Algo cortito: Mario Vargas Llosa es un tipo profundamente antidemocrático.
Él puede ser todo lo ortodoxo, liberal o conservador que desee. A lo que no tiene ningún derecho (ni él, ni nadie), es a decir cosas tales como que elegir al peronismo o a los Kirchner es equivocarse o cometer un error, per se. Está en su derecho, Vargas Llosa, de creer que no se tratan, ni el peronismo ni los Kirchner, de buenas opciones, pero eso se formula sintácticamente (él, que es escritor, debería saberlo bien) con un «yo creo», «yo opino» o, simplemente, «a mí no me gusta». No dijo así, sino que se paró, para bastardear a una elección emanada de un proceso democrático (como lo es el argentino), sobre una superioridad moral e intelectual que bueno sería que explique en qué la basa. Y marcó a lo que no es más que una de las opciones del plano democrático, como equivocada. Y eso es, indiscutiblemente, antidemocrático.
Tributarias, sus expresiones, del pensamiento que nutrió las bases de pensamiento del golpe genocida de la Revolución Fusiladora en 1955, esa que se dio el lujo de determinar que el peronismo debía ser excluido de la vida electoral del país porque, según ellos (y nadie más que ellos), suponía, el peronismo, una concepción contradictoria a la escencia de la democracia. Ahora, Vargas Llosa dice que el kirchnerismo es contrario a la escencia de las cosas bien hechas, sólo porque a él le parece que deben hacerse de otro modo. Más claro, echarle agua.
Implica, lo dicho, además, una falta de respeto a los más de nueve millones de ciudadanos que en 2007 decidieron, con toda validez y legitimidad, que su presidenta sería, durante cuatro años, Cristina Fernández de Kirchner. Y resulta que viene un señor de afuera a determinar que esa es una opción equivocada, mancillando, con esas palabras, no sólo a los que representan dicha opción, sino también a los representados que la invistieron, a las leyes y la democracia de esta república.
Yo no estoy de acuerdo con el pedido que motorizaron los integrantes de Carta Abierta, porque sería tanto como responderle con la misma moneda. Pero que quede claro que este año la Feria del Libro la abrirá un tipo profundamente afirmado en valores antidemocráticos.