Gabriel Nazar, más conocido como Gabo, es fundador y presidente de Cardón Cosas Nuestras. A los 43 años, casado y con cinco hijos, maneja una marca con 110 locales y presencia en otros rubros como la gastronomía y los desarrollos inmobiliarios
Desde hace 25 años conduce los destinos de la principal marca made in Argentina del país a la que califica como la que recuperó la cultura de lo autóctono. Desde su visión, cree que el boom de consumo actual le permitió a las empresas una alta rentabilidad. Pero acusa a sus pares de falta de apego para invertir más e incrementar la producción. Dice que sólo quieren acumular riqueza y vender sus empresas a inversores extranjeros.
¿Qué cree que representa Cardón como marca?
Es la marca de concepto más grande del país. Es un estilo de vida que abreva en nuestra cultura de lo autóctono. En eso que se explica en una bombacha de campo, una camisa, un par de botas, una empanada, un bife de chorizo o un barrio.
¿Por qué siendo cara cree que tiene tanto éxito?
Porque es una marca aspiracional, identificada con lo nuestro, que expresa la argentinidad, que rescató los valores de nuestra cultura en momentos en que todo provenía del extranjero.
Si bien nació como ropa de campo, parece haberse aggiornado al estilo urbano
Era más rural que urbana. Pero sigue teniendo esa estética que remite al interior, a lo agro, a la sencillez de La Pampa, pero con la sofisticación y la abundancia de lo urbano.
Hablando de abundancia, ¿lo ayudó el boom de consumo?
Sin dudas. Pero el actual, no el de los 90, cuando hubo otro boom que vino de la globalización mal entendida y de un modelo menemista que ya en aquel momento criticamos por excluyente, no productivista, perverso con nuestra cultura autóctona. Se destacaba todo lo importado. Por suerte, hubo un cambio cultural.
¿Ese cambio está liderado por la propia sociedad o por el modelo instalado por el kirchnerismo?
Sería imposible disernir entre causa y consecuencia. Además, es un proceso global que se dio en toda América latina y que ahora también se observa en las rebeliones de los países asiáticos. Por otra parte, hay que tener en cuenta que los países son lo que hacen, no lo que dicen.
Se habla mucho de producción nacional y los capitales extranjeros siguen comprando empresas. La industria textil es un ejemplo
Faltan políticas públicas que fomenten la inversión local. En las giras en el exterior se habla de las oportunidades que ofrece el país para las inversiones extranjeras. Y también hay falta de apego del empresariado por pensar en el largo plazo. Un claro ejemplo es la cantidad de carpetas de empresas en venta que me llegan. El empresario argentino nunca vivió un proceso de tantos años seguidos ganando dinero como el actual, de acumular riqueza. Y sin embargo, quieren vender sus empresas y depositar la plata en el exterior.
¿Y cómo se cambia ese proceso?
Con más inversión local, más infraestructura, más producción. De lo contrario, pasa lo que ahora que se fomenta la demanda pero no una mayor capacidad de producción. Se acumula riqueza pero no se invierte más y se generan estas subas de precios, inflación. Si no la combatimos podemos entrar en el mismo proceso de siempre, de ajustar con achicamiento de la economía, con más importados y resintiendo el tejido industrial. Y algún día el mercado dejará de convalidar estos precios.
¿La inflación es el mayor cuco?
Es una realidad. Quizá para el Gobierno sea un cuco. Hay que corregirla partiendo de reconocer su existencia. Es difícil seguirle el tranco a la inflación. ¿Qué hace usted para difundir estas preocupaciones?
-Generar conciencia y esperanza. De decirles que hay que invertir más acá, que entiendan que tenemos una oportunidad única. Hoy, lo que producimos vale y mucho en el mundo, y más con los millones de consumidores que se incorporaron de los países asiáticos. Entonces hay que crear una nueva generación de empresarios dispuesta a invertir y tomar riesgos.
Teniendo a Cardón como base, usted puso huevos en otras canastas como inmuebles y gastronomía. ¿Es una manera de cubrirse de ese riesgo argentino?
La canasta es la Argentina. Cuando la canasta se caiga, se van a romper todos los huevos. Ojalá eso no pase.
