Cristina Kirchner y Amado Boudou después de bailar «Avanti morocha» en un escenario montado frente a Plaza de Mayo. Foto: Rodrigo Néspolo
Cuando la Presidenta salió de su casa de Río Gallegos, un grupo de vecinos quiso sacarse fotos con ella. La rodearon, la abrazaron y la despidieron con el grito de «Fuerza, Cristina». La misma expansión en la escuela donde fue a votar y también frente al aeropuerto. El entusiasmo es comprensible, pero el aliento es innecesario. Nadie más fuerte que la Presidenta en este día.
A las seis de la tarde del domingo, hay centenares de banderas en Plaza de Mayo y frente al hotel donde se espera a la vencedora. A las ocho en punto, Scioli hace su discurso: la Presidenta ha conducido este proyecto magistralmente; Mariotto es un gran compañero y amigo. Por su parte, Mariotto se acuerda de que todo comenzó con Juan Domingo Perón: Kirchner llegó para continuar esa obra. La historia no empieza cuando uno llega, dice Mariotto, y por eso todo sigue con la «Presidenta Coraje».
Contrastes. A esa misma hora, en el comité nacional de la UCR, lugar elegido por Alfonsín para recibir los resultados en el seno de la familia que desde mañana le ajustará cuentas, un pupitre y el escudo del partido: la soledad de una derrota inevitable, no sólo por la fuerza oficialista sino por los errores propios. Pro, municipalizado, se reúne en Vicente López. En el Instituto Hannah Arendt, Elisa Carrió dice: «De lo que pase ahora, nosotros no somos responsables, sino los millones que lo votaron».
A las ocho y media, la Plaza de Mayo está iluminada y colmada como corresponde a una gran noche. La Presidenta llega al Hotel Intercontinental, donde hay pleno de actores, actrices, intelectuales y políticos. Cristina Kirchner, nimbada por los focos y mostrando una emoción tranquila, escucha el canto con que la reciben: «Néstor no se murió, Néstor vive en el pueblo». La Presidenta reelecta empieza más dulce que nunca. Recita, casi entona, su agradecimiento «a todo lo que conforma la Argentina» (incluido Macri). El mayor agradecimiento es a El. La intensidad subjetiva aumenta hasta que comienza la parte propiamente política de un discurso que incluye, varias veces, el llamado a la unidad. Todo puede leerse o mejor verse nuevamente, porque la lectura sola no trasmite las seguridades con que la Presidenta se siente investida, pese a la abundante gestualidad emocional.
El discurso de la victoria coronó el resultado que se esperaba. La aritmética electoral coincide con la de la economía. Pero la Presidenta sacó más y fue votada con más entusiasmo que el que producen los números.
Se ha renovado la identidad justicialista. Imposible decir si el efecto será duradero. Pero lo que parecía difícil cuando la popularidad de Cristina Kirchner alcanzaba un penoso 20 por ciento, sobrevino en el año que va entre la muerte de Néstor Kirchner y estas elecciones. La Presidenta Viuda fue la protagonista y la directora de la obra, una creación suya y de un grupo muy chico de publicitarios e ideólogos, que la dejó hacer y perfeccionó lo perfeccionable. En lo esencial, una autoinvención.
Después del entierro de Néstor, Cristina Kirchner dispuso casi de inmediato todos los elementos de la puesta en escena y vestuario: su luto, su palidez (atenuada con el transcurso de los meses), su figura erguida, su voz potente, que podía quebrarse por la emoción que ella misma se provocaba al mencionar al marido ausente. La Presidenta hizo una actuación de alta escuela, mezcla de vigor y emoción; se colocó a sí misma al borde del llanto y se rescató por un ejercicio público de la voluntad. Es la gran actriz de carácter sobre un escenario diseñado meticulosamente por ella misma. No compartió jamás el rol protagónico. Los focos, todos, convergieron en un solo punto.
Siendo un personaje excepcional (todo presidente lo es en su medida), la estética de la Presidenta tiene un aire de familia con las imágenes audiovisuales. A veces, un flash la asimila a una buena actriz de la televisión representando a una gran mujer política: el mismo empaque de señora que ha bajado a las cosas pero que conserva sus aires; la misma ropa con brillos; un poco de sobreactuación; un poco de distancia y mucho de afectividad. Aunque la Presidenta ha enriquecido estos rasgos, se apoya en una espontaneidad que es anterior a la puesta en escena.
El liderazgo se compone de muchas vetas. Una de ellas es la capacidad de representar, en dos sentidos complementarios: representar los sentimientos de otros (los dirigidos) y representar, ante ellos, los sentimientos propios, a fin de darle un sustento crucial a la confianza. Con una mezcla de afectividad y exhibición de fuerza, la Presidenta es una figura a la vez política y humana. Este éxito de la imagen fortaleció el vínculo que la cruda economía tejía por debajo. Anudó con un lazo simbólico el intercambio entre mejoras materiales y apoyo político.
Hubo cambios en su discurso. Un llamado a todos, completamente abstracto, porque nunca se reunió con nadie, excepto en media docena de visitas a asociaciones empresarias y, por supuesto, en las inauguraciones, donde los miembros de las burguesías locales ingresaban al círculo mágico que rodea a la Presidenta en sus excursiones por el territorio. Un llamado especial a la juventud. Los entendidos traducen: «juventud» es, en términos concretos, la guardia de hierro de La Cámpora. Pero los no entendidos traducen probablemente de otro modo. Escuchan el mejor sonido de las palabras: el futuro es de los jóvenes, cosas por el estilo. Un llamado a la solidaridad entre sectores. Hugo Moyano escucha el ruido del machete con el que planean cortarle la reelección en la CGT. Pero miles escuchan que la Presidenta pide solidaridad con quienes no tienen trabajo, trabajan en negro, cobran por convenio. Escuchan que a ellos les prometen esa solidaridad. Se consolida el lazo: habla de nosotros, nos habla a nosotros.
La Presidenta hizo centenares de discursos, usó sin límites ni prudencia republicana la cadena nacional. Dicen que el rating baja cuando expone durante demasiado tiempo. Pero no se trata de escuchar un discurso entero, sino más bien de preparar fragmentos, planos, cortas secuencias que se multiplican luego en los informativos, en los diarios y en las redes sociales.
Se alcanzó la saturación ambiental de discursos: Cristina hablándoles a «todos» (¿quiénes son todos?); diseñando el futuro con planes etiquetados como «2020», o consignas mnemotécnicas como «industrializar la ruralidad» (dejó un poco de lado, para no cansarse ella misma, la «cadena de valor»). Estos fragmentos de sonidos se diseminan, repetidos por cada uno de los candidatos. Crean sentido común: ella dice esas cosas mientras las muestra en concreto, al inaugurar fábricas abiertas o cerradas, puentes, tramos de carretera, usinas atómicas, escuelas, hospitales terminados o a medio terminar. La inauguración no es un acto para ser verificado, sino para ser comunicado. Es un acto simbólico.
Para no asustar a las capas medias, la Presidenta moderó su retórica. Hubo palos para el sindicalismo (que caen bien a esos votantes) y el sarcasmo consuetudinario para la prensa (no dijo qué piensa hacer a partir de hoy). Así como las campañas publicitarias tienen un título, la que condujo al triunfo podría llamarse «Cristina, paz y amor». Boudou demostró ser un gran aporte a la buena onda. El también parece salido de la televisión, de un viejo casting para La Banda del Golden Rocket.
Funcionaron otras dependencias del dispositivo oficial. El Gobierno está haciendo inversiones considerables en cultura, cine y televisión, que ofrecen trabajo a guionistas, actores, directores de arte, músicos, fotógrafos. En algún momento habrá que examinar estas inversiones y la transparencia con que se deciden los contratos. Hay mucho dinero en juego, flotando por áreas grises, atravesadas por intereses proclives a mecanismos de cooptación, cosas que se dicen a media voz. Pero, a partir de los festejos del Bicentenario, la cultura se convirtió en una pieza orgánica. Se asentó el convencimiento de que con la cultura había mucho para ganar. El peronismo es poroso. Y, en la cultura, el kirchnerismo ha aceptado todas las incorporaciones, sin pedir otra cosa que cristinismo puro.
Los resultados de estas elecciones presidenciales no se alcanzan sólo con subsidios, miniturismo, bolsas de shopping o plasmas. Juzgar la adhesión al peronismo sólo por motivos económicos siempre le impidió a la oposición descubrir sus verdaderas peculiaridades. Está claro que si falla la economía, fallarán las urnas. Pero definir su predominio sólo como distribución sistemática o al voleo y obediencia produce el mismo efecto de mal foco. Cristina Kirchner tiene ahora la iniciativa. Se verá qué hace con su capital.
La novedad, por primera vez en la historia electoral argentina, es el lejano segundo lugar del Frente Amplio Progresista, dirigido por Hermes Binner y muy heterogéneo. Sobre esta construcción, circulan las nuevas preguntas. La principal es si podrá recorrer el largo camino que recorrió su inspirador uruguayo, y romper una hegemonía, aunque la tarea exija una paciencia extraña a las costumbres políticas nacionales.
© La Nacion.
