CAMARADA 1: Usted confía en mi inocencia, ¿verdad?
CAMARADA 2: Por supuesto, Damianenko.
CAMARADA 1: ¿Y si le digo que me encontraba en el teatro, el día que lo mataron?
CAMARADA 2: Ese día había mucha gente. Además, yo sé lo que usted sentía por Belanov. Lo hablamos muchas veces.
CAMARADA 1: Temo que eso me juegue en contra, ¿sabe? Que alguien pretenda involucrarme.
CAMARADA 2: No entiendo. ¿Por qué habrían de hacerlo?
CAMARADA 1: Porque yo era de su confianza, tenía acceso a él.
CAMARADA 2: Usted no era el único. ¿Cuánta gente giraba alrededor de un personaje como Belanov? ¡Muchísimos!
CAMARADA 1: Sin embargo, el día del entierro sentí que me miraban con desconfianza…
CAMARADA 2: Vamos, Damianenko: la estima que Belanov tenía por usted era algo público. Él siempre hablaba de eso. Sobre todo a partir de que usted redactó ese famoso documento.
CAMARADA 1: ¿Cuál?
CAMARADA 2: Aquel en el que invitaba a la agrupación a condenar la postura «Movimientista» de Dasaev.
CAMARADA 1: ¿Usted lo recuerda?
CAMARADA 2: Claro. Yo había redactado el documento que leyó Dasaev.
CAMARADA 1: Oh. No lo sabía. Lo lamento.
CAMARADA 2: Una diferencia que se ha olvidado. De lo contrario yo no estaría hoy aquí, en su casa, bebiendo.
CAMARADA 1: Cierto. Y me alegro de que usted confíe en mí, Salenko. ¿Nada lo haría cambiar a usted de opinión, entonces?
CAMARADA 2: En absoluto.
CAMARADA 1: ¿Ni siquiera saber que el día que dispararon contra Belanov, yo, su más estrecho colaborador, estaba allí, muy cerca y con un arma?
CAMARADA 2: ¿Un arma?
CAMARADA 1: Pero no era el único. ¿Sabe cuánta gente portaba armas esa noche? ¡Muchísimos!
CAMARADA 2: Cuénteme los hechos. Desde el principio, Damianenko.
CAMARADA 1: Correcto. Ingresé a la Juventud Leninista a los 8 años…
CAMARADA 2: No, no… Cuénteme todo lo que pasó el día que mataron a Belanov.
CAMARADA 1: Bien. Llegué al teatro a las 18:22. Me dirigí a la zona de camarines. Ingresé en el de Belanov a las 18:25. Él estaba allí repasando el discurso que yo había terminado de redactar la noche anterior. Digamos, a las 23:49… Belanov estaba molesto. Decía que en el discurso había errores. A las 18:38 tuvimos un intercambio de palabras…
CAMARADA 2: ¿Usted le gritó?
CAMARADA 1: Quise hacerlo pero no pude: él me estaba tomando del cuello con mucha fuerza.
CAMARADA 2: Dios mío.
CAMARADA 1: ¿Usted cree en Dios, Salenko?
CAMARADA 2: Creer, creer… Digamos que le pongo un nombre tradicional al cuerpo energético generador de materia…
CAMARADA 1: ¿Y desde cuándo usted cree que la materia es generada por un cuerpo energético?
CAMARADA 2: Vivimos tiempos de apertura, Damianenko.
CAMARADA 1: Ya lo veo…
CAMARADA 2: ¿Está siendo irónico?
CAMARADA 1: Usted júzguelo.
CAMARADA 2: Pues creo que sí.
CAMARADA 1: Y eso… ¿le molesta?
CAMARADA 2: ¡Muchísimo!
CAMARADA 1: Lo lamento.
CAMARADA 2: Lo «lamenta». Después me dice a mí.
CAMARADA 1: ¿Qué le digo?
CAMARADA 2: ¿Desde cuándo usted echa mano a esa fórmula del sentimentalismo burgués?
CAMARADA 1: ¿Usted se refiere a «lo lamento»?
CAMARADA 2: Exactamente.
CAMARADA 1: Son tiempos de apertura, Salenko.
