Una pesadilla atormenta a empresas, políticos y jueces: que Cristina no se vaya en 2015

GUILLERMO KOHAN
Periodista
Entre los múltiples escenarios económicos y políticos que se conversan para el futuro de la Argentina entre banqueros, empresarios y hombres de la política y los negocios; surge estas semanas una pregunta que descoloca a propios y extraños y que para muchos, de sólo pensarlo, supondría una pesadilla. Qué pasa si Cristina no se va como todos creen en 2015.
En general se opina que resultaría muy improbable una chavización extrema, en la que el oficialismo directamente lograra cambiar de facto la constitución para perpetrarse en el poder como lo hizo Hugo Chávez. Aún así la mayoría de los observadores y actores políticos con los que dialoga el periodismo, coinciden en que, efectivamente, si pudiera, Cristina y la facción de poder que la acompaña no se irían en diciembre de 2015.
La mayoría de la oposición está muda respecto de la radicalización del Gobierno contra empresas y medios; prefiere hacer marketing político hablando del futuro y se desentiende del presente. No hay marchas en las calles como en 2013 y se asume que solo, por el paso del tiempo y la supuesta valentía de algunos jueces, el Gobierno habrá de abandonar el poder. También los empresarios que se alarman en privado con el rumbo del país, avisaron que en el Coloquio de Idea que comenzó ayer en Mar del Plata se hablará del futuro, no del presente.
Los más alarmados observan la manera en que la Presidenta todavía mantiene en un puño al peronismo, logra la aprobación express de leyes radicalizadas sin consenso con la oposición y los actores sociales, y avanza con el nombramiento y ascenso de militantes políticos en estamentos clave de la Justicia, el Parlamento, Ministerios y organismos de control del Estado.
La nueva embestida del Gobierno contra el Grupo Clarín reaparece como un punto de inflexión. «Si voltean a Clarín se llevan puesto el país. No los para nadie, Cristina eterna», comentaba estas horas uno de los empresarios que más frecuentó la Casa de Gobierno en la era K.
Una vez más, empresarios y políticos miran a los jueces. La verdad es que la reglamentación de la ley de medios es mucho peor que la ley en sí. Le otorga al Gobierno la facultad para nombrar interventores y silenciar medios, en caso que proceda la adecuación de oficio y venta compulsiva de activos. Si la Justicia no la detiene, la AFSCA podría solicitar la intervención en caso de que el Grupo Clarín se resistiera a colaborar con la adecuación. ¿Alguien puede suponer que una empresa va a colaborar para que la liquiden? El caso es que una vez iniciado el proceso, la ley ordena que deba rematarse primero el activo de menor valor. En el caso de Clarín, la primera víctima sería Radio Mitre, luego TN, luego Canal 13 y por último Cablevisión.
Comentaba el caso la semana pasada en tono desafiante un allegado a la familia Noble: «Nosotros no somos Repsol. Si nos vienen a intervenir, que sepan que no nos vamos a ir corriendo de nuestras oficinas. Nos van a tener que sacar esposados de los escritorios», bramaba.
Como se sabe, el Grupo Clarín pedirá a la Justicia que frene la avanzada del Gobierno, con el argumento de que se la resolución del Afsca es directamente para censurar y cerrar los medios críticos, fundamentalmente Radio Mitre, TN y Canal 13, y que viola expresamente el fallo de la Corte que exige equilibrio y ecuanimidad en la aplicación de la ley. Otra vez el destino, en manos de los jueces.
Los magistrados, por su parte, también miran a la política y fundamentalmente a la oposición. También ellos se preguntan si realmente Cristina será historia tarde o temprano el año próximo, o si se queda. Hay hombres de la Justicia preocupados al observar que la oposición habla del futuro y no se mete en el barro de las peleas del presente, a la espera que los jueces frenen a Cristina.
Aún sin llegar al delirio de violar la Constitución, aparecen por estas horas infinitas combinaciones que explican cómo la Jefa de Estado, aun dejando el sillón en diciembre de 2015, podría mantenerse en el poder. Futura gobernadora, presidenta de la Cámara de Diputados, jefa política y operativa de un eventual gobierno de Daniel Scioli, o en la retaguardia para que el modelo le explote en la cara a Mauricio Macri o a Sergio Massa.
Es cierto que la idea de Cristina eterna enfrenta, seguramente, otro límite además de los medios independientes y críticos que logran récord de audiencias. Definitivamente el drama de la inseguridad y la crisis económica. Nada menos que la realidad.
Un capítulo que, de paso, coloca al mundo económico ante una desagradable disyuntiva. Para evitar la pesadilla de que Cristina se quede con mucho poder; o que pueda volver rápido y recuperada políticamente a la presidencia, sería inexorable que la economía y la situación social se siga deteriorando.
Es obvio que para eternizarse, debería asegurarse que la economía recupere algo en 2015. Escenario que hoy parece lejano para la mayoría de los observadores, aún si se retomara la negociación con los acreedores para resolver o atenuar el default.

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