¿La sociedad identifica estos problemas?. Digo, en unos meses habrá elecciones y no parece vislumbrarse un cambio
La gente podrá seguir votando lo actual o pedir un cambio. Lo que está claro es que cualquier gobierno que asuma no va a suicidarse volviendo al modelo anterior. Se puede mejorar el actual pero no cambiar lo bueno que se ha hecho. Cualquier político sabe hoy que la gente no quiere marcha atrás en lo andado. Sí pide cambios institucionales, de mayor tranquilidad, menos confrontativo.
¿Cómo analiza a la oposición?
Es lamentable que la discusión se limite a los nombres y no a las ideas, a los modelos.
Desde hace 25 años conduce los destinos de la principal marca made in Argentina del país a la que califica como la que recuperó la cultura de lo autóctono. Desde su visión, cree que el boom de consumo actual le permitió a las empresas una alta rentabilidad. Pero acusa a sus pares de falta de apego para invertir más e incrementar la producción. Dice que sólo quieren acumular riqueza y vender sus empresas a inversores extranjeros.
¿Qué cree que representa Cardón como marca?
Es la marca de concepto más grande del país. Es un estilo de vida que abreva en nuestra cultura de lo autóctono. En eso que se explica en una bombacha de campo, una camisa, un par de botas, una empanada, un bife de chorizo o un barrio.
¿Por qué siendo cara cree que tiene tanto éxito?
Porque es una marca aspiracional, identificada con lo nuestro, que expresa la argentinidad, que rescató los valores de nuestra cultura en momentos en que todo provenía del extranjero.
Si bien nació como ropa de campo, parece haberse aggiornado al estilo urbano
Era más rural que urbana. Pero sigue teniendo esa estética que remite al interior, a lo agro, a la sencillez de La Pampa, pero con la sofisticación y la abundancia de lo urbano.
Hablando de abundancia, ¿lo ayudó el boom de consumo?
Sin dudas. Pero el actual, no el de los 90, cuando hubo otro boom que vino de la globalización mal entendida y de un modelo menemista que ya en aquel momento criticamos por excluyente, no productivista, perverso con nuestra cultura autóctona. Se destacaba todo lo importado. Por suerte, hubo un cambio cultural.
¿Ese cambio está liderado por la propia sociedad o por el modelo instalado por el kirchnerismo?
Sería imposible disernir entre causa y consecuencia. Además, es un proceso global que se dio en toda América latina y que ahora también se observa en las rebeliones de los países asiáticos. Por otra parte, hay que tener en cuenta que los países son lo que hacen, no lo que dicen.
Se habla mucho de producción nacional y los capitales extranjeros siguen comprando empresas. La industria textil es un ejemplo
Faltan políticas públicas que fomenten la inversión local. En las giras en el exterior se habla de las oportunidades que ofrece el país para las inversiones extranjeras. Y también hay falta de apego del empresariado por pensar en el largo plazo. Un claro ejemplo es la cantidad de carpetas de empresas en venta que me llegan. El empresario argentino nunca vivió un proceso de tantos años seguidos ganando dinero como el actual, de acumular riqueza. Y sin embargo, quieren vender sus empresas y depositar la plata en el exterior.
¿Y cómo se cambia ese proceso?
Con más inversión local, más infraestructura, más producción. De lo contrario, pasa lo que ahora que se fomenta la demanda pero no una mayor capacidad de producción. Se acumula riqueza pero no se invierte más y se generan estas subas de precios, inflación. Si no la combatimos podemos entrar en el mismo proceso de siempre, de ajustar con achicamiento de la economía, con más importados y resintiendo el tejido industrial. Y algún día el mercado dejará de convalidar estos precios.
¿La inflación es el mayor cuco?
Es una realidad. Quizá para el Gobierno sea un cuco. Hay que corregirla partiendo de reconocer su existencia. Es difícil seguirle el tranco a la inflación. ¿Qué hace usted para difundir estas preocupaciones?
-Generar conciencia y esperanza. De decirles que hay que invertir más acá, que entiendan que tenemos una oportunidad única. