La Plaza y los medios

Si un logro tuvo el acto del miércoles 18 en Plaza de Mayo en defensa de la democracia y en apoyo al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner fue el de templar los ánimos de la tropa propia y vernos un poco las caras, aunque uno conozca, con mucho viento a favor, solo al medio por ciento de los asistentes. Pero verse y estar juntos era necesario.

Ahora bien, ¿qué más? La presidenta no dijo nada nuevo. Si bien es cierto que, como me señalaba nuestro editor fotográfico, “no puede tirar una novedad todos los días, ayer también habló en cadena nacional”, al mensaje le faltó fondo y forma. No quiero abundar, lo mejor al respecto lo pueden leer acá, en el blog de Mendieta.

La cuestión de estas líneas es llamar la atención sobre la escasez de medios con que los sectores populares están dando esta pelea con el poder económico. Pelea que, por fuerza de costumbre, se denomina el conflicto del campo y otros insistimos en definir como lock out de los empresarios del agro. Pero que más allá de la semántica, es la disputa de las mayorías populares para frenar un nuevo avance de los sectores más privilegiados de la Argentina.

Y la sensación es que no hay línea, ni herramientas. Ante el aluvión de los medios de comunicación, los modos de respuesta que se juegan resultan antiguos, poco eficaces. Una cosa era llenarle la plaza a los milicos en el ’87 en Semana Santa (y está visto que era efectivo pero no suficiente). Veinte años después, con eso no alcanza ni para empezar.

Kirchner dijo «a ellos les gusta cacerolear y a nosotros nos gusta llenar la Plaza». Como chicana, todo bien, pero que quede claro que con una Plaza, aunque bien llena, no se opacan decenas de corte de ruta en todo el país y cacerolazos con cama adentro transmitidos en vivo, directo y simultáneo.

Esto solo por hablar del despliegue (llamémosle ampulosamente) territorial de la disputa.

Como señala Nicolás Casullo acá, «Si perdés la batalla por la representación de las cosas, si perdés la batalla por los mundos simbólicos, perdés la batalla.» Por si alguien tiene dudas, debo decir que en la batalla por lo simbólico estamos colgados del travesaño y con dos menos.

En una sociedad atravesada por lo mediático (siento que esto ya lo saben hasta en el jardín maternal de mi hijo), imponer el discurso en la pantalla vale más que un acto en la calle. Pregúntenle a De Angeli. Por esa razón, la iniciativa de la Carta Abierta tiene tanta importancia: porque es una de las pocas movidas que ofrece argumentos para armar un discurso diferente en momentos donde los sectores populares, representados por el Gobierno, no hacen sino reaccionar detrás de la movida (y en el escenario) que decide la Mesa de Enlace y propaga TN.

Meto un rewind cortito para hacer un énfasis. Dije «los sectores populares, representados por el Gobierno.» Sí, les guste o no a los propios sectores populares, hoy son el gobierno y su estrategia los únicos instrumentos en su defensa. ¿Que son limitados? ¿Que son equivocados? Puede ser, pero es lo que hay. Si alguien cree que alguna expresión opositora con capacidad de aprovechar este clima destituyente va a tomar partido por los trabajadores y por los más humildes en caso de agarrar la manija, les recomiendo que lo piensen diez veces.

¿Cómo se revierte el score adverso en el campeonato simbólico? ¿Cuánto se tarda en darlo vuelta? La única respuesta que se me ocurre es apelar a la memoria y tomar el ejemplo más cercano, para que sirva como guía. Después de los ’90 y de la crisis de 2001/2002, conseguir laburo era una utopía; el futuro, una jactancia de los intelectuales y Barcelona era, como bien sostiene la revista que lleva ese nombre, «la solución europea a los problemas de los argentinos». Sin embargo, con vocación política, un par de discursos inaugurales, la renovación de la Corte y un puñado de medidas de corte popular, Néstor Kirchner logró en 2003 y 2004 cambiar el valor de algunas palabras: política, derechos humanos, Estado, redistribución, centroizquierda… ¿O alguien piensa que Telefé hizo «TV por la identidad» en 2007 porque en los ’90 no tuvo horario en la grilla? A partir de 2003, sonó un tiro para el lado de la justicia (con perdón de la expresión) y la escala de valores cambió como parecía que nunca más iba a ocurrir.

