“Dos 11 de marzo parecidos pero distintos a la vez” o “Más sobre la Trascendencia K”

 Se cumplieron treinta y ocho (38) años del triunfo de Héctor J. Cámpora en las elecciones presidenciales de 1973, que pusieron fin a la dictadura más larga de nuestra historia: dieciocho (18) años en los que se sucedieron varios gobiernos, todos igualmente ilegales, ilegítimos, inconstitucionales; entre dictadores militares (Lonardi, Aramburu, Onganía, Levingston, Lanusse) y civiles (Frondizi, Guido, Illia).

El peronismo había sido derrocado en 1955 por una alianza social compuesta por la casi totalidad de los sectores reaccionarios de nuestro país (‘Iglesia, Campo y Ejército, los que hicieron la patria’, por decirlo de algún modo), por un lado, porque había logrado empardar la participación que en el reparto de la renta nacional tenían capital y trabajo; y por el otro, porque el impacto cultural que su accionar político había generado en las masas galvanizaba el sustento político del que se valía el peronismo para sostener la gobernabilidad, imprescindible siempre, más cuando se intenta subvertir esquemas de dominación social de larga data.

Si Perón pudo volver al país en 1973 fue, no sólo, pero sí en gran medida, gracias al accionar de los sectores juveniles que se involucraron en el movimiento: gran parte del Movimiento Obrero Organizado había renunciado a la puja efectiva por la consecución de tal empresa y lo mismo para la mayoría de los dirigentes partidarios que habían acompañado a Perón en sus primeras presidencias. El resto, en uno y otro caso, estaban, simplificando, tras las rejas, o bien exiliados.

Pero, porque siempre hay un pero en la vida, después, en algún momento, en algún punto, todos equivocaron el camino. No supo (o no quiso, o no pudo) Perón articular su nueva base social; no supieron (o no quisieron, o no entendieron) los sectores juveniles administrar su capacidad de determinación política, desdeñando en todo la táctica por obsesionarse con las estrategias; y se fueron al carajo, lisa y llanamente, los sectores más ortodoxos del movimiento, que no hicieron el más mínimo esfuerzo en buscar entender los nuevos tiempos, que demandaban adaptarse a otro esquema, uno en el que debían, no resignar, sino compartir espacios de poder.

Esto requiere un análisis mucho más sustancial y profundo. No es el objetivo de este texto hacerlo, sino referenciar siquiera una aproximación, un resumen de aquel contexto. Porque lo que es interesante, acá, es marcar que si hay una similitud en el presente con aquellos tiempos, es que el volumen de participación juvenil, no importa si mayor o menor que el de esas épocas, ha vuelto a ser importante. Sin juzgar a nadie, sería oportuno ejercer sabiamente este protagonismo que Cristina está concediéndonos. Nosotros, los jóvenes; y todos los que no lo son pero que igualmente abrevan en este espacio, también.

Hay señales más que alentadoras. Cristina otorga espacio. Y la convivencia entre los sectores orgánicos del PJ, el Movimiento Obrero Organizado, y la Corriente Nacional de la Militancia, más allá de lógicas –pero, también, muy menores- fricciones, es más que satisfactoria. Se aprende a compartir espacios de poder, porque primero hay la conciencia de cuánto más se pierde si se rompe, si se saca los pies del plato. Ahí andan Felipe Solá y Pablo Bruera haciendo todo tipo de señales para que se les permita retornar, negociando en clara desventaja.

La alianza social opositora, liderada por las cabezas máximas de AEA entre las cuales se encuentra el Grupo Clarín con sus más de 250 empresas hace tiempo viene operando en pos de que se haga trizas el equilibrio que sostiene la alianza de poder que encabeza la Presidenta CFK: con Scioli, con las mal llamadas colectoras, con el supuesto desdén para con el PJ (Julio Blanck dice en Clarín del viernes que no habría representantes de los gobernadores e intendentes en el acto de la Corriente: mal se habrá sentido al ver a Gioja y Otacehé en Huracán).

Carlos Pagni exploró, en LN, denostar la figura de Cámpora, porque representa, la figura de ‘El Tío’, simbólicamente, a la participación juvenil actual. Habla de que hoy se reproduce la pelea de aquellos años, donde Duhalde representaría la ortodoxia (y además -y esto es lo más gracioso, a Perón-); y Cristina, a los Montoneros, en un esquema, por supuesto, como todos los que se leen en la prensa dominante de hoy, híper simplificado, pero, además, total y absolutamente demencial y alejado de la realidad.

