Reality K: candidatos rastrean medalla de elegido de Cristina

Política Jueves 30 de Octubre de 2014
Por Pablo Ibáñez.-
• El factor “Cámpora”.
• Las fotos como indicador de preferencias.
• El antagonismo con figuras de la oposición.
Por: Pablo Ibáñez
Cristina de Kirchner, Andrés Larroque y Eduardo De Pedro.
Posar para los flashes al lado de Cristina de Kirchner, aparecer escoltado por alguno -o varios- de los caciques de La Cámpora y oficiar, sin que ni siquiera se lo pidan, como los espadones más ejecutivos en la defensa pública del Gobierno o encabecen la contraofensiva al antagonizar con los opositores.
El menú al que recurren los candidatos K para florecer como «el elegido» de la Presidente -o del clan Kirchner- se acota, detalle más detalle menos, a esas tres variables. Y dan por hecho un dato: difícilmente, se entiende genéricamente en el Gobierno, que en algún momento Cristina de Kirchner vocee su preferencia por alguno de los candidatos que instalan, cada vez con menos matices, como sucesores y continuidades del modelo K.
El juego involucra con más ímpetu a , los tres candidatos que, al menos en este tramo de la precampaña, se muestran más activos. Lo hacen, a su modo y con otro ritmo, -que está retomando luego de la bacteria que lo obligó a enclaustrarse-, y el salteño.
Honorarios
De los siete vices honorarios del PJ, cargo que ofició de certificado de candidatos, el gobernador norteño es quien menos se movió y apenas una vez, en un viaje a EE.UU., dijo que le gustaría competir. El quilmeño Fernández se limitó, hasta acá, a la campaña radial: ni actos, ni afichería, ni juntadas, formato convencional al que se entregaron los demás. Veamos:
I. Scioli. En el reality K, el gobernador salió a autopostularse como el continuador natural de los Kirchner montado, sobre todo, en que es el candidato que mejor mide y el único que, con la foto de las encuestas actuales, podría permitirle al peronismo K ganar en 2015. En los últimos meses, archivó el juego de las diferenciaciones con la Casa Rosada y giró hacia su momento de mayor kirchnerización desde que convive con los Kirchner. Quiere sellar esa especie de pacto no dicho con tres fotos con la Presidente antes de fin de año durante la inauguración de tres obras: el tercer carril de la Autopista La Plata-Buenos Aires, la Autovía 6 y el puerto de contenedores de La Plata. En simultáneo, avanzó en contactos con La Cámpora. La semana pasada se mostró con Julián Álvarez, el viceministro de Justicia y mano derecha de Eduardo «Wado» De Pedro, durante la apertura de un local Scioli 2015 en Lanús. Un tiempo atrás, esa foto era inimaginable. Así y todo, debe leerse como un movimiento que responde a movimientos de ajedrez donde el neocamporismo, que no puede decir que apoya a un candidato, reparte a sus referentes.
II. Randazzo. El ministro del Interior decidió días atrás suspender un viaje que tenía programado a China y destinará ese tiempo a la campaña mix: visitas de gestión -como la que hará en estas horas a Santa Fe donde posará con el socialista Antonio Bonfatti- y, en paralelo, rondas políticas con gobernadores, intendentes y operadores diversos. Por viajes al exterior, el candidato -que logró instalarse como la variable más competitiva contra Scioli dentro del planeta K- redujo al mínimo sus movimientos de armado e instalación, y avisó que antes de fin de año dará, al menos, una vuelta por los principales ciudades de provincias. A su equipo político le pidió que sistematicen las «bajadas» al interior y, en simultáneo, al conurbano rabioso donde entienden que el efecto trenes tiene mayor impacto. Randazzo también tuvo su baño de neocamporismo y lo hizo anteayer justamente con Andrés «Cuervo» Larroque, cacique de La Cámpora con quien tuvo un duro antológico cuando operó para mover y colocar funcionarios en Interior. Randazzo estuvo con Larroque y Mariano Recalde, además del diputado ultra Edgardo Depetri, en un plenario de gestión que mutó a charla política. En esas rondas, Randazzo fulmina cualquier variante que no lo incluya en el ring presidencial y da a entender que terminará siendo el rival de Scioli con el respaldo, explícito o implícito, de los grupos más K.
III. Urribarri. El entrerriano trata de no quedar relegado en la prepolarización que empieza a mostrar la interna oficial entre Scioli y Randazzo, y elige como recurso la disputa, por ahora unidireccional, con Sergio Massa que decide no responderle. Ayer acusó al candidato del Frente Renovador de tener un «proyecto privatizador para YPF». En las mesas chicas, Urribarri le reprocha a Randazzo, siempre por lo bajo, lo mismo que el ministro le reprocha a Scioli: que las percepciones mediáticas sobre posicionamientos y «ganabilidad» son operaciones. La semana pasada, el entrerriano salió a castigar, sin nombrarlo a Scioli, cuando habló de los interesados en que haya una sola lista y, como Randazzo, prometió que será candidato en las PASO del 9 de agosto de 2015. Algo parece inevitable: salvo que lo hagan por motu proprio, o por funcionalidad a Scioli, a los sectores ultra K no les convendría tener dos listas porque dividirían votos en beneficio de Scioli.
Los demás postulantes administran con distinta velocidad la campaña. El más inquieto del pelotón es Taiana que gira por el país, tuvo actos en Misiones y Córdoba, y se pone al frente de un debate en torno de lo que le falta al kirchnerismo, eso que llama el «tomo II del proyecto». Rossi y Domínguez se mueven dentro de los límites de sus funciones. El de Chacabuco gana visibilidad con la actividad en el Congreso, mientras el ministro gira con la agenda que le permite Defensa.

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