Son de público conocimiento los acontecimientos que culminaron con la salida de Nelson Castro de Radio del Plata. Frente a ellos, la reacción del sector decididamente anti – K de colegas de Nelson, no se hizo esperar, y aparece horrorizada a lo que presentan como “el avance gubernamental en los medios de comunicación”.
Claro, que ocurra algo como esto con uno de los más acérrimos críticos del oficialismo gobernante en un espacio que ha sido adquirido presuntamente por gente afín al oficialismo, les genera escozor.
Dicha hipótesis, la de la “compra encubierta”, adolece, como es habitual, de materia probatoria al respecto. Pero aún tomándose esa hipótesis como verdadera y de punto de partida, la pregunta es ¿Qué derecho asiste a Castro de efectuar queja alguna sobre la situación que le toca vivir?
Particularmente, no me genera ningún sentimiento negativo la figura de Nelson Castro dentro de la troupé opositora. No concuerdo para nada en su forma de hacer periodismo, sobre todo por sus, a mi juicio, impostados y sobreactuados mensajes finales que ofrece en cada uno de sus programas en TN donde se muestra horrorizado ante cada hecho que juzga negativo del gobierno. Pero son formas y formas, es absolutamente válido que busque su estilo por ese lado y no es criticable ese punto de su figura.
De los dichos de la propia “víctima”, en la edición del domingo último del diario Perfil, la empresa Electroingeniería, que adquirió la radio en que militaba a fines de 2008, le aseguró continuidad en la grilla en idéntico horario al que traía de antiguo, pero decide discontinuarlo luego de que el periodista realiza una entrevista donde incomoda a un referente de la empresa, presuntamente implicado en casos de corrupción en obra pública.
“Calavera no chilla”, dice el dicho y aquí cabe perfectamente. El Doctor Castro fue una de quienes mas se opusiera y desvirtuara el intento de debate tendiente a lograr una reforma en la ley de radiodifusión (respondiendo con ello a intereses de otros de sus patrones, el Grupo Clarín, máximo interesado en que esa ley no sea modificada ni en una coma). Así, Castro dio por válida y correcta la lógica de funcionamiento espíritu del actual instrumento legal: si hablaste mal de tu patrón, éste lógicamente prescindirá de tus servicios. Es el riesgo que correría cualquiera que hiciera algo similar en su trabajo. O peor. Porque nadie contaría con el beneplácito de semejante coro de berrinchistas sonando al unísono contrariando una medida tal.
Por supuesto que uno aboga por otro tipo de manejos en un tema sensible para lo público como lo es el periodismo. Eso, desde luego, al menos para quien esto escribe. No así hizo Castro en su debido momento, por lo tanto le corresponde, a el y sus colegas, cerrar el pico. Por haber sido sostenedores ideológicos y portavoces mediáticos de los intereses de una lógica que mejor corresponde a una guerra de mercado sin cuartel, de la cual hoy reniegan porque se les vuelve momentáneamente en contra.
Si uno hubiese visto en Nelson una actitud distinta, otra disposición con respecto a la intención de reforma de la ley de radiodifusión, estaría tentado de defenderlo. Pero no. No fue así. Por lo tanto, a buscar consuelo a otro lado. Si se aprobaron estos métodos, no vale quejarse hoy cuando estos métodos se vuelven en contra.
Para defenderlo están los que, a su lado, apoyan y apoyaron la actual ley de radiodifusión militar, a favor de sus ocasionales y alternantes patrones, con argumentos que de tan falaces y mentirosos, ridículos y caraduras, dan vergüenza ajena. Casi cínicos e hipócritas. Por caso, resulta ridículo oír los sollozos de Victor Hugo, en reproche de la actual situación que atraviesa castro “porque ya sufro bastante por la intervención de los multimedios en lo que es el universo de mi vida profesional”. Sencillamente, inimputable.
Tampoco reviste el actual un caso de censura ni mucho menos como se intenta presentar. No es ni por asomo un ataque a la libertad de prensa. Castro pronto estará con sus “verdades” en alguna otra radio y permanece en lo escrito y audio visual. Hay que tener cara para hablar de censura y ataques a la libertad de prensa después de las cosas que se vivieron en este país.
Que no desespere el Doctor, su condición de bien pensante lo volverá a posicionar prontamente. Oferta y demanda laboral, ideología en la que siempre se han manejado y de la que hoy parecen querer renegar, les molestan competidores que no les sean afines ideológicamente. Sino no se advierte el tremendo malestar en que una empresa afín al gobierno entre al ruedo. O será tal vez que para apoyar la diversidad hay que partir del unicato denuncismo antikirchnerista a rabiar.
