Los Partidos Polítcos Vecinales del Conurbano han sido, muchas veces, actores centrales de la política local en cada uno de sus distritos, desde la recuperación democrática hasta nuestros días.
La genealogía de estas corrientes políticas se divide básicamente en tres grandes grupos:
-Los fundados por ex Intendentes de la última Dictadura, que al calor de una gestión «exitosa» al parecer de algunos vecinos, aprovecharon ese viento a favor para reciclarse en democracia y presentarse a elecciones.
-Los formados a partir de desgajamientos de los Partidos Nacionales, en general constituidos de apuro, ante la caída en desgracia del Partido de origen a nivel nacional y/o provincial, para preservar el poder Comunal de un Intendente que tiene aprobación entre sus votantes locales.
-Las agrupaciones vecinales en serio, formadas en diferentes circunstancias socio-políticas, generalmente más comunes en el interior de la Provincia, aunque presentes en el Conurbano con distinta fortuna.
El caso de Acción Comunal, el Partido vecinal de Tigre fundado por Ricardo Ubieto en 1985, se encuentra entre los del primer grupo.
Ricardo José Ubieto provenía de una familia de tercera generación de tigrenses. Nació en esta ciudad en 1933 e inició su carrera política como Secretario de Economía y Hacienda de la Municipalidad en 1971, durante la intervención militar del Intendente Osvaldo Fossati, designado en el cargo por Alejandro Agustín Lanusse.
En 1973, con la llegada de Néstor Possi, el Jefe Comunal elegido en las urnas, Ubieto tuvo que dejar su despacho de la Avenida Cazón 1514 y dedicarse de lleno a la actividad privada en su estudio contable. Claro que no iba a extrañar mucho la función pública, porque en 1979, convocado por otra dictadura, el Contador Ubieto vuelve a ser funcionario Municipal, pero esta vez con el cargo de Intendente, en reemplazo del Coronel Carlos Pérez Ibarra, un ex miembro del Escuadrón Maypo durante la Revolución Libertadora (los que entiendan un poco de FF.AA saben de qué hablo).
Ubieto fue Intendente de facto entre 1979 y 1983, año en que tuvo que dejarle su lugar al radical Oscar Giordano, votado por los vecinos.
Es en estos años que Ubieto percibe cierta añoranza por parte de muchos tigrenses respecto de su gestión. Ya nadie se acuerda de los misteriosos movimientos que se producían en el Delta a fines de los setenta y principios de los ochenta, con personas esposadas y encapuchadas que bajaban de las lanchas de Prefectura y/o la Armada, y se internaban dentro de las Islas con destino incierto. Ya poca gente se pregunta por el origen de los cadáveres que aparecían frecuentemente en las costas cuando el río subía y devolvía aquello que no le pertenecía.
Ante las preguntas incómodas, Ubieto dirá que esos territorios estaban bajo jurisdicción de los militares. Como cuando los familiares de Elena Holmberg le pidieron que interceda por su desaparición, Ubieto siempre dirá que él no sabía nada.
Nada de eso importa. Los vecinos de Tigre quieren un Intendente con mano firme, y no a esta chusma que habla de socialdemocracia y derechos humanos.
El «Operativo Clamor» funciona a la perfección y en 1985, Ubieto y un grupo de viejos colaboradores fundan Acción Comunal y se presentan a elecciones con un éxito impensado: ganan la votación con 30 mil votos sobre 100 mil: Ubieto es elegido Concejal junto a tres de sus adláteres.
A partir de allí, solo es cuestión de esperar un par de años para que los próximos comicios devuelvan a Ubieto a la Intendencia. La victoria de Acción Comunal en 1987 es aplastante y de ahí en más, el Contador pasará a formar parte del inventario del Municipio, ganando cada vez que su fuerza política deba afrontar un desafío electoral.
En los noventa, como buen vecinalista, Ubieto hará buenas migas con el menemismo aún jactandosé de su «independencia».