Cuando la Presidenta salió de su casa de Río Gallegos, un grupo de vecinos quiso sacarse fotos con ella. La rodearon, la abrazaron y la despidieron con el grito de «Fuerza, Cristina». La misma expansión en la escuela donde fue a votar y también frente al aeropuerto. El entusiasmo es comprensible, pero el aliento es innecesario. Nadie más fuerte que la Presidenta en este día.
A las seis de la tarde del domingo, hay centenares de banderas en Plaza de Mayo y frente al hotel donde se espera a la vencedora. A las ocho en punto, Scioli hace su discurso: la Presidenta ha conducido este proyecto magistralmente; Mariotto es un gran compañero y amigo. Por su parte, Mariotto se acuerda de que todo comenzó con Juan Domingo Perón: Kirchner llegó para continuar esa obra. La historia no empieza cuando uno llega, dice Mariotto, y por eso todo sigue con la «Presidenta Coraje».
Contrastes. A esa misma hora, en el comité nacional de la UCR, lugar elegido por Alfonsín para recibir los resultados en el seno de la familia que desde mañana le ajustará cuentas, un pupitre y el escudo del partido: la soledad de una derrota inevitable, no sólo por la fuerza oficialista sino por los errores propios. Pro, municipalizado, se reúne en Vicente López. En el Instituto Hannah Arendt, Elisa Carrió dice: «De lo que pase ahora, nosotros no somos responsables, sino los millones que lo votaron».
A las ocho y media, la Plaza de Mayo está iluminada y colmada como corresponde a una gran noche. La Presidenta llega al Hotel Intercontinental, donde hay pleno de actores, actrices, intelectuales y políticos. Cristina Kirchner, nimbada por los focos y mostrando una emoción tranquila, escucha el canto con que la reciben: «Néstor no se murió, Néstor vive en el pueblo». La Presidenta reelecta empieza más dulce que nunca. Recita, casi entona, su agradecimiento «a todo lo que conforma la Argentina» (incluido Macri). El mayor agradecimiento es a El. La intensidad subjetiva aumenta hasta que comienza la parte propiamente política de un discurso que incluye, varias veces, el llamado a la unidad. Todo puede leerse o mejor verse nuevamente, porque la lectura sola no trasmite las seguridades con que la Presidenta se siente investida, pese a la abundante gestualidad emocional.
El discurso de la victoria coronó el resultado que se esperaba. La aritmética electoral coincide con la de la economía. Pero la Presidenta sacó más y fue votada con más entusiasmo que el que producen los números.
Se ha renovado la identidad justicialista. Imposible decir si el efecto será duradero. Pero lo que parecía difícil cuando la popularidad de Cristina Kirchner alcanzaba un penoso 20 por ciento, sobrevino en el año que va entre la muerte de Néstor Kirchner y estas elecciones. La Presidenta Viuda fue la protagonista y la directora de la obra, una creación suya y de un grupo muy chico de publicitarios e ideólogos, que la dejó hacer y perfeccionó lo perfeccionable. En lo esencial, una autoinvención.
Después del entierro de Néstor, Cristina Kirchner dispuso casi de inmediato todos los elementos de la puesta en escena y vestuario: su luto, su palidez (atenuada con el transcurso de los meses), su figura erguida, su voz potente, que podía quebrarse por la emoción que ella misma se provocaba al mencionar al marido ausente. La Presidenta hizo una actuación de alta escuela, mezcla de vigor y emoción; se colocó a sí misma al borde del llanto y se rescató por un ejercicio público de la voluntad. Es la gran actriz de carácter sobre un escenario diseñado meticulosamente por ella misma. No compartió jamás el rol protagónico. Los focos, todos, convergieron en un solo punto.
Siendo un personaje excepcional (todo presidente lo es en su medida), la estética de la Presidenta tiene un aire de familia con las imágenes audiovisuales. A veces, un flash la asimila a una buena actriz de la televisión representando a una gran mujer política: el mismo empaque de señora que ha bajado a las cosas pero que conserva sus aires; la misma ropa con brillos; un poco de sobreactuación; un poco de distancia y mucho de afectividad. Aunque la Presidenta ha enriquecido estos rasgos, se apoya en una espontaneidad que es anterior a la puesta en escena.
El liderazgo se compone de muchas vetas. Una de ellas es la capacidad de representar, en dos sentidos complementarios: representar los sentimientos de otros (los dirigidos) y representar, ante ellos, los sentimientos propios, a fin de darle un sustento crucial a la confianza. Con una mezcla de afectividad y exhibición de fuerza, la Presidenta es una figura a la vez política y humana. Este éxito de la imagen fortaleció el vínculo que la cruda economía tejía por debajo. Anudó con un lazo simbólico el intercambio entre mejoras materiales y apoyo político.
Hubo cambios en su discurso. Un llamado a todos, completamente abstracto, porque nunca se reunió con nadie, excepto en media docena de visitas a asociaciones empresarias y, por supuesto, en las inauguraciones, donde los miembros de las burguesías locales ingresaban al círculo mágico que rodea a la Presidenta en sus excursiones por el territorio. Un llamado especial a la juventud. Los entendidos traducen: «juventud» es, en términos concretos, la guardia de hierro de La Cámpora. Pero los no entendidos traducen probablemente de otro modo. Escuchan el mejor sonido de las palabras: el futuro es de los jóvenes, cosas por el estilo. Un llamado a la solidaridad entre sectores. Hugo Moyano escucha el ruido del machete con el que planean cortarle la reelección en la CGT. Pero miles escuchan que la Presidenta pide solidaridad con quienes no tienen trabajo, trabajan en negro, cobran por convenio. Escuchan que a ellos les prometen esa solidaridad. Se consolida el lazo: habla de nosotros, nos habla a nosotros.
La Presidenta hizo centenares de discursos, usó sin límites ni prudencia republicana la cadena nacional. Dicen que el rating baja cuando expone durante demasiado tiempo. Pero no se trata de escuchar un discurso entero, sino más bien de preparar fragmentos, planos, cortas secuencias que se multiplican luego en los informativos, en los diarios y en las redes sociales.
Se alcanzó la saturación ambiental de discursos: Cristina hablándoles a «todos» (¿quiénes son todos?); diseñando el futuro con planes etiquetados como «2020», o consignas mnemotécnicas como «industrializar la ruralidad» (dejó un poco de lado, para no cansarse ella misma, la «cadena de valor»). Estos fragmentos de sonidos se diseminan, repetidos por cada uno de los candidatos. Crean sentido común: ella dice esas cosas mientras las muestra en concreto, al inaugurar fábricas abiertas o cerradas, puentes, tramos de carretera, usinas atómicas, escuelas, hospitales terminados o a medio terminar. La inauguración no es un acto para ser verificado, sino para ser comunicado. Es un acto simbólico.
Para no asustar a las capas medias, la Presidenta moderó su retórica. Hubo palos para el sindicalismo (que caen bien a esos votantes) y el sarcasmo consuetudinario para la prensa (no dijo qué piensa hacer a partir de hoy). Así como las campañas publicitarias tienen un título, la que condujo al triunfo podría llamarse «Cristina, paz y amor». Boudou demostró ser un gran aporte a la buena onda. El también parece salido de la televisión, de un viejo casting para La Banda del Golden Rocket.
Funcionaron otras dependencias del dispositivo oficial. El Gobierno está haciendo inversiones considerables en cultura, cine y televisión, que ofrecen trabajo a guionistas, actores, directores de arte, músicos, fotógrafos. En algún momento habrá que examinar estas inversiones y la transparencia con que se deciden los contratos. Hay mucho dinero en juego, flotando por áreas grises, atravesadas por intereses proclives a mecanismos de cooptación, cosas que se dicen a media voz. Pero, a partir de los festejos del Bicentenario, la cultura se convirtió en una pieza orgánica. Se asentó el convencimiento de que con la cultura había mucho para ganar. El peronismo es poroso. Y, en la cultura, el kirchnerismo ha aceptado todas las incorporaciones, sin pedir otra cosa que cristinismo puro.
Los resultados de estas elecciones presidenciales no se alcanzan sólo con subsidios, miniturismo, bolsas de shopping o plasmas. Juzgar la adhesión al peronismo sólo por motivos económicos siempre le impidió a la oposición descubrir sus verdaderas peculiaridades. Está claro que si falla la economía, fallarán las urnas. Pero definir su predominio sólo como distribución sistemática o al voleo y obediencia produce el mismo efecto de mal foco. Cristina Kirchner tiene ahora la iniciativa. Se verá qué hace con su capital.
La novedad, por primera vez en la historia electoral argentina, es el lejano segundo lugar del Frente Amplio Progresista, dirigido por Hermes Binner y muy heterogéneo. Sobre esta construcción, circulan las nuevas preguntas. La principal es si podrá recorrer el largo camino que recorrió su inspirador uruguayo, y romper una hegemonía, aunque la tarea exija una paciencia extraña a las costumbres políticas nacionales.
© La Nacion.
Este discurso ya no es posible.
Notable. Lo digo sin chicana: Sarlo muestra signos de senilidad. Hace rato que dejó de escribir inteligentemente; pero de ahí a escribir como si fuera estúpida hay un trecho. Lo va recorriendo. Alguien que le explique lo que pasó ayer, en todo caso; aunque no creo que lo pueda entender.
