Ya ha acontecido un octavo del gobierno de Alberto Fernández, la mitad del cual está siendo transitado bajo la pandemia del Covid-19. En medio de esta complejísima situación le tocó empezar a dar a conocer su impronta. Marcada por buenas intenciones pero poca acción. Donde tiende a querer conformar a todos, cosa que suele dejar a todos disconformes. El hacer siempre implica alterar algún interés. Pero como se autopercibe con poco margen para operar cree necesario pactar con sectores irreconciliables.
Obviamente Fernández fue seleccionado por rosquero, dialoguista y conciliador. Pero no es necesariamente moderado como cuestionan. Sino que empieza con una impronta que se va desinflando de a poco. Es un presidente que comunica muy bien pero va detrás de la agenda que le imponen otros. De CFK que solo hablaba en cadena nacional y Macri que lo hacía con sus chupamedias, pasamos a un Alberto que habla con todos todo el tiempo. Eso en principio es positivo porque implica un cambio de lógica pero termina generando mucho desgaste y deja mucho margen para el equivocó y la tergiversación.
Es cierto que tuvieron que comenzar a gobernar en la emergencia. Se hizo bastante a pesar de contar con las arcas vacías . Pero cuando empezaba a despegar se impuso la pandemia que no dejó ningún rincón de la tierra sin afectar. A la calamitosa situación dejada por Macri se le sumó el Covid-19 que prolongó y expandió la política del parche. Donde no hay caminos buenos ya que hagan lo que hagan las consecuencias psico-socio-económicas serán dramáticas. Donde el desastre es mundial y la improvisación inevitable ante un virus muy contagioso y desconocido.
Esto se transforma en un terreno muy fértil para una oposición rancia y deshinibida encabezada por el ex-presidente que no tiene ningún tipo de escrúpulos. Una derecha extrema irresponsable especialista en cubrir sus objetivos con excelente comunicación, muchos recursos y con una audacia admirable.
Es así como en medio de tantas intenciones empantanadas se movió una ficha en contra del adversario político. Se expusó lo iniciado en la Causa D’Alessio: toda una red de espionaje ilegal con vínculos directos con Macri. Nada nuevo en el horizonte. Si cuando gobernaba la ciudad, ni bien pudo, construyó un precario aparato paralelo de inteligencia, cómo no va a hacer pleno uso de todos los fierros de inteligencia disponibles en la Nación. Pareciera que forma parte del morbo del poder.
Habiendo tanta desidia en el accionar de Macri, ¿por qué será que siempre se avanza con causas de este tipo? Aunque con el espionaje ilegal haya corrupción es más difícil de percibir para el pueblo que un ex funcionario K tirando bolsos con millones en un convento. Aunque lo de Macri fue un plan sistemático no deja ser una práctica que de alguna manera todos los oficialismos aprovecharon y forma parte de una riña política que solo le importa a los involucrados.
Pero si para algo sirve es para tomar real dimensión de la calaña de este personaje. Su modo de hacer política y negocios está basado en toda clase de prácticas mafiosas bajo el soporte de la mentira y el ocultamiento propagados por la pope de la prensa comercial que ya se encuentra demasiado involucrada. Empresarios periodísticos que están tan enamorados de sí mismo que se creen por encima de la igualdad ante la ley. Todo enmarcado en un show de victimización patética.
Macri y su trup obtienen tal cobertura porque los dueños de los medios forman parte de la élite económica nacional a la que el experimento macrista se propuso representar para obtener la plataforma estatal desde donde magnificar sus propios negociados. Todo a cambio de condicionar al país a los interés de EEUU y sus tentáculos financieros. El líder del PRO fue el instrumento local que supieron conseguir en este momento histórico dentro del tablero mundial.
Al arribar a la presidencia utilizó todos los resortes disponibles a piaccere creando la legalidad necesaria o forzándola hasta romperla. Pero su dificultad reside en que detrás de su característico discurso básico, cínico y superficial se encuentra una brutalidad insaciable que lo empuja hacia lo grotesco: El intento de autoperdonarse la deuda por la concesión del Correo Argentino que vació y quebró. El blanqueo de plata sucia de su familia por decreto. El pasamanos de empresas suyas en el negocio de la energía eólica. La venta de su empresa Autopistas del Sol una vez que su gobierno le pagó una supuesta deuda y aumentó los peajes de forma descomunal. Macri en persona extorsionó a los dos dueños de C5N para que se alineen a su gobierno o se quedarían con sus empresas. Ambos terminaron presos por una causa ficticia. El pacto con el empresario energético Marcelo Mindlin para que sea su testaferro simulando una nueva venta de IECSA a cambio del aumento exponencial de los precios de la energía. El tarifazo resultó ser solo el aumento del margen de ganancias de sus socios, amigos y testaferros dueños del negocio de la energía en el AMBA.
