Consumidores consumidos…

Si hay temas que me hacen perder la paciencia y de los que muchas veces no puedo apartarme por horas enteras, son precisamente los que se refieren a la relación existente entre consumo y consumismo. Y digo relación porque creo que si bien no son exactamente lo mismo, puede que haya aditamentos que hagan que una conduzca a la otra como en un camino sin retorno aparente.
Uno que no tiene la más mínima idea de indicadores económicos, ni de la macro, ni de la micro, escucha a nuestra Presidenta  hablar una y otra vez sobre el crecimiento permanente del consumo en general… (de automóviles, de celulares, de computadoras, de turismo, etc, etc.) y no te deja más alternativa que evaluarlo de manera positiva. El sólo sentido común de un ignorante en materia económica indica que el crecimiento de estos indicadores provoca una movilidad general de todos los resortes de la sociedad generando más actividad, más producción y más trabajo.
Tal vez la contradicción mas grande en mi, sea saber si este desarrollo será el suficiente o el necesario, para aportar no solo al crecimiento económico de toda la sociedad, sino para nutrir a ésta de un duradero desarrollo humano, que creo en definitiva es el objetivo de todos los procesos de cambio social como el que vivimos.
¿En que momento el consumo se convierte en consumismo?, ¿simplemente la compulsión del primero hacen que el segundo sea su lógica resultante?… Y agregando: ¿el consumo transformado en consumismo, es nocivo al cuerpo social?
Uno observa los comportamientos propios y ajenos, y más tratándose de éstas fechas festivas, y no deja de sorprenderse por el apuro general por comprar, comprar y comprar… Acto seguido leemos en todos los periódicos nacionales que las compras navideñas comparándolas con las del año anterior sufrieron un incremento del 18%. Sin dudas esto obedece a una recomposición de la economía, y la incógnita es si esto habla por si solo de una mejor calidad de vida o en todo caso habría que preguntarse si la economía no existe a tal fin…
Que la producción y venta automotriz aumente año a año es sin duda un avance económico. La contaminación que provocan dichos vehículos, mas el caos de las grandes urbes, mas el alto consumo de combustibles no renovables, produce una contradicción insalvable… ¿o lo es?
Gracioso (o penoso) resulta oír a muchos renegados del consumismo capitalista levantar sus voces en contra del aumento excesivo del parque automotor, y la comicidad  radica en que aquellas voces no vienen de granjas ecológicas ni se trasladan en vehículos de tracción a sangre, sino que son voces provenientes de las mejores comodidades que facilita la modernidad. Tal vez la ironía sea que muchos proponen evitar el disfrute de las comodidades propias en pos de la defensa de una vida mas sana…, “en definitiva todos aquellos que se suman a la manada de consumidores ya están acostumbrados a andar a pié, a no tener aire acondicionado y a conformarse con  casi nada” (argumento barato si los hay de tantos elitistas de nuestras pampas)

Profundizar un modelo de más justicia y equidad solo tiene sustento si viene acompañado de una gran batalla cultural que aporte elementos a la comprensión de los grandes problemas de nuestro tiempo y permite elaborar respuestas colectivas y concientes.

Por lo pronto, disfrutemos el momento increíble de nuestra historia que nos toca vivir y sigamos peleando para transformar la indiferencia en compromiso militante… (parece poco y no lo es…)