Bajen a Roca, alcen a Néstor

La inauguración del gran mausoleo de Néstor Kirchner en Río Gallegos y la instauración de su estatua , que probablemente desplace a la del general Roca, están cargadas de simbolismos y rituales todavía confusos. Una mirada al pasado quizás aclare algunas de sus múltiples significaciones.
Un caso con alguna afinidad fue la creación del culto al emperador en el momento de la fundación del Imperio Romano. Por entonces, Augusto levantó una estatua al divino Julio César, su padre político, asesinado poco antes. Desde entonces, cada emperador muerto fue divinizado para así transmitir el carisma a su sucesor. Y su estatua, reproducida en cada gran ciudad, se convirtió en el centro del nuevo culto imperial, entre religioso y político.
En la historia se han entrelazado la política y la religión, las personas y las instituciones, el Estado y el culto. Luis XIV, por ejemplo, aunque era monarca por derecho divino, desplegó una intensa actividad muy terrenal para construir su imagen: retratos distribuidos masivamente, cuadros alegóricos, arcos de triunfo y, por supuesto, estatuas, además de panegíricos, tratados filosóficos u obras teatrales. Todo dirigido por el ministro Colbert, de una eficacia digna de Goebbels.
Posteriormente, la política democrática, aunque fundada en el pueblo y en la nación, siguió apelando a toda la panoplia de recursos religiosos: relatos míticos de orígenes y destinos nacionales, rituales públicos, lugares de culto, emblemas, monumentos y estatuas. En Francia, la República se simbolizó en la estatua de Marianne; en Alemania, las «columnas Bismarck» representaron al Reich imperial. En el siglo XX vinieron los movimientos de masa, y con ellos los líderes carismáticos, que cultivaron otra faceta de raigambre religiosa: el mesianismo. Con el fascismo y el nazismo, el Estado y el Movimiento, los líderes desplegaron ampliamente estas formas del culto a la personalidad. En la Unión Soviética, que prodigó las estatuas de Stalin, se le agregó la veneración del cadáver de Lenin en la Plaza Roja; como el emperador romano, simbolizaba la permanencia de los principios fundadores, transmitidos a sus sucesores.
La Argentina tuvo su modesto culto republicano. En 1811 se levantó la Pirámide de Mayo, pero sólo en 1862 se erigió la primera estatua a una persona: el general San Martín, en quien se reconocía no sólo su obra política y militar sino también su alejamiento de las facciones locales. En 1873 se levantó la estatua de Manuel Belgrano, quien luego de servir diez años al gobierno revolucionario perdió su fortuna y murió pobre de solemnidad. Indudablemente, eran otros tiempos, con otros valores.
En el siglo XX llegó a estas tierras el culto a la personalidad. Comenzó con Yrigoyen, con recursos modestos, y tuvo su apogeo con Perón y Eva Perón. La fábrica del Estado funcionó como la de Luis XIV: retratos y escuditos; nombres en provincias, ciudades, barrios, calles, plazas y estadios de fútbol, sumado a todo lo que aportaban los modernos medios de comunicación. En el imaginario popular fue instalándose una cierta relación con el trasmundo, cuando la liturgia peronista subrayó los dones sobrenaturales de Evita. Su cuerpo embalsamado debía fundar un culto y consagrar la transferencia de su carisma al presidente viudo.
Algo de todo eso se insinúa hoy, con la presidenta viuda. Calles, barrios, campeonatos y becas reciben el nombre de Néstor Kirchner . Son muchas las prácticas, interpelaciones, apelaciones y representaciones que esbozan la colocación de Kirchner en una esfera sobrenatural, más pagana que cristiana, desde donde motiva a sus seguidores y legitima e inspira a Cristina. Una operación similar a la que Augusto hizo con Julio César.
