aquellos que hoy se rasgan las vestiduras por los derechos humanos que no supieron defender en esos tiempos» incluye a su referente política, quien en la actualidad no se presenta precisamente como defensora de los derechos humanos aunque sí como adalid de la moral republicana y en su momento beneficiaria del decreto Nº 72 del 23 de febrero de 1979 (firmado por el entonces gobernador de facto de la provincia del Chaco, general Serrano), por el cual fue designada abogada asesora de la Fiscalía General, para ascender al año y medio al cargo de Secretaria de la Procuración del Superior Tribunal de Justicia de esa provincia, con nivel y jerarquía de Juez de Cámara.

      3. Cada uno deberá hacerse cargo de su pasado, incluida «mí referente».
        En tal sentido, no está de más recordar palabras de un referente importante de la justicia de estos tiempos, son los que efectuare durante la audiencia pública realizada para la designación del Dr. Eugenio R. Zaffaroni como ministro de la C.S.J.N “Sr. Presidente. — […] Pregunta N/ 81. Con relación a su nombramiento y actuación como juez en dos gobiernos militares: ¿cómo valora haber asumido como juez del proceso, acción que si la realizara de acuerdo a la normativa constitucional y legal vigente significaría ser considerado infame, traidor a la Patria y pasible de una sanción de hasta veinte años de prisión, más inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos?
        Sr. Zaffaroni — Lo evalúo generacionalmente y asumo la responsabilidad generacional como corresponde. Comparto con toda mi generación. No era un militante político. Era un abogado, un juez, un funcionario. Lo tomábamos como una profesión. Nací y me crié en medio de convulsiones políticas y de tipo institucional, como toda la gente de mi generación. Por supuesto que uno tenía el deseo de que el país pudiese tener instituciones estables y no todo ese tipo de accidentes. Viví la alternancia de gobiernos de facto con gobiernos de jure y de medio jure, con el partido mayoritario proscripto durante muchos años. Sufrí todas esas alternativas como las sufrió toda mi generación. Y estábamos habituados a ver como normal lo que era anormal […] Los que nacieron o se criaron en los últimos veinte años quizá no lo entiendan. Es una vivencia por la que asumo la responsabilidad, pero junto con toda mi generación. A partir de ese después, cuando uno en perspectiva de lo posterior juzga lo anterior —naturalmente, ya sabe lo que pasó—, es fácil hacer ese tipo de juicios. Desde la perspectiva de esa cultura caótica en la cual nos criamos era distinto.” (Versión taquigráfica, Cámara de Senadores de la Nación. Reunión de la Comisión de Acuerdos. Salón Manuel Belgrano. Anexo H. Senado de la Nación. 6 de octubre de 2003.
        Saludos.-

      4. Mientras que el juez Zaffaroni asume su «responsabilidad generacional como corresponde», la diputada Carrió -nombrada en su momento por un decreto que la tuvo como única destinataria- dio un pueril descargo de su actuación durante la dictadura, aduciendo que «necesitaba tener una obra social». Descargo lamentable para quien se asume como guardiana de la ética republicana

