No eran cunas sino moisés, traían instructivo y el INTI nunca aconsejó destruirlas

Entre el Estado nacional y un juez federal, el Plan Qunita que buscaba erradicar la mortalidad infantil está congelado, a punto de quemarse. Primero lo dio de baja el Ministerio de Salud, sin proponer alternativas, y esta semana el juez Claudio Bonadio ordenó incinerar 60 mil kits de moisés y sacos de dormir. Tomó como base un estudio del INTI. El mismo organismo que hace un año denunció la inseguridad de los moisés y cunas que se venden en el mercado, sin control.
“No ha lugar”, fue la orden de Bonadio ante el pedido del fiscal Eduardo Taiano, quien ante el repudio de organizaciones y médicos, le había sugerido “acondicionar y adecuar” las supuestas fallas de los kits. Bonadio optó por quemarlos, lo que motivó que el presidente del bloque de diputados FPV-PJ, Héctor Recalde, lo denuncie ante el Consejo de la Magistratura por “mal desempeño de sus funciones”. Mañana empezarán a llegar recursos de amparo de organizaciones científicas y pediátricas.
El objetivo era reducir las muertes súbitas de lactantes, el 50% de las cuales se debe al colecho. Iniciado en 2015, el programa Qunita completaba el círculo de la Asignación por Embarazo, para mujeres sin cobertura social que además debían hacerse cinco controles. El ex ministro de Salud, Daniel Gollán, explicó a Tiempo que, por año, buscaban prevenir las muertes de 2000 bebés y de cien madres: “Había un núcleo duro de 32% de las madres que no tenían todos los controles, y un 6% que paría sin ningún control”. Para él, lo de Bonadio “tiene una razón ideológica: el desprecio absoluto hacia los más humildes. Estos hechos, simbólicamente muy fuertes, se emparentan con el ’55, cuando mandaron a quemar insumos médicos de la Fundación Evita”.
La ex jefa de Neonatología de la Maternidad Sardá, Alicia Benítez, relató que por Qunita habían habilitado una línea 0800: «Hasta noviembre de 2015 se recibieron 19.848 llamados. No se registraron situaciones de riesgo».
Unos 43.600 bebés llegaron a recibir el kit de 34 productos. Iban a ser 110 mil, cifra que se repetiría cada año. Sin embargo, Qunita dejó de funcionar en abril, cuando Salud dejó de entregar el kit, por un informe de INTI que jamás sugiere sacarlo de circulación. También por recomendaciones de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y el neonatólogo Alejandro Jenik, quienes rechazaron la quema y pidieron formar un equipo interdisciplinario.
El expediente cita al INTI destacando que la cuna puede desfondarse si contiene a un niño de más de 9 kilos. Sin embargo, no es una cuna, sino un moisés confeccionado para los primeros seis meses de vida. Así lo decían las recomendaciones que acompañaban el kit.
“El 99,9% de las cunas que se venden en el país no tienen ningún control. Deberían quemar todo entonces”, sostuvo Gollán. En eso coincidía en 2015 el Laboratorio de Muebles del Centro INTI: “Si te gastás 1500 dólares en una cuna, no vas a estar seguro de que cumpla los requisitos mínimos de seguridad”, declaró Marcelo Orlievsky, coordinador del Laboratorio. En la Argentina no existe un Comité Normalizador de Muebles. El INTI controla si la marca decide enviarle su producto.
“Las recomendaciones del INTI fueron a pedido nuestro, para mejorar una segunda tanda. Se basaron en uno español que no es idéntico. No existe un modelo igual al de Qunita en el mundo”, acotó Gollán. Como antesala a Bonadio, el fiscal impulsó un juicio penal por supuestos sobreprecios y “perjuicio económico” para el Estado. Lo paradójico es que la quema de los kits generará la pérdida de 180 millones de pesos, y al no haberse propuesto una alternativa, los 60 mil chicos que no los recibirán por su “peligrosidad” ahora están expuestos a mayores riesgos.
La tristeza del padre del diseñador
El diseñador de Qunita, Tiago Ares, falleció a los 25 años por un cáncer de colon, el 27 de octubre de 2015, exactamente cinco años después que Néstor Kirchner. La idea le surgió en una clase donde se enteró de que el mayor índice de mortalidad infantil en zonas marginales se debía al colecho, “y no por desnutrición como solemos pensar a priori”, reveló su padre Álvaro Ares en Facebook. Con otros diseñadores pensaron modelos y fabricaron “Wawa”, nombre que por un tema de patente no pudo quedar. Álvaro acotó: “Perdón, pero estoy muy triste en este momento mientras escribo”.
El objetivo era reducir las muertes súbitas de lactantes, el 50% de las cuales se debe al colecho.

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