El peronismo en el Senado pidió que no envíen la confirmación de Luis Caputo en el BCRA y no tratará la reforma de la carta orgánica del Banco.
El acuerdo definitivo entre el Fondo Monetario Internacional y la Argentina no había cumplido un día y el Gobierno ya sabía que no podría honrar al menos tres de los compromisos que había asumido frente a Christine Lagarde.
El primer tropiezo fue público: Federico Sturzenegger, uno de los funcionarios que había presentado y refrendado con su firma la Carta de Intención por el crédito stand by de US$ 50.000 millones, fue corrido el jueves del Banco Central en una reunión con Mauricio Macri en la Quinta de Olivos. Los otros dos incumplimientos surgen de situaciones que ya no maneja el Presidente.
Uno de ellos es que Macri no tendrá este año la reforma de la carta orgánica del Banco Central que pidió el FMI, para asegurarse de que el BCRA no seguirá financiando al Tesoro y alimentando la inflación por esa vía. “Eso mejor dejalo para otro momento”, le avisó uno de los jefes del peronismo en el Senado a Nicolás Dujovne hace pocos días, cuando el ministro de Hacienda pidió apoyo para sacar esa ley.
En la Cámara de Diputados, ese proyecto tiene resistencias similares en las distintas vertientes de la oposición. “Si combinamos esa reforma de la Carta Orgánica con metas de inflación fijas, lo que nos están pidiendo es como una Ley de Convertibilidad, no es una pavada lo que nos piden que aprobemos”, le dijo a Clarín un diputado peronista de los más notorios.
La otra advertencia que recibió el Ejecutivo fue que el nombramiento de Luis Caputo en el Central tiene posibilidades muy escasas de pasar el filtro de la Comisión de Acuerdos en el Senado y que tendrá que ocupar su cargo “en comisión”, una categoría casi incomprensible para el staff del FMI. “Caputo tiene varios problemas”, explicó un senador peronista. “Quedó castigado por las denuncias en la Justicia y, además, cuando vino al Congreso se defendió muy mal. No está preparado para pasar una revisión de Acuerdos”, recordó.
Es cierto que, frente al resto de los problemas que tiene la economía, esas promesas fallidas se convierten en meros detalles estéticos para el Presidente, pero sirven para entender el momento que atraviesa el jefe de Cambiemos, que ayer dio un nuevo volantazo al echar a dos de sus ministros emblemáticos. Uno es Francisco Cabrera, amigo de Macri, y el otro es Juan José Aranguren, que estaba encargado de cumplir el principal reclamo del FMI: cortar los subsidios a las tarifas para achicar el déficit.
La semana que comienza tiene un calendario para poner nervioso a cualquiera. El lunes se presentará la colocación de bonos del Tesoro por hasta 4.000 millones de dólares que anunció el Ministerio de Hacienda la semana pasada.
Un día después llegará otro “supermartes” de Lebacs con un megavencimiento de los instrumentos que volvió célebres la gestión de Sturzenegger.
El miércoles tendrá dos platos fuertes: el directorio del FMI aprobará formalmente el crédito a la Argentina y ordenará la primera transferencia hacia Buenos Aires y la compañía MSCI definirá si la Argentina sigue siendo una economía de frontera o vuelve a ser un mercado emergente y convertirse así en un destino posible para los fondos de inversión con reglas más estrictas. Convenientemente, esa incertidumbre no podrá reflejarse en los mercados locales el mismo día por el providencial feriado del Día de la Bandera.
El viernes ocurrirá otra cosa, pero en este caso no generará una intriga adicional, ya que se acreditará el giro de 15.000 millones de dólares liberado por el FMI en Washington dos días antes.
El acuerdo definitivo entre el Fondo Monetario Internacional y la Argentina no había cumplido un día y el Gobierno ya sabía que no podría honrar al menos tres de los compromisos que había asumido frente a Christine Lagarde.
El primer tropiezo fue público: Federico Sturzenegger, uno de los funcionarios que había presentado y refrendado con su firma la Carta de Intención por el crédito stand by de US$ 50.000 millones, fue corrido el jueves del Banco Central en una reunión con Mauricio Macri en la Quinta de Olivos. Los otros dos incumplimientos surgen de situaciones que ya no maneja el Presidente.
Uno de ellos es que Macri no tendrá este año la reforma de la carta orgánica del Banco Central que pidió el FMI, para asegurarse de que el BCRA no seguirá financiando al Tesoro y alimentando la inflación por esa vía. “Eso mejor dejalo para otro momento”, le avisó uno de los jefes del peronismo en el Senado a Nicolás Dujovne hace pocos días, cuando el ministro de Hacienda pidió apoyo para sacar esa ley.
En la Cámara de Diputados, ese proyecto tiene resistencias similares en las distintas vertientes de la oposición. “Si combinamos esa reforma de la Carta Orgánica con metas de inflación fijas, lo que nos están pidiendo es como una Ley de Convertibilidad, no es una pavada lo que nos piden que aprobemos”, le dijo a Clarín un diputado peronista de los más notorios.
La otra advertencia que recibió el Ejecutivo fue que el nombramiento de Luis Caputo en el Central tiene posibilidades muy escasas de pasar el filtro de la Comisión de Acuerdos en el Senado y que tendrá que ocupar su cargo “en comisión”, una categoría casi incomprensible para el staff del FMI. “Caputo tiene varios problemas”, explicó un senador peronista. “Quedó castigado por las denuncias en la Justicia y, además, cuando vino al Congreso se defendió muy mal. No está preparado para pasar una revisión de Acuerdos”, recordó.
Es cierto que, frente al resto de los problemas que tiene la economía, esas promesas fallidas se convierten en meros detalles estéticos para el Presidente, pero sirven para entender el momento que atraviesa el jefe de Cambiemos, que ayer dio un nuevo volantazo al echar a dos de sus ministros emblemáticos. Uno es Francisco Cabrera, amigo de Macri, y el otro es Juan José Aranguren, que estaba encargado de cumplir el principal reclamo del FMI: cortar los subsidios a las tarifas para achicar el déficit.
La semana que comienza tiene un calendario para poner nervioso a cualquiera. El lunes se presentará la colocación de bonos del Tesoro por hasta 4.000 millones de dólares que anunció el Ministerio de Hacienda la semana pasada.
Un día después llegará otro “supermartes” de Lebacs con un megavencimiento de los instrumentos que volvió célebres la gestión de Sturzenegger.
El miércoles tendrá dos platos fuertes: el directorio del FMI aprobará formalmente el crédito a la Argentina y ordenará la primera transferencia hacia Buenos Aires y la compañía MSCI definirá si la Argentina sigue siendo una economía de frontera o vuelve a ser un mercado emergente y convertirse así en un destino posible para los fondos de inversión con reglas más estrictas. Convenientemente, esa incertidumbre no podrá reflejarse en los mercados locales el mismo día por el providencial feriado del Día de la Bandera.
El viernes ocurrirá otra cosa, pero en este caso no generará una intriga adicional, ya que se acreditará el giro de 15.000 millones de dólares liberado por el FMI en Washington dos días antes.