Hoy, volvimos para atrás. Gran parte del terreno ganado se ha perdido. Entre otras cosas, porque el Gobierno dijo ya casi todo lo que se podía decir y pedir desde el campo popular. Ahora solo falta ponerse a hacerlo, pero falta mucho. Y, se sabe, hacer algo es mucho más difícil que decirlo.

Una agenda de medidas que sigan corriendo la línea en favor de los trabajadores y ensanchando su participación en la torta no sería un mal comienzo. Los hechos determinan lo simbólico, sin lugar a dudas.

Una ley antimonopólica que democratice los medios de comunicación significaría un primer paso para que, lentamente, no sean siempre los mismos los que deciden cuáles son las buenas y las malas palabras. Si no, seguiremos analizando nuestros problemas con los razonamientos de los otros. A ver: ¿cuánto hace que la espontaneidad venció a la organización en la tabla de posiciones de conceptos mediáticos? Ya ni lo recordamos. A mí me cuesta encontrar una actividad colectiva en la que la espontaneidad sea mejor que la organización. Mucho más si hablamos de política. ¿Para cuándo un mimo a la gente que llega organizada a los actos? Digamos basta a la tiranía de la gente suelta. Quiero ver gente agremiada, agrupada en partidos políticos, en centros de estudiantes. Cuando tengamos eso, recién ahí me detendré a mirar (y elogiar) a la gente suelta que se acerca a un acto.

Si la imagen (y los recuerdos que suscita) de Chiche Duhalde, Ramón Saadi, el Adolfo y Frida Kahlo Estenssoro dialogando con la prensa en el Congreso no les da escalofríos, los invito a pensar en los intereses que persiguen. ¿Ahora sí?

Como se señala aquí, el golpismo contemporáneo no necesita desfiles militares. Las nuevas formas de predominio que los grupos concentrados de poder buscan imponer sobre las mayorías populares tienen hoy otros modos. Entre ellos, desmarcarse del golpismo, esa cosa fea, sucia, caca, de la que hasta un Macri puede renegar tres veces.

Ante las novedosas maneras de amenaza que nos ofrece el presente, es nuestra obligación quemarnos las pestañas y mover el culo para encontrar nuevas formas de resistencia en defensa de un gobierno elegido por el pueblo y del sistema democrático.

11 comentarios en «La Plaza y los medios»

  1. Está muy bien lo que decís, concuerdo en gran parte. Sin embargo me parece que buena parte del déficit del Kirchnerismo está sobretodo en ellos mismos, en la famosa mesa chica, chiquísima. Tienen una incapacidad manifiesta para abrir el juego, mbué, no es incapacidad es voluntad de no hacerlo. Siempre se las arreglan para que todo guiño que nos hacen aparente ser un tic involuntario, sin intención. Nunca te involucran más que para impulsar decisiones ya definidas, a votar, a acompañar, a sumar voluntades a un proyecto pero jamás a participar de él.
    Todos los peronistas (aún los más comprometidos con el Gobierno), los transversales, en fin…todos, son outsiders, de palo (y si eso pasa con ellos, qué nos queda los que encima tenemos que tragarnos un par de sapos). Esta ajenidad con la que manejan la tropa propia genera un modo de movilización y construcción política es meramente instrumental (de alguna forma lo decía Hal el otro día cuando hablaba de movilización reactiva), que las masas no aporten más que el número (y sólo y exclusivamente cuando hay necesidad de contrarrestar otros números). Y es ahí donde se pierde el capital simbólico, porque ellos mismos le rehuyen a los grandes debates nacionales. En fin, no sé si se entenderá algó, todavia la neurona está dormida. Saludos.

  2. Un par de puntos, a mi Chiche Duhalde no me da escalofríos.

    El modelo económico del gobierno, el modelo económico vigente, sigue siendo el de Duhalde-Remes-Lavagna (aunque muy desvirtuado).
    Los Kirchneristas quieren hacerle creer a la gente que si pierde Kirchner se dará un regreso a un modelo económico como el de Martinez de Hoz o Cavallo, cuando en realidad se daría un regreso a algo que no fue muy distinto en lo económico al primer gobierno de nestor, por lo menos hasta el 2006.

    Deberían admitir que tienen un complejo muy grande con Duhalde.

    Cuando dicen pueblo, sólo quieren decir pobres? Sólo los pobres son el pueblo? Son los 250 mil habitantes de Vicente López menos pueblo que los 250 mil habitantes de José C Paz?