Pagni no sabe –o más bien, se hace el que no sabe- nada de peronismo. Duhalde es, hoy, en el peronismo, nadie. No tiene, lo dijo Felipe Solá, organizaciones sociales, militantes, intelectuales, sindicatos, en fin, orgánicas que lo respalden y lo sustenten, sólo las empresas del Grupo Clarín. Y así no se puede hacer peronismo. Por eso hasta Macri, que es líder de un partido ¡vecinal!, se da el lujo de cachetearlo con que “va a ver si le conviene” aliarse con él y Estanislao López, Pancho Ramírez, Bautista Bustos y Felipe Ibarra (perdon, quise decir Adolfo, Alberto, Das Neves y Romero, pasa que como se hacen llamar “Federales”, uno a veces se confunde). Pero además, se le escurre el agua entre las manos cuando la Juventud Sindical de Facundo Moyano articula con La Cámpora.

Volviendo. No sólo hay la certeza, en los enemigos del kirchnerismo, de que numéricamente es más (el hecho de que cuanto dirigente pejotista con poder orgánico haya se subordine a la conducción de Cristina, las disputas –como la de UIA– al interior de las facciones del capital, y/o de que varios opositores –como Juez, por ejemplo- vengan morigerando sus criticas, no son porque sí, nomás). Saben, además, que no tienen juego para hacer allí dentro, pero, sobre todo, que el espacio viene siendo liderado por la impronta de los sectores juveniles. Y saben que si lideran los que lo vienen haciendo, tenderán a recrudecerse todas las variables que deploran del kirchnerismo. Por eso sufre los ataques que sufre esta fracción, por la imposibilidad de acordar un freno al ‘Nunca menos’ que simboliza el sentido de la gestión que encabeza Cristina. No habrá, pues, morigeración del avance de las capacidades estatales, la intervención de la economía, el privilegio a los que más frío tienen en el dilema de la frazada corta, la política exterior autónoma y sudamericanista, el enfrentamiento con las fracciones más simbólicas del establishment corporativo.

(Sigue… http://segundaslecturas.blogspot.com/2011/03/se-cumplieron-treinta-y-ocho-38-anos.html)

Acerca de Pablo D

Abogado laboralista. Apasionado por la historia y la economía, en especial, desde luego, la de la República Argentina.

Ver todas las entradas de Pablo D →

7 comentarios en «“Dos 11 de marzo parecidos pero distintos a la vez” o “Más sobre la Trascendencia K”»

  1. Estás cada día más ultra Pablo. Pensá si eso te hace un mejor o peor polemicista, porque supongo que escribis estas cosas para convencer a alguien (¿A vos mismo tal vez?)
    En fin, no llegué a leer el primer párrafo. Calificar a Illia, por ejemplo, de dictador es no entender nada de nada. La historia, la vida y la poesía son más complicadas de lo que vos supones.

    1. 1- Yo no soy ultra. Soy kirchnerista. Pero acá hace rato que se convirtió, parece, en un pecado el decir que se es partidario de algo. Yo, reitero, no soy «nada», ni soy «lo que le conviene al país», ni mucho menos «partidario de valorar lo bueno y criticar lo malo». Yo soy peronista, y como tal, defensor del actual gobierno. Punto.

      2- Yo te podría decir que ya he sumado votos al kirchnerismo para octubre. Si querés les puedo pedir que vengan acá y lo confirmen (digo, porque ultimamente, en virtud de la doctrina Daio, parecería que no vale ninguna opinión si no es fidedigna y taxativa transcripción de algún libro con página, editorial, ubicación en el párrafo y año de la publicación). Pero no es mi objetivo principal, te diré. Simplemente me aburre el exceso del Playstation, y entonces cuando no voy a la cancha a ver a Independiente o cuando no encuentro en TV más partidos de fútbol con los que empacharme (a mí me encanta el Fútbol Para Todos justamente por eso, porque me permite ver los diez partidos de la fecha, cosa que siempre quise hacer y que ahora estoy pudiendo, por suerte), mato mi tiempo libre con esto que me apasiona, me atrae, me divierte. Saco a la intemperie cosas que me dan vueltas por la cabeza, que siento, que opino. Tan simple como eso. Si se da que alguien, por leerme, adhiera, pues bienvenido sea. Pero de ninguna manera es ese el objetivo principal.

