La experiencia universitaria es una puerta a otros mundos posibles: formar parte de nuevas comunidades implica correr los límites de lo se puede pensar y de lo que se puede hacer. La movilización de ayer mostró que hay un sector de la sociedad que entiende a la educación superior como un derecho humano y está dispuesta a defenderla como tal. Porque estar en el aula, elegir una cátedra, leer textos, hacer experimentos temrina siendo una historia de amor.