No lo puede entender.
Sarlo, como las otras plumas ilustres de La Nación, son periodistas e intelectuales en decadencia que encontraron el lugar cómodo y bien remunerado en el que permanecerán hasta el retiro.
No les pidamos ninguna muestra de inteligencia o lucidez, y mucho menos pidámosles la más mínima idea que contradiga la línea del diario.
Son orgánicos, de aquí hasta el final.
De acuerdo en todo, pero vuelvo sobre lo mismo: no espero muestras de lucidez, pero me asombran las de estupidez. Yo creo con total honestidad que Sarlo no es estúpida; pero escribe cosas estúpidas crecientemente. Uno podrá decir que no son estúpidas (como J.K., que ya podrá adivinar mi opinión sobre lo que ha escrito); ¡pero la hacen parecer una idiota! ¿No se da cuenta ni de eso?
Me llama la atención. No es Abraham (que sí es estúpido). Es mucho más que eso… ¿Tonces?
Ale:
Para Sarlo y otros, a veces llego como única explicación a la biológica: decadencia mental (no me las doy de nada, soy un tipo grande también y observo cómo evoluciona la mente, o más bien cómo involuciona).
No sé si frecuentabas a Abraham.
Yo lo leía mucho (sus libros de recopilación de artículos periodísticos, porque de filosofía no cazo una).
Te puedo asegurar que no era ningún estúpido. Más bien algo ‘loco’, de repente te sorprendía con algún ángulo desacostumbrado para analizar algún hecho de la actualidad. Más todavía: tenía momentos agudos y brillantes.
¿Qué pasó? Por un lado, como pasó con tantos otros: ser inteligente en la crítica contra Menem y De la Rúa… casi cualquiera podía.
Y, sobre todo, ‘es la biología, viejo’.
Coincido, Bresler. A veces se me hace que Sarlo, como tantos otros, usufructúan su trayectoria intelectual para hacer opinión de actualidad olvidando que los tiempos de la opinión son demasiado rápidos. Con la exposición constante que conlleva tener que opinar pierden la lucidez que daría tomarse un tiempo mayor, que en general es la práctica intelectual. Aunque en esos casos muchas veces también se recuestan en sus enormes prejuicios e intereses, junto con los de sus amiguitos hechos de los últimos años de trabajo en medios afines.
Y consecuentemente dicen pavadas tan grandes que después se ven forzados a sobreactuar que son serios y montan por radio arengas de hinchada para hacer creer que ganan discusiones (como Sarlo en 678), cuando si fueran contundentes eso no haría falta, como Abraham en TN.
Lo que me sorprende no es que digan pavadas, porque al fin todos vamos de cuerpo y si estamos saludables lo hacemos todos los días. Después está la escatológica descisión: ¿papel o bidet?
No, lo que me sorprende es que no tengan el pudor de hacerlo en público. Y a menudo se exponen con los lienzos bajos y eso, en lo personal, me da como vergüencita.
Y eso le sucede a muchos con la edad, sí, pero a otros les pasa porque no quieren dejar de estar expuestos ni pueden perder el ‘protagonismo’ que da el pedestal que crearon. Y si no véanlo a Lanata en el Maipo, o cual fuere el teatro. O véanlo a Abraham haciendo papelones y teniendo esa actitud tan intelectual de estar a los gritos por los medios.
Menciona Sarlo esos intelectuales a los que el ‘Estado cobija’ y sutilmente presiona porque claro, cómo va a hacer alguien para firmar una solicitada en contra? ¿Tiene idea esta mujer de lo que habla? A ver, miles de investigadores del CONICET no les podrían sacar ni un céntimo de sus sueldos ni menos que menos la aprobación de sus proyectos de investigación. Mucho más en las universidades públicas porque hay autonomía… quizá pueda haber un caso entre actores o cineastas, pero prefieren al gobierno que es indirecto en el INCAA o a Clarín? Véase caso Amigorena.
Supongamos que sí, que tengan miedo de estar en contra, pero entonces para qué estar a favor? Y encima TAN a favor, en forma militante en muchos casos?
Acá se queda en lo contundente de «cosas que se dicen a media voz» sin explicitar del todo pero sugiriendo… sacando conclusiones de presunciones (un claro nuevo método intelectual eh, aprendamos).
Por ejemplo menciona con Magdalena la «progre» que a Pino no le expusieron la peli nueva en el Goumon, pero claro, «averigüen» es todo lo que Sarlo dice, pero tira la piedra. Claro, luego nadie «averigua» pero la sospecha ya está lanzada y si nadie la desmiente entonces será verdad, piensa el oyente. Pero resulta que no, viejo, a Pino le pusieron su peli para el Goumon en lista de espera… si pedís con poca antelación el lugar y encima cuando lo pedís no está terminada la edición de la película… Pero cómo, a Pino no hay que tenerle más contemplaciones? Sí, claro, pero entonces a quién sacamos de las películas que estaban previstas?
Pero no, Sarlo este tipo de pequeñeces tales como datos, información y cosas así no le importan, porque ella basa sus análisis en «cosas que se dicen a media voz», y que las dice gente que ella conoce, o sea gente de su confianza. Qué grande Sarlo! Sa-sa-sa-Sarlo, sa-sa-sarlo, sa-sa-sarlo.
Sa-sa-sarasa,sarasasasa.
Que bien que describe Sarlo las puestas en escenas del kirchnerismo. Hace bien en remarcar el trabajo actoral que ayer llevó acabo la presidenta, fue brillante, ningún asesor de imagen podría imaginarlo mejor. Supongo que por eso estaba tan emocionado Luppi, quedó obnubilado por tanto histrionismo.
Para quienes no estamos ligados emocionalmente al kirchnerismo, por momento fue una pieza demasiado barroca, casi que dejaba lugar para la burla. Es una pena que haya dejado de existir el humor político en el país, porque lo de ayer merecería una respetuosa caricaturización. No así la oposición, que quedó caricaturizada por sí misma.
Puedo comprender que lo de ayer sólo le sugiera burlas.
La pregunta que yo le propongo es:
¿Qué necesidad *política* tenía Cristina de invocar tanto a Néstor?
Cristina es hoy ‘la reina de la Argentina’, por decirlo superficialmente.
Bien hubiera podido actuar como diciendo ‘esto lo hice yo, esto es mérito mío, Néstor perdió en 2009 y yo sin él estoy arrasando en 2011…’.
¿Por qué no lo hizo? ¿Por qué se tomó el trabajo de poner a Néstor en el escenario anoche?
Por emoción verdadera, por sentimientos íntimos y sinceros.
Y eso se da en la persona política más inteligente de la Argentina de hoy, por lejísimos.
En esa combinación de sentimientos, convicciones férreas e inteligencia está el poder de Cristina. (Además de la gestión, desde luego).
Está clarísimo que no lo pueden entender. Ni quieren.
Menos mal que usted mismo respondió las preguntas que me hizo; de otra forma no podría haberlo hecho. Para mí la conducta de los hombres (y mujeres) de poder es una gran incógnita, sólo puedo ensayar explicaciones arbitrarias que difícilmente se condigan lo que realmente sucede en sus psiquis. Admiro profundamente su capacidad para leer la psiquis de la presidenta.
Por otro lado, a su comentario que refiere a la presidenta como la persona política más inteligente de la argentina, permítame también agregar que es la más linda, la más valiente, la más buena, la más graciosa, y un montón de imperativos categóricos más.
Señor, sepa que sé reconocer los méritos de estas autoridades, sin embargo no tengo intención alguna de adoptar una actitud redentora hacia ningún grupo de poder. Usted viva profundamente su devoción Cristinista, decore cada día su altar y regocíjese en su gloria. A mí, a Sarlo, y a quien lo elija, permítanos (sin poner en duda nuestra capacidad cognitiva) ver la otra parte de la escena, esa que aunque usted no esté interesado en percibir, existe y está allí.
Saludos.
Yo no tengo ninguna capacidad para leer la mente, pero sí puedo *deducir*, como lo hice con argumentos, que si ella no tenía ninguna necesidad política de hacer algo, lo hizo porque lo sintió.
Es deducción, y de la más simple.
Usted podría, en cambio, explicar por qué o para qué ella invocó a Néstor, para sacar qué rédito o en función de qué cálculo. (No hace falta saber leer la mente, sólo se pide un análisis político). Si lo hace, lo leeré con atención. Lo único que no voy a creer es si cae en la explicación de la personalidad demoníaca, tan común en estas épocas.
Lo de que es la política más inteligente (y NK también lo era) se puede verificar sólo con análisis elementales de discursos, de ella y de los demás políticos.
Y otra cosa que cuesta entender: hay adhesiones basadas en hechos contantes y sonantes que vienen desde hace ocho años, por lo que no hace falta ninguna mística (a mí, por lo menos no me hace falta).
trabajo actoral?
por dios. qué lindo es leer estas cosas.
Este artículo podrá integrar en el futuro un ‘Manual del resentimiento argentino’.
La falsedad de que todo es falsedad, puesta en escena.
La incapacidad para entender.
