Guantánamo

Si estamos todos de acuerdo en que cuanto mejor, mejor, el cierre de Guantánamo debe ser una buena noticia. Guantánamo es, posiblemente, el símbolo de todas las atrocidades y arbitrariedades cometidas en nombre de la lucha contra el terrorismo. Terminar con Guantánamo, es posible, no soluciona el problema de raíz. Lo fundamental es que el cierre de Guantánamo no sea un simple traslado: la razón de ser de esa prisión era la permisividad de facto de los procesos de tortura. O sea, en Cuba sí, en EEUU no. Como en el suelo norteamericano la tortura está prohibida, entonces se terceriza (y después los pragmáticos somos nosotros). Pero si cerrar Guantánamo sólo implica ir a torturar detenidos -por otro lado, sin juicio- a otro lado, entonces Obama es más terrible de lo que esperábamos.

Guantánamo es la legalización de la arbitrariedad, del vale todo, el paraíso grondoniano contra el terrorismo: en Guantánamo cualquier ladrón de estéreo confiesa a los veinte minutos que él solito volteó las Torres a hondazos si hace falta. Cerrar Guantánamo es, convengamos, un buen paso, nos guste más Obama o menos. Pero lo esencial, en todo caso, es terminar con la legalización de la tortura. En principio, derogar la ley de Comisiones Militares de 2006 que permitía continuar al programa de la CIA de interrogatorios. Con el eufemismo de «ofrecer protecciones legales para garantizar que nuestro personal militar y de inteligencia no tenga que temer demandas judiciales de terroristas por simplemente cumplir su labor», la ley institucionalizaba los procesos de tortura. Fue el manotazo de ahogado de Bush para encontrar culpables ante el fracaso de dar con Bin Laden: si no están los verdaderos responsables, entonces se los fabrica. Porque el sistema de terror del gobierno norteamericano durante el período Bush estuvo justificado por la búsqueda de responsables -casi como Macri, je-: en la medida en que no existiesen esos responsables, entonces el sistema no avanza, fracasa. Más que su razón de ser, que se vincula a sostener políticamente la comunidad de negocios formada en torno al Presidente Bush, encontrar culpables y sino fabricarlos es el motor que permitió que el gobierno de Bush no se haya estancado allí donde fracasó en desarticular la organización Al-Qaeda. Por eso Guantánamo fue una pieza clave del sistema.

Pero cerrar Guantánamo, decíamos, no es el fin del problema. La clave es terminar con la ley de Comisiones Militares, para abandonar los juicios con tribunales militares para los detenidos considerados terroristas. Actualmente se encuentran en la unidad 255 prisioneros, aproximadamente, de los cuales apenas 50 podrían ser sometidos a juicio. El resto se divide entre los que están en condiciones de ser liberados pero se lo niegan, y aquellos que están en un limbo legal en el cual no hay elementos para llevarlos a juicio pero siguen estando detenidos. La anulación de la ley de Comisiones, daría como resultado que los cincuenta detenidos con posibilidad de juicio pasaran a tribunales civiles. Y que, además, sean absueltos todos: los testimonios conseguidos bajo tortura, o por rumores de terceros, ambos métodos admitidos por un juez militar, no tienen validez en un tribunal civil.

Es ilusorio pensar que van a llevar Guantánamo a EEUU para liberar a todos los detenidos: el gobierno de Obama duraría lo que Rodríguez Saa. Algún asesor de Obama habló de la posibilidad de una especie de  sistema mixto. Liberar a los que están sin juicio ni pruebas, juzgar en tribunales norteamericanos a aquellos sobre los que se tengan pruebas, y finalmente establecer una corte especialmente designada, posiblemente compuesta por civiles y militares, para aquellos casos que pongan en jaque la seguridad nacional. Esto último es, en definitiva, la solución que encontrarían para aquellos casos en los que los detenidos confesaron bajo tortura y políticamente se hace imposible liberarlos, como Khalid Sheik Mohammed, interrogado con «el submarino» (simulación de ahogo) y encontrado culpable de planear los atentados del 9/11. Quien, después de confesar la autoría del 9/11, pidió ser ejecutado lo más pronto posible. Se ve que el aire cubano no le hace demasiado bien.

De todas maneras, la noticia es un paso adelante, al menos en principio. Será muy difícil, si se traslada a los detenidos a suelo norteamericano, que se disponga arbitrariamente de los detenidos, los métodos de tortura serán más fácilmente detectables y condenables, y se dificulta la capacidad absoluta de fabricar culpables. Y, políticamente, sería una gran forma de que Obama traduzca todas las esperanzas que dijo encarnar en hechos concretos: una buena señal para empezar a charlar mejor con el mundo.

3 comentarios en «Guantánamo»

  1. Gracias muchachos. Es cierto Américo, es posible que al sacar la cuestión sobre Guantánamo sí o no, se aliviane el debate sobre los métodos de tortura. EEUU adoptó, además de todo, un sistema de tercerización de la tortura, en lugares como Turquía.

    Habría que pensar además si el cierre de Guantánamo implica el abandono de la base, cosa que me parece irreal.

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