Confluirán, convergerán, acá, muchas de las discusiones que se vienen dando en los últimos tiempos.
Habrá la dimensión institucional/republicana/chamuyera, ya que “la decisión se tomó por DNU”, y entonces habrá (como lo hubo cuando el redradogate por el pago de deuda con reservas) intento de desviar el foco de atención, a pesar de que -acá lo hemos dicho hasta el hartazgo- CFK es la presidenta que a menor cantidad de DNU, y de que Macri se permite, para contentar a Magnetto, legislar por la misma vía ¡en materia penal! (una de las cuatro áreas en las que ni siquiera por necesidad y urgencia se puede decir algo por vía de DNU), y ha creado un nuevo delito para “defender la libertad de prensa”, al revés que el gobierno de Cristina, que aún para prevenirse de criminales de lesa humanidad acude al Congreso (y desde ayer la desaparición forzada de personas quedó incorporada al Código Penal).
Por otro lado, Cristina, correctamente, agita una movida que le permita poner en el centro del cuadrilátero a su verdadero contrincante, que no es Macri, ni Carrió, ni Cobos, ni ninguno de todos los muñecos del Grupo A (que no quiere fiscalizar el manejo de dineros públicos invertidos en empresas privadas, pero sí está muy atenta a la gestión de los sindicatos en las obras sociales -al menos sí acompañaron la reforma a la ley de quiebras en favor de los trabajadores-), sino el tándem AEA/UIA (esta última desde que Lascurain abandonó su presidencia). Los empresarios tendrán ahora que salir a combatir en persona porque se los interpela, en esta aceleración de la profundización de las contradicciones, directamente (y en similar lógica se inscribe el proyecto de reparto de ganancias empresariales entre los obreros).
Acá no juega la mediación de la dirigencia política que ineludiblemente viene operando institucionalmente las voluntades corporativas: esa banda está ocupada en: descular el GAN de Macri –que parece redactado por un alumno de secundario rindiendo Instrucción Cívica- y descalificar el voto de los salteños.
Es la pelea del kirchnerismo por ampliar las capacidades estatales y conseguir, de una buena vez, el disciplinamiento de las corporaciones al poder de la democracia, del poder económico al poder político. Muy similar, en esencia, a la disputa encarada en 2008 contra las patronales sojeras.
Se pone en tela de juicio, también, la construcción del sujeto social que está intentando construir Cristina, la alianza social que la sostiene (sindicalismo-juventud-organizaciones sociales), y que suena para personificar directamente de la movida.
Cristina elige, correctamente, encarar una de las últimas épicas que le faltaban: morder en el hueso de la economía para construir la perdurabilidad del proyecto en el tiempo e independientemente de la propia conducción de Cristina (ya construyó políticamente, consolidando al kirchnerismo como línea hegemónica al interior del peronismo –de lo cual ya hablamos a principios de año-; culturalmente, donde ya mejor que yo ha dicho lo suyo Beatriz Sarlo, se viene logrando una reconfiguración de las categorías de análisis). Ahora, se termina de cerrar el círculo, articulando la constitución de su sustento político en un proyecto de gestión que reforme estructuras en profundidad.
Se viene, parece, la última que faltaba. Y acá hay varias posibilidades. Si el Gobierno sale victorioso, que se siente tranquilo a esperar octubre: pero, eso sí, esperar la radicalización total de parte de las corporaciones, si prima la lógica Clarín. Si prima Techint, en cambio, auguro que retomen la estrategia que tenían cuando promocionaron la postulación de Sanz –aceptar que ganó CFK, y preparar un jefe opositor de cara a 2015-, y que han abandonado momentáneamente porque esta iniciativa quizás les permita aglutinar los pedazos de las agrupaciones de títeres que hoy andan desperdigadas perdidas en sus vanidades personales. Si, por el contrario y Dios no quiera, algo sale mal, tampoco hay que augurar una catástrofe, lo hemos visto, al oficialismo, recuperarse de peores.
Pone los fideos que, ahora sí, estamos todos sentado a la mesa. Y lo que viene, lo que viene, está par alquilar balcones.