Recibí y difundo esta declaración y/o propuesta de Iniciativa Socialista.
Más democracia,
más instituciones, más justicia social.
La afirmación decidida de la vigencia de las instituciones democráticas ha sido el gran aporte de la mayoría popular durante estas difíciles semanas. Aporte estratégico para la construcción de una sociedad más justa, de la que sean parte plena todos los argentinos.
En este contexto, alejado de la histeria mediática, el debate parlamentario sobre las retenciones móviles que gravan las exportaciones agropecuarias, abierto por la acertada convocatoria de la Presidenta Cristina Fernández, es una valiosa oportunidad para la elaboración de una política de desarrollo sectorial de mediano y largo plazo, que contemple todos los intereses populares en juego.
El país se encuentra hoy, gracias al accionar gubernamental de los últimos años, en mejores condiciones que en otras épocas ante las amenazas de una crisis económica internacional. La combinación virtuosa de crecimiento económico, balanza comercial internacional favorable, superávit fiscal y fuertes reservas en divisas, permite afrontar las dificultades externas con buenas perspectivas.
También en el mundo aparecen nuevas oportunidades para la proyección de nuestro crecimiento como país. Aprovecharlas del mejor modo para construir nuestro futuro común es una responsabilidad compartida. Nada se gana contraponiendo artificialmente el “campo” con la “ciudad”. Menos aún cuando Argentina le adeuda a muchos de sus ciudadanos la posibilidad de una vida digna.
Hemos aprendido dolorosamente los resultados de la ausencia rectora del Estado en el funcionamiento de los mercados. Es la política, en la sociedad democrática, la que debe hacer prevalecer los intereses de las mayorías por sobre las corporaciones sectoriales. Ese principio democrático no excluye el debate sino que, por el contrario, lo demanda. Debate más necesario cuando se trata de intervenir en procesos complejos, de los que participan muchos intereses contrapuestos, incluso algunos nostálgicos de la dictadura.
La realidad de la economía agropecuaria no puede simplificarse en un sector, una región o un producto. No hay un campo, sino muchos, que atraviesan distintas situaciones coyunturales. Además, la extraordinaria transformación de los procesos productivos en los sectores más avanzados de la actividad, ha generado un nuevo mapa de actores, intereses y necesidades, que el Estado tiene que interpelar inteligentemente.
Hasta aquí el Gobierno ha manifestado en reiteradas oportunidades su voluntad de diálogo, al tiempo que ha reafirmado su compromiso con la defensa de los intereses populares. De esa voluntad de diálogo surgieron medidas complementarias de la adoptada el 11 de marzo, que seguramente serán refrendadas por el acuerdo legislativo. La exclusión de los pequeños productores de las nuevas retenciones, la subvención de los fletes para las distancias mayores de 450 kilómetros de los puertos, la ampliación del cupo exportador de carne y el establecimiento de precios fijos para los cortes populares, la facilitación del cobro de las compensaciones y la promoción de la agricultura familiar, entre otras.
Es tiempo en nuestra opinión de avanzar además, en otras medidas. Así como se discriminó en el tratamiento aduanero a favor de los cultivos que se consumen en el país, deberían implementarse medidas activas que resguarden las actividades desplazadas de la región pampeana por los intereses especulativos de corto plazo, como la producción de carne vacuna y de leche, protegiendo en especial a los pequeños y medianos productores y facilitando el acceso popular al consumo de esos bienes básicos.
Además de defender de la carestía a los sectores populares, se trata también de proteger el tejido social agrario y la posibilidad de devolver productores a la tierra. No olvidamos que miles fueron desplazados por efecto de las políticas neoliberales en los noventa y siguen siendo desplazados por la lógica de la especulación financiera. Entre ellos, los integrantes de nuestras comunidades originarias, nuevamente expulsados de sus tierras ancestrales.
Del mismo modo, el Estado debe facilitar a los pequeños y medianos productores su incorporación plena a la economía formal y el acceso a la jubilación y al seguro de salud. Defender la biodiversidad, proteger los bosques nativos y resguardar la fertilidad futura de nuestro suelo, son también metas necesarias y que requieren de la regulación pública.
