Sobre distribuir el conocimiento, la palabra y el ingreso

Al atardecer del día que asumió su segundo mandato, ante la multitud entusiasta en Plaza de Mayo, la presidente Cristina Fernández de Kirchner se dirigió a ellos y entre otras cosas dijo:

Y aquí estamos, en un mundo convulsionado, complejo y difícil con nuestro modelo nacional y popular y democrático de pie, dando testimonio de que es posible un desarrollo diferente que centre en el pueblo (…) las posibilidades de crecer y distribuir. Distribuir conocimiento, distribuir la palabra, distribuir el ingreso, en definitiva, distribuir democracia que de eso se trata después de todo.”

Distribuir el ingreso es el más evidente de las tres “distribuciones” señaladas, tal vez no tanto las otras dos. Pero aún así, desde cada lugar, surge la pregunta cómo aportar a ello.

Al respecto me permito referirme a un artículo que salió en la revista Novedades Educativas el 1 de diciembre, titulado «El rol del docente de educación técnica en la construcción de un país para todos y todas». (En realidad el título debería ser más genérico, “el rol del docente”, pero como el 4 de octubre de este año me invitaron a participar de un panel un Encuentro Nacional de Docentes de Educación Técnicas organizado por el sindicato SADOP, para hablar justamente de ello, bueno, el título viene de allí.)

En él, entre otras cosas, digo:

En esta nueva etapa, como siempre, la clave es saber a dónde queremos ir, que escuela técnica queremos, qué queremos que sepan nuestros alumnos y alumnas cuando se reciban, qué actitudes y valores queremos promover. En la novela “Alicia en el país de las maravillas”, Alicia, en cierto momento, se encuentra ante varios caminos y no sabe cuál tomar. Aparece el gato y ella le pregunta “¿qué camino debo tomar?”, a lo que el gato le responde “¿y a dónde querés ir?”, y ella le dice: “no sé”. Y el gato responde: “entonces tampoco importa mucho el camino que tomes…”

Para saber cuál es el rol de los docentes de Educación Técnica, qué deben hacer frente a lo que se vaya presentando y hacia dónde orientar los esfuerzos, habrá que tener en claro a dónde se quiere ir y al respecto construir una brújula -o un GPS si quieren actualizar la metáfora- que los oriente.

En síntesis, nuestras acciones y proyectos y la reconstrucción de la educación técnica que necesitamos debería estar orientado por tres consignas que no son las únicas pero tienen la virtud de ser bastante concretas, de permitir confrontar lo que hacemos -o hacen otros- con ellas y determinar si van en ese sentido o no. Y no me refiero a valores que incluso están por encima de lo que voy a decir, como la Libertad, la Justicia, la Igualdad, la Ética.

Y justamente las tres consignas que trato allí son “Contribuir a una mejor distribución del ingreso”, “Contribuir a una mejor distribución del conocimiento” y “Contribuir a mejorar distribución de la palabra”

Sobre la distribución del ingreso trato de ir más allá del tema de las mejoras salariales, -en el escrito estoy pensando en nuestros alumnos y alumnas, futuros egresados-, y termino diciendo que

construiríamos una pobre brújula si nos orientáramos simplemente por una mejor distribución del ingreso. Junto a la distribución del ingreso, debemos incluir dos cuestiones tanto o más importantes: la distribución del conocimiento y la distribución de la palabra.”

Me permito reproducir algunos otros párrafos del escrito, que puede leerse entero en la web aquí

Contribuir a una mejor distribución del conocimiento

 Para que exista una mejor distribución del conocimiento un primer paso primordial es la producción de ese conocimiento: quién lo produce, cómo lo produce, para qué lo produce, para quién lo produce y cómo se aplica.

 El docente produce conocimiento pero esa producción es ignorada o desvalorada. Todos los docentes producen apuntes, se les ocurren ideas, propuestas muy valiosas, pero nadie las conoce salvo sus alumnos. A todos los docentes les ocurre que en algún momento logran “la clase genial”, puede que no tan frecuentemente como quisiéramos, pero esos momentos existen. Y esa experiencia no es aprovechada más allá del aula. Nos mantienen y nos mantenemos aislados, a veces incluso algunos celan a los demás, se cierran en el individualismo, protegen y retacean sus saberes como si fueran secretos comerciales o de Estado.

 No podemos aceptar el rol de meros repetidores y adocenadores. Ni seguir en el aislamiento.