    Argentina es un país del tercer mundo, sí, hay muchos pobres, pero no somos Venezuela. Acá más de la mitad de la población tiene tv por cable.
    Cristina Fernandez de Kirchner celebró hace unas pocas semanas por tv que la pobreza bajó al 20%, es obvio que el dato es falso, pero incluso si los pobres fueran el 30%, no alcanzan. Es necesaria una buena tajada de la clase media para gobernar.

    Yo veo que los Kirchenistas muy contentos pensando, los pobres (personas en situación miserable del segundo cordón del conurbano y el norte argentino) nos apoyan, nos apoya el pueblo, nos apoya la mayoría, y pienso que se van a dar un porrazo muy fuerte en las elecciones del 2009, que van a hacer una elección mucho peor que la de Menem en el 97 o Duhalde en el 99.

    Lo mejor que puede hacer el gobierno es perder la batalla contra el campo, en el congreso tienen una oportunidad de perder dignamente. Si el gobierno no pierde esta pelea, y pronto, nunca va a poder recuperar a los votantes que perdió en estos meses.

  3. Dificil escenario cuando para el sentido común juntarse para hacer ruido caceroleando vale más que la unión para expresar alguna idea. Quizás porque el tachín tachín expresa una especie de unanimidad o la clausura del disenso que da una especie de certeza al menos en lo que se repudia tan querida por amplios sectores de la sociedad que descargan así su angustia.

    Por eso avanza la antipolítica, porque iguala y ahorra la molestia de tomar partido pues «como deben ser las cosas» ya está dictado desde el comienzo. La política vendría a perturbar innecesariamente un equilibrio precario.

    Quizás la tarea sea construir las «mayorías populares» de las que hablás en el post. Quiero decir, que la «gente» comience a pensar lo colectivo no en términos de sufrimiento general sino en la busqueda de un espacio común donde coinciden intereses, ideas, esperanzas y que a su vez también tenga lugar el disenso y el debate.

    Saludos

  4. Baruch: se entiende, y es como Ud. dice.
    Lurker: el post solo dice «pueblo» en la frase final, «un gobierno elegido por el pueblo». Calculo que el 45% de CFK tuvo también votos de clase media, pese a la legitimidad segmentada de Carrió. Nadie es menos que nadie, pero me preocupa más cómo viven (mal) los de José Paz (por seguir el ejemplo).
    ME: gracias a Uds. por el espacio.
    Néstor: la tarea es la que Ud. señala, sin el «quizás». Gracias.

  5. Totalmente de acuerdo con Códigos y con Sbariggi. Y sí, claro que es cierto que «buena parte del déficit del kirchnerismo está sobre todo en ellos mismos, en la famosa mesa chica, chiquísima». Por eso mismo hay que moverse más, actuar más, organizarse más, hacerse ver, redefinir las cuestiones, producir hechos, impedir que la iniciativa quede de un solo lado. Que los Kirchner quieran o no quieran es importantísimo, pero no es todo.

  6. Balvanera: Te recuerdo que con este conflicto los K han reducido su respaldo popular a menos del 20%. ¿no es eso algo para hacerlos reflexionar?

  7. Que reflexionen, entonces. La cuestión es no esperar a que reflexionen. Actuar, dije antes. Aunque no en la dirección en que querrías vos que se actúe, Hacker, o que me parece que querrías, por algún otro comment tuyo que leí.

  8. También considero hoy que el pueblo, lo que es casi idéntico al pobre, por lo menos en la jerga peronista, no está tanto con el kirchnerismo. Los medios han contribuido en gran parte a ello. Mi familia toda viva entre San Miguel y José C.Paz y buena parte son pobres… y no están con Cristina Kirchner: están con los «pobres chacareros», aún cuando la foto de la Eva y de Perón siguen colgadas en las paredes de sus casas. Ojo a los que militan de andar mirándose solamente el pupo, ahora hay que remontar la consecuencias de errores propios, pero también, del discurso mediático y opositor.

  9. Hacker: qué respaldo popular se redujo? Si te referís a encuestas de imagen, el dato no es unívoco, basta ver en Crítica del 22/06/08 datos de tres encuestas de imagen (de CEOP, Equis y OPSM) que le dan imagen favorable a CFK entre el 56 y 62%.
    Slds

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