Maximiliano Montenegro, en esta nota para el diario La Nación (se consigue rápido trabajo en la Argentina K ;-)) hace una comparación que en principio puede resultar lapidaria para con el argumento de la redistribución de la riqueza que intenta sostener el Gobierno.
Toma el trabajo de Lozano y Raffo (levantado ayer por Ismael Bermúdez, otro gran amigo nuestro) sobre el alcance de la Asignación por hijo, poniendo énfasis en los supuestos 2,8 millones de excluidos de cualquier cobertura social (recordemos que se trata de un trabajo cuyos resultados podemos poner en duda hasta tanto no nos aseguren que los sesgos políticos quedan conjurados por la “objetividad científica”). De allí, replica el cálculo que Lozano hace para determinar cuánta plata ahorra el fisco por esta “exclusión”, y le resta el monto obtenido a lo presupuestado para la asignación este año. Llega entonces al resultado de que el “plan” (malintencionadamente llamado así, ya lo hemos dicho) insume al Estado 4 mil y pico de millones de pesos anuales.
Este numerito (medio esotérico, la verdad) es puntualmente comparado con los montos que destacados economistas calculan también (con el margen de error y la sospecha de sesgo correspondiente) para otros rubros.
Quiero centrarme solamente en lo que se refiere a subsidios. Dejo de lado la anulación de la tablita de Machinea, consideración que comparto con el beneficiario de la medida Maximiliano Montenegro.
Montenegro parte de dos concepciones que son discutibles.
La primera, sencilla, es la de suponer que la asignación por hijo es un plan para combatir la pobreza, que lo reciben los pobres que viven en villas y que se calefaccionan con garrafas. La asignación por hijo es una ampliación de las asignaciones familiares, de manera tal que una buena parte de los que son beneficiarios de asignación, se benefician también con subsidios al transporte, la luz eléctrica o el gas. El aumento del boleto del colectivo (cuyo bajo precio hoy beneficia mucho más a los habitantes del AMBA que a los del resto del país), de producirse, no repercutiría de igual forma en los habitantes de Catán y en los de los countries de Pilar. Y esto hay que tenerlo muy en cuenta, sobre todo porque ante la amenaza de “tarifazo”, los mismos que suelen quejarse de los subsidios que benefician a las clases medias y altas, encuentran enseguida un pobre para mostrar al que le aumenta la luz un 300%.
Pero el punto central, es que los subsidios cruzados aparecen descontextualizados, despojados de su verdadera significación en el esquema económico. Si el problema del esquema fuera que transfiere de manera tan directa y descarada como plantea Montenegro, a través del Estado, recursos de “abajo” hacia “arriba”, la nota de Montenegro no hubiese nunca sido publicada en La Nación. Será una chicana… que me demustren que no es así, y la retiro.
Cerca del final, Montenegro menciona la palabra “derrame”. El asunto es más complejo. Un esquema económico que bajó el desempleo desde 27% a 7% en 6 años no se reduce solamente a la tarea de derramar. Sino a la reconfiguración un poco más abarcativa del entramado productivo. Y los subsidios cruzados in toto, cumplen un rol activo en dicha configuración.
Por supuesto que después, se puede afinar y ver caso por caso. Lo que nunca sería recomendable, por supuesto, es borrar transferencias por 12.000 millones de pesos de un plumazo.
Después sí, una vez garantizada la rentabilidad de sectores ahogados por el esquema anterior (el de la convertibilidad), podemos decir que la política redistributiva fue limitada. Limitada al ciclo de acumulación capitalista (Montenegro, no quisiera que te quedaras de nuevo sin trabajo, así que si no estás de acuerdo con que sea así, ni se te ocurra publicarlo en La Nación), pero con algunos empujoncitos intencionales y compulsivos que se le da a la copa para que vuelque un poco más (la figura de derrame moviendo la copa la leí en AP; lamentablemente no recuerdo a quién, así que no lo puedo citar, perdón).
El tema es que comparar monto con monto, aporta menos que nada. Y ese menos, se llama confusión.
No hay que cansarse de repetir que no es un «plan» sino la extensión de las asignaciones familiares. Desde «este lado» también se cae en eso cuando se compara con el «bolsa familia». Se juega nada menos que la continuidad en el tiempo de la AUH ahí. Algo parecido sucede cuando se enfatiza el supuesto 25% de aumento de matrícula: la AUH es el reconocimiento de un derecho conculcado por los empleadores (a los trabajadores) y por las políticas públicas de varias décadas (a los desocupados), no una zanahoria para que los pobre se aviven de que estudiar es recopado.
