La farsa de una tragedia

¿Qué nos pasa como sociedad? ¿Por qué se repite la tragedia en burla, en farsa? ¿Es cómo una represión interna insuperable que paraliza, inmoviliza y no nos deja mirar el horizonte? Ricardo Forster escribía un artículo hace un tiempo:

 

“Cobos fue, apenas, la farsa de una tragedia que sigue desmoronando cualquier intento por torcer el rumbo de lo inaugurado en los años brutales de la noche argentina, de esa que comenzó en un no tan lejano marzo de 1976 y que apenas si fue interrumpido en muy pocas ocasiones, la última de las cuales sigue siendo, aunque a muchos biempensantes no les guste, el gobierno dubitativo y tambaleante de Cristina. Contra esa anomalía de una historia cerrada es contra la que se desplegaron las furias campestres y mediáticas. Contra un giro inesperado e imposible, de esos que ya no podían tener lugar en el tiempo dominado por el mercado y las corporaciones, por la ideología del bolsillo y los ciudadanos-consumidores, por los lenguajes mediáticos entramados con los intereses de los poderosos de siempre y por los cultores “progresistas” de un republicanismo de pacotilla amparado por las estéticas de lo políticamente correcto en un tiempo atravesado por la invisibilización de la injusticia y la desigualdad; fue, a destiempo de todo esto, que se desplegó un azar difícil de clasificar, de un rumbo inesperado que nos confrontó con lo espectral de la Argentina, con el regreso de lo reprimido, con la vuelta y revuelta sobre lo que ya había sido cerrado desde la lógica del poder.

 

Esto escribió Forster el 22 de julio de este (sin igual) año. Este párrafo no sólo explica el suceso de la 125, -toda la escena de esa gran puesta en escena que fue el voto no positivo-; este párrafo va más allá. Forster habla de algo cómo cerrado, pero no cerrado, cómo una vuelta de algo que está dentro de la sociedad, la cultura y la política argentina, y se expresa a través de “actores” que interpretan esa gran anomalía de la historia. En aquel caso, la tragedia volvió disfrazada de comedia a la hora del sueño, y  Cobos fue el títere de una tragedia mayor, un fantoche regido por dos cuerdas infernales en una eterna lucha entre opuestos, una historia que sigue desmoronando cualquier pensamiento de cambio, un retorno de la autodestrucción o un volver a vomitar los mismos vómitos. Todo esta gran farsa nacional sigue actuando, la íntima tragedia argentina sigue generando la angustia de nunca poder llegar ser, para oscurecerlas en el triste telón sucio de un teatro argentino. Los viejos fantasmas vuelven con sus caras desfiguradas, sus aspectos fantasmagóricos en una vuelta de trago, donde comparten la misma botella Dionisio y Apolo, un “regreso de lo reprimido” dice Forster.

 

Ayer cuando me enteré de la libertad del Asesino Astiz, recordé este antológico párrafo de Forster. Hoy escuche la voz quebrada de Juan Cabandié tratando de explicar algo que Forster llama: “ un azar difícil de clasificar, de un rumbo inesperado que nos confrontó con lo espectral de la Argentina, con el regreso de lo reprimido”.

5 comentarios en «La farsa de una tragedia»

  1. Si,suspendieron la libertad concedida por una de esas chicanas procesales que se usan a veces,y hay que ver quien la uso y por que.No dejo de ser un atrevimiento de la derecha,provocador,y como vemos,todo depende de que se sepa y se pueda reaccionar.

  2. Miles de crimenes de lesa humanidad sin que la mayor parte de sus autores hayan sido juzgados y condenados, pese a la abrumadora cantidad de pruebas que ya se han volcado en largos procesos inconclusos.

    Eso es como la segunda parte de la tragedia que destrozò a la sociedad argentina entre 1976 y 1983 y que autoriza a verla tambièn como una farsa, como agudamente lo señala el tìtulo del post.

    Aun asì hay que tener presente que vivimos en un entorno muy desfavorable al desarrollo de una democracia plena y el castigo efectivo de los responsables del terrorismo de Estado.

    El hecho de que estos juicios, despuès de veinticinco años de partida de la dictadura, todavìa no hayan finalizado no solo encuentra como causa los deficientes mecanismos de la legislaciòn procesal penal y las ostensibles falencias del Poder Judicial.

    Hay un sector de la sociedad que contempla con una mezcla de indiferencia o conformismo, que la impunidad continùe y a la mayor parte de sus voceros, intuyo que pudimos verlos detràs de los feroces ataques que recibiò el gobierno por el tema de las retenciones mòviles o res. 125.

    Los menos elegantes no tuvieron ninguna reserva en reivindicar a la dictadura militar en esa ocasiòn y creo que estos dos camaristas que han auspiciado este fallo que ojala sea revocado por la Corte, son expresiòn de esos mismos segmentos a los cuales alude Cobos cuando dice que de no haber votado como lo hizo, aquì habìa una explosiòn social.

    Este es el serio obstàculo que este gobierno u otro que pueda sucederlo con iguales banderas transformadoras, va a tener que sortear en nuestro paìs que es màs dificl de lo que se supone para mejorar su calidad social.

  3. Lo peor es que uno no sabe como canalizar la bronca que le producen estas deciciones de la justicia.
    Se te rien en la cara desde su soberbia impunidad.

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