Hizo lo mismo con su línea aérea MacAir vendiéndola de forma ficticia a Avianca a un precio inflado porque ya tenían garantizadas la concesión de las mejores rutas. Terminó quebrándola al final de su mandato dejando a todos sus empleados en la calle. Es siempre el mismo modus operandi. Concesiones amañadas, obras incumplidas, sobreprecios, endeudamiento temerario, evasión impositiva, vaciamiento y fuga de capitales a través de operaciones financieras truchas con ramificaciones en cuentas offshore controladas por empresas fantasmas. Y si se puede que todo el costo lo asuma el Estado (el conjunto de toda la sociedad).
El Caso Vicentin es un eslabón más de esta misma cadena. Durante el gobierno de Macri la agroexportadora contrajo deuda por 1.350 millones de dólares. A su vez le fue muy bien en estos años. Con una facturación anual promedio de 4.000 millones de dólares. Solo entre julio y septiembre del 2019 ingresaron a sus arcas 800 millones de dólares más otros 122 millones por la venta de sus acciones de Renova a Glencore a principios de diciembre.
El Banco Nación, trasgrediendo las normas internas y del Banco Central, se transformó en el mayor acreedor de Vicentín con 150 millones de dólares otorgados durante el gobierno de Cambiemos a riesgo de desfinanciar al propio banco. Luego de las PASO donde Macri fue derrotado de forma contundente la empresa dejó de pagar sus obligaciones. El presidente del Banco Nación, a pesar de la negativa de su junta directiva, insistió en retomar el financiamiento. Lo más grosero fue que luego de la confirmación del triunfo del Frente de Todos en primera vuelta, con el país ya quebrado, le otorgó a Vicentín 26 créditos en un mes por un total de 86 millones de dólares. ¿Tendrá algo que ver que el CEO de Vicentín haya sido el mayor aportante a la campaña de Juntos por el Cambio con casi 20 millones de pesos?
En combinación publica-privada luego de la derrota en las PASO comenzó el proceso de aceleración del fraude para finalmente hacer desaparecer todo el dinero través de redes offshores en el exterior y declararse en “estrés financiero” dejando a dos mil acreedores colgados. Los sinvergüenza de Vicentín empezaron a registrar sus bienes como donaciones para que no se los puedan rematar y su CEO fue a pedirle al nuevo presidente que el Estado los salve para que ellos puedan continuar disfrutando de su fortuna. Pareciera ser que Vicentín era privilegiada por el gobierno anterior porque, si llegaba a reelegir, la agroexportadora iba a ser el instrumento mediante el cual Macri iba a intentar que su propio grupo económico controle el principal negocio de exportación del país. Un negociado más.
Cuando tuvo la chance de ser presidente hizo exactamente lo mismo. Primero construyó todo el marco regulatorio para tomar deuda compulsivamente para financiar la fuga. Cuando se quedó sin más crédito fue al prestamista de última instancia, el FMI, que le dió el 60% de todo su capital por orden directa de EEUU. A pesar de fugar el primer desembolso completo en menos de tres meses el FMI le siguió dándo dinero hasta que Macri anunció su imposibilidad de pagar. Allí perdió las elecciones y le entregado el país, llave en mano, a Alberto Fernández.
Si uno indaga en sus orígenes ve clara su procedencia. Del lado materno una familia terrateniente parte de la clase parasitaria que vive sin trabajar, dueña de las extensas tierras de la zona núcleo. Del lado paterno no hay pruebas pero tampoco dudas del nexo con la Ndrangheta calabresa, la mafia más diversificada y globalizada del mundo. En Macri se conjuga un experimento oligarca ejecutado mediante mecanismos mafiosos. Clasista en lo económico-social y criminal en lo político-institucional.
Es un instrumento parásito que va aspirando todo lo que está a su paso dejando tierra arrasada sin importarle nada ni nadie. Pero pareciera que la táctica elegida por Alberto para neutralizar a semejante instrumento es no profundizar en las responsabilidades para tratar de atraer a los factores de poder con el objetivo de dejar a Macri solo con un puñado de personajes marginales de la política y los medios. Puede ser la táctica correcta pero ya se lo subestimo bastante en el pasado y el resto es historia. Siempre hubo miles de internas dentro del PRO pero jamás hubo fisuras. Pensar que pueden arrebatarle el liderazgo del macrismo a Macri es lisérgico. Es todo lo horroroso que fue descripto pero al mismo tiempo un audaz político electoralista y un gran lobbista de negocios que consiguió 150 mil millones de dólares para unos pocos que vamos a terminar pagando todos. Y si vuelve no será tan terrible como fue sino que será muchísimo peor.