La dimensión de la Violencia

Ver morir a los niños antes del año de edad por una causa evitable es muy doloroso. Ni que hablar de vivir en un pueblito de Formosa, sin agua corriente ni electricidad, sin gas ni cloacas ni teléfono, y tener las patas en el barro cuando llueve y un agujero en la panza por el hambre de hace tanto, todo el tiempo…

En todas las provincias, la riqueza concentrada se burla de los pies descalzos, enormes palacios feudales contrastan con el paisaje yermo de la iniquidad.

¿Qué es la VOLENCIA? En parte, es la acción de utilizar la fuerza y la intimidación para conseguir algo. Dice el diccionario: dureza, atropello, acometividad, exceso, vehemencia, intensidad, tensión, furia, agresión, brusquedad, crueldad, inspiración, tirantez, disgusto, ferocidad, violación, profanación, constreñimiento, furor, ensañamiento, exabrupto, arrebato, coacción. Pero en América Latina, los diccionarios se quedaron sin palabras para explicar toda la injusticia cometida contra sus pueblos desde que llegó Colón y sus muchachos de la cruz y la espada. En el siglo XXI, todavía estamos reparando las heridas del saqueo de todos los tiempos, de todas las garras.

La violencia se manifiesta de diversas maneras, se pinta la cara y se disfraza: anteayer de dictadura militar, ayer de democracia Neoliberal. Hoy, a cara lavada, la democracia, que es la forma de vida que todos queremos, tiene todavía, ciertos arrebatos violentos, algunas furias, viejas crueldades, cotidianos atropellos. Las aguas de la convivencia están agitadas. Los vientos de gobierno inquietan las olas gorilas y reaccionarias, que revuelven el mar de los que no quieren dejar de ganar y ganar, como hacían impunemente hasta hace poco. La profanación sojera a las tierras, el medio ambiente, la vida de los campesinos y las arcas del Estado, es un ejemplo. La dureza de los periodistas adictos a los multimedios, los exabruptos de sus notas, el ensañamiento de los dirigentes opositores sin ideas muestran el disgusto de los poderosos por el camino recorrido desde 2003, y lo que está por venir. No es que esté todo solucionado sino que sabemos qué enfermedad tenemos, conocemos los síntomas y sólo hay que aplicar los tratamientos adecuados, dejar de hacer lo contraindicado y recuperarnos, pese a las resistencias de algunos patógenos contumaces.

En estos días, la violencia neoliberal resiste el cambio de paradigma, no se hace cargo de la crisis mundial, repite y repite que no hay libertad de Prensa mientras pasea por los canales insultando y mintiendo a boca de jarro. Insiste con la institucionalidad, la republica y el consenso pero se caga en las leyes, la ética y la voluntad popular.

La violencia que dejamos atrás, la de los genocidas (muerte, secuestros, marginados, hambre, desaparecidos…) y la de los 90 (flexibilización laboral, excluídos, concentración de la riqueza, privatizaciones, deuda externa…), quiere volver vestida de partidocracia agrogarcomediática.

En su lucha contra la memoria, la violencia pisotea las conquistas sociales con brusquedad, ora solapadamente: no cumpliendo las promesas de campaña (Macri en la ciudad de Buenos Aires, hospitales sin insumos, escuelas sin gas, maestros y médicos mal pagos), ora en la acción directa: el año pasado (cortando rutas, desabasteciendo ciudades, discursos destituyentes en los medios…) y este año atentando contra el diputado Rossi, la Presidenta, o el gobernador scioli, con aprietes, escraches, huevazos, piedras, insultos y escupitajos.

La violencia no para porque no para la injusticia social. Cuando el Estado nacional sale del coma en que estaba en 2001 y se pone a redistribuir la riqueza, los grupos de poder afilan los cuchillos y se ponen en alerta roja. Miran asorados los cambios, se asombran, se reagrupan y accionan, a como dé lugar. Con balas antes, con noticieros ahora.

Los que critican también son gobierno. ¿Qué hacen, qué gestionan, qué proponen?

Mauricio Macri y su gente gobiernan maquillando la ciudad para los Pro y abandonan la Salud, La Educación, los subtes, la vivienda… En el Congreso, el arco opositor muestra toda su inoperancia legislativa negándose a toda propuesta oficial: el millonario De Narváez y el abandonista Felipe Solá, Adrián Perez, Fernando Iglesias y Patricia Bullrich. No se han destacado por sus ideas superadoras sino por la constante negación a las políticas redistributivas (el voto en contra de la 125, la estatización de las AFJP, Aerolíneas…)

Con sus gurúes de la City y sus corporaciones, se presentan a elecciones: Alfonso Prat Gay aconseja volver al FMI (¿volver a la violencia financiera y especulativa?). Con sus grupos de Tareas hacen negocios con la efedrina, hacen campaña con la derecha y pintan carteles colorados. Y tal vez, voten a Patti, quién sabe. La vaciedad de los discursos opositores atormenta los oídos, los improperios gratuítos y la mala leche lastiman las conciencias distraídas, minuto a minuto. Cada energúmeno se siente con la obligación de defender la moral cristiana insolidaria y se presenta a elecciones regalando denuestos por televisión. Los dueños de la tierra se meten en las listas antiK para defender sus negocios. El neoliberalismo los cría y las elecciones los amontona.

Los verdaderos sufrientes de la Patria, los que laburan todos los días y los que no lo hacen desde hace tiempo, los que no comen lo suficiente, los que no pueden o no saben porque no los dejan los que se quedan con todo, los olvidados y los memoriosos, todos juntos, esperamos un futuro de paz donde estos tipos violentos sean un mal recuerdo, cabalgando el futuro a pelo, sobre las sonrisas de nuestros hijos.