Y algo más: la incapacidad para poner cada cosa en el nivel que le corresponde, de mayor a menor. La incapacidad para apreciar cuáles son los elementos importantes y cuáles los accesorios.
Y esto, lo de Sarlo, es el máximo que puede dar la intelectualidad de derecha en Argentina hoy.
Si Sarlo te parece una “intelectual de derecha”, entonces deberías preocuparte por tu propia capacidad cognitiva en lugar de ocuparte de la de ella.
J.K.
El pasado de Sarlo me importa tanto como el hecho de que Ernesto Guevara ‘antes’ era un pibe que jugaba al rugby en San Isidro, estudiaba medicina y sólo quería levantarse minitas. Y por lo tanto, era ‘imposible’ que después hiciera lo que hizo.
Absolutamente insustancial.
Aunque si hilamos fino, Sarlo estaba en un partido ‘maoísta’ LOPEZRREGUISTA. Hay pruebas escritas (revista ‘Los libros’, año 1975).
Una izquierda, digamos, algo oblicua. Se parecía tanto a la derecha como dos gotas de agua.
De todos modos, me interesan los HECHOS y el PRESENTE.
Sarlo escribe con la línea de La Nación. Así de simple. ¿Qué otra cosa querés vender?
Una cosa es tratar de correr por izquierda al kirchnerismo (a veces, ni eso hace Sarlo).
Vos mostrame cuando Sarlo hable sobre los genocidas y los juicios (en un diario que editorializa a favor de los siniestros Martínez de Hoz, Smart y otros), o sobre Papel Prensa, o sobre el multimedio cuasi-monopólico, los ‘hijos’ de la Noble, cualquiera de las grandes empresas avisadoras de La Nación, los terratenientes de la Pampa Húmeda, las retenciones, la estatización de las jubilaciones, etc. en una línea que difiera (en algo, aunque sea) de la del diario, y podré cambiar mi opinión.
La liviandad de las razones que usted esgrime para llamar de derecha a Sarlo me recuerdan a la liviandad de las razones por las que Tomas Abraham llama fascismo al kirchnerismo.
Bueno, yo espero el copy-paste de algo ‘de izquierda’ que Sarlo haya escrito en La Nación.
el brazo trsoko de la nación. ja.
Raúl, lo que pasa en el fondo es que las categorías de izquierda y derecha debieran ser reevaluadas si lo que queremos es ser serios e inteligentes a la vez.
En tu propio discurso el maoísmo es criticado sólo por haber tenido alguna filiación al lopezreguismo, allá en su momento, hace casi 40 años. No caes en la cuenta de que Mao terminó generando un estado férreo antidemocrático que dos generaciones después sustenta al mayor país capitalista del presente en el que nos toca vivir a nosotros. Con esto quiero decir que hoy por hoy Mao en sí mismo no puede seguir siendo considerado de izquierda.
Se me hace que la vieja, Sarlo, se dio cuenta de eso y que de allí deriva su evolución política. Esta claro que sería una grave torpeza de lectura no distinguir entre lo que la Sra escribe en La Nación y lo que hacen en ese mismo diario personajes como Mariano Grondona o Luís Majul.
Saludos
Aclaro: nunca fui maoísta (menos cuando apoyaron a Pol-Pot) ni mucho menos, no he pasado más allá del centroizquierda progre.
El asunto venía de que J.K. se ofendió porque dije que Sarlo es una intelectual de derecha. (Y hasta ahora no me enteré ‘por qué NO es de derecha’).
Con lo de 1975 quise decir que tal vez nunca fue de izquierda.
Aquí había dos vertientes del maoísmo. De la que era más de izquierda, un maoísmo ‘clásico’, los desaparecieron a todos (lo contó Sarlo misma en un reportaje).
Yendo a tu comentario, tengo una respuesta muy subjetiva a tu última frase:
Para mí, lo único que diferencia a Sarlo de los otros es su mayor nivel intelectual. No veo diferencias de ideología HOY.
La diferencia puede estar en que los otros (más Morales Solá, etc.) escriben de temas que ignoran profundamente. Sarlo, en cambio, puede ir en persona a un acto K., poner el cuerpo, hacer ‘trabajo de campo’, y después escribir lo que vio. Reconozco el mayor nivel, algún esfuerzo mental y algo más de honestidad para merecer su paga. Pero nada más.
La Nación, si te contrata como columnista desde 2003 en adelante, te contrata para hacer antikirchnerismo. (Clarín también).
Esto no me lo imagino. Es empírico.
Están para hacer anti-K y algunos temas más del imaginario de LN: antiperonismo en general (sin atacar a los peronistas ‘del palo’ de la derecha), algo de anti-Chávez, algo de anti-Cuba (continuación de la guerra fría hacia lo que quede de ‘socialismo’), anti-populismo (contra Correa, Evo, etc.), ensalzar la libre empresa (o, a los que les da vergüenza eso, luchar contra los ‘abusos del Estado’), alineación irrestricta con USA, apoyar al ‘campo’, etc.
Cada uno lo hace con el bagaje que trae de antes, con sus distinos matices… pero si no hacen antikirchnerismo, SE VAN.
Por eso digo que Sarlo, haya hecho en su vida lo que haya hecho, hoy es ORGÁNICA DE ‘LA NACIÓN’.
Y además, lo que digo sobre su mayor nivel intelectual no se aplica al artículo que estamos comentando.
Este no analiza y no explica. Parecería que Cristina finge todo, sólo porque es malísima. Hay cero análisis.
El artículo es sólo odio, resentimiento y ofensa. Y no sé si planea más alto que cualquier nota de Grondona o Morales Solá.
Estimado Raúl, lamento haberlo dejado esperando por una respuesta que ni siquiera pensé necesaria. Debido a que en ningún momento afirmé que Sarlo fuera de izquierda, me pareció realmente estúpido tratar de encasillar a una persona que claramente hace todo lo posible para no ser encasillada. Por esta misma razón, su afirmación de que la señora en cuestión es de derecha, me pareció un verdadero despropósito. Como su justificación fue realmente vacía de contenido, di por concluido el intercambio de ideas.
Lamento no tener frases de Mao u Ho Chi Minh para adherir a mi argumentación, resulta que citar la guerra fría en este asunto me resulta igual de relevante que mencionar la cupé fuego del flaco Traverso cuando corría en TC2000.
O sea que Sarlo -como diría Landrú- no es de derecha ni de izquierda sino todo lo contrario.
Y La Nación, lo mismo. No es de derecha.
Y claro, yo soy tan estúpido que mis preguntas no vale la pena que sean contestadas. Qué frescura para tomarse el buque.
Chau.
Si a usted le urge calificar a las personas (y a los diarios, y a quienes lo compran, y a quienes lo comentan…) en las categorías izquierda y derecha, allá usted. De la misma forma que su afirmación de que Sarlo es de derecha me pareció un desatino, lo mismo diría para alguien que diga que es de izquierda. Como mi cabeza no funciona en forma binaria, lamento no poder entablar esta discusión de la forma que a usted le gustaría.
Usted puede leer en la mente de la presidenta, tanto sus componentes racionales como las motivaciones provenientes de su aparato inconsciente. También tiene un concepto tan claro de la inteligencia que puede clasificar según este criterio a un enorme grupo de personas que ni siquiera conoce personalmente. Usted es un tipo brillante, y yo no estoy a su nivel. Por esa razón, como bien dijo, me tomo el buque…
Saludos.
Raúl, nunca dije que vos habías sido maoísta. Si te fijás bien lo que ahí arriba escribí es que vos considerabas al maoísmo como un movimiento de izquierda. Y lo que yo agrego a ese pensamiento tuyo es que, hoy en pleno siglo XXI, no se podía hacer más esa aseveración dado que Mao lo que efectivamente construyó fue al estado capitalista más grande, más autoritario y más vigoroso del mundo. Eso más allá de cualquier cosa que se haya dicho o que se haya escrito. Lo que deberíamos hacer es reevaluar las ideas acerca de lo que se entiende como izquierda tanto así como derecha. De más está aclarar que los sentidos que se les daba a estas categorías durante la Guerra Fría hoy están totalmente obsoletas, e incluso si queremos que la izquierda en tanto categoría política siga siendo algo «bueno» o «deseable», seguir adheridos a ciertos emparejamientos sin hacer ninguna revisión en el medio es un gran error en términos intelectuales así como éticos. Seguir considerando a Cuba como un referente de la izquierda mundial es de una ceguera obtusa. Un gobierno manejado durante 50 años por un Sr solemne que cuando se le agotan las capacidades físicas como para gobernar un país le hereda el poder absoluto a su hermano, no puede ser considerado de izquierda. No nos hace bien a nosotros salvar retóricamente, más no sea en una mesa de café, a ese tipo de experiencias. Por eso, nadie es de derecha por criticar a Cuba y a sus amigos. La evidencia empírica que tanto te gusta no legitima esa ubicación en el plano ideológico. Y así mismo, entiendo que es de buena leche reconocer que la línea que tiene La Nación hoy no es la misma que tenía hace 30 años. De ahí que a mí me enfade tanto que desde líneas ideológicas bancadas por el Estado Nacional se asimile a periodistas como Lanta y Grondona, Majul con Sarlo. Vos mismo, Raúl, decís en tu comentario de acá arriba que es de derecha todo lo que el gobierno kirchnerista no quiere incorporar a los valores que pretende representar. Otra discusión es si a esos valores que banca los representa bien o mal. Pero antes que eso, el debate arranca en que, justamente, la división que vos hacés no separa izquierda de derecha. Son categorías o valores puntuales, edificados dentro de las biografías de cierta militancia a lo largo de la historia, que éste gobierno vino a poner dentro del panteón oficial de la Argentina. Paco Urondo al lado de Manuel Belgrano y de Mariano Moreno, eso los hace tener un orgasmo simbólico, para decirlo de alguna manera. Tanto así que ese panteón los eximió de tener reparos para con ciertos personajes que el domingo pasado sumaron votos a la boleta en la que iba la presidenta.