El mejor camino para lograrlo y para establecer un régimen impositivo equitativo y progresivo, que organice definitivamente los mercados agropecuarios, sería crear un nuevo organismo público (como lo han hecho Australia, Canadá y EEUU) destinado a proteger los precios de los productores, reservar ganancias extraordinarias y utilizarlas para financiar inversiones de interés público. En el pasado este organismo estatal fue el Instituto Argentino de Promoción del Intercambio (IAPI). Pero ahora no se trata de volver al pasado, sino de crear un nuevo organismo público que sea capaz de promover la cooperación entre el Estado y las entidades representativas del campo.
Un ejemplo a seguir podría ser el Canadian Wheat Board (CWB) que monopoliza la comercialización, almacenamiento y transporte interno de la producción agropecuaria y además, fija los precios de la producción para el mercado interno y externo. Con este régimen las llamadas retenciones móviles dejarían de ser necesarias. Las grandes empresas de comercialización (Cargill, Dreyfus y otras) deberían vehiculizar sus operaciones a través del organismo público establecido. Este podría distribuir parte de sus ganancias entre los productores (como hace el CWB), sobre la base de los principios de solidaridad agraria, unificación territorial e industrialización integral del país, tal como se viene produciendo desde 2003 en Argentina, gracias a los esfuerzos de la coalición kirchnerista.
Dotar al país de un instrumento permanente de regulación democrática de una de sus principales riquezas, debería ser el salto estratégico en la formulación de políticas públicas, para transformar esta crisis en una nueva oportunidad para todos los argentinos.
Grupo Tuñón – Iniciativa Socialista
Julio Godio. Gerardo Codina. Amado Heller. Noemí Pitman. Horacio Acebedo. Aníbal Sicardi. Luis Levin. Silvia Molina. Miguel Petridis. Jaime Perelstein.
Es loable que los socialistas, pidan una dosis de peronismo y admiren al IAPI. Nada más que 50 años tarde…
La idea suena piola… Habría que desplumarla un poco más.
De cualquier modo, y en la medida en que se adopte el modelo chino de crecimiento basado en un tipo de cambio alto, este instrumento debiera al menos 1. lograr por un lado el desacople nítido entre precios internos y externos, y por el otro lado 2. la redistribución del ingreso.
Esto es, entre otras cosas, hacer una transfusión de rentabilid desde las actividades más lucrativas y menor interés social (soja) a las menos lucrativas y de alto interés social (trigo, carne y leche).
Sin embargo, esta «transfusión» no debiera limitarse sólo a las actividades mencionadas, porque en definitiva, seguiría siendo una transfusión «intracampo».
El sector petrolero tiene un precio de corte de 45 dólares el barril (con costos de producción de entre 15-18 U$S). Esto es, el valor excedente de 45 a 135 se lo queda en un 100% el estado. Y esas retenciones no vuelven al sector petrolero, sino que se «derraman» en otras actividades extrapetroleras.
Esta «transfusión con derrame» no la van a hacer los privados. Nunca. A lo sumo, pasarán la mínima cantidad de glóbulos rojos a otras actividades agrarias, pero derrame, ni ahí. Y éste es el punto «flojo» que le veo al esquema planteado. No apunta a que los excedentes financien actividades extra-sector.
Hay alguna actividad socialmente necesaria que tenga menor rentabilidad que la salud o la educación pública? Son actividades necesarias que tienen rentabilidad negativa. Y cómo iría el excedente de rentabilidad del trigo al hospital, o de la soja a la escuela pública?
Me suena que el organismo a crear debiera ser más amplio que tener uno para el trigo, otro para el maíz, otro para la soja, etc. porque sinó se limitarían a reciclar en el tiempo activos y pasivos intrasector. Y para afuera nada. Derrame cero.
En fin, no sé si habré entendido exactamente el mecanismo que se plantea. Está claro que el sector es estratégico y que no puede seguir quedando semejante negocio en manos de las «cinco hermanas». Pero de ahí en más no sé cómo sigue la historia.