Tal vez, de haberse advertido una conducta más coherente de Nelson C con todos sus patrones por igual, uno se vería sublevado ante lo que, allí si, sería una injusticia.
El hipotético caso de que, igual que hizo con los dueños de Electroingeniería, se ocupase de las chanchadas de sus patrones de Clarín. Tal vez con el caso de supuesta apropiación ilegal de bebes de la viuda de Noble. Nunca se pronunció al respecto. O quizás preguntarse al menos que demonios hacía el Ceo de Clarín, Hector Magnetto, en una reunión junto con Duhalde, Alfonsín, sindicalistas, industriales, agrarios y demás conspiradores contra De La Rua, en Caritas, previo los sucesos del 19 y 20 de Diciembre de 2001. Jamás se lo oyó inquirir con tanto énfasis acerca de aquello como cuando lo molestan sucesos que juzga controvertidos en el actual gobierno.
En fin, esto es lo que tienen algunos que, como Nelson Castro, apoyaron la orgía de que hoy forma parte todo el elenco del carnaval mediático actual del país. Estando en una orgía, alguna vez probablemente recibas un disgusto. Máxime cuando se apoyó con tal falta de prejuicio una fiesta que hoy recibe invitados que le dan vuelta la cara. Pues bien, ahora no vale la queja. Demasiado tarde. Al que le gusta el durazno…
Pablo Daniel Papini.-
Me hubiese faltado agregar, acaso, que Castro se mete con los nuevos dueños de Del Plata, porque sabe con quien meterse. Por la dimensión de las represalias. Es que quedar fuera de Del Plata, si hoy Del Plata es K, no importa mucho (y si no fuese K tampoco importaría mucho. En radios, está lejos de los primeros planos, hoy ocupados por Hadad). Quedar fuera de Clarín si representaría algo importante. Quedar borrado del mapa. Y lo digo en el sentido literal que el termino «borrado» representa.
Y ni pensar en que Castro, tal vez, haya forzado su salida con su «investigación». Era esperable la decisión de Electroingeniería ante un hecho tal, y bien le vale de fuego a Castro y la tropa de que es parte para renovar fogonazos contra el oficialismo. Es muy raro todo lo que ocurrió y suena extraño que Nelson actuase tan «ingenuamente».
Pablo Daniel concuerdo en general con este post. La tan mentada libertad de prensa tiene severos límites si es sostenida por la libertad de empresa. Tal el caso: se critica una movida de corruptela de una empresa a la que uno le paga el sueldo, es digamos… esperable, aunque repudiable de todas maneras (digo, tenga o no vínculos con el oficialismo, cosa que aquí no importa).
Lo que tengo mis dudas es cuando afirmas que Nelson «fue una de quienes mas se opusiera y desvirtuara el intento de debate tendiente a lograr una reforma en la ley de radiodifusión (respondiendo con ello a intereses de otros de sus patrones, el Grupo Clarín, máximo interesado en que esa ley no sea modificada ni en una coma)».
No voy a salir en defensa de Castro, quien también como a vos me exaspera con sus cierres confrontativos intentado imitar a Edward Murrow. Pero nose porque afirmas que fue una de las personas que más se opusiera y desviertuara el intento de debate para reformar la ley de radiodifusión. Te parece?
Porque hay gente mucho más hasta las manoplas con el grupo: como Van der kooy, Blank o Solá. Y en todo caso ¿qué debate?, ¿quién dio ese debate? el gobierno? te diría que puede ser, aunque sea por la excusa de su pelea mediática con el Grupo, pero es cierto, aportó un disparador. Pero que otro periodista de medios masivos dio ese debate? Cuáles fueron sus aportes?
No me cabe Nelson Castro… pero tampoco es un Grondona che.
Salutti
POr supuesto que hubo quienes fueron mucho mas tenaces con su oposición al intento de debate (fijate que pongo intento en el post). Pero el aportó con lo suyo a desvirtuar siquiera el intento con manifestaciones tales como que, por ejemplo, el observatorio de medios era un ataque a la libertad de prensa. Y es grave en el porque construye opinión en un sector importante de la sociedad «bienpensante» como el. Estoy seguro que un aporte de su parte a poder abrir el juego en torno a un intento de reforma, sería valioso puesto que se lo ve como un «tipo serio». Claro que no es Grondona, ni por asomo, pero forma opinión y eso es indudable, tiene un buen caudal de público devoto de sus formas de hace tiempo, debio tener otra actitud. Allí si entonces uno se molestaría por lo que le ocurrió. Es decir, repito, no me gusta que pasen las cosas como le pasaron a el, pero si ellos mismos sostienen esta lógica, ahora que no lloren.