Acá está el problema, en el puntual panteón histórico de quienes tienen aferrada la categoría «izquierda». Recuerdo a Altamira hace una semana diciendo, «a nosotros no nos pueden decir que no somos de izquierda, de izquierda somos nosotros». Ese capital simbólico que los troskos o que las experiencias de los 70’s todavía mantienen bien aferrado y que impide que la categoría en tanto tal se revise y de éste modo que se den ciertos saltos en las políticas concretas que no están limitadas por ninguna derecha que las combata. Posiciones que no evalúan críticas a la Revolución del ’17, y que en el mejor de los casos las objeciones le llegan a Stalin. Esto los hace, no sólo pararse en lugares que no resisten éticas de ningún tipo, sino que también los hace pensar mal el presente. Altamira sigue creyendo en un gran país con control obrero de todo lo que camine por la calle… Así piensa que Europa safaría de la crisis económica por la que están pasando… No entiende que el llamado “control obrero” conduce a una dictadura antes de que llegue el invierno de nuevo. Y así miles de ejemplos. Lo que le estuvieron haciendo a los chicos de Noble es una vergüenza. Les chupa un huevo que sufran esos chicos que en el mejor de los casos serían hijos de desaparecidos; prefieren joderle la vida a esas víctimas con tal de llevarse puesta también a la vieja de Noble y con ella al Grupo Clarín. Este es un uso de los DDHH en pos de una mirada política muy jodida.
Listo, ya se hizo muy largo. Hasta luego.
Diego, ya dije claramente que nunca pasé de una centroizquierda progre. Mi mayor relación con Cuba es turística o musical…
Decir que La Nación cambió la línea, más que de buena leche es de una ingenuidad absoluta.
La leo todos los días online.
Hace poco editorializaron a favor de los militares juzgados por crímenes de lesa humanidad.
También editorializaron a favor del siniestro Smart (no Maxwell sino Jaime), del que recuerdo sus discursos y declaraciones en esos años. Daban miedo. Él, junto con los otros fascinerosos Saint Jean y Camps, fueron los emblemas del terrorismo de Estado en la provincia de Buenos Aires.
Y repito, acaba de ser defendido por LN en un EDITORIAL.
También editorializaron, varias veces, a favor de Martínez de Hoz.
Editorializaron contra la legalización del aborto reproduciendo los argumentos de la Iglesia Católica, así que ni siquiera se molestan en parecer ‘liberales’.
¿No querés llamarlos ‘derecha’? Bueno, aquí sugiero otros nombres:
-Pro-establishment
-‘Partido de los ricos’ o ‘Partido rico’
-Tradición, Familia y Propiedad
-República, no democracia
-Partido ‘Pro voto calificado’
etc.
No voy a volver sobre lo de la Noble, que se discutió hasta el cansancio en Artepolítica.
Sólo repito lo que ya dije: tratan de atacar lo atacable de las organizaciones de DD. HH. Pero el problema es cuando se ponen a defender lo indefendible.
Diego, ya dije claramente que nunca pasé de una centroizquierda progre. Mi mayor relación con Cuba es turística o musical…
Decir que La Nación cambió la línea, más que de buena leche es de una ingenuidad absoluta.
La leo todos los días online.
Hace poco editorializaron a favor de los militares juzgados por crímenes de lesa humanidad.
También editorializaron a favor del siniestro Smart (no Maxwell sino Jaime), del que recuerdo sus discursos y declaraciones en esos años. Daban miedo. Él, junto con los otros fascinerosos Saint Jean y Camps, fueron los emblemas del terrorismo de Estado en la provincia de Buenos Aires.
Y repito, acaba de ser defendido por LN en un EDITORIAL.
También editorializaron, varias veces, a favor de Martínez de Hoz.
Editorializaron contra la legalización del aborto reproduciendo los argumentos de la Iglesia Católica, así que ni siquiera se molestan en parecer ‘liberales’.
¿No querés llamarlos ‘derecha’? Bueno, aquí sugiero otros nombres:
-Pro-establishment
-‘Partido de los ricos’ o ‘Partido rico’
-Tradición, Familia y Propiedad
-República, no democracia
-Partido ‘Pro voto calificado’
etc.
No voy a volver sobre lo de la Noble, que se discutió hasta el cansancio en Artepolítica.
Sólo repito lo que ya dije: ustedes tratan de atacar lo atacable (de las organizaciones de DD. HH.). Pero el mayor problema es cuando se ponen a defender lo indefendible.
Perdón, toqué alguna tecla espasmódicamente.
El 2º comentario es el que vale.
Perdón que me meta en el intercambio. Yo creo que hay un denominador común en el viejo maoismo de Sarlo y su actual liberalismo conservador. El mismo denominador que atraviesa a otros intelectuales que pasaron del estalinismo o el trosquismo a la celebración neoliberal (Füret y Cheney, respectivamente, por ejemplo). Siempre fueron autoritarios. Siempre creyeron en la existencia de un corte radical entre minorías iluminados (a las que estiman pertenecen) y una masa de borregos sin capacidad de generar pensamiento propio. Por eso la tirria con el «populismo». Son platónicos. Liberales predemocráticos con nostalgia del republicanismo notabiliar. Del partido de cuadros y el centralismo democrático a la república de doctores y notables hay un salto menor que el es necesario para asumir como válido y justo que la voluntad de un analfabeto valga lo mismo que la de un investigador del CONICET. Por eso es que no es correcto decir que Sarlo cambió. Siempre estuvo allí donde la democracia se siente incómoda.
Raúl, te contesto rápido sobre uno solo de los temas que trataste porque me tengo que ir ya mismo.
El aborto: es un tema serio, involucra la cuestión de dónde empieza la vida. No se puede atar a la «ética aceptable» una sola versión de las múltiples respuestas que este asunto tiene. Y no sos vos el único. Hay un «sentido común» en esta sociedad que tiene esa misma idea acerca de la cuestión del aborto. Si te ponés a criticarlo te metés en quilombos. Sobre esas baldosas caminamos todos los días, eso es lo empírico, después estará la discusión acerca de si corresponde que esa manera de ver el mundo es o no de izquierda. Para mí, la forma retórica en que esa aseveración está constituida debiera poner en duda la adherencia a una «izquierda deseable», no autoritaria.
En el fondo es un problema de formas más que de fondo. La Nación ya no pide por el voto calificado y pone a metes lúcidas como las de Sarlo a decir lo que se les antoje, sabiendo sí, que no acuerdan con el relato kirchnerista de estos tiempos, pero eso dista mucho de ser la chapa suficiente como para nominar a alguien como «de derecha».
Este mundo es mejor porque La Nación no dice lo mismo que hace 40 años. Sería todavía mucho mejor si también se pasaran a retiro muchos lugares comunes que la izquierda viene sosteniendo desde la época de las radios a transistores. Pero bueno, qué se le va a hacer…
P.D.: No puedo contenerme de aclarar que lo que dije en el otro comment sobre tu relación con Cuba no incluye tu simpatía por el gobierno de la isla, sino simplemente entender a éste como «de izquierda». La izquierda tiene que dejar de ser eso que no nos gusta; hay que sacarles ese título a esos tantos episodios particulares que no han hecho más que emputecer el siglo XX.
Me daría por muy feliz conque personas como Sarlo, Abraham, Caparrós, o Lanata, puedan seguir expresándose como hasta ahora, sin ser señalados para la vindicta pública.
David:
Todos ellos tienen libertad absoluta para expresarse. Y usted lo sabe tan bien como yo.
Lo que pasa es que los periodistas, intelectuales y escritores están tan expuestos a la crítica u otras opiniones como cualquiera.
Más todavía en este mundo hipercomunicado.
Y se la tienen que bancar.
Eso de que ‘de los políticos se debe poder decir cualquier cosa, y de los medios y sus periodistas no se puede decir nada’, ya fue.
Yo compré Clarín durante muchos años.
Ya en la epoca de Alfonsín (a quien atacaban sin piedad) algo me molestaba mucho: yo observaba que el principio fundamental de la ‘libertad de prensa’ para ellos iba más allá de que ningún gobierno les intentara coartar la libertad.
Ellos llegaban a sostener que ningún político o gobernante debía siquiera contradecirlos ni discutirles. Es decir, los políticos DEBÍAN aceptar y tomar como acertado todo lo que Clarín dijera, porque era ‘la voz de la gente’. Y actuar (gobernar) en consecuencia.
Lo mismo valía para los sermones del arzobispo de turno al gobierno en los penosos Te Deums.
La hiper-libertad de los medios no es ni más ni menos que una dictadura.
Y repito: no me enteré de esto con Kirchner. Me enteré de esto cuando el presidente era Raúl Alfonsín.
Coincido en parte.
Solo que prefiero la hiper-libertad de expresión a cualquier otra dictadura.
David, se olvida que con la hiper-libertad fomentaron los golpes militares. ¿O recuerda algún golpe al que los grandes medios se hayan opuesto?
¿Si una dictadura tiene el apoyo de Clarín y La Nación -como en 1966 y 1976- es más aceptable que otra que no lo tenga?
Bueno, entonces habría que tener algo así como una «infra-libertad», o algún organismo supremo (pero de los «buenos») que «decida» cuándo algo es verdad o no.
Hummm……
No, no es eso.
Estoy en contra del concepto de que ningún político puede ***discutirle*** a los medios porque con eso coarta su libertad. ¡Esa es la trampa!
Los ejemplos sobran:
-El radical Jaroslavsky decía de Clarín: ‘atacan como partido político y cuando uno les contesta salen con la libertad de prensa’.
-Vea un poco los comentarios de funcionarios de Obama sobre Fox: dicen con todas las letras ‘es un partído político que no se asume como tal’.
-También está lo de Lula con la Red Globo: Lula ha dicho hasta el cansancio que son un partido opositor y que no cumplen con las funciones de la prensa.
En conclusión:
***Que digan lo que quieran… y que se banquen las refutaciones, así vengan del gobierno***.
(Y no olvidemos que con Cristina se terminaron los juicios por calumnias e injurias a periodistas).
Hasta ahí no creo que haya muchas discrepancias.
Dejo para otro momento el ‘temita’ de que, además, un medio no es él solo sino que representa intereses, corporaciones, etc. que presionan a los gobiernos… Mucho más denso y para hablar más adelante.
Porqué?. A mi las pelotudeces e infamias que escriben esas personas me llenan de bronca porque usan espacios que no todos tienen. Y lo aprovechan para despreciar cualquier configuración coleciva popular. Se creen más que la gente, a la que desprecian. ¿Y a Vos te hace feliz leer o escuchas las gansadas de mala fe que desparraman todo el tiempo?
O Vos sos de esos giles que se angustian por las «instituciones» sin que les importen las personas?.
El comentario anterior esa para el sr David
Sucdede, Juan, que la libertad de expresión tiene estas incomodidades. Es el duro precio que se paga por vivir en un sistema democrático.
Las (supuestas) «pelotudecees» e «infamias» no son patrimonio exclusivo de los opositores.
Y tenés razón: debo tener algo de gil porque mis ideas son algo diferentes a las del partido votado por la gran mayoría de los ciudadanos. Peor aún: pienso que lo mejor para las personas es contar con instituciones (sin comillas) fuertes y sólidas.
Saludos, y felicitaciones por el triundo.
David: «Peor aún: pienso que lo mejor para las personas es contar con instituciones (sin comillas) fuertes y sólidas.»
¿Entre las «instituciones fuertes y sólidas» figura la de un vicepresidente que traiciona al proyecto que lo llevó en su boleta? ¿La de quedarse con las presidencias de las comisiones en el parlamento como botín de guerra? ¿La de promover y fogonear golpes de estado? ¿La de alentar corridas cambiarias?
Si ésas son las «instituciones» que defendés, las prefiero débiles y gelatinosas.
Bueno, gracias a nuestra institucionalidad «débil y gelatinosa», tuvimos la historia que tuvimos (y que espero que no se repita…)
¿Las cosas que mencioné le sucedieron a Sarmiento? ¿A Rosas? ¿A San Martín? ¿O son las «instituciones» que generaron quienes se llenan la boca con ellas?
Desayunan bronce, mean agua bendita y son una mierda. Por suerte ayer tiramos la cadena.
Nos pasó a nosotros, en nuestra generación, marcada por los golpes militares y otros gobiernos, algunos de ellos no militares, pero muy violentos.
Nuestra decadencia nacional, digamos desde 1930 tuvo mucha falta de institucionalidad (con el agravante de que muchas trapisondas fueron aceptadas pasivamente por el Pueblo).
La «libertad de expresión» no lleva implícito la «libertad de mentir». Porque yo tengo la libertad de conducir un auto, y no de correr picadas. Porque le puedo provocar daño a alguien. Que a los que corren picadas no les importe, es otra cosa.
Vale entonces lo que le respondí más arriba a Raul C. o sea, que algún organismo oficial controle si nuestra palabra es una «picada» o no…
Candidatos a vigiladores de la «verdad» (antes se llamaban censores) no van a faltar, seguramente. Aunque los regímenes que tienen la «verdad» suelen producir cierto temor en parte de la población.
No es necesario. Alcanza con que alguien les dé la cana y los exponga en toda su miseria ante la población. Con éso alcanza. Luego el votante emite su veredicto.
Cana y votos: cóctel bastante fascista.
Sure. Digno de Chauchescu.
Che, tengo una amiga para presentarte: Se llama Elisa, pero entró en la clandestinidá en resistencia al regimen.
Tanto se resistió al regimen que aumentó como 20 kilos. ¿Te paso el fono? Onda que se van a llevar de puta madres.
Trampa, David: ¿me va a decir que no conoce el significado de ‘dar la cana’?
Aquí va:
«dar la cana» en glosario de jergas y modismos de Argentina:
(lunf.) Localizar, ubicar, sorprender, tomar a una persona desprevenida.
Yo agregaría ‘poner en evidencia públicamente’.
No creo, Eduardo: ella es muy creyente y yo no.
Raúl C: OK me alegra la aclaración. El lunfardo no es mi fuerte. Aunque «poner en evidencia pública» puede ir desde la respuesta civilizada en debate ídem, hasta poner afiches insultantes. Si fuese esto último, reitero lo de fascista.
6-7-8 les dio la cana simplemente mostrando lo que dicen y escriben, y a eso también le dicen fascismo. No tienen paz…
Raúl C.: A éso me refería más precisamente. Mostrarlos como son en pelotas.
Y que después el pueblo dé su veredicto: El resultado se conoció el domingo.
por qué denominás «vindicta pública» a la crítica??
si vas a publicar, vas a ser comentado. es la regla.
o se escribe para que nadie conteste, para no tener debate??
Ahí está el punto: sabiéndolo o no, se termina cayendo en ‘la libertad de prensa según Clarín’, la hiper-libertad que consiste en que ‘los que critican al gobierno en los grandes medios deben ser intocables, nadie puede ni debe criticarlos o responderles, porque si lo hace es fascista’.
Qué vivarachos.
En este mismo post vemos que la base de muchos comentarios pro-Sarlo no ofrece mucha argumentación que digamos (creo que dentro de todo, quien más le reconoció alguna virtud fui yo), sino que se reduce a clamar ‘qué escándalo, ¿quiénes se creen que son? ¿cómo osan criticar a Sarlo?’.
tal cual, raúl. estoy esperando que alguo enumere méritos de sarlo, pero no los deben encontrar, porque lo único masomenos digno de sarlo es viejo y corre por otro canal.
Tapones:
No llamo «vindicta pública» a la crítica (bienvenida sea, en ambas direcciones).
Llamo «vindicta pública» a poner afiches de periodistas que «se portan mal» para que los niños los escupan.
Yo no lo hubiera hecho. Con esos afiches y esa infantilada les hicieron un favor.
Se victimizaron, tuvieron más lectores sub-100 (de C. I.) y facturaron más con sus espantosos libros.
Alguno que alternaba como amigo, sin problemas, con siniestros asesinos y torturadores dijo que tenía miedo y se iba al Uruguay (yo lo sigo viendo aquí ¿y usted?).
Se me ocurre una comparación al vuelo. Alguien que dijo en TV ‘la gente en la calle me dice: HAY QUE MATARLOS’.
A nadie se le movió un pelo.
Ni repregunta hubo.
david,
perdón, pero estás tratando todo el tiempo de salir de tus propias palabras.
dijiste: que sarlo, abraham y cía son víctimas de la «vindicta pública». de qué manera lo fueron? porque si la «crítica» no es «vindicta», entonces supongo que hubo hechos de violencia física contra ellos, ¿o no?
lo de los afiches de periodistas fue hace mucho tiempo, no es una movida del gobierno, sino de movimientos que apoyan al gobierno y no tiene nada que ver con lo que hablamos, ya que los periodistas que quedaron «pegados» con los carteles no están en el listadito de tus pensadores perseguidos.
me dan pena cuando los veo gritando solos en las plazas de su propia mente: totalitarismoooooo!!!!!
‘… gritando solos en las plazas de su propia mente’… ¡Muy buena ésa!
interesante concepto de libertad de expresión en el que no se puede conetestar a los que escriben en los diarios.
Gracias a Internet, ahora todo es «contestable». Está muy bueno eso. Igual me harté de escribir comentarios en La Nación. Este sitio es mucho más divertido.