      5. Recuerdo que Carrió fue designada en un cargo administrativo, no judicial, a diferencia de Zaffaroni, que fue juez penal durante el llamado proceso, nada menos.
        Y que como Juez Penal tuvo el triste mérito de que fue el primero al que la Corte del proceso le revocare un hábeas corpus, recriminándole su actuación, según se recuerda el caso ocurrido el 19 de agosto de 1977, una joven de diecinueve años fue detenida en un colectivo y derivada hacia la comisaría 49 de la Capital Federal, junto a otros pasajeros. Nunca más se tuvo conocimiento de su suerte.
        Su padre, César Ollero, presentó un hábeas corpus ante el Juzgado de Sentencia Letra V, por ese entonces a cargo del Dr. Eugenio Zaffaroni, quien el 4 de octubre de ese año falló el rechazo del hábeas corpus tramitado.
        Se deduce, por lo expuesto en las instancias superiores, que el juez solicitó a los diferentes organismos de seguridad oficiales información sobre el paradero de la joven, éstos desconocieron la situación planteada y el juez consideró suficiente lo actuado y rechazó el pedido.
        El padre de la víctima recusó el fallo del juez Zaffaroni ante la Cámara Criminal Federal, la que con fecha 8 de noviembre de 1977 avaló lo actuado por el juez.
        El 27 de diciembre de 1977 entró la nueva instancia a la Corte Suprema de Justicia de la Nación, quien se expidió el 25 de abril de 1978, revocando con duros conceptos lo actuado por el juez, según consta en los puntos 4) y 5) de fallo del supremo tribunal que se transcribe más abajo.
        Cabe destacar que este fue el primer fallo de la Corte que revocó el rechazo de un pedido de hábeas corpus de una persona desaparecida durante el gobierno militar.
        El fallo de la Corte dice así:
        Considerando:
        1º) Que la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional de la Capital confirmó la sentencia del juez de primera instancia, que rechazó el pedido de hábeas corpus interpuesto por su padre a favor de Inés Ollero, en razón de que de los informes recibidos de los pertinentes organismos de seguridad surgía que la nombrada no se encontraba privada de su libertad por ninguna de las autoridades consultadas. Contra ese pronunciamiento interpuso el presente recusó extraordinario que, al ser denegado por el a quo, dio motivo a la presente queja.
        2º) Que existe en autos cuestión federal, tanto por la naturaleza del asunto, cuanto por la alegación de haberse lesionado la garantía de la defensa en juicio, al omitirse la consideración de algunas pruebas y no haberse proseguido la investigación según lo exigían las constancias de la causa.
        3º) Que si bien es exacto que de los informes obrantes en autos resulta que los organismos de seguridad no habrían adoptado medidas restrictivas de la libertad de la Srta. Ollero y que ésta no se encuentra a disposición de los citados organismos, no lo es menos que existen en autos probanzas que fundan una seria presunción de que la nombrada integraba un grupo de personas pasajeras de un colectivo, a cuyo respecto se desarrolló un operativo de control y que todas aquellas fueron trasladadas a la Comisaría Nº 49. Ello surge del mensaje militar de fs. 24, informe de fs. 45 y declaraciones testimoniales de fs. 29, 30, 31 y 32, coincidentes en varios aspectos, incluso en cuanto al número interno del colectivo aunque no en el de la línea a que pertenecía.
        4º) Que, frente a ello, el señor juez debió extremar la investigación adoptando las medidas necesarias que exigían las constancias de autos referidas, a fin de esclarecer debidamente lo relativo al estado y situación personal de la nombrada y la verdad de lo acontecido, toda vez que de las citadas probanzas surgía prima facie que aquélla estuvo privada de su libertad por obra de funcionarios públicos.
        Ello así, por cuanto la institución de hábeas corpus , enderezada esencialmente a restituir la libertad en forma inmediata a quien se encontrare ilegítimamente privado de ella, exige se agoten los trámites judiciales que razonablemente aconsejan las circunstancias a fin de hacer eficaz y expeditiva la finalidad del referido instituto establecido por la Constitución y por la ley.
        5º) Que no obsta a la conclusión expuesta el hecho de que el señor juez haya remitido fotocopia de actuaciones a fin de que, por quien correspondiere, se investigara la posible comisión del delito de privación ilegal de la libertad de la Srta. Ollero. Esta medida no subsanaba ni reemplazaba las exigencias ineludibles a que se ha hecho referencia en el considerando precedente. Además, a la fecha de la sentencia de Cámara que confirmó el rechazo del hábeas corpus (fs. 65) el juez que entendía en las actuaciones relativas al citado delito ya había sobreseido provisionalmente en la causa (cf. fs. 57 vta. del expediente agregado), con lo que la suerte de la Srta. Ollero quedaba en total incertidumbre.
        Por ello, oído el señor procurador general, se hace lugar a esta queja y no siendo necesaria otra substanciación se revoca la sentencia de fs. 65 del principal, debiendo volver los autos al juzgado de origen a fin de que se continúe el trámite de la causa conforme a lo establecido supra . Suscripto por Adolfo R. Gabrielli, Abelardo F. Rossi, Pedro J. Frías, Emilio M. Daireaux.

      6. Moisés resolvió el problema generacional admirablemente:
        40 años en el desierto, que se murieran todos los que vivieron el Proceso (¡Perdón!: la esclavitud en Egipto), para dar la Tierra Prometida a las jóvenes generaciones que no sabían (ni querían saber) qué tan distraídos habían estado sus padres, y sus hoy aguerridos gobernantes y demás políticos tan luchadores, también distraídos cuando las papas quemaban.