Al margen, el informe de Lozano-Raffo tiene un punto central, me parece: cuestiona que el elemento articulador implícito en la AUH continúa siendo el trabajo. Creo que si no se explicita claramente una postura sobre esa cuestión (como bien lo hacen Lozano, o Lo Vuolo, desde hace años), estamos hablando siempre de cosas distintas. Y se cuestionan los límites de la AUH desde criterios de evaluación que no están entre sus objetivos. O es un derecho de los trabajadores, o es un derecho de todos.
saludos!
(ex chubu)
Vos decis que «despues» se puede afinar y ver caso por caso, pero los k ya llevan 7 años en el poder y esa sintonia fina todavia ni empezo.
Es cierto lo que dice Montenegro, se gasta mas plata en subsidiar a la gente que calienta sus piletas en invierno y a la que tiene 5 splits en la casa que en la AUH. Y la plata acumulada que se lleva gastada es infinitamente mayor en subsidios desde el 2003 que en la AUH que arranco en dic-09.
No veo porque comparar monto con monto no sirve de nada, si el dinero es fungible. Si se le suba la tarifas de energia a la gente que vive en departamentos de u$s 7.000 el metro cuadrado en puerto madero, con esa plata se puede aumentar la AUH. Y tambien dicha comparacion sirve para ver las prioridades de los K: tienen mas miedo a perder los votos de sectores renuentes a votarlos subiendo las tarifas como son las clases medias y altas, que combatir la pobreza.
Otra cosa que no me queda clara de la espuria politica de subsidios: si comparamos por ejemplo el boleto de colectivo en Concordia (una de las ciudades mas pobres del pais) que sale $2.4, con el de CApital y el GBA, que sale $1.2 uno se da cuenta de las injusticias de este esquema. Se esta transfiriendo plata desde el interior, mediante retenciones, hacia el conurbano y capital. Y depues la gente del conurbano tienen 2 horas de viaje hasta su trabajo y viaja como animales. No seria mejor promover que la gente se quede en el interior o se mude del conurbano al interior y viaje al trabajo en bicicleta o vaya caminando? Antes que incentivar que todos los argentinos vivamos a 100 KM del obelisco?
Diego: empiezo por el transporte. Puede ser relativamente injusto que el transporte salga más caro en el interior que en Capital y GBA. Independientemente de eso, si el transporte aumenta en Capital a los niveles que vos mencionás para Concordia (no a los que «deberían» ser según el mercado) los que lo van a pagar son tipos que trabajan a un parde kilómetros de su casa, por 1800 pesos, y toman tres transportes de ida y tres de vuelta. Si querés después discutimos si la plata de la retenciones, o las transferencias que el estado Nacional les hace a las provincias, financian tal o cual cosa. Con el criterio que vos usaste se podría decir que, con la plata de las retenciones se financia la licuación de la deuda chaqueña absorbida por el estado nacional. Es complejo el asunto. No hay que confundir Santa fe, Córdoba y Entre Ríos con «el interior», tampoco.
Y es cierto que el subsidio a las tarifas de la clase media y alta es algo bastante discutible, pero pensemos que comparar monto con monto no sirve porque se escapan cosas. Por ejemplo, cuántas empleadas domésticas estarían blanqueadas sin la excención de ganancias que beneficia a quien las blanquea, o cuantas seguirían laburando si el mismo dinero fungible que su patrón se ahorra en luz y gas lo tuviera que derivar al pago de esos servicios.
Vuelve a ser complejo el tema.
Por eso, lo mejor es comparar resultados completos de un período a otro. Veamos rubro por rubro, entonces, qué había en 2003 y qué hay ahora, y veamos cuánto tiraron a la basura los K.
Por otra parte, la sintonía fina implica un trabajo continuo, porque para cada coyuntura las necesidades cambian.
Un abrazo
El PBI por familia tipo es de unos $ 10 mil mensuales.
Es obvio que a la clase baja no le llega la «redistribución». Y tampoco a grandes sectores de la clase media.
Dicho de otro modo, la redistribución «inversa» a la que alude Montenegro, es absolutamente cierta. Incluso creo que la concentración es mucho más obscena y despiadada que la que describe él.