Hablamos en un post pasado de darle aire a la producción nacional abaratando el factor capital, y no solamente el factor trabajo vía ajuste, directo o indirecto, de salarios (actualizando por debajo de la inflación, por ejemplo, o devaluando con fuerza).
En el debate entra la inflación, también, porque se juntan la CGT y la UIA, y entonces todos salen a hablar: si el mal llamado aumento de salarios (que en realidad es actualización) es inflacionario; si la inflación se relaciona con que la oferta no se adecúa al aumento de la demanda, si los obstáculos a las importaciones no colaboran…
La realidad es que el bendito «modelo» (que venimos desde hace un tiempo tratando de desentrañar qué corno es) tiene una tendencia, al menos levemente inflacionaria. Mantener en situación competitiva a industrias sin ventajas comparativas implica buscar herramientas para encarecer «artificialmente» los productos extranjeros, para que no reemplacen a los «naturalmente» más caros (por dotación de recursos, por productividad) nacionales. Y si la idea es motorizar la economía, el crecimiento de la producción, a partir de incentivar el consumo, la inflación es (al menos en forma leve) inevitable.
Esto, aparentemente malo, no lo es tanto. Las economías con indexación inflacionaria tienden a generar una transferencia de recursos desde los sectores rentísticos hacia los productivos. Con prioridad de los dueños de los medios de producción, pero también con beneficio (menor) para los asalariados.
Es así, nos guste o no, al menos en la base. Pero para que este círculo sea virtuoso, en determinado momento hay que empezar a influir de manera determinante, a través de políticas activas, en reemplazar las ventajas competitivas «espurias» por ventajas genuinas (un intento en este sentido parece ser el plan para ir reemplazando de a poco los insumos importados de la industria automovilística por otros de producción nacional).
Para estos fines, decíamos también, hace falta recursos. Boudou hace tiempo tiene la idea de crear un banco de desarrollo, básicamente para abaratar el costo de acceder a crédito para empresas con proyectos productivos. Usar recursos, quiero decir, significa usar recursos. Y ahí está la «plata de los jubilados». Es lo que hay. Es una apuesta fuerte. Una apuesta que se juega en la clave: seguimos así o vamos para adelante.
Hay ahí otro punto por el cual vale la pena, creo, ponerse a debatir. ¿La ley de entidades financieras? No sé, puede ser que sea importante discutir esa ley, lo dejo para los especialistas. Pero como considero que los hechos valen más que las palabras, mis prioridades son el orden que del post se desprende.
El tema es que esos préstamos a tasa subsidiada con guita de los jubilados no vayan a incrementar la deformidad monoproductiva con cero o cuasi cero valor agregado, a reforzar la Enfermedad Holandesa, sino a actividades mano de obra intensiva.
Por supuesto.
La complicación del tema la trata mucho mejor Musgrave, hoy, en Finanzas Públicas.
Abrazo.
O tambien esa plata puede ir a los jubilados como mi vieja, que le gano el juicio a la ANSES y ya tiene fallo firme, pero no cobra.
Incluso las utilidades del fondo de garantía (no ya el stock) alcanzaría para cubrir esas obligaciones (hablo de las que tienen fallo firme).
Saludos
Entonces no pagan de turros que son nomás.
es fundamental legislar sobre las entidades financieras.Apuntar al objetivo productivo.A los viejos pagarles los juicios y observar que en muchos casos contribuyen al sostenimiento de los hogares porque la cuestion economica no esta del todo resuelta y a veces los hijos estan peor que los padres…