El relato mítico del kirchnerismo está en pleno proceso de construcción, y por ahora suma motivos que no siempre encajan. Esta suerte de beatificación de Kirchner se une ahora con la execración de Roca . La cuestión pasa de lo sobrenatural al combate por la apropiación del pasado. Su gobierno ya ha sido calificado como el mejor de los últimos cincuenta años, y solo se compara, por ahora, con el primero de Perón. En cuanto al resto, el relato del pasado se está armando con fragmentos diferentes. Aunque abreva en la versión revisionista, no hay mayores referencias a Rosas o a los caudillos, ni a grandes líneas históricas. Más bien se trata de eliminar competidores. Así ocurrió con Sarmiento, y luego con los hombres del Centenario. Los historiadores oficiales se esfuerzan en desmentir el supuesto progreso de aquella Argentina, contrastando sus modestos logros -admiten que quizás hubo crecimiento, pero sobre todo represión y poca distribución- con los espectaculares resultados del «modelo» actual.
Aquí empalma otro relato: el de los derechos humanos, una bandera asumida por el kirchnerismo como un logro propio y exclusivo. Desde esta perspectiva, nuestro reciente terrorismo de Estado empalma con el genocidio nazi, lo que suma toda una opinión progresista. Se trata, pues, de buscar genocidas en el pasado. Confluyen así dos discursos fuertes y movilizadores: el de la condena del genocidio, presente y pasado, y el de la nación kirchnerista, que se pone de pie dejando atrás un pasado de sombras y divisiones y construye unida un nuevo futuro. En el cruce de ambos discursos aparece el general Roca.
Roca suele ser presentado como el artífice del denostado «modelo del 80», lo cual es exagerado, pero ya le vale la tarjeta roja. Pero, además, Roca comandó la campaña de 1879, lo que lo convierte en el exterminador de los pueblos originarios, el genocida de su tiempo. Con la apelación a los pueblos originarios viene también el multiculturalismo, otra causa progresista. Todo suma. Se trata, ciertamente, de una manipulación grosera y efectista del pasado.
Es importante recuperar la perspectiva histórica, evitar los anacronismos y recordar uno de los principios básicos del oficio de historiador: los hombres y las instituciones deben ser comprendidas en el contexto de su época, sus prácticas y sus valores. No sólo ayuda a hacer buena historia, sino a tomar las lecciones correctas del pasado.
Roca fue un militar profesional que guerreó para construir el Estado nacional. Peleó en la Guerra del Paraguay, combatió a los poderes provinciales que cuestionaban la autoridad nacional, derrotó a los imperios aborígenes del Sur y definió las fronteras argentinas, ocupando un territorio que por entonces también pretendían los chilenos. No hay nada de excepcional en esta historia, similar a la de cualquier otro Estado nacional construido con los métodos que por entonces eran considerados normales. Los nacionalistas integrales, quienes consideran esencialmente «argentino» cada fragmento del territorio -no es mi caso-, deben admitir que Roca contribuyó a una soberanía que creen legítima. En cuanto a los pueblos originarios, ciertamente hoy no aprobaríamos la manera como los trató Roca, y la conducta del gobernador Insfrán nos parece detestable. Pero si se trata de leer el pasado desde el presente, deberíamos condenar también la manera en que, a lo largo de siglos, algunos «pueblos originarios» -por ejemplo, los aztecas o los incas- trataron a otros. Al menos, Roca no hacía sacrificios rituales con los prisioneros.
Sobre esta historia matizada se han elaborado sucesivos relatos míticos. Todavía recordamos el de la dictadura militar, cuando el centenario de la Conquista del Desierto. Era deplorable, faccioso, autoritario y mesiánico. Hoy es execrado, pero en nombre de otro relato igualmente mesiánico y faccioso, de enorme capacidad sincrética y mucho oportunismo.
La estatua, la casi beatificación, la elaboración de un relato mítico contradictorio, todo es parte de un proceso verdaderamente interesante para quien pueda examinarlo con la ecuanimidad y distancia del antropólogo o el historiador. Pero es difícil que puedan mirarlo así quienes tienen puesta su fe y sus convicciones en la República y quienes advierten, en este y en otros casos, de qué modo el faccionalismo va deviniendo en totalitarismo.
© La Nacion
El autor, historiador, es investigador principal del Conicet/UBA .

Acerca de Nicolás Tereschuk (Escriba)

"Escriba" es Nicolás Tereschuk. Politólogo (UBA), Maestría en Sociologìa Económica (IDAES-UNSAM). Me interesa la política y la forma en que la política moldea lo económico (¿o era al revés?).

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26 comentarios en «Bajen a Roca, alcen a Néstor»

  1. La ‘seriedad’ de este historiador realmente me sorprende por su ausencia. Habla de distancia, ecuanimidad y cierto cientificismo que no sólo él no destaca por tener en absoluto, ¡sino que siquiera refleja en la nota escrita en esta ocasión donde menciona eso mismo!
    «y la instauración de su estatua , que probablemente desplace a la del general Roca» no se condice con nada que esté sucediendo. ¿Dónde se desplaza? Ah, historiadores eran los de antes… dijo el viejo que habita en mí; agregando: como por ejemplo el padre del autor de la nota, elogio que lo persigue como la sombra al hijo nunca tan bien ponderado.
    A mi también me ofrece rechazo el culto a la personalidad, pero resulta que no se puede inferir (aún, quizá) que este sea el caso.
    Como historiador debería saber que siempre hay facciones, si no facciocidad, pero la que él manifiesta es realmente asombrosa, pegando y cortando sin solución de continuidad (realmente, sin solución) desde la antigüedad clásica romana, panteones, genocidios de pueblos originarios con el culto a la personalidad que devendría en totalitarismos (?) actuales.
    Sobre lo de Roca, qué decir: el descrédito lo tiene bien ganado desde el punto de vista de la masacre, aunque se pondere o no la soberanía territorial, se pondere o no si los mapuches expulsaban a los ‘originales originarios’ de la región llamados por ellos tehuelches, que son en realidad bajo su propia denominación, los aonikenk. A tal punto llegó la dominación mapuche que fueron quienes les impusieron el nombre… y qué con eso? ¿es menos genocida Roca? Cierto, parte de nuestra soberanía territorial está parada sobre un genocidio, y otro en la funesta guerra del Paraguay, etc. etc.. A laburar con eso, pero qué quiere decir Luis Alberto Romero? Rescatate Romero, no digo que tengas la altura de tu padre porque sería demasiado y a estas alturas ya sabés que no llegás, pero para qué birlar el poco de dignidad que te queda defendiendo a Roca?
    Realmente sospecho que este tipo de notas no las agrega a su currícula formal, caso contrario difícilmente hubiera llegado a investigador principal del CONICET (es el escalón superior, no hay más alto creo). Claro que como tal no tiene por qué resistirse a decir la primer pavada que le venga en gana, ya que no tiene riesgo de no poder subir más en la escala. Claro que el descrédito en muchos círculos ya lo tiene merecidamente ganado, pero no por estas notas sino por otro tipo de pretensiones inabarcadas de corte más académico. Y bueh, contactos que deja la herencia, qué se le va a hacer.

    1. Ladislao:
      El supuesto «descrédito» como historiador de Romero en todo caso habría comenzado con sus críticas al kirchnerismo. Antes brillaba en Filosofía y Letras y en la FLACSO. Su breve historia fue el manual de historia profusamente utilizado en numerosas universidades del país. Pero ofender al gobernante es un crimen de lesa majestad, y por lo tanto imperdonable/imprescriptible, por lo que es probable que en algún momento le corresponda la pérdida de sus cátedras, como a su padre en épocas que se intenta actualmente imitar.
      En cuanto al culto a la personalidad, más que no se pueda inferir, resulta patente e indecoroso que sea su propia esposa, utilizando el aparato del Estado, que lo promueva, en un revival en el que las alpargatas han sido reemplazadas por los mocasines:
      opencms00.editorialperfil.com.ar/contenidos/…/noticia_0041.html?…

      1. ¿Antes «brillaba» en Filosofía y Letras? ¿Por qué hablás de lo que no sabés, Daio? Informate un poco, al menos. En serio: una cosa es estar en desacuerdo y otra cosa es decir paparruchadas. Informate de lo que pasó con Romero cuando apareció una segunda cátedra (él tenía, como casi todos en Filo, el monopolio de la verdad); mejor dicho: averiguá qué hicieron los estudiantes cuando ya no se vieron obligados a cursar con él y pudieron elegir algo diferente. Una vez que averigües, fijate si podés seguir sosteniendo que Romero «brillaba» (o aclará qué querés decir con «brillar»)

      2. La decadencia de los estudios universitarios muchas veces pasa por la creación de cátedras paralelas, que en realidad son para lelos. Así anda nuestra educación universitaria, inexistente en cualquier muestreo internacional. No hay que buscarle muchas explicaciones al interrogante sobre la existencia en nuestros país de una multitud de «historiadores», con su diploma a cuesta.

      3. En primer lugar, crédito y descrédito son posiciones subjetivas como el que más. En lo personal no estoy de acurdo con la utilización del criterio cuantitativo para realizar una evaluación cualitativa. Pero que de sus clases la mayoría huía, es cierto. Los cargos directivos, sabemos, tienen que ver con nombre (heredado) y más terrenalmente con contactos, como cualquier trabajo o conchabo.
        El descrédito del susodicho al que me refiero es bien anterior, e independiente, de sus posiciones ideológico políticas actuales. Bien anterior.
        Por último, las cátedras paralelas muchas veces no tienen que ver con creaciones ‘para lelos’ sino para presentar alternativas de orden académico que amplíen el espectro. Lo cual no quita que en algunos casos sean maniobras políticas para otorgar cargos a adeptos, robo de ‘puntos’, otros casos sean simplemente para poner materias ‘más fáciles’ como usted hace referencia. Pero manuales o no, leamos los escritos y evaluemos. Nadie aquí hizo referencia a su anti-kirchnerismo o no, excepto usted Daio. Y esa nota de Romero me parece una vergüenza que lleve debajo el ‘investigador principal del CONICET’. Quizá a usted no, a mi y a varios amigos investigadores del CONICET, sí.
        Para ver una referencia que se puede ser «menos faccioso» como dice Romero, véase:
        http://desdegambier.blogspot.com/2011/10/hoy-el-post-lo-hace-teodoro-boot-todos.html
        Y eso que tampoco estoy del todo de acuerdo con lo de Boot eh.

        Por último, el culto a la personalidad es bastante más que el simple recordatorio de un referente a un año casi de su muerte… y cada quien recuerda a sus muertos como quiere o como puede. Se trata de eso, un grupo que recuerda a su referente y líder. Yo no critico la estatua de Balbín en plaza Congreso, por ejemplo, a pesar de que estoy en las antípodas de sus posiciones políticas.
        Podrá criticar que es demasiado reciente para poner su nombre, lo comparto y no estoy de acuerdo en poner el ‘Nestor Kirchner’ por todos lados, pero un recordatorio no es una política de la presidenta, ya que puestos a analizar debemos ponderar adecuadamente los términos.
        Saludos

      4. la decadencia de la universidad está relacionada en todo caso con tipos como romero, que no respetan ni el más mínimo precepto metodológico.

        esa no es una nota de Historia si por ello suponemos un mínimo método científico detrás.

        y no tiene que ver con kirchner. si sacás kirchner y ponés menem, es lo mismo: rigor cero.

      5. Por supuesto, la buena metodología para la investigación histórica sería la de Pigna y sus discípulos, que olvidan que el trabajo de un investigador consiste en entender la especificidad de cada una de las épocas tratadas, siempre singular y, sobre todo, diferente del presente. No se puede juzgar el pasado con la cosmovisión actual, tratando de encontrar en él la similitud que existiría entre sucesos del pasado y episodios del presente cercano: genocidios, derechos humanos, etc.Lo que hacen estos autores es escribir sobre el pasado, con todo el derecho que tienen a hacerlo, pero eso no es historia, sólo una interpretación anacrónica de esos tiempos, acorde a los vientos que soplan en el presente.-

      6. Por qué retroceder o rendirse ante lo que muy bien caracterizó La Boétie: «De momento, quisiera tan sólo entender cómo pueden tantos hombres, tantos pueblos, tantas ciudades, tantas naciones soportar a veces a un
        solo tirano, que no dispone de más poder que el que se le otorga, que no tiene más poder para causar perjuicios que el que se quiera soportar y que no podría hacer daño alguno de no ser que se prefiera sufrir a contradecirlo. Es realmente sorprendente _y, sin embargo, tan corriente que deberíamos más bien deplorarlo que sorprendernos_ ver cómo millones y millones de hombres son miserablemente sometidos y sojuzgados, la cabeza gacha, a un deplorable yugo, no porque se vean obligados por una fuerza mayor, sino, por el contrario, porque están fascinados y, por decirlo así, embrujados por el nombre de uno, al que no deberían ni temer (puesto que está solo), ni apreciar (puesto que se
        muestra para con ellos inhumano y salvaje). Pero, ¡oh, Dios mío!, ¿qué ocurre? ¿Cómo llamar ese vicio, ese vicio tan horrible? ¿Acaso no es vergonzoso ver a tantas y tantas personas, no tan sólo obedecer, sino arrastrarse? No ser
        gobernados, sino tiranizados, sin bienes, ni parientes, ni mujeres, ni hijos, ni vida propia. Soportar saqueos, asaltos y crueldades, no de un ejército, no de una horda descontrolada de bárbaros contra la que cada uno podría defender su vida a costa de su sangre, sino únicamente de uno solo. No de un Hércules o de un Sansón, sino de un único hombrecillo, las más de las veces el más cobarde y
        afeminado de la nación, que no ha siquiera husmeado una sola vez la pólvora de los campos de batalla, sino apenas la arena de los torneos, y que es incapaz no sólo de mandar a los hombres, ¡sino también de satisfacer a la más miserable mujerzuela! ¿Llamaremos eso cobardía?
        Así pues, ¿qué es ese monstruoso vicio que no merece siquiera el nombre de cobardía, que carece de toda expresión hablada o escrita, del que reniega la naturaleza y que la lengua se niega a nombrar?, en el «Discurso sobre la servidumbre voluntaria.»

    1. Reitero porque puse mal el comentario:

      Por último, el culto a la personalidad es bastante más que el simple recordatorio de un referente a un año casi de su muerte… y cada quien recuerda a sus muertos como quiere o como puede. Se trata de eso, un grupo que recuerda a su referente y líder. Yo no critico la estatua de Balbín en plaza Congreso, por ejemplo, a pesar de que estoy en las antípodas de sus posiciones políticas.
      Podrá criticar que es demasiado reciente para poner su nombre, lo comparto y no estoy de acuerdo en poner el ‘Nestor Kirchner’ por todos lados, pero un recordatorio no es una política de la presidenta, ya que puestos a analizar debemos ponderar adecuadamente los términos.

      Saludos

  2. Hay que recordar que el peronismo nunca quiso a los Romero, aunque ahora los kirchnerista utilizan al Padre para pegarle al Hijo, en una especie de teología de la historia, según la cual el Hijo debería ser igual al Padre, en su defecto sería un falso profeta.
    Recuerdo el conflico en Filosofía, y el texto de una carta abierta firmada por José Emilio Burucúa, Beatriz Sarlo, Noé Jitrik, Marta Souto, Hilda Sabato, Carlos Altamirano, Sylvia Saítta, Emilio de Ipola, Oscar Terán, Susana Zanetti, Hugo Vezzetti, Alicia Camilloni, Osvaldo Guariglia, Dora Barrancos, Ricardo Ibarlucía, Lucas Luchilo y Samuel Cabanchik, entre otros. Docentes que manifestaron su apoyo al profesor Romero, titular de Historia Social General. Señalaron que, al crear una cátedra paralela sin concursar el cargo, las autoridades desconocieron “los procedimientos académicos más elementales y generaron una situación que no sólo viola las reglas de funcionamiento sobre las que se funda la vida universitaria, sino que atenta contra la calidad de la enseñanza”. Con respecto a los docentes que integran la nueva cátedra, cuyo titular es José Vazeilles, la carta señala que “la mayor parte de ellos no tiene antecedentes ni formación en el área… y fueron nombrados en función de su filiación partidaria; el programa que se dicta adolece de inconsistencias históricas y conceptuales, y el mecanismo de promoción puesto en vigencia contradice la reglamentación vigente (fue aprobado como ‘excepción’). A todo ello se suma la puesta en marcha de métodos de propaganda reñidos con la ética universitaria”. Entre otras cosas.
    Por supuesto que siempre han existido capillas en los claustros universitarios, y que cada uno deberá hacerse cargo de sus pecadillos.
    Con relación a la profusión de «lugares Kirchner». yo creo que la Presidente los fogonea y consiente que desde el Estado se lo eleve a los altares. Eso creo que es un retroceso.
    Saludos.

  3. Es gracioso ver que, para ciertas personas, todos los caminos conducen al kirchnerismo. Yo rendí las materias para ingresar a la UBA cuando Kirchner todavía era ‘bueno’ (yo no comulgaba con el gobierno en ese momento, más bien lo contrario, y no se había dado el giro copernicano del 2008), y viví la imposición del manual de historia de Romero hijo simplemente como una continuación de la bajada de línea antiperonista que recibí durante toda mi formación secundaria, en el colegio dependiente de la universidad… (y ni siquiera tenía respeto como historiador entre estos mismos docentes).