Así que la solución es un intermediario entre los productores y exportadores?
Manejado por Moreno, por ejemplo?
La CWB esta manejada por productores, para dar un ejemplo.
Uuuufff, Mariano. Te acordás de los viejos tiempos de vacas flacas, cuando «el campo» le rompían los kinotos al ESTADO por el «precio sostén»? O de las «emergencias agropecuarias» poque se inunda, porque lueve, porque no llueve, porque cae piedra, porque cae kriptonita? A quién le pedían la toalla?
Ahora, claro, ya no es época de vacas flacas. Al estado, que ni se arrime (a los U$S). Aquí manda el Dios Mercado. Lo escucho al BuZZi de ahora y al de hace muuuuucho (2 años, MNC, MOCASE, MOCAFOR) y pienso si este tipo se puede seguir mirando al espejo y no escupirse.
Puse la propuesta porque me parece que aporta información interesante. No estoy capacitado para opinar sobre eso. A primera vista, chacarero, me da la impresión de que, efectivamente, tienen que estar en la conducción los productores (pero todos los productores, no solamente los Cuatro Grandes + De Angelis) pero también el Estado. ¿No está presente el Estado en el organismo canadiense?
Acerca de lo que dice el primer comment: que yo sepa, esta es gente que se identifica como socialista pero no son, o no vienen, del PS, al menos muchos de ellos seguro que no.
A:Julio Godio. Gerardo Codina. Amado Heller. Noemí Pitman. Horacio Acebedo. Aníbal Sicardi. Luis Levin. Silvia Molina. Miguel Petridis. Jaime Perelstein.
Amigos socialistas:
Mis comentarios se referirán solamente a lo que no comparto o tengo dudas (de allí a que sean pocos)
-Fue acertado enviar el proyecto al Congreso, pero demasiado tardío y con las primeras declaraciones del ministro FERNÁNDEZ indicando que NO SE ABRÍA la 125.. Parecería más bien un recurso más de un manoseo, que la sociedad finalmente comprende.
-Es muy difícil juzgar los males ocultos que acentuó el actual gobierno (debilitamiento de las instituciones de la republica y de la confianza nacional e internacional), pero los sospecho como muy importantes.
-Todos pertenecemos a uno o más sectores. La misión de la política es lograr el mejor equilibrio entre ellos: que estimule la creatividad, la producción, la educación cultura. Procurar una sociedad sana y ética, donde ningún niño este desnutrido y todos tengan buena educación. Para eso no es necesario sacar más de lo justo a nadie.
-Tengo dudas, en este caso, de la vocación de diálogo del gobierno. Más bien pienso que han querido imponer una política que el PE. definió pero correspondía el Parlamento como lo han reconocido.
-Creo que para desprender los precios internos del internacional hace falta trazar una política de mediano y largo plazo. La gente debe saber a que atenerse NO SOLO EN EL AGRO. Esto merece un amplio y profundo debate. Es el país el que importa y exporta. Los sectores deben adecuarse a la política nacional justamente establecida por el Congreso.
-Si bien comparto la protección debida a los productores más débiles, eso debe hacerse en todos los sectores y no sólo en el agropecuario. Es un problema complejo, porque tampoco se puede fomentar la eficiencia baja.
-Termino diciendo que coincido en muchos puntos sobre todo con la solución de Canadá.
Eduardo: tenés alguna opinión sobre lo escrito o lo suyo será pura chicana?
Una CWB mixta no es mala solución.
La comparación entre el «derrame» de la industría del petroleo y el «derrame» que se produce en la incentivación al pyme chacarero esta medio traída de los pelos, las Pymes chacareras generan un efecto sobre las comunidades del interior mucho mas «distributibo» que las empresas petroleras.
Sopa: Bueno, opiné 3 carillas a 2 cm. por debajo del posteo original. Cuántos volúmenes le parece apropiado para que no suene a chicana? Pase y vea, m’ijo…