Saludos.
no te queda bien hacerte el gil.
vos y varios elevan sus llantos cuando se le contesta a un periodista orgánico. dicen que es agresivo, que limita la libertad de expresión, que es autoritario, que niega el diálogo…
todo eso porque se dice públicamente no estar de acuerdo con el diario X o el periodista Y.
Sarlo debio ir a la plaza y gritar:al Colon!…segun el tono de su articulo.Ella si que «lee»(o lo pretende)la psiquis de Cris,y que sabe tan poco de psicologia social que ignora que todos construimos nuestra personalidad y nuestra historia personal con los roles que vamos teniendo o asumiendo.En cuanto a Binner hay momentos,escuchandolo como socialista sojero, que me hace pensar:¿no sera otra estrella fugaz politica como su coterraneo Del Sel?…
El problema de Binner es que ya está viejo de edad; se le pasó la vida siendo coherente en el ámbito local.
Santa Fe es una respetable y linda provincia, pero en cuanto a liderazgo… Binner, Del Sel, Reutemann…
¿o como el meteorito tatuado Narvaez?
sarlo va tras los pasos de carrió decididamente.
la única diferencia es que la gorda se consumió en su propio fuego: no puede mostrar su valor poítico un candidato a presidente que saca menos votos que los votos en blanco.
sarlo, en cambio, no depende de votos para validarse. es una «intelectual», como gustan definirse los ignorantes en materia política y económica.
sería lindo que vaya con binner en las próximas elecciones así vemos cuánta aceptación popular tiene la señora de las letras argentinas…
Tal vez vaya, pero montada en una escoba
Sería caer muy bajo si se llegase a validar el pensamiento en base a los votos adquiridos. La humanidad se hubiese privado de las teorías de más de un genio que murió sólo y pobre. Por suerte la vida es más compleja.
no caigo tan bajo, diego.
yo no digo: cristina sacó 54%, ergo, sarlo está equivocada.
digo: sarlo de política no entiende nada de nada. y tampoco de economía. no importa cristina kirchner acá. sarlo no es una intelectual en esa materia. podrá pretender algún reconocimiento en materia de crítica literaria (y hasta ahí, te digo).
se evidencia con sus artículos, más cercano a los argumentos de una vieja de barrio que un intelectual político.
intelectual? de ver el papelón que pasó ella solita en 678 citando bibliografía inexistente…
eso no es un intelectual. abraham tampoco lo es.
Tapones: Lo de Sarlo escribiendo artículos de opinión me parece más que interesante. Fijate que este artículo de La Nación lo debió haber escrito en no más de un par de horas, dado el horario de los acontecimientos que describe y el de la edición definitiva que tiene La Nación todas las noches.
Considero que este artículo es muy interesante -más allá de que pueda tener varios puntos discutibles- justamente porque resalta un aspecto que, si bien no es todo, hace a lo que hoy en día necesita tener cualquier lectura política que quiera saltar la vaya de la charla de café.
El artículo vayo el que estamos discutiendo no deslegitima el triunfo de Cristina. Lo que agrega, sí, son aportes para que se llegue a entender el porqué de la cuestión. Qué exista un porqué no quiere decir que la política se limita a los rosqueos palaciegos ni nada por el estilo. Pasa que la comunicación y el lenguaje es algo ineludible a la hora de entender la afección política. La representación así, derecha vieja, no existe más, ya fue bochada hace años de cualquier foro intelectual que se precie de tal. No tiene sentido decir que alguien ganó porque «representa al pueblo»(¡?). Es muy flojito pensar en esos términos, y esto por supuesto, antecede en muchísimo al triunfo de Cristina. Toda representación está filtrada por el lenguaje, y el lenguaje remite siempre a otras referencias surgidas de otros ámbitos de la vida social. En este caso de Cristina, me parece que no se puede soslayar el «efecto viuda» que la lamentable contingencia ayudó a generar. Nada de su legitimidad está puesta en cuestión. Lo que sería jodido y mediocre es enojarse con esas definiciones que hace Sarlo en pos de pretender establecer un discurso del rey en el cual éste gana porque «el pueblo así lo decidió» y listo el pollo. 678 juega a eso, a meter ficha todo el tiempo para que versiones simplificadas y absolutistas de la Historia sean las que queden finalmente escritas sobre las paredes de los barrios. Esto es lo jodido que tiene ese programa, así como todo eso tan de moda que se hace llamar «periodismo militante». Operar de ese modo es peor que intentar operar para cietos intereses particulares. La declamación por un relato hegemónico es más bruta que la narración de una noticia dentro de la cual se argumenta para cierto molino en detrimento de cierto otro. Esto último necesita recurrir a la argumentación, esto es, a la razón, para poder convencer. Lo otro, no. Y en ese contexto que vos traes a colación, me parece que Sarlo salió muy bien parada, eso que eran todos contra ella alrededor de esa mesa. A Barone y a Mariotto les pintó la cara como si fuese Messi contra los laterales del equipo contraio. Es que los otros, al declararse orgullosos como militantes de una idea, dejan de razonar, lo que sería igual que en el fútbol se dejase de valorar la gambeta. Entonces, bajo esas consignas, a lo sumo sos el cabezón Ruggeri, y qué querés entonces… Te vas a comer unos cuantos bailes si te bancás jugar mano a mano, y eso les pasó a los de 678 que la salieron a talar a Sarlo, otros de la mesa ni se animaron…
Saludos
diego,
no sé qué sabe sarlo de política. la velocidad con la que escribe no la excusa para su falta de todo rigor.
son acuarelas «literarias» desde la negación de una figura pública, que cruza con otro montón de mitos, hechos y sucesos: peronismo, eva, perón, poopulismo…
no hablo de 678. dije que en 678 ella citó bibliografía inexistente, cosa que confirmó en otros programas luego.
citar bibliografía inexistente no es de buen intelectual.
en los artículos no hay cifras. nada. solo presencias de personajes tipo literarios: la figura que ella psicologiza de los kirchner, de perón, de eva, de binner o de alfonsín.
una caricatura de lo que la política es en realidad.
sarlo no me hace reflexionar nada, excepto cómo es posible que la respeten como «intelectual».
con toda la furia, panelista.
Una lluvia de votos no purifica a un corrupto. Aquí en Entre Ríos, Santa Elena, tenemos a un ex vicegobernador, condenado por sentencia firme de la Corte Suprema de la Nación por enriquecimiento ilícito, e inhabilitado por 9 años para ejercer cargos públicos, a pesar de lo cual fue habilitado por la justicia electoral, y fue elegido como intendente por el 62% de los votos.-
«Una lluvia de votos no purifica a un corrupto»
100% de acuerdo. Lo único que hace una lluvia de votos es designar al corrupto de marras en el cargo correspondiente por el período determinado. No borra su corruptela, pero la juzga irrelevante.
A veces puede ser jodido, como cuando se eligió a Bussi (que además de corrupto era un asesino), pero bancarse esas cosas es prerrequisito de la política democrática.
«La juzga irrelevante», o existió toda una construcción propagandística que le ocultó la corrupción o le impidió visualizar su importancia.-
Juega siempre a favor de los corruptos la boleta única y el arrastre que ello implica. El candidato elegido era del FPV y llevaba a Cristina como candidata a presidenta.
Daio, para variar, tus análisis suponen un votante (i)engañado, (ii)estúpido. Terminó la era de los regímenes políticos conducidos por iluminados que tienen la posta, fue.
De ser así existiría un 46% de votantes inteligentes y que no fueron engañados. Pero mí análisis no implica ello.
Es evidente que hay personas que priorizan otras cuestiones por encima de la corrupción, por lo menos mientras siga la época de las vacas gordas; luego ya sabemos lo que pasó con Carlitos, cuando los votantes se dieron cuenta de que era corrupto y lo que sólo quería era perpetuarse sin límites en el poder, con la rereelección y así pasó del 50% al 25%.
También no puede dejarse de considerar que no existía ninguna opción que pudiera triunfar frente a la candidatura de Cristina, error de la oposición o no, ello fue importante.
El problema de Beatriz Sarlo es que, para ella, el origen del poder no está en el pueblo sino en el èxito de las roscas palaciegas. Lo único que le interesa de la Democracia es el manto de legitimidad que otorga al ejercicio político. No reconoce contratos entre pueblo y poder, sino entre poder y poder. Es una excelente analista y una escritora de fuste, pero quedó en la orilla que se inunda y ya no tiene edad para nadar a la otra orilla. Se va a quedar allí, tejiendo una canoa . . .
Como siempre, excelente la nota de Beatriz Sarlo, quien ya habido desarrollado el tema en su anterior libro: «La pasión y la excepción», donde escribe que «El peronismo no basaba su poder en las instituciones tradicionales de la república liberal a las que le quitó tanto poder político como relevancia simbólica, sino en los sindicatos y en un dispositivo cultural y propagandístico de una magnitud desconocida en la Argentina» (pág.93, de la edición de Siglo XXI, Bs. As., 2003.)
