Una reforma con destino incierto

EL PAIS › EN EL SENADO ANALIZAN CAMBIOS EN LA BOLETA UNICA ELECTRONICA
Pese al apuro macrista, la Cámara alta comenzará el debate recién el 1º noviembre. El FpV-PJ impulsa modificaciones. Preocupación del Gobierno por los tiempos paralmentarios.
Por Miguel Jorquera
Los tiempos conspiran contra el apuro de la alianza Cambiemos por convertir en ley la reforma electoral que incluye la implementación de la Boleta Unica Electrónica (BUE) en las elecciones legislativas de 2017. La media sanción aprobada por Diputados el jueves a la madrugada llegó esa misma noche al Senado, con la intención del oficialismo de comenzar su tratamiento en la Cámara alta esta semana. Pero los senadores del Frente para la Victoria (FpV) que presiden las comisiones a las que fue girado el proyecto impusieron su propio cronograma: el debate arrancará el primero de noviembre con los funcionarios, el dictamen se firmaría el diez y llegaría al recinto siete días después. Tampoco se descartan cambios al texto aprobado por la Cámara baja, si –como mínimo– el Senado insiste en su propio proyecto de paridad de género y desecha la redacción incluida en la iniciativa aprobada por los diputados. Lo que obligaría a la Cámara baja a volver a tratar el tema, una complicación más para el Gobierno que quiere imponer el cambio de sistema de votación contrarreloj sin “plan B”.
La preocupación del Gobierno estuvo expresada en pleno debate de la reforma electoral en Diputados. En medio de febriles negociaciones, el secretario de Asuntos Políticos del Ministerio del Interior y uno de los redactores del proyecto oficial, Adrián Pérez, llevó al Palacio Legislativo como prenda de intercambio la propuesta de incorporar a la iniciativa una cláusula transitoria en la que se establecía que si no se llagaba con el tiempo necesario, la BUE podría implementarse en la elección general de octubre de 2017 y no en las PASO previstas para agosto.
Finalmente esa propuesta fue desechada en la mesa de negociación donde tallaban fuerte los opositores “amigables” como el massista Frente Renovador y el Bloque Justicialista de Diego Bossio.
La falta de una alternativa es uno de los temas que genera mayores resistencias entre los senadores del FpV. “¿Qué va a suceder si la auditoría que la Cámara Nacional Electoral debe hacer sobre el software y el sistema electrónico de votación resulta negativa? ¿No se va votar en la Argentina?”, dijo a Página/12 un influyente senador de la bancada mayoritaria del Senado.
Tampoco conforma la redacción legislativa que escogieron los diputados en varios de los artículos de la reforma electoral. En este punto los senadores acostumbran y hacen gala de ser muy cuidadosos.
Aunque no existe una postura unánime dentro de la bancada del FpV en el Senado, su jefe Miguel Angel Pichetto, prefirió no adelantar posición hasta que la media sanción de Diputados llegara a la Cámara alta. Sin embargo, desde el FpV alentaron su propio proyecto de paridad de género, que el Senado aprobó el mismo día que en al Cámara baja discutía la reforma con la paridad incorporada.
Este sería uno de los obstáculos para el oficialismo. Si los senadores desdoblan la ley y la reforma regresa a Diputados en tiempo de descuento. En la Cámara baja son más optimistas sobre este punto y la confianza corre por cuenta de la oposición “amigable”: cerca del líder renovador, Sergio Massa –de buena sintonía con Pichetto–, consideran que los senadores avanzaron con la paridad como “rueda de auxilio” cuando la reforma pareció estancarse en Diputados y la paridad de género, un reclamo que cruzó transversalmente a todos los bloques partidarios, corría peligro de no avanzar. En el massismo consideran que la media sanción del Senado sobre paridad ya no entorpecería la aprobación de la reforma tal cual lo redactaron los diputados.
Otro de los temas que preocupa a Cambiemos es el proyecto sobre un sistema alternativo de boleta electrónica presentado por los senadores Juan Manuel Abal Medina y Omar Perotti. Se trata de una propuesta que podría aglutinar a un importante sector de la bancada del FpV y que complicaría al oficialismo a la hora de sumar los 37 votos necesarios para aprobar una reforma electoral.
Aunque con algunas diferencias, el proyecto de Abal Medina y Perotti va en sintonía con la propuesta del diputado chaqueño Manuel Pedrini, con el aval del presidente del PJ José Luis Gioja: aceptar el voto a través de una pantalla electrónica pero que emita una boleta con soporte de papel que se utilizaría para el recuento manual de los votos, desechando el conteo y la transmisión electrónica de los cómputos. La “vulnerabilidad del sistema” es lo que genera más intrigas y rechazo entre los senadores peronistas.
Aunque desde el Gobierno no abandonarán la presión sobre los gobernadores peronistas para que la reforma electoral arranque esta semana en el Senado, en medio del debate paralelo que se lleva adelante en Diputados sobre el Presupuesto, donde las provincias reclaman obras y mayores partidas.
Por ahora, el cronograma propuesto por el kirchnerista Marcelo Fuentes, que preside la comisión de Asuntos Constitucionales que hará de cabecera del debate, se mantiene. Comenzaría el 1º de noviembre con la presencia del ministro del Interior, Rogelio Frigerio y su secretario Adrián Pérez. Del plenario también participarán las comisiones Presupuesto, Justicia y Asuntos Penales, y Banca de la Mujer, todas presididas por senadores del FpV: el bonaerense Abal Medina, el entrerriano Pedro Guastavino y la sanjuanina Marina Riofrío, respectivamente.
Si el Senado sesiona, como tiene previsto, el miércoles 2 de noviembre, el debate continuaría el jueves 3 con la presencia de los apoderados partidarios y los representantes de las Cámaras electorales. El oficialismo buscará que ese día se firme el dictamen de mayoría, pero no son pocos los senadores que prefieren analizar el proyecto al interior del plenario hasta el jueves diez, lo que retrasaría la llegada del proyecto hasta después de la segunda quincena de noviembre al recinto de la Cámara alta, aun sin la certeza de su aprobación. Este escenario comienza a exasperar al Gobierno y al presidente Mauricio Macri, que fijó la aprobación de la reforma electoral como una de sus prioridades políticas.

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