      7. El hiperinformado Daio trae a colación el «caso Ollero» para mostrar la connivencia (o, cuando menos, la permisibilidad) de Zaffaroni con la dictadura. No voy a ser yo quien asuma la defensa de Zaffaroni (él la hizo mucho mejor que puedo hacerla yo, cuando refutó las objeciones a su propuesta como miembro de la CSJ), pero no voy dejar de señalar algunas cuestiones referidas al «caso Ollero».

        1) En el sitio http://www.desaparecidos.org, leemos:
        «La experiencia política de César se puso en juego: Si Inés estaba secuestrada lo primero que tenía que lograr era que el Poder Ejecutivo la reconociera como presa, la “blanquera”. Con ese objetivo, César presentó en la Justicia un recurso de Habeas Corpus.
        Por entonces la gran mayoría de los jueces rechazaban los recursos que los familiares presentaban en los juzgados, habían pocas excepciones y a César Ollero le tocó en suerte un juez que antes de rechazar el recurso ordenó comparecer a los 35 policías de la seccional 49 que trabajaron no solo el
        19 sino también el 20 de julio de 1977, a los presos que estaban en la comisaría, al colectivero y a los pasajeros. Por informes llegó al director de la Escuela de Mecánica de la Armada, en ese momento Rubén Chamorro. Cuando el expediente ya tenía 240 fojas, el Juez de Primera Instancia, Raúl Zaffaroni, había completado el recorrido de Inés.»
        (sigue)

      8. 2) Pero, según César Ollero, padre de Inés, en realidad no fue Zaffaroni quién firmó el rechazo al hábeas corpus, ya que se encontraba de licencia:
        «–¿Usted conoció a Zaffaroni ya en 1977?
        –Sí. Era juez de primera instancia.
        –¿Cómo lo conoció? –Llegué con el caso de mi hija y le dije: “Antes de rechazar el habeas corpus déme 15 días”. No solo me creyó sino que firmó un papel avalándome. Puso que yo era una persona honorable cuando ni me conocía. Y le cumplí. Le llevé al chofer del colectivo y a dos de los 15 pasajeros que habían sido demorados.
        –¿A él le presentó el recurso de habeas corpus por su hija?
        –Sí. […]
        –¿Qué contestó Zaffaroni a su pedido de habeas corpus? –preguntó ayer Página/12 a César Ollero.
        –No lo contestó.
        –¿Y qué hizo?
        –Nada. Zaffaroni estaba de licencia.
        En ese punto de la charla Ollero extendió un papel fechado el 4 de octubre de 1977. El juez dice que “de las contestaciones recibidas” de los organismos de seguridad “se desprende con claridad que Inés Ollero no se encuentra privada de su libertad por disposición de ninguna de dichas autoridades”, y rechaza el habeas corpus.
        –Mire la firma –pidió Ollero–. No es la de Zaffaroni, es la del juez subrogante, León Arslanian. Aunque debo decirle que incluso Arslanian dejó una puerta abierta para la investigación.[…]
        Luego de que el caso pasara por la Cámara Federal y por la Corte Suprema, Zaffaroni siguió con la investigación. Ordenó comparecer a los 35 policías de la seccional 49 que trabajaron no solo el 19 sino también el 20 de julio de 1977, a los presos que estaban en la comisaría, a los representantes de las líneas de colectivos números 111 y 187, al colectivero y a los pasajeros. Por informes llegó al director de la Escuela de Mecánica de la Armada, en ese momento Rubén Chamorro, y también recabó datos al Cuerpo de Ejército Uno, el Ministerio del Interior, el Comando en Jefe del Ejército y la Policía Federal.
        Cuando el expediente ya tenía 240 fojas, algo poco habitual para un trámite de habeas corpus, y más con los jueces de tiempos de la dictadura, Zaffaroni se lamentó en un fallo del 25 de septiembre de 1978 que no hubiera “quedado, hasta ahora, establecido, de un modo incontrastable, qué autoridad pública ha restringido o restringe sin derecho la libertad de la beneficiaria señorita Inés Ollero, y ni siquiera si, en efecto, se trata de alguna autoridad”.»