 Nadie enseña lo que no practica. Si no leemos libros, si no tenemos placer en esa lectura, no estimularemos a nuestros alumnos a que lean autónomamente. Si no producimos, no enseñaremos para que sean productores. Si no producimos información y conocimientos, nuestros alumnos vegetarán como meros consumidores manejados por el mercado, o sea por las grandes corporaciones.

Y en esta sociedad el conocimiento tiene un gran valor, por eso se crean condiciones para que lo obtengan unos pocos. Y que se pague y mucho por él. (….).

(….)

Contribuir a distribuir la palabra

Y la tercer consigna, distribuir la palabra, es clave. Y no me refiero aquí al tema que subyace con la Ley de Medios, con la hegemonía que tienen ciertos grupos económicos y de poder con respecto a la información, a la construcción del discurso, incluso a cuestiones culturales. Incluyo ello en la consigna, pero me refiero a algo más simple, básico y fundante: distribuir la palabra, las palabras, que se apropien de un vocabulario rico y apropiado a un país para todos y todas; las palabras que usamos, cómo las usamos. Nuestro pensamiento depende de las palabras que tenemos, que manejamos, de nuestra capacidad de abstracción. Es muy rudimentario pensar con imágenes o con pocas palabras.

Una frase muy cierta dice que una imagen vale mil palabras. Recuerdo al respecto que cuando era chico y con mis padres iba en el verano a visitar a mis abuelos en Córdoba -soy de Concordia- ellos compraban una revista, Life, y en ella vi una imagen terrible de un chiquito, negro, piel y huesos, desgarradora1 que nunca logré borrar. Y claro, la imagen hablaba de Biafra, de Nigeria, de África, del racismo, de la esclavitud, del hambre, del apartheid, del Congo, de Sudáfrica, de la guerra, de golpe de estado, de la injusticia, de la explotación, de la miseria, del capitalismo, del colonialismo, del imperialismo, del militarismo, de la intolerancia, de bloqueo económico, de la hambruna, de enfermedades, de petróleo, de corporaciones, …. sí, realmente esa imagen valía mil palabras y aún más. Pero… para que esa imagen valga mil palabras antes debemos tener adentro esas mil palabras, de lo contrario, será meramente una imagen que nos puede conmover o doler, pero será sólo una imagen. Y nosotros tenemos que lograr que nuestros alumnos y alumnas incorporen esas mil palabras, que cada imagen pueda ser interpretada, analizada, ponderada, razonada, sentida. La clave es: distribuir la palabra.

 Un sociólogo inglés, Basil Berstein, fallecido hace unos años, investigó la situación de los chicos pobres de los barrios bajos de Londres y concluyó que, hiciese lo que hiciera la escuela, no obtendrían una buena formación educativa. ¿Y por qué? Berstein ve, entre otras, tres condicionantes graves en esos chicos pobres. Uno el vocabulario, las costumbres y la cultura que traen lo que les hace muy difícil entrar en el “encuadre” que le propone la escuela. El otro tema es que no tienen libros para estudiar. Y por último, quien ha leído el libro de Virginia Wolf sobre la mujer, “El cuarto propio” lo puede entender fácil, esos chicos no tienen un cuarto propio para estudiar, para hacer los deberes, para concentrarse, pues en la misma habitación está el tío, la abuelita, los hermanitos más chicos o más grandes, todos hacinados. Y tal vez la única mesa ocupada para cambiar pañales o lo que sea. Cuando concurrimos a la escuela sólo aprendemos una parte, la otra la aprendemos en nuestra casa. Sin el estudio -con libros, tareas y ejercicios- luego de la clase, es pobre el resultado de lo que se aprende en la escuela.

 Yo recuerdo que cuando iba a la escuela primaria, más allá de que a veces quería ir a pescar o jugar en el río o dormir un rato más, lo que más me costaba era caminar esas cinco cuadras desde mi casa hasta la escuela cargado con un portafolio lleno de libros: un gran diccionario, varios libros, además de los cuadernos y lápices. Y luego en casa tenía que leer, estudiar, hacer los deberes, bajo la insistente y cargosa cantinela de mi mamá y el probable castigo de mi papá. Lo que no me daba cuenta es que aquellos chicos que sus padres no podían comprar sus libros, terminaban abandonando. Claro, no podían estudiar. Y peor aún en la secundaria.