Ese dispositivo cultural y de propaganda, desde Telam, Canal 7, …Tecnópolis, Bicentenario ..Fútbol para Todos, etc., que insume miles de millones anuales, hoy no sólo se mantiene sino que se ha ampliado con la utilización de los recursos del siglo XXI, inexistentes en los años de Perón/Evita.-
El poder de las instituciones tradicionales, o de cualquier otra, reside en el uso de la fuerza. A lo mejor, a lo que ser refiere Sarlo en esa cita, es a la legitimidad en cuanto al ejercicio de ese poder. En ese sentido tiene razón, el peronismo no sustentó su legitimidad en las instituciones tradicionales (el ejército, la iglesia y el estatus de clase) sino en los sindicatos y en la movilización popular. Está claro por qué tipo de república sienten nostalgia Sarlo.
Guido:
En sus orígenes el peronismo tuvo legitimidad de origen y de ejercicio.
Las fuerzas armadas, la Iglesia Católica y el sindicalismo, estuvieron en el nacimiento y subsistencia de ambas legitimidades. El debilitamiento de esa triple apoyatura marcó el inicio del fin del primer gobierno de Perón, incluido el sindicalismo, circunstancia que a veces no se pone en evidencia, olvidándose los innumerables conflictos laborales que existieron en los años 1954/1955.-
Ese origen del peronismo, está bien tratado en las obras de Loris Zanatta, Perón y el mito de la nación católica; Eva Perón, una biografía política y del Estado liberal a la nación católica.-
daio,
sarlo va tras los pasos de carrió.
te recomiendo que abandones también ese buque antes de que se hunda.
si los votos no reflejan la virtud del elegido,la democracia no sirve,don Daio…
Bueno Isabel, sabremos esperar.-
Explicame la virtud de Carlos Menem
Los votos no reflejan la virtud del elegido, reflejan la voluntad popular, que es otra cosa. No es una cuestión de virtud, sino de opinión.
La mas maravillosa música es lírica genital y punto.
La virtud democrática, profundamente ajena a quienes son incapaces de ver esa voluntad expresada en las urnas como lo que simplemente es (lo que al pueblo se le cantan las pelotas), y elaboran alambicadas estupideces que siempre suponen de una u otra manera engaños masivos y estupidez incurable en los votantes (voto cuota, legitimidad segmentada, voto de baja calidad, clientelismo, aparato de propaganda, etc.), consiste sencillamente en asumir esa opinión como punto de partida de cualquier análisis. Aún cuando esa opinión nos parezca inadecuada.
la virtud de Menem,la de Hitler,entre otros,es o fue la mentira,que un pueblo puede aceptar,pero que desnuda en la proxima eleccion o con el correr de la historia.Si se mantiene la democracia,por supuesto.Claro que este planteo la virtud resulta mas bien una habilidad que algo valorable eticamente.
Isabel:
¿Qué me dices de esta mentirita?
http://www.perfil.com/contenidos/2011/10/22/noticia_0003.html
Si realmente me conoce un poco,sabe que los detalles anecdoticos(y habra otros remarcables)me interesan menos porque me parecen de menor peso que los conceptos sobre los temas que tratamos.
Sí, pero lo que sucede que lo anecdótico desde el 2003, se ha convertido en normal y corriente.-
Guido:la voluntad popular depende de lo que dice y ha hecho el elegido.No es solo opinion,sino de vivencia.Los que eligieron a Macri en la ciudad(y que el domingo votaron a Cristina)muestran su mentalidad ambivalente de sentirse bien y o mejor pero a la vez rechazar el avance de los «cabecitas negras» o simplemente dejarse llevar por resentimientos y envidias hacia la presi.Pero en general el pueblo es menos esquizo y voto no por»las pelotas»(viejo,lo deja chico al Fito)sino por reconocimiento,esperanza y afecto.No es simple la motivacion.Se parece a la eleccion vocacional.Y expliqueme si quiere lo de la» musica lirica genital»porque me resulta»alambicado»,y agregar»y punto»autoritario…
Bueno, votar a x o no votarlo de acuerdo a la vivencia, el reconocimiento, la esperanza, el afecto, y agrego yo la racionalidad, la ideología, el humor, las ganas, el interés material concreto es lo que yo llamo lírica genital. Si quiere pongaló como libre voluntad popular, que es lo mismo. Pasa que estoy medio cansado de leer análisis que sociologizan hasta extremos ridículos el voto del pobre (no digo que sea tu caso) al tiempo que suponen un voto auónomo en otros sectores sociales. No hay evidencia de ningún tipo que sustente la oposición pobres heterónomos vs. medios/altos autónomos.
Y lo que tenemos, creo, es un disenso sobre el sentido de la democracia. Vos decis «si los votos no reflejan la virtud del elegido la democracia no sirve». Pero no se llama elecciones para determinar la virtud de nadie. Las elecciones no son un concurso de virtuosos. De allí no surge ni la virtud ni la verdad. Sencillamente se consulta al pueblo para saber que quiere la mayoría. Y si la mayoría elige atorrantes, esa es la decisión popular.
En estas elecciones, ganaron dos de mis candidatos (PEN y PEP) y perdió otro (PEM). Ni unos ni otros son mas virtuosos que antes y mi propia opinión no varió ni un poco. Lo que debo hacer, a nivel municipal, es asumir mi condición de minoría y ver que hacer de aquí en adelante para que la lírica genital de mi ciudad cambie el ritmo de aquí a dos años.
http://sincorrupcion.wordpress.com/2011/10/26/discurso-del-titular-de-la-oficina-anticorrupcion-julio-vitobello/
A este funcionario lo van a despedir: ¿cómo que la corrupción atenta contra la democracia y afecta a los que menos tienen?
No lo van a despedir, lo van a felicitar por el discurso que nunca llega a la realidad. ¿te acordás del traje a rayas para los evasores?
El discurso corresponde a una conferencia de las Naciones Unidas que se está celebrando en Marruecos. O sea que fue «pour la galerie», lo que todos los que participan de la conferencia conocen bien.- Luego regresaran a sus respectivos países y a otra cosa. Por supuesto con las valijas diplomáticas bien llenitas y no de dátiles precisamente.- ¡como uno no va a estar agradecido y votar por Cristina!
26/10 ,8.24:el comentario-respuesta de Daio lo muestra una vez mas como incomoviBle en su lectura de la sociedad y de la historia.Parece que solo lee canal TN.
Isabel: en que medio estatal, cuasi/estatal, gobierno/amigo, gobierno/socio, se puede ver alguna crítica, si hasta en el INDEC se glorifica al Néstor?
http://www.perfil.com/contenidos/2011/10/27/noticia_0025.html
no sé, pero en todos se puede leer esto:
carrió: 1.8%
menos que los votos en blanco.
Me mataste con tus argumentos.- ¿Adonde hay que firmar?
debajo de donde dice
1.8%
en su comentario del 27,1,10, Guido define la» lirica genital»de un modo original,a lo que para mi seria el estado de animo o humor incluyendo el pensamiento colectivo,con lo que alegrememte pasamos de nuestros analisis sociales a la literatura.Es»nice».En cuanto a hablar de»pobres heterenomos»y»altos(en nivel de vida,supongo,no en estatura)autonomos es generalizar la hipotesis de que si tenes mas recursos tenes mejor acceso a la educacion sistematica y cultura,lo que,supuestamente,te otorga mayores posibilidades de eleccion personal,idea que me parece valida.La democracia nos da acceso al voto para preferir postulantes que (repito)son virtuosos en el sentido de habiles politicos.Si no lo son eticamente es porque no logramos participar para que surjan los»mejores»en sentido absoluto.Es remanido decir que es un regimen perfectible.
Es muy interesante vivir en una ciudad»genital»…
Te parecerá válida pero no lo es. Es una idea elitista y sin el más mínimo sustento empírico. Pobre excusa de quienes no ganan elecciones.
Daio quiere la autocritica del gobierno.La presi lo manifiesta en sus decires.Ahora,pretender como muchos opositores que haga lo que nosotros queremos es…pretencioso.
¿autocrítica presidencial?
Guido:es simplemente ina idea marxista,y en mi vida voy comprobando que nuestra situacion economica condiciona sobremanera nuestras actitudes y nuestras ideas
Daio:si apuntas a que la presi se expresa con convicciones muy propias y firmes,interpretas mal la»autocritica».Si queres que cambie,a tu piacere,alla vos…
Isabel:
¿Qué cosas ha dicho la Presidenta que hizo mal y cómo las va a solucionar?No he escuchado nada de eso, salvo la expresión genérica del discurso del domingo, frente a lo cual tenemos cientos de discursos que lo contradicen.-
Isabel, el marxismo no es una corriente de pensamiento que brille por la estima en que tiene a la voluntad popular.
bueno,si bien hablo en general de sus errores,es el momento en que vos digas que hizo mal.
Isabel:
Eso no es autocrítica.
Mis críticas están en las notas y comentarios. Creo que al inicio de una nueva administración, conviene esperar para observar las medidas que se tomen.-
Saludo.-
arrugo.
guido:una cosa es el marxismo como teoria politica y otra los partidos de izquierda,sobre todo nacionales,si te refieres al resultado eleccionario.En mi comentario sobre la incidencia del status socioeconomico de la conducta personal hago hincapie en una idea que hasta opositores como Prat Gay tienen en cuenta…