Muy a pesar de las convicciones de Mauricio Macri, en Cambiemos ya le encontraron respuesta a la pregunta que tiene a los saltos a los mercados en los últimos días. En el oficialismo ya nadie se cuestiona si la crisis financiera que tomó impulso en los últimos días tiene raíces políticas o económicas. La prueba de ello es que el Presidente dio luz verde a la negociación con el peronismo no kirchnerista para elaborar un presupuesto que cumpla los requisitos de ajuste fiscal que impone el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
La definición ocurrió hace dos semanas, cuando el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal tomaron como propia la idea que habían impulsado con poco éxito Emilio Monzó y Nicolás Massot durante meses desde la Cámara de Diputados: incorporar a los gobernadores del peronismo en acuerdos políticos que permitan sacar las leyes que necesita el Gobierno y a la vez empujar al kirchnerismo hacia la marginalidad.
Monzó y Massot tenían incluso una versión maximalista de ese acuerdo, con el objetivo de convencer a los actores políticos y económicos de que la alternativa a Cambiemos no es el kirchnerismo sino un peronismo moderado que comparte buena parte de los supuestos con los que llegó Macri al poder. “Nosotros tenemos que ser capaces de incidir en cuál puede ser la alternativa a Cambiemos en 2019, porque si esa alternativa es Cristina (Kirchner) o quien ella decida ¿quién se va a animar a invertir un peso ahora mismo, que es cuando lo necesitamos? El Gobierno necesita que esté claro el 2019 para poder encarrilar el 2018. No es solo una cuestión electoral, es de gestión”, le dijo el jueves a Clarín uno de los dirigentes de Cambiemos que siempre mantuvo comunicación con los gobernadores peronistas.
Rodríguez Larreta y Vidal también creen en la necesidad de aislar al kirchnerismo como forma de mejorar el escenario actual, aunque sostienen que eso nunca puede implicar un acuerdo electoral para 2019. Por ahora, ellos dos, que gobiernan al 50% de los argentinos, lograron convencer a Macri y al jefe de Gabinete Marcos Peña de que el único modo de mostrar a los operadores financieros que el Gobierno podrá cumplir la meta de recorte del déficit fiscal es incluir en esa promesa a quienes manejan las provincias, que deberán resignarse a recibir menores transferencias del Estado nacional. Como contraprestación, los gobernadores peronistas reclaman que se retrase la rebaja de impuestos provinciales que se acordó en la reforma tributaria a fines del año pasado. «Yo veo en el peronismo una actitud responsable en esta situación de turbulencia», le dijo Rodríguez Larreta ayer a Clarín.
Macri y Peña descartaron la posibilidad de ampliar el entendimiento con el peronismo hacia un acuerdo electoral porque el Jefe de Gabinete sigue convencido de que aún no existe un escenario de derrota del oficialismo en las elecciones del año próximo. “No vemos eso, lo que pierde Macri no lo está cosechando nadie”, explica un funcionario con despacho en la Casa Rosada que dialoga a diario con Peña.
En la provincia de Buenos Aires sostienen algo parecido. “Es cierto que Cristina creció y que María Eugenia cayó algunos puntos, pero hoy las encuestas nos muestran que Cristina como candidata a presidenta y Verónica Magario como candidata a gobernadora conseguirían 39 puntos y Macri y Vidal les ganarían con 41”, explica uno de los estrategas políticos de la gobernadora. “Lo que vemos es que creció mucho el desencanto con Cambiemos, pero nadie lo capitaliza”, sostiene el mismo hombre.
Con su iniciativa de negociar con los peronistas por el Presupuesto, Larreta y Vidal consiguieron también desactivar uno de los problemas que más los inquietaba: el traspaso de AYSA desde la jurisdicción nacional a la de la Ciudad y la Provincia y la consecuente responsabilidad de financiar con recursos propios todas las obras sanitarias de la Capital y el Conurbano (Ver página 24). «Transferir AYSA implica traspasar unos 15.000 millones para todas las obras de agua y cloacas del Conurbano, y eso no se puede hacer porque hay que modificar la Coparticipación, además, se caería un préstamo del Banco Mundial a la empresa, por ejemplo», admite a Clarín un funcionario del Ministerio del Interior. Sin embargo, esa victoria de Rodríguez Larreta y Vidal aún no es completa, porque en La Plata creen que no podrán esquivar tan fácilmente el traspaso de las distribuidoras eléctricas Edenor y Edesur.
Si bien hubo algunas reuniones con gobernadores del peronismo y conversaciones por separado entre Peña y Sergio Massa, Rodríguez Larreta y Vidal con Miguel Pichetto, Juan Schiaretti y Juan Manuel Urtubey y de Rogelio Frigerio con buena parte de los mandatarios provinciales, el encuentro global que muestre la voluntad de firmar un pacto para votar el Presupuesto ocurrirá en dos semanas, cuando Peña y Frigerio reciban en la Casa Rosada a los jefes provinciales.
La idea del Gobierno es que el 15 de septiembre se presente en la Cámara de Diputados un proyecto de Presupuesto consensuado con las provincias y con el bloque del peronismo Federal que permita cumplir con los recortes que pide el FMI. La negociación con Massa viene más entreverada, por las diferencias que él mismo mantiene con Macri. El jefe del Frente Renovador, que tiene agendado un curso en Estados Unidos para la semana que viene, aún no pudo digerir el maltrato que le propinó el Presidente en varios de sus discursos. «Les votamos 122 leyes y ahora nos vienen a buscar cuando no pueden ordenar la economía», se quejó la semana pasada ante Clarín.
La definición ocurrió hace dos semanas, cuando el jefe de gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal tomaron como propia la idea que habían impulsado con poco éxito Emilio Monzó y Nicolás Massot durante meses desde la Cámara de Diputados: incorporar a los gobernadores del peronismo en acuerdos políticos que permitan sacar las leyes que necesita el Gobierno y a la vez empujar al kirchnerismo hacia la marginalidad.
Monzó y Massot tenían incluso una versión maximalista de ese acuerdo, con el objetivo de convencer a los actores políticos y económicos de que la alternativa a Cambiemos no es el kirchnerismo sino un peronismo moderado que comparte buena parte de los supuestos con los que llegó Macri al poder. “Nosotros tenemos que ser capaces de incidir en cuál puede ser la alternativa a Cambiemos en 2019, porque si esa alternativa es Cristina (Kirchner) o quien ella decida ¿quién se va a animar a invertir un peso ahora mismo, que es cuando lo necesitamos? El Gobierno necesita que esté claro el 2019 para poder encarrilar el 2018. No es solo una cuestión electoral, es de gestión”, le dijo el jueves a Clarín uno de los dirigentes de Cambiemos que siempre mantuvo comunicación con los gobernadores peronistas.
Rodríguez Larreta y Vidal también creen en la necesidad de aislar al kirchnerismo como forma de mejorar el escenario actual, aunque sostienen que eso nunca puede implicar un acuerdo electoral para 2019. Por ahora, ellos dos, que gobiernan al 50% de los argentinos, lograron convencer a Macri y al jefe de Gabinete Marcos Peña de que el único modo de mostrar a los operadores financieros que el Gobierno podrá cumplir la meta de recorte del déficit fiscal es incluir en esa promesa a quienes manejan las provincias, que deberán resignarse a recibir menores transferencias del Estado nacional. Como contraprestación, los gobernadores peronistas reclaman que se retrase la rebaja de impuestos provinciales que se acordó en la reforma tributaria a fines del año pasado. «Yo veo en el peronismo una actitud responsable en esta situación de turbulencia», le dijo Rodríguez Larreta ayer a Clarín.
Macri y Peña descartaron la posibilidad de ampliar el entendimiento con el peronismo hacia un acuerdo electoral porque el Jefe de Gabinete sigue convencido de que aún no existe un escenario de derrota del oficialismo en las elecciones del año próximo. “No vemos eso, lo que pierde Macri no lo está cosechando nadie”, explica un funcionario con despacho en la Casa Rosada que dialoga a diario con Peña.
En la provincia de Buenos Aires sostienen algo parecido. “Es cierto que Cristina creció y que María Eugenia cayó algunos puntos, pero hoy las encuestas nos muestran que Cristina como candidata a presidenta y Verónica Magario como candidata a gobernadora conseguirían 39 puntos y Macri y Vidal les ganarían con 41”, explica uno de los estrategas políticos de la gobernadora. “Lo que vemos es que creció mucho el desencanto con Cambiemos, pero nadie lo capitaliza”, sostiene el mismo hombre.
Con su iniciativa de negociar con los peronistas por el Presupuesto, Larreta y Vidal consiguieron también desactivar uno de los problemas que más los inquietaba: el traspaso de AYSA desde la jurisdicción nacional a la de la Ciudad y la Provincia y la consecuente responsabilidad de financiar con recursos propios todas las obras sanitarias de la Capital y el Conurbano (Ver página 24). «Transferir AYSA implica traspasar unos 15.000 millones para todas las obras de agua y cloacas del Conurbano, y eso no se puede hacer porque hay que modificar la Coparticipación, además, se caería un préstamo del Banco Mundial a la empresa, por ejemplo», admite a Clarín un funcionario del Ministerio del Interior. Sin embargo, esa victoria de Rodríguez Larreta y Vidal aún no es completa, porque en La Plata creen que no podrán esquivar tan fácilmente el traspaso de las distribuidoras eléctricas Edenor y Edesur.
Si bien hubo algunas reuniones con gobernadores del peronismo y conversaciones por separado entre Peña y Sergio Massa, Rodríguez Larreta y Vidal con Miguel Pichetto, Juan Schiaretti y Juan Manuel Urtubey y de Rogelio Frigerio con buena parte de los mandatarios provinciales, el encuentro global que muestre la voluntad de firmar un pacto para votar el Presupuesto ocurrirá en dos semanas, cuando Peña y Frigerio reciban en la Casa Rosada a los jefes provinciales.
La idea del Gobierno es que el 15 de septiembre se presente en la Cámara de Diputados un proyecto de Presupuesto consensuado con las provincias y con el bloque del peronismo Federal que permita cumplir con los recortes que pide el FMI. La negociación con Massa viene más entreverada, por las diferencias que él mismo mantiene con Macri. El jefe del Frente Renovador, que tiene agendado un curso en Estados Unidos para la semana que viene, aún no pudo digerir el maltrato que le propinó el Presidente en varios de sus discursos. «Les votamos 122 leyes y ahora nos vienen a buscar cuando no pueden ordenar la economía», se quejó la semana pasada ante Clarín.