      3- Yo no califiqué a Illia de dictador. No me explico de dónde inferís tal cosa. Dije que hubo gobiernos, todos ilegales (todos), con alternancia entre dictadores militares, entre los que mencioné a los distintos generales que ocuparon el poder; y civiles, y ahí mencioné a Illia. ¿Dónde digo yo que es dictador?

      Si vos querés saber mi opinión, yo ya dije que ese fue un período de dieciocho años ininterrumpidos de dictadura. Eso no equivale a decir que Frondizi, Guido e Illia hayan sido dictadores, pero sí es indubitable, a mi criterio, que se sirvieron de una situación inconstitucional para acceder a la primera magistratura. Por otro lado, hay nomás que ver que cada vez que intentaban un gesto mínimo de rasgos propios, se le ponín punto final a su participación. Lo cual, a mi criterio, revela que, por fuera de las formalidades, el poder, verdadero, siempre estaba en el mismo sitio. Más que dictadores diría yo que verdaderamente nunca fueron presidentes, porque no tenían verdaderamente el mando, eran simples figurines del sistema de dominio de los militares que cada tanto les permitían competir en sus sistema antidemocráticos (digo esto porque algunos me hablan de «democracia condicionada»: un oxímoron para mi forma de ver, esto es como el embarazo, se está o no embarazada; hay o no democracia, punto). Y me banco esto que digo ahora: sus bustos no deberían estar en el salón de la Casa Rosada. Illia probablemente, mejor dicho, seguramente fue una excelente persona. Pero yo tengo opinado una y mil veces acá y en cualquier lado en que haya participado, que las características personales de una figura histórica no definen asimismo las del período ídem en que tuvo participación. Illia se prestó a un juego democrático, en la investigación que yo hice de su gobierno para la facultad (y que publiqué acá y vos la viste, si mal no recuerdo) escribí que Pistarini, el día que lo fue a detener, le contestó a la acusación de don Arturo de que Pistarini era un bandido que se alzaba contra la institucionalidad, que eso no era cierto porque no existía tal cosa, y que él, que se había valido de los militares para acceder a la presidencia, lo sabía mejor que nadie. No pueden, los tres civiles que se prestaron a ese juego, eximirse de responsabilidades históricas: se valieron maquiavélicamente de ese juego para llegar a triunfar porque con Perón en la cancha sabían que eso no se habría dado jamás. No es mi culpa, y no hay eximición de culpas porque a ninguno de ellos les creo que querían llegar para reestablecer la legalidad. De hecho, todas las maniobras que hicieron en el cargo, apuntaron a dividir el movimiento, nunca a promover el retorno pleno del mismo ni de Perón. Para mí, eso es indefendible. Será, de hecho lo és, complejo, triste, todo lo que vos quieras: nunca perdonable.

  2. Francisco, Pablo es un idealista, con mucha pasion puesta en la politica y exaltado en sus opiniones. Es un militante hecho y derecho, una fuerza de choque kirchnerista en sus argumentaciones. En ese sentido veo el valor de sus aportes como representativos de una deteminada corriente de opinion, el de la juventud kirchnerista universitaria. Yo leo sus notas, pero no las comento, ya que no suelo ver en ellas un aporte a un verdadero debate de opiniones.

    En cinco o diez años estara o bien desencantado de la politica o sera parte del establishment k. El tiempo dira…

    1. ¡Cuánto ataque!

      Yo no soy ninguna fuerza de choque, ni estoy encuadrado en una orgánica porque el laburo y estudio no me lo permiten: claro, yo como, a diferencia de lo que se pretende instalar, no cobro para desarrollar mi hobbie.

      Vos estás en tu derecho a creer que yo no le aporto nada al debate, pero no a decir que estoy creido de cosas que no son, porque eso es una descalificación hacia mi persona, innecesaria e injusta sólo porque no pienso como vos.

      Y no soy ningún idealista, tampoco, no al menos en el sentido peyorativo que denota tu referenciación a tal término. Tengo bastante más en claro de los que vos creés lo que es la política dura y pura.

    1. Yo arranqué como hobbie. Si después pasa a más, Dios dirá. Pero lo hago, eso sí, desde un lugar determinado, bien jugado y asumido. Eso es lo que más me interesa que quede claro en cada post. No creo en el nadismo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *