Sobre los límites de la argumentación fáctica en política (y por qué gente tan parecida vota tan distinto)

Amigos artepolíticos, copio a continuación el último post de Enanos en Elefante, que tal vez interese a alguno.

Educadísimos saludos,

CC

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La argumentación fáctica (esto es, que hace referencia a hechos) es, quién lo duda, indispensable en toda discusión, cualquiera sea el tema del que se trate, pero tiene un límite, y es que los hechos son interpretables: lo que para mí es evidente para Fulanito no lo será tanto, para Menganito ni te cuento y Zutanito pensará que estoy loco de toda locura o que soy tonto del culo (qué bonita nuestra lengua, tan florida ella). Lo que guiará cada interpretación será la visión del mundo de cada individuo, y visión del mundo no es sino la definición de esa palabrita que le da tanto miedo a tanta gente: ideología. Pero atención, que la ideología, en tanto que visión del mundo, es mucho más que decirse de izquierda o de derecha, liberal o dirigista; implica también puntos de vista sobre los diferentes actores del escenario nacional e internacional. Y estos puntos de vista variarán según las diferentes concepciones del quehacer político, de quienes a él se dedican y del ser humano en general. Si a Fulanito (otro Fulanito, no el del ejemplo anterior) le interesa determinar si los políticos son lo que dicen ser, saber si tal o cual es realmente de izquierda, si cree por lo tanto más o menos firmemente en la división entre buenos y malos, honestos y corruptos, etcétera, etcétera, es probable que sus elecciones políticas difieran notablemente de las de Menganito, que piensa que elevar la decencia a rasgo de identidad política máxima es de una mala fe de proporciones descomunales y que se pueden hacer cosas buenas por malas razones y vivecersa, y que lo importa es que esas cosas buenas se hagan, aunque el responsable de hacerlas se una pesona bien fea que las hace por pura conveniencia. Y ésto aunque el test del Political Compass les dé igualito, igualito. Fulanito y Menganito no se convencerán el uno al otro, porque no se puede convencer a nadie, la gente se convence sola. A la única persona a la que puede convencerse, y esa es una de las cosas para las que sirve la argumentación fáctica, es a uno mismo (lo cual está muy bien: no se puede conocer nada si no se tiene clara la propia visión del mundo).

2011. Macri presidente. Menganito -Alias progresista negro- le dice amargamente a Fulanito que esto es culpa suya, que ahora hay un gobierno de derecha. Fulanito le pregunta si lo pateó un burro y le dice que hay que ser ciego como un topo para no darse cuenta de que el kirchnerismo nunca fue realmente de izquierda, que era todo mentira y apariencia.

«Progresistas blancos», «progresistas negros»: visiones del mundo. Están juntos cuando los une un enemigo común (como fue Menem; como sería, tal vez y la boca se me haga a un lado, Macri presidente). En otras coyunturas, sus diferencias irreconciliables (que pasan muchas veces por aceptar o no de hacer alianzas con… sí, por supuesto: el peronismo, o más bien una parte de él) los separan.

Deferentísimos saludos,

CC

Acerca de Comandante Cansado

Uno con esquizofrenia virtual (acá hablo de política y en El teclado excéntrico de poesía).

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2 comentarios en «Sobre los límites de la argumentación fáctica en política (y por qué gente tan parecida vota tan distinto)»

  1. Muy acertado, en muchos sentidos toda conversación de política gira en torno a afirmarse y reafirmarse en una identidad política y en visiones del mundo ya dadas de antemano. De ahí la dificultad para establecer el tan traído tema del diálogo y el consenso que tanto gustan al periodismo vernáculo, aún entre los simples morosos inmobiliarios de a pie.

  2. Gracias, Julián, por el elogio. Sí,lo importante es no perder de vista ese aspecto monológico de la expresión de las opiniones políticas, sobre todo (Dios nos libre y nos guarde) para no tomarse demasiado en serio.

    Saludos,

    CC

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