 Cuando se generaliza el proceso de masificación del nivel medio iniciado a finales de los sesenta, el mismo fue acompañado por una reducción en cuanto a la exigencia de libros de texto2, que primero fueron reemplazados por fotocopias y luego por dictados. Y no es necesario argumentar acerca de la incindencia de esta ausencia en la calidad de los aprendizajes, por más esfuerzo que realice el docente.

 Cuando la Presidenta impulsa el plan “Conectar igualdad” y el uso de las netbook, si se hacen las cosas bien, ello puede contrarrestar en parte algunos de esos aspectos. A través de las netbook se pueden crear ambientes virtuales mediante campus virtuales, que permitirían evadir un poco la realidad para configurar ese cuarto propio difícil de crear físicamente, puede extenderse virtualmente el aula, y pueden disponer para leer una completa biblioteca con libros y revistas de todo tipo. Las netbook pueden ser un recurso muy importante para que nuestros alumnos aprendan a crear sus propios medios audiovisuales de comunicación, sus propios relatos. Y si los iniciamos en el software libre podemos ser además coherentes para basarnos en la ética y en cuidar la soberanía del país y de nuestros bolsillos, pero también en ver las bondades de una manera distinta, solidaria y libre de producir el conocimiento, tal como es producido dicho software.

Para distribuir la palabra y el conocimiento también hay que recuperar prácticas perdidas, tanto aquellas que han desdibujado el rol del docente transformándolo en “facilitador”, despreciando su rol de “meter3 contenido”. Y los alumnos y alumnas de nuevo deberían pasar sistemáticamente al frente a dar su lección, pues ello también forma parte de la distribución de la palabra.

 Sabemos que las causas más frecuentes del fracaso en la universidad tienen que ver con la resolución de problemas y la interpretación de textos. Y ello está directamente vinculado a la distribución de la palabra y la distribución del conocimiento.

Porque hay algo que tiene la escuela técnica que se ha considerado peligroso. La escuela técnica fomenta una actitud de producción, de creación. Una buena formación despierta el placer por las herramientas, sentirse cómodos con los materiales, no desvalorizarse ante los problemas. Y fíjense que le Ley Federal incluso eliminó en la primaria las Actividades Prácticas y Manualidades, donde se realizaban telares, envases, encuadernación de libros y demás. Nada es casual.

Es limitado pensar la educación técnica y nuestro rol docente si no asumimos esas tres consignas, ayudar a una mejor distribución del ingreso, a una mejor distribución del conocimiento y una mejor distribución de la palabra. Será muy limitado el rol del docente si no nos ponemos a pensar cómo contribuimos a ello aunque sea con granitos de arena, más allá de los contenidos específicos que tenemos que enseñar en cada materia.

 Si por casi dos décadas nuestra lucha era por existir como escuelas técnicas, en esta nueva etapa nuestra razón de ser es demostrar para qué queríamos existir, darle sentido a nuestra existencia como escuela técnica. Y dentro de ello, el gran desafío como docentes es cómo contribuimos a una mejor distribución del ingreso, del conocimiento y de la palabra.

Fernando J. Pisani

fjp2001@gmail.com

 

Notas:

El artículo que hago referencia puede leerse entero aquí

La ponencia en el Congreso que mencioné que también trata estos temas puede leerse en el sitio de  Sadop Rosario aquí o bajarse en pdf aquí

1 Nota: En el momento de escribir esto se me ocurrió buscar esa imagen por internet y en el google puse buscar imágenes y dos palabras: hambre Biafra

Aparecieron muchas imágenes. No aguanté verlas en detalle. No las pondré aquí. Duelen e indignan. Y lo peor es que eso no es historia, es la realidad actual de millones de personas que mueren de hambre por año en el mundo. Una sola es ya inconcebible, existiendo tantas riquezas y capacidad productiva.. Pero quien no conoce de qué imágenes de Biafra estoy hablando, que las busque, es aleccionador ver, incluso una madre torso desnudo, imposibilitada de amamantar a su niño. Madre y niño es terrible verlo

2 La escuela secundaria nace elitista, y obviamente si se le exigía lo mismo que antes a los nuevos alumnos que ingresaban masivamente, sin que existiera una política que atendiera a esa masificación, quedaría el tendal, por lo que espontáneamente se empezó a exigir menos, entre otras, el tener los libros sí o sí.

3 Meter, poner, dicho a propósito aunque el término resulte chocante a ciertos académicos

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