        ¿Qué opinión tiene César Ollero sobre la actuación de Zaffaroni en este caso?
        «El 15 de diciembre de 1977 un fallo de la Cámara Federal, firmado por Guillermo de la Riestra, Horacio Vera Ocampo y Néstor Nicolás Gómez, con José Massoni de secretario, ordenó a Zaffaroni seguir investigando luego de elogiar su “exhaustiva y tan meritoria investigación cumplida”, a tal punto que acreditó que el procedimiento “fue efectuado por personal de la Escuela de Mecánica de la Armada, al mando de un oficial presumiblemente de grado de teniente”.
        Ya con el aval de la Cámara, Zaffaroni avanzó hasta construir lo que César Ollero definió ayer como “el juicio de habeas corpus más completo del mundo”.
        –La investigación fue tan buena que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA eligió el caso de mi hija para dar referencias, en 14 páginas, de todo el andamiaje de la dictadura. Y la posibilidad de llegar a expresar al conjunto de los afectados se desprendió de aquel trámite de habeas corpus. La misma Comisión elogia “las investigaciones realizadas por el juez de la causa”.
        –¿Usted vio a Zaffaroni desde aquel momento, señor Ollero?
        –No.
        –¿Por qué se preocupa tanto ahora?
        –Porque lo atacan injustamente. Trabajó bien. Yo tengo una modesta opinión: “A tal señor, gran honor”. «

      9. Por otra parte, no puedo dejar de observar que los cuestionamientos a Zaffaroni no provinieron de los organismos de Derechos Humanos sino partieron desde «periódicos» como Seprin hasta «tribunas de doctrina» o legisladoras progresistas como Liliana Negre de Alonso.

        Con respecto a Carrió, tomo en cuenta que no fue designada en un puesto administrativo como el de empleado municipal o bancario, por ejemplo (que, supongo, hubiese aceptado sin ninguna vacilación, ya que tanta necesidad tenía de la Obra Social), sino que su nombramiento en el «cargo administrativo» de abogada asesora de la Fiscalía de Estado se debió a un decreto exclusivo de un general de la dictadura. Indudablemente, su desempeño en esa actividad fue brillante, ya que al poco tiempo tuvo un ascenso notable, donde, como Secretaria de la Procuración del Superior Tribunal de Justicia pasó a desempeñar una función con nivel y jerarquía de Juez de Cámara.

