Cuando Los Pumas cantan el Himno

Hay muchas maneras de cantar el Himno. Pocas tan intensas y emocionantes como la de Los Pumas. No cantan el Himno por obligación, como pasa en los actos públicos. No lo cantan como parte de una fiesta, al estilo de los hinchas de fútbol. Y menos lo cantan como los jugadores de fútbol, que en general no lo cantan: quedan indiferentes, encerrados en su mundo.
Los Pumas empiezan con el Himno: ése es el primer acto del equipo. En el Himno se abrazan, se hacen uno. Están unidos cantando. Así juntan fuerza. Se emocionan y dejan que esa emoción sea visible. Aunque no se entienda el rugby o se entienda poco, no importa: cuando los Pumas cantan el Himno emocionan.
Se les nota el agradecimiento y el orgullo de estar ahí. Lo cantan hacia el corazón, para ellos, no para la TV. Y establecen una comunicación única con el que está frente a la pantalla o en las tribunas.
El rugby es un juego raro para nosotros. Hay que avanzar pero la pelota se pasa hacia atrás y hasta se tira afuera para poder avanzar. Los goles se llaman intentos (tries) y las formaciones mauls y rucks. Se precisan jugadores de distinta destreza: muy fuertes para empujar el scrum, altos para dominar los lines, hábiles para distribuir el juego y veloces para atacar.
Como en todo juego se gana y se pierde. Pero en el fútbol, al menos entre nosotros, alimentamos la confusión de que se juega solo. Tendemos a exigir el triunfo perpetuo, una manera de pensar que no incluye y desprecia al perdedor.
El sistema del rugby aquí es amateur. Se profesionalizó un poco y hace poco y los jugadores de elite que juegan en el exterior cambian de equipo como en el fútbol. Pero el dinero no ha opacado ese jugar para competir de corazón cuando juegan para la selección.
Es un modelo diferente también con las reglas y la autoridad, que no se discute. Y se juega casi sin teatralizar faltas. En uno de los partidos de la primera ronda del mundial, el árbitro galés Nigel Owens sancionó al full back escocés por fingir. Le dijo: si querés zambullirte de nuevo esperá unas semanas hasta que vuelva el fútbol.
La mayoría de los argentinos sabe poco o muy poco de rugby. Pero siente orgullo de Los Pumas. Es el espejo de una Argentina posible, unida, coordinada, racional. Que disputa y hasta le gana terreno a los grandes. Es una Argentina real. No todo está arruinado por la corrupción y por la violencia. Parece sencillo: la clave está en el equipo. La gran estrella son todos juntos. Por eso cantan el Himno tan unidos y de un modo que conmueve. Y sin relatos ni engaños, avanzan. Y así importa menos que a veces no ganen.

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