    1. Puede entonces que recuerdes cuando en ese «Manual» se comenta que «El régimen tuvo una tendencia definida a peronizar todas las instituciones, y a convertirlas en instrumentos de adoctrinamiento. Sería difícil dudar de la eficacia de estos mecanismos que se traducían en un sufragio masivo en favor de Perón o de los candidatos por él indicados» Esto,escrito originariamente en 1994, si se le cambian los nombres personales, indica una tendencia aún vigente, que muestra que tan mal estudioso de nuestro pasado no puede ser.
      La falta de respeto, muchas veces evidencia la envidia.- Problemas de cofradías.-

  4. Centralmente Romero refiere al culto a la personalidad, como fuente y causante de muchos males padecidos por la humanidad que la historia así lo demuestra. Ubica como punto de partida a la Roma de los Césares, puesto que en la antigua Roma no se prodigaba tales cultos porque se comprendía muy bien esta cuestión de la personalidad. En las grandes civilizaciones antiguas ligadas al espíritu no vamos a encontrar ni rastro de estos menesteres. Adviertamos entonces la decadencia en que nos encontramos como humanidad. También podriamos hacer el ejercicio de apartarnos un poco de nuestro lado occidental y cristiano y comprobaríamos que otras culturas no le dispensan culto a los muertos.
    El culto a la personalidad, el personalismo, son factores negativos para la vida democrática. Es esta ìmpronta la que observa Romero.

  5. a daio le gusta romerito porque repite su mecanismo discursivo.

    veamos cómo nace:

    daio/romero se enteran de que se levantó una estatua de néstor. entonces se busca en el pasado histórico tiranos que hayan levantado monumentos con su efigie y ahí arranca el raid de pretensión científica, ya que llena de nombres y de citas un comentario que es naturalmente pelotudo pero que puede confundir a un distraido.
    se vienen entonces los nombres de césar, stalin, hitler, pol pot… se hace hincapié en que esos eran dictadores, césares, emperadores, monarcas y se trata de hacer ver que el kirchnerismo es igualito a ellos por levantar un monumento al reciente líder muerto al que millones de personas admiran y lloraron.

    pero se evidencia sobretodo la trampa cuando se descubre que evitaron mostrar otros casos, por ejemplo los monumentos a tipos como jefferson, lincoln, san martín o bolivar, ya que estos no dan para que se asocie el levantamiento de un monumento con una actitud despótica, totalitaria y tiránica como la que se le quiere enchastrar al gobierno de turno.

    lo que no entiendo es para qué se mete en la defensa de roca, que es indefendible. eso es pelotudismo crónico, nomás y no encuentro explicación.

    1. Una sola idea:en nuestra historia, antes de Perón, Eva y Néstor: nunca se levantaron en vida monumentos a los gobernantes. Mucho debieron esperar San Martín y otros. En el mundo si se lo hizo durante gobiernos dictatoriales. No se quejen de quienes sirvieron de antecedentes del mal ejemplo.
      Como buenos peronistas, lectores y admiradores de Arturo jauretche, siempre deberían recordar el chiste del «peronzuelo». No inserto cita, no sólo porque a algunos molestan, sino porque creo deben saberlo de memoria.-

      1. daio dixit:

        «antes de perón no se levantaron monunmentos en vida…»

        estás para cha cha cha

        no se si te enteraste. pero néstor se murió.

        el monumento lo levantaron después.

        igualmente. no sigo repondiendo idioteces. porque tus palabras y las de romerito no tienen goyete.

      2. Una idiotez más: ¿Néstor muerto? Se va a enojar Cristina, que no sólo era su esposa,y que por lo tanto mientras sea la presidente debería ser más cuidadosa con los homenajes, sino que siempre dice que «Él» esta presente.

      3. estábamos hablando de kirchner…

        puede ser que tengas razón. que esto sea para incrementar el culto personalista… de balestrini…

        ¿algún comentario que no te haga parecer pasado de pastillas?

      4. daio y la tendencia un solo corazón!!!

        a lo que llegás!
        tené cuidado mirá si te lee algún obispo amigo tuyo.

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