Por otra parte, cuando en 1997 los Juicios por la Verdad saquen a la luz el traslado de detenidos desparecidos que los marinos de la ESMA realizaron a una isla del Delta para ocultarlos de la inspección de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en 1979, Ubieto dirá lo mismo de siempre: que él no sabía nada.
Es a fines de aquella década cuando a la gestión vecinal se le presenta la oportunidad de dar el gran salto: una lluvia de fondos de Fidecomiso aterriza sobre Tigre para construir un sin fin de countries y barrios privados. Entre fines de los noventa y principios de 2006, más de 50 urbanizaciones privadas se asientan en su distrito, haciendo colapsar las redes de desagües y electricidad que apenas estaban preparadas para abastecer a la población local, que dicho sea de paso, carecía mayoritariamente de agua potable y cloacas.
Mientras las barriadas populares de Rincón de Milberg, Las Tunas y Los Troncos se inundan ante cada soplido del viento sudeste, miles de familias porteñas de clase media y alta se trasladan a Tigre en busca de mayor confort y «seguridad».
En mayo de 2005, Ubieto declara a la Revista Tigris (una revista que se distribuye en algunos countries del Partido): «Creo que nuestro mayor logro es habernos preparado para el progreso. Si no hubiésemos aceptado las inversiones privadas, hoy seríamos como Moreno, una enorme villa miseria«. Declaración de principios que le dicen.
Ese mismo año, haciendo gala de su pragmatismo congénito, Ubieto declara abiertamente su simpatía con el gobierno de Néstor Kirchner, que en una flagrante demostración de las contradicciones que caracterizan a sus armados políticos, le abre las puertas de la «transversalidad», ante la atónita mirada de los peronistas de Tigre, cobijándolo con obra pública y mostrandoló en los actos de inauguración de las mismas.
Como si esto fuera poco, cuando la enfermedad que lo obligó a pedir licencia en el Municipio hacía su destino inexorable, Kirchner premió a Ubieto con un lugar en el directorio de la estatizada AySA, en representación de los municipios del conurbano, cargo que apenas ejerció durante cinco meses, hasta su muerte en noviembre de 2006.
Sin Ubieto, en 2007 el kirchnerismo (con la victoria en el bolsillo) le negó la colectora al candidato de Acción Comunal, Ernesto Casaretto, y el peronista Sergio Massa ganó la Intendencia.
El año pasado, la republicanísima Fundación Konex, entregó a la familia de Ricardo Ubieto un premio en reconocimiento a sus dotes de «Administrador Público». Gracias Konex.
Si ganó tantas veces, es porque fue un buen intendente.
Y es innegable que Tigre se fue para arriba con Ubieto. Se sumo al grupete de San Isidro y Vicente López.
Desde aquella pelicula «detrás del largo muro» a la «gente» le quedó claro cual es la filosofía que informa a ciertos gobiernos, da lo mismo que sea de izquierda rosa o derecha soft.
Se trata de gatopardismo social: cambiar algo para que nada cambie.
Si hay villas, las «erradicamos», es decir las trasladamos afuera de nuestro territorio, les hacemos la vida imposible y los sacamos y se terminó el problema de la pobreza en mi distrito.
Hago lo posible y lo imposible para atraer determinados sectores sociales que eleven la media de ingreso de mi distrito.
Ta’ todo bien, pero que hicieron esos gobiernos-administraciones por el desarrollo integral.
Macri -e Ibarra antes-, no solucionan nada, antes los echaban a Moreno (por eso hablan de una gigantesca villa miseria) y ahora hacía La Matanza.
Es decir marketing a full, solución integral de los problemas 0 (cero).
Si tengo un hijo que me vuelve loco y vive conmigo, tengo un problema que es mío y de mi ex mujer, si lo mando a vivir a la casa de mi ex, me saco el «problema» de encima y esta noche puedo salir a bailar y decirle a todo el mundo que mientras yo tengo una vida «modelo», la de mi ex es un desastre?