Imágenes bonaerenses de la Inquisición

El preso fue baleado con postas de goma, pateado y luego colgado durante ocho horas de las muñecas. En el servicio médico no lo atendieron. Y en el juzgado le recomendaron que no denuncie porque no le aseguraban su supervivencia. Denuncia ante Scioli.
Se llama Maximiliano Zapata y su imagen, que acompaña esta nota, es la mejor demostración de que el Medioevo y la Inquisición mantienen sus enseñanzas y sus discípulos. MZ fue colgado de las muñecas, posición en la que fue mantenido durante siete u ocho horas en su celda de la Unidad 32 de Florencio Varela. Antes, porque la tortura nunca se agota en una instancia, fue baleado con postas de goma, molido a patadas y palazos y trasladado al servicio de sanidad, donde confirmaron que no sufrió nada del otro mundo. Preso desde hace seis años, no recuerda cuántas veces lo torturaron, aunque igual da lo mismo porque el juzgado del que depende no le cree y le recomendó que si denunciaba la “colgada” no le garantizarían su supervivencia.
Tanta saña tiene, desde la perspectiva del SPB, motivo: en sus seis años de detención, Zapata lleva más años de camión de traslado que de celda. Hace casi dos semanas que lo habían trasladado a la U32 de Florencio Varela, donde aún permanecía encerrado en un buzón, como castigado, porque los penitenciarios no terminaban sus trámites de ingreso –al menos es la justificación que le daban–. En ese estado, no le permitían las visitas de familiares. El 31 de julio, con su familia bajo la lluvia, comenzó a patear la puerta de la celda y a reclamar por su visita. La reacción de los guardias fue entrar a los tiros con balas de goma, de las que Zapata apenas si pudo protegerse cubriéndose con una frazada.
Siete guardias entraron a la celda y lo molieron a palos, patadas de borceguíes y puñetazos durante casi media hora. Luego lo trasladaron esposado al sector de sanidad, donde fue recibido por una médica o enfermera (Zapata no supo distinguirla en su denuncia, según aseguró la Comisión Provincial por la Memoria), que no le proporcionó ninguna atención. De sanidad fue devuelto al Pabellón SAC (Separación del Area de Convivencia, donde aguardan los presos recién llegados), donde aprovecharon una abertura en la pared, por encima de la puerta, para pasar una soga de la que colgaron a Zapata de las muñecas, como si fuera una media res, con sus pies en el aire, apenas rozando el piso. Lo mantuvieron en la posición durante siete u ocho horas.
Su familia se comunicó con la defensora Silvia Glew, quien solicitó un hábeas corpus al Juzgado de Ejecución Nº 2 de San Martín el 31 de julio pasado. Del juzgado lo citaron y fue atendido por un secretario. El funcionario no fue muy alentador: si denunciaba, tendría que hacerse cargo de su integridad (como si no lo estuviera haciendo), ya que ellos no podían hacer nada (como si antes lo hubieran hecho), sólo trasladarlo al sistema federal. Por lo visto, no fue trasladado porque hasta ayer seguía detenido en la misma U32.
Zapata fue entrevistado por integrantes de la Comisión Provincial por la Memoria. “No le fue posible recordar cuántas veces fue torturado o atacado –sostiene el informe de los abogados de la CPM–. Refirió que muchos informes penitenciarios donde se registra que tuvo pelea con otros detenidos no son reales, varios de esos partes tienen que ver con represión o ataques sufridos con la anuencia o participación del SPB. Manifiesta que se siente abandonado por el juzgado, que se encuentra condenado desde hace cuatro años y nunca creyeron sus denuncias. Que ha sufrido varios atentados contra su vida y nunca se ocuparon debidamente de su situación y protección.”
“Este caso –dijo Roberto Cipriano García, director del Comité Contra la Tortura de la CPM– muestra las prácticas sistemáticas de torturas que se llevan a cabo en las cárceles bonaerenses. Pero también da cuenta de la desidia y escaso compromiso judicial. A una semana de ocurrido el hecho, aún no se le había tomado declaración a la víctima ni se realizaron otras actividades probatorias.”
horaciolqt@yahoo.com.ar

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