Soneto del apropiador

Robar la identidad. Robar la vida.
Robar el nombre que ya estaba dado.
Robarle a una familia la alegría
de una criatura, y gracias a un Estado

al que se sometió a todos los males,
se aprovechó y se usó con desenfreno
para matar a todos los rivales
o a quien lo pareciera, más o menos.

Decir “mi hijo” y callar “nunca lo fuiste”.
Hacer de una persona otro trofeo.
Inventar una historia que no existe.
Convencer de que es bello lo feo.

Es lo que hizo quien se ha apropiado
de un bebé cual botín de soldado.

Acerca de Comandante Cansado

Uno con esquizofrenia virtual (acá hablo de política y en El teclado excéntrico de poesía).

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