      10. Con relación al caso Ollero:
        El informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos del año 1980, fue muy crítico sobre la actuación de la justicia argentina, y no hace ninguna salvedad con relación al Dr Zaffaroni. En el Capítulo VI, luego de analizar el caso Ollero y transcribir el fallo de la Corte Suprema, dice: «Cabe, en efecto, reconocer que la responsabilidad principal de esa situación de efectiva pérdida de jurisdicción compete a los organismos que centralizan el ejercicio monopólico de la fuerza del Estado. Aún así ha de señalarse, en este Capítulo referido a la Administración de Justicia y al debido proceso, que los jueces no han instado medidas de excepción que permitieran esclarecer las situaciones de privación de jurisdicción que han debido enfrentar. En ninguno de los casos registrados, los jueces se han constituido en las sedes de los organismos que ejercitan la dirección y control del aparato de fuerza para constatar in situ la veracidad de los informes que se les brindaban. Tampoco han dispuesto especiales medidas de investigación, a pesar de la conciencia de la magnitud de los casos comprendidos, ni han sometido a proceso a ningún funcionario público que haya podido tener participación en los operativos de desaparecimiento de personas. No es admisible –y en particular no debiera serlo para los jueces—que tantos miles de casos de desaparecidos queden sin esclarecer y sin que ningún funcionario haya debido responder por esa ineficacia de quienes han asumido el ejercicio de la autoridad del Estado y que importa, entre otras obligaciones, la de garantizar la seguridad de la comunidad.En síntesis, el Habeas Corpus en Argentina ha significado una verdadera frustración de este derecho, lo que ha quedado en evidencia con el hecho de que en las miles de presentaciones judiciales en que se ha invocado, ningún Habeas Corpus ha logrado rescatar con vida siquiera un desaparecido y que, tratándose de detenidos sin proceso, sólo muy pocos Habeas Corpus, si es que alguno, fuera del interpuesto en favor de Jacobo Timerman, ha logrado la libertad del beneficiario.»
        El mismo Zaffaroni, en la audiencia del senado del día 6 de octubre de 2003, es interrogado sobre ese caso, y en ninguna parte afirma que el no fue el que firmó.
        Preguntado: «Por lo tanto, le voy a ir leyendo las preguntas y usted tendrá oportunidad para
        contestarlas.
        En primer lugar, doctor Zaffaroni: ¿Considera que lo resuelto por la Comisión
        Interamericana de Derechos Humanos en el caso Ollero constituye una clara
        protesta que afecta el prestigio de la Justicia de nuestro país?
        Sr. Zaffaroni. — Gracias, señor presidente: he explicado por escrito mi actuación en
        el caso Ollero. Creo que lo que ha manifestado la Comisión Interamericana en 1980
        y todo lo que ha acontecido con nuestra Justicia en el tiempo de la dictadura, es un
        baldón para el prestigio de la República Argentina.
        Sr. Presidente. — Segunda pregunta: ¿Estima que el considerando IV de la
        sentencia de la Corte Suprema en el caso Ollero es una seria crítica sobre el
        desempeño del tribunal ENTONCES A SU CARGO?
        Sr. Zaffaroni. — Sí, de muy mala fe. La Corte Suprema del Proceso, ante la
        inminencia de la llegada de la Comisión, adoptó una posición más avanzada que la
        que teníamos los ocho o diez jueces que investigábamos y que abríamos a prueba
        los hábeas corpus. Quiso salvar su responsabilidad y por ende emitió esa sentencia.
        Nos criticó a nosotros, cuando nosotros éramos severamente observados por todas
        las autoridades del Ministerio de Justicia. Y la prueba de esto es que ninguno de los
        jueces que abríamos a prueba los hábeas corpus fuimos promovidos durante la
        dictadura.
        La Dra Carrió tendría nivel y jerarquía de Juez de Cámara, pero no era juez, no tenía facultad de decidir causas, sólo de intervenir en cuestiones administrativas/judiciales que hacían al interés de la administración pública, no juzgaba a los particulares, muy distinto al caso de Zaffaroni.-

      11. La cita que hace Daio se refiere a una crítica general de la CIDH al accionar de la justicia durante la dictadura. ¿Alguien con sentido mínimamente crítico puede suponer que durante la dictadura, con el terror como forma de vida, la justicia funcionaba en forma independiente? (A modo de terrible ejemplo, recordemos “La noche de las corbatas”, ocurrida en julio de 1977). Ya, desde el comienzo, se nombró a dedo una CSJ que de hecho avaló incondicionalmente todo lo actuado por la dictadura, más allá de alguna mínima objeción formal.
        Pese a eso, en diversas instancias y ocasiones (así como también pasó en otros ámbitos, como la educación) se filtraron actitudes que iban a contramarcha de esa línea. De acuerdo a César Ollero, la actuación de Zaffaroni en el caso de su hija estaría encuadrada en esa conducta.
        Y esto nos remite a que Daio directamente ignora a quien rescata explícitamente la actuación de Zaffaroni: el padre de Inés, el mismo que presentó el hábeas corpus, EL MISMO DIRECTAMENTE AFECTADO POR EL TERRORISMO DE ESTADO.

        Del mismo modo, quien dice en el reportaje que Zaffaroni estaba de licencia y, por lo tanto, no firmó el rechazo, es César Ollero. Pero además (según el texto transcripto) muestra una copia de esa resolución que avala sus dichos.
        César Ollero no desmintió en ninguna parte ese reportaje, por lo cual hay que admitir que transcribe con fidelidad sus dichos. ¿Supone acaso Daio que (vaya a saberse con qué oscuros fines) mintió?

        La cita de Zaffaroni no aporta nada, porque tampoco en ningún momento dice que firmó el rechazo. Por otra parte, la CSJ terminó aceptando el hábeas corpus en 1978, pero eso no significó que Inés Olleros apareciera. Lo que determinó las responsabilidades del secuestro, de acuerdo a lo manifestado por César Ollero, fue la investigación promovida por Zaffaroni,

        Ya dije antes que no me interesa (y agrego: ni estoy capacitado para) asumir la defensa de Zaffaroni. Él tiene la suficiente competencia para hacerlo con total solvencia. Sí dije (y esto también lo salteó Daio) que los organismos de DDHH no impugnaron su candidatura; por el contrario, la avalaron, cosa extraña tratándose de alguien supuestamente colaborador de la dictadura. Las principales objeciones partieron, entre otros, ¡casualmente! de sectores ideológicamente afines al (o en algunos casos, directamente cómplices del) “proceso de reorganización nacional”.