CAMARADA 2: Ya lo veo.
CAMARADA 1: Discúlpeme. Si le parece bien, cuando terminemos con esta charla me abocaré a la redacción de una profunda autocrítica.
CAMARADA 2: Sería lo correcto.
CAMARADA 1: ¿Le sigo contando entonces?
CAMARADA 2: No recuerdo de qué estábamos hablando.
CAMARADA 1: Del crimen de Belanov.
CAMARADA 2: Cierto. El estaba…
CAMARADA 1: …en el camarín.
CAMARADA 2: Y usted había ido…
CAMARADA 1: …para repasar nuestro discurso.
CAMARADA 2: Recuerdo. Y él se mostró algo…
CAMARADA 1: …molesto.
CAMARADA 2: ¿Dijo usted que lo estaba tomando del cuello?
CAMARADA 1: Lo dije, sí.
CAMARADA 2: Y permítame que le pregunte una cosa, Damianenko… ¿Hubo testigos de esa discusión entre usted y Belanov?
CAMARADA 1: Belanov, yo, los agentes de seguridad que vinieron a rescatarme… Nadie más.
CAMARADA 2: ¿Agentes de seguridad?
CAMARADA 1: Sí. Uno… O un par… De decenas.
CAMARADA 2: Esto se complica.
CAMARADA 1: ¿Lo ve? Su confianza en mí se está resquebrajando.
CAMARADA 2: No es eso.
CAMARADA 1: ¿Y entonces?
CAMARADA 2: Es que de nada sirve que yo le crea, si la mayoría de la población tiene tantos elementos para considerarlo culpable.
CAMARADA 1: No puedo creer lo que oigo, Salenko.
CAMARADA 2: ¿Qué es lo que no puede creer?
CAMARADA 1: Que apele a las concepciones ilusorias de las mayorías para dudar de mi inocencia.
CAMARADA 2: Usted me está malinterpretando.
CAMARADA 1: Sus desviaciones democratistas siempre estuvieron latentes en sus discursos.
CAMARADA 2: ¿Mis discursos?
CAMARADA 1: Bueno, los que usted le escribía a Dasaev.
CAMARADA 2: Esa es una acusación muy seria, Damianenko. ¿Acaso me considera un teórico embarcado en prácticas seguidistas?
CAMARADA 1: La verdad, no quería creerlo cuando me lo decían.
CAMARADA 2: ¿Quién se lo decía? ¿Quien le hablaba mal de mí?
CAMARADA 1: Belanov.
CAMARADA 2: ¿Belanov?
CAMARADA 1: Siempre discutíamos por su culpa. Belanov no podía entender que yo cultivara una amistad con un trotskista.
CAMARADA 2: Ese miserable…
CAMARADA 1: Tiene usted razón: ese Trotsky…
CAMARADA 2: No me refiero a él.
CAMARADA 1: ¿Está usted defendiendo a Trotsky? Cuánta razón tenía el pobre Belanov.
CAMARADA 2: A él me refería cuando decía que era un miserable: a Belanov.
CAMARADA 1: Usted lo odiaba.
CAMARADA 2: Bueno…
CAMARADA 1: Lo odiaba, ¿verdad?
CAMARADA 2: No puedo mentirle. Usted es mi amigo: la verdad es que siempre odié a Belanov, su repugnante centralismo y su meneada guerra de posiciones. Maldito desgraciado.
CAMARADA 1: Salenko.
CAMARADA 2: ¿Qué?
CAMARADA 1: ¿Dónde estaba usted la noche que lo mataron?
CAMARADA 2: ¿Perdón?
CAMARADA 1: Lo que oye: no se haga el alienado.
CAMARADA 2: Estaba… en una reunión.
CAMARADA 1: Una reunión. ¿Tiene testigos?
CAMARADA 2: Muchísimos.
CAMARADA 1: Quiero nombres.
CAMARADA 2: No puedo dárselos. Era una reunión confidencial.
CAMARADA 1: Qué interesante. Mientras asesinaban a nuestro líder, la facción rupturista estaba conspirando en vaya a saber uno qué sucia catacumba socialdemócrata.
