Hacer pronósticos en un mundo incierto es una tarea arriesgada, si no inútil. A la luz de los últimos acontecimientos, esa dificultad se agrava en este país. ¿Quién hubiera imaginado el dólar a más de 40 pesos a fines de septiembre? ¿Quién pudo anticipar que habría decenas de encumbrados empresarios presos o arrepentidos por casos de corrupción? La verdad es que buscando declaraciones de economistas y analistas políticos no se encuentra ninguno que haya previsto este escenario, incluido, por cierto, quien escribe esta columna. Por lo visto, en la sorprendente Argentina les va mejor a los historiadores que a los profetas. Existe capacidad para analizar los acontecimientos, pero no para anticiparlos. El diario del lunes es el material sobre el que trabajan usualmente economistas y politólogos. No obstante, la sociedad sigue demandando predicciones para calmar la incertidumbre. Es que se juega mucho, nada menos que quién será el próximo presidente de la nación.