        Por último: Si Zaffaroni, o Juan de los Palotes, hubieran sido jueces ruines durante la dictadura, ¿queda legitimada la actitud de Carrió en esa época?

      12. Creo que ha quedado bien en claro que el tema no era Zaffaroni, sino Carrió, a quien como opositora parece que se le tiene miedo.-
        Durante el proceso muchos jueces fueron cesanteados, entre ellos todos los del Fuero Federal de la capital, salvo Zaffaroni, y otros tuvieron la dignidad de renunciar.

  9. a los tipos que se equivocaron pero se jugaron por un pais mejor no se los puede tratar como lo hace Daio en su penultimo comentario,ni tampoco el Sr.Cox,un»liberal democratico» que no debe emgañarmps en cuanto a los intereses que de ultima defiende-

    1. Últimamente se está presentando una imagen errónea de Cox, como si fuera el señor liberal «bueno». 6-7-8 tiene gran culpa por difundir ese mito hace muy poquito.

      BAH de Cox apoyó sin reservas (o casi sin reservas) la política ecónomica de los genocidas. La supuesta defensa de los DDHH no tiene correlación con el apoyo explícito del diario a la orientación de la economía. A Cox que desaparecieran comisiones obreras de Mercedez Benz le generaba un problema de conciencia, pero lo superaba en la página siguiente con el apoyo explícito a la política de Martínez de Hoz, que necesitaba del genocidio. Basta de hipocresía que se babea con este gringo tan imperialista como Bush.

  10. lo que pasa es que 6,7,8,lo presemto como un referente no oficialista que sin embargo esta a favor del pluralismo propiciado por la nueva ley de medios-

    1. Es cierto Isabel, pero también usaron su nombre para decir que el BAH de Cox dio espacio a las denuncias por las violaciones de los DDHH mientras La Nación y Clarín eran socios de los genocidas. La leyenda debe balancearse recordando el alineamiento económico de BAH con los genocidas.

      De acuerdo con el propio Cox, el BAH está en la tradición liberal a la europea, que vendría a representar el centro. A mi me parece un diario que fue (y supongo que sigue siendo) de derecha en lo económico, aunque en sus escrúpulos liberales hubiera permitido otras opiniones (si es por eso, yo recuerdo columnistas del PO en Ámbito Financiero de Ramos).

      1. Que oscuros y siniestros son los mundos totalitarios, en lo que solo cabe el pensamiento único, donde no se toleran la libertad de pensamiento, la diversidad de opiniones, donde existe una sola forma valida de ver las cosas.

        Dios quiera que nunca nos gobiernen un tiranos que se consideren enviado por dios o que sean capaces de cometer cualquier tipo de atropello en nombre de dios o del pueblo.

        Que triste cuando algunos intentan ver la realidad solo en negro o en blanco, reduciendo todo a los «buenos por acá» y «malos estan allá», negandose a ver tanto matices como lo contradictoria que resulta en muchos casos vida.

    1. Ana Belén:
      Cuando a uno le interesa realmente conocer el pasado,hay que leer esos textos, que muchas veces resultan desagradables, pero era la forma como los que vivían y construir la historia entendían la realidad. Algunos mentían, otros eran sinceros, demasiados sinceros para nuestros tiempos. No existe manera de modificar esos textos o eliminarlos, algunos preferirían poder hacerlo.- Algunos quisieran poder hacer como en la novela 1984 de Orwell, ir cambiando lo escrito, según cambian los vientos de la historia, pero sabemos que eso es imposible.
      Muchos de los que vivieron los 70,una vez que el peronismo dejó de estar proscrito, y regresa Perón, entendieron que no tenía sentido continuar con la violencia, y rechazaron toda clase de violencia y especialmente la que provenía del ERP y Montoneros, que siguieron con su actividad guerrillera durante el gobierno constitucional. La mayoría del pueblo había votado por Perón, no por una revolución.- Lo que siguió ya lo conocemos un poco mejor.-

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