CAMARADA 2: Eso no nos convierte en asesinos.
CAMARADA 1: Eso va a determinarlo la agrupación.
CAMARADA 2: Vamos, Damianenko, usted confía en mi inocencia, ¿verdad?
CAMARADA 1: Deme una buena razón para hacerlo.
CAMARADA 2: Después de todo, el que había peleado con Belanov horas antes de que lo mataran y además llevaba un arma era usted…
CAMARADA 1: No me venga con sofismas, Salenko. En el momento en que Belanov muere, ustedes estaban planeando su asesinato. Y el orden de los factores no altera el producto.
CAMARADA 2: Sí lo altera. Si alguien se nos adelantó, el culpable es él no nosotros.
CAMARADA 1: Pero ustedes pensaban matarlo.
CAMARADA 2: Usted dice bien: «pensábamos». Eso no nos convierte en asesinos.
CAMARADA 1: Tal vez. Pero sí los convierte en autores intelectuales.
CAMARADA 2: No, porque ni siquiera conocemos al autor material.
CAMARADA 1: Su anticuada visión escindida de las esferas intelectual y material no le será de ayuda ante el tribunal. Son otros tiempos, Salenko. Queda usted detenido.
CAMARADA 2: ¿Y desde cuándo es usted policía?
CAMARADA 1: Belanov me nombró Jefe de Policía. Fue su última voluntad.
CAMARADA 2: ¿Usted escuchó las últimas palabras de Belanov?
CAMARADA 1: Técnicamente, no. Pero yo las escribí.
CAMARADA 2: ¿Cuándo?
CAMARADA 1: Antes de que muriera, por supuesto. ¿Por quién me ha tomado?
CAMARADA 2: Y va a llevarme detenido entonces.
CAMARADA 1: Ni lo dude. Estas cosas no se pueden dejar impunes. Hoy asesinan a un líder político y mañana quién sabe. Piden el voto secreto en el Congreso.
CAMARADA 2: ¿La acusación es seria?
CAMARADA 1: Yo mismo la redacté: aquí está.
CAMARADA 2: ¿Y qué va a pasarme?
CAMARADA 1: Depende.
CAMARADA 2: ¿De qué?
CAMARADA 1: De su colaboración.
CAMARADA 2: Lo escucho.
CAMARADA 1: Hipótesis uno: usted niega todos los cargos, la Agrupación lo somete a juicio, mi acusación es tomada como prueba irrefutable, por lo tanto: es condenado a la silla eléctrica.
CAMARADA 2: Entiendo. ¿La hipótesis dos?
CAMARADA 1: Usted acepta los cargos, la Agrupación agradece su confesión, yo soy felicitado por el nuevo Secretario…
CAMARADA 2: ¿Y yo?
CAMARADA 1: Es condenado a la silla eléctrica.
CAMARADA 2: No alcanzo a comprender la diferencia entre una y otra hipótesis.
CAMARADA 1: No me sorprende: propio de un representante del más vil espontaneísmo. La diferencia es que, en el primer caso, yo no soy felicitado por el Nuevo Secretario.
CAMARADA 2: ¿Por mi culpa?
CAMARADA 1: Ni más ni menos, Salenko.
CAMARADA 2: Lo lamento. No es mi intención.
CAMARADA 1: Entonces, ¿va a firmar la confesión?
CAMARADA 2: Primero debería redactarla.
CAMARADA 1: No hace falta: yo lo hice por usted.
CAMARADA 2: Debería firmarla entonces.
CAMARADA 1: Adelante.
CAMARADA 2: Antes de firmar, quisiera hacerle una pregunta.
CAMARADA 1: Hágala, amigo.
CAMARADA 2: ¿Desde cuándo tenemos silla eléctrica?
CAMARADA 1: Ah, el progreso. El Estado se moderniza a pasos agigantados, Salenko.
CAMARADA 2: Es notable. Hasta hace algunos años no teníamos electricidad.
CAMARADA 1: Marchamos hacia una sociedad de avanzada donde la gente podrá tener más y más bienestar.
CAMARADA 2: El futuro es promisorio, ¿verdad?
CAMARADA 1: Es una lástima que usted no vaya a verlo, Salenko.
CAMARADA 2: Ya lo creo. Una lástima, sí. ¿Podría aclararme una ultima cuestión?
CAMARADA 1: Empieza a abusar de mi amabilidad.
CAMARADA 2: Por favor. La última.
CAMARADA 1: Lo escucho.
CAMARADA 2: Como viejos amigos…
CAMARADA 1: Dígame.
CAMARADA 2: ¿No hay modo de evitarlo?
CAMARADA 1: ¿Qué cosa? ¿Quiere que yo firme por usted?
CAMARADA 2: No, me refiero a la silla eléctrica.
CAMARADA 1: Bueno, tomando en cuenta el modo en que usted está colaborando con las autoridades yo podría ejercer mis influencias para que se le aplique una inyección letal.
CAMARADA 2: ¿Inyección letal?
CAMARADA 1: Lo sorprendí, ¿no es cierto?
CAMARADA 2: ¿Es que también tenemos inyección letal?
CAMARADA 1: Acabamos de adoptarla. Nuestros científicos trabajan a brazo partido, amigo. No podemos quedarnos atrás.
CAMARADA 2: Por supuesto que no…
CAMARADA 1: Le digo más: usted puede ser el primero.
CAMARADA 2: Será un honor.
CAMARADA 1: ¿Qué le parece? Uno lucha día tras día para alcanzar los ideales de nuestra Revolución y sin embargo, ¿quién sabe si llegará a ocupar un minúsculo apartado en un libro de historia? En cambio usted, Salenko, será otro de nuestros pioneros. El primer hombre en ser inoculado con una inyección letal creada por nuestra pujante industria farmacéutica.
CAMARADA 2: No piense que desestimo tamaño gesto. Pero…
CAMARADA 1: ¿Usted es de los que le temen a las inyecciones?
CAMARADA 2: No. A las cosas letales.
CAMARADA 1: Debió pensarlo antes, Salenko.
CAMARADA 2: Lo sé. Lo sé. Pero tengo hijos pequeños. Quedarán desamparados si muero…
CAMARADA 1: ¿Se cree irreemplazable? El típico pensamiento mesiánico de los líderes foquistas.
CAMARADA 2: No hay modo entonces.
CAMARADA 1: No.
CAMARADA 2: Si las cosas son de este modo, no me queda otra opción.
CAMARADA 1: ¿Qué hace?
CAMARADA 2: Es mi pastilla suicida.
CAMARADA 1: No lo haga, Salenko. Piense en sus hijos, piense en su esposa.
CAMARADA 2: No puedo pensar en todos ellos ahora. Tengo una sola.
CAMARADA 1: Morirá como un cobarde, entonces.
CAMARADA 2: ¿Tengo alternativa?
CAMARADA 1: Deme los nombres.
CAMARADA 2: ¿Qué nombres?
CAMARADA 1: Los de los otros integrantes de su agrupación izquierdista.
CAMARADA 2: ¿Estamos negociando?
CAMARADA 1: Estoy tratando de tenderle una mano en nombre de la agrupación.
CAMARADA 2: ¿Debo decidir entre mi propia vida y cargar con la muerte de mis compañeros para siempre?
CAMARADA 1: Es una buena oferta. Le ofrezco vivir.
CAMARADA 2: No lo sé. Es una decisión ética muy trascendente.
CAMARADA 1: Está bien: le ofrezco vivir y un calentador eléctrico prácticamente nuevo.
CAMARADA 2: De acuerdo. ¿Alcanza con veinticinco?
CAMARADA 1: ¿Veinticinco nombres? Excelente, Salenko. Es usted un gran camarada.
CAMARADA 2: Lo sé. Mientras escribo los nombres puede usted servirme una copa.
CAMARADA 1: Claro que sí. Esto hay que celebrarlo.
Camarada
Su excelente texto acaba de ganar el 1er Premio de Literatura Socialista, que incluye un fin de semana en Moscú.
El segundo premio, que incluye 15 días en Moscú, fue entregado a un conocido troskista.
Emocionante.
Jaja, me cagué de risa. Buenisimo.
Se agradece, camarada.