En las últimas horas, Mauricio Macri se preocupó más de lo habitual por la grieta que advirtió en Cambiemos. Pero las reuniones de Gabinete suelen ser el espacio que utiliza para arengar a su tropa y trasladar el optimismo que, entiende, necesitan sus funcionarios a la hora de gestionar. Por eso, en medio de las tensiones internas, y antes de recibir en la Quinta de Olivos a la cúpula radical, el Presidente defendió a la alianza que lidera y recordó, con ironía, que cuando se conformó en 2015, desde otros sectores políticos pronosticaban que no iban a durar juntos «más de seis meses». «Este un espacio inédito frente al histórico verticalismo», destacó el jefe de Estado.
Ante sus ministros y algunos referentes parlamentarios, como el radical Mario Negri, quien fue uno de los que quiso poner paños fríos en el cruce entre Elisa Carrió y el líder del Comité Nacional de la UCR Alfredo Cornejo, Macri dijo estar «orgulloso de liderar esta construcción inédita en la política argentina» y naturalizó las diferencias dentro de Cambiemos al señalar que está conformado «por tres espacios con distintos orígenes en el que es normal que haya intercambios». «A mí me toca liderar a partir del debate», insistió. Y, en una clara alusión al kirchnerismo, reflexionó: «Pasamos de uno solo que decidía todo, de un modelo autocrático, a un espacio en el que se dialoga y escucha opiniones, a una autoridad sin autoritarismo».
Más allá de la intención por desdramatizar las tensiones, el Gobierno decidió ocupar buena parte de su agenda de este martes en calmar a los socios radicales. A la tarde, Cornejo y sus dos pares radicales, Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes), pasarán por la Casa Rosada para reunirse con Peña y el ministro del Interior Rogelio Frigerio. Y a la noche, junto a Negri y el jefe del interbloque de Cambiemos en el Senado Luis Naidenoff, irán a cenar con Macri a Olivos. «Hay que tener cuidado y no decir cosas por más que sean chiste que puedan herir susceptibilidades», fue el mensaje que lanzó esta mañana el jefe de Gabinete y que refrendará el Presidente. El objetivo es concreto: cerrar filas para no afectar la negociación con la oposición.
En esa línea, Macri reafirmó la intención del Gobierno de llegar a un acuerdo que permita la aprobación del Presupuesto 2019, con la pauta del 1,3% de déficit fiscal pactada con el FMI; y también resolver otros «temas pendientes», como la reforma del Código Penal, tal como dijo días atrás Frigerio. «Estamos abiertos al diálogo y a los acuerdos a largo plazo que se requieren para que haya previsibilidad», aseguró.
Pero el jefe de Estado ve complejo alcanzar un gran acuerdo nacional, porque «no hay líderes definidos en la oposición». «No hay una manera única de acordar», analizó. Y diferenció el actual momento que afronta su Gobierno con aquel Pacto de Olivos sellado en 1993 por el ex presidente Carlos Menem con su antecesor y líder radical Raúl Alfonsín. «Había un liderazgo que era respetado. Eso les permitió ponerse de acuerdo a pesar de las diferencias», resaltó. Sin decirlo, el Presidente lo expuso: mientras Cristina mantenga su liderazgo y fragmente a la oposición, quien le toque gobernar deberá prepararse para negociar en muchos frentes opositores.
En esa línea, en su afán por realzar la autoestima de su tropa, Macri también lanzó un duro mensaje para la oposición, que en el Gobierno entienden que será uno de los ejes de la campaña presidencial: «El mundo nos identifica como los únicos garantes del modelo. El PJ no logra que el mundo confíe en ellos».
Y para graficarlo contó, exultante, una conversación que tuvo con un banquero en las últimas horas: «Me llamó para felicitarme. Me dijo ‘desde que tengo memoria, es la primera vez que se entra y se sale de una crisis cambiaria con las mismas reglas’. Esto nos da fortaleza porque somos predecibles y serios».
Por último, tras admitir que hubo «temas de la propia gestión» que contribuyeron en la actual crisis, Macri reiteró: «Estamos en el rumbo correcto. Y claro que no negamos dificultades propias y de contexto. Pero no nos tenemos que conformar nunca ni abatirnos por las dificultades. No nos olvidemos que estamos acá para resolver los problemas de la gente».
Ante sus ministros y algunos referentes parlamentarios, como el radical Mario Negri, quien fue uno de los que quiso poner paños fríos en el cruce entre Elisa Carrió y el líder del Comité Nacional de la UCR Alfredo Cornejo, Macri dijo estar «orgulloso de liderar esta construcción inédita en la política argentina» y naturalizó las diferencias dentro de Cambiemos al señalar que está conformado «por tres espacios con distintos orígenes en el que es normal que haya intercambios». «A mí me toca liderar a partir del debate», insistió. Y, en una clara alusión al kirchnerismo, reflexionó: «Pasamos de uno solo que decidía todo, de un modelo autocrático, a un espacio en el que se dialoga y escucha opiniones, a una autoridad sin autoritarismo».
Más allá de la intención por desdramatizar las tensiones, el Gobierno decidió ocupar buena parte de su agenda de este martes en calmar a los socios radicales. A la tarde, Cornejo y sus dos pares radicales, Gerardo Morales (Jujuy) y Gustavo Valdés (Corrientes), pasarán por la Casa Rosada para reunirse con Peña y el ministro del Interior Rogelio Frigerio. Y a la noche, junto a Negri y el jefe del interbloque de Cambiemos en el Senado Luis Naidenoff, irán a cenar con Macri a Olivos. «Hay que tener cuidado y no decir cosas por más que sean chiste que puedan herir susceptibilidades», fue el mensaje que lanzó esta mañana el jefe de Gabinete y que refrendará el Presidente. El objetivo es concreto: cerrar filas para no afectar la negociación con la oposición.
En esa línea, Macri reafirmó la intención del Gobierno de llegar a un acuerdo que permita la aprobación del Presupuesto 2019, con la pauta del 1,3% de déficit fiscal pactada con el FMI; y también resolver otros «temas pendientes», como la reforma del Código Penal, tal como dijo días atrás Frigerio. «Estamos abiertos al diálogo y a los acuerdos a largo plazo que se requieren para que haya previsibilidad», aseguró.
Pero el jefe de Estado ve complejo alcanzar un gran acuerdo nacional, porque «no hay líderes definidos en la oposición». «No hay una manera única de acordar», analizó. Y diferenció el actual momento que afronta su Gobierno con aquel Pacto de Olivos sellado en 1993 por el ex presidente Carlos Menem con su antecesor y líder radical Raúl Alfonsín. «Había un liderazgo que era respetado. Eso les permitió ponerse de acuerdo a pesar de las diferencias», resaltó. Sin decirlo, el Presidente lo expuso: mientras Cristina mantenga su liderazgo y fragmente a la oposición, quien le toque gobernar deberá prepararse para negociar en muchos frentes opositores.
En esa línea, en su afán por realzar la autoestima de su tropa, Macri también lanzó un duro mensaje para la oposición, que en el Gobierno entienden que será uno de los ejes de la campaña presidencial: «El mundo nos identifica como los únicos garantes del modelo. El PJ no logra que el mundo confíe en ellos».
Y para graficarlo contó, exultante, una conversación que tuvo con un banquero en las últimas horas: «Me llamó para felicitarme. Me dijo ‘desde que tengo memoria, es la primera vez que se entra y se sale de una crisis cambiaria con las mismas reglas’. Esto nos da fortaleza porque somos predecibles y serios».
Por último, tras admitir que hubo «temas de la propia gestión» que contribuyeron en la actual crisis, Macri reiteró: «Estamos en el rumbo correcto. Y claro que no negamos dificultades propias y de contexto. Pero no nos tenemos que conformar nunca ni abatirnos por las dificultades. No nos olvidemos que estamos acá para resolver los problemas de la gente».