Acerca de Patricio

Patricio es profesor universitario de sociología. Trabaja sobre desigualdad y movimientos sociales. Se crió en un conventillo de la calle Olavarría, pero toda su vida ha sido hincha de River.

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2 comentarios en «Por dónde comenzar»

  1. Horowicz sigue repitiendo errores. Primero un error de tipeo, confunde 1882 con 1892. Más importante, Juáez Celman no privatizó el ferrocarril provincial (no podía hacerlo, era de la Provincia). Lo privatizó el gobernador Máximo Paz para salvar al Banco de la Provincia. El último libro de Fernando Rocchi et al es bastante ilustrativo al respecto. Hay que desechar la versión de la corruptela privatizadora juárezcelmista. Quisieron salvar a los bancos (fundamentalmente el Nacional y Provincia), les salió mal la jugada.

    Luego confunde la nacionalización peronista con el uso de las reservas. La compra de los ferrocarriles ingleses se formalizó con el Pacto de Andes. Se pagaron con los excedentes de la balanza comercial con GB (si recuerdo bien 100 millones de libras en 1948), más 40 millones de las libras bloqueadas en Londres, más otros 10 de ajustes de las exportaciones del año anterior. La caída de las reservas fue bien explicada por Mario Rapoport y se debe al fuerte desbalance comercial con EEUU en la temprana posguerra. Por otra parte, al Brasil de Dutra, alineado al extremo con EEUU, también se le evaporaron las reservas y no fue por la nacionalización de los FFCC ingleses (allá también los nacionalizaron). La caída de reservas y las nacionalizaciones en la periferia necesitan un análisis del sistema mundo a lo Wallerstein, por lo menos así lo veo yo.

    Horowicz acertó con el perfil de Pedraza. Pero eso no salva al resto.

  2. Citicar por inacabable la discusiòn sobre el no matar resulta una verdadera frivolidad.

    Si la consiodera liberal y abstracta, serìa bueno que nos explique y justifique el fusilamiento de dos muchachitos integrantes del EGP- Pupi y Groswald, por òrdenes del miserable Masetti, en ocasiòn de la fallida y alocada aventura pergeñada por el Che.
    Fueron asesinatos,y no precisamente de «verdugos», (igual que los chicos ordenados a regresar para la desdichada contraofensiva) aunque el autor no diga una palabra como tantos otros detràs que siguen dictando càtedra detràs de un escritorio, escudàndose en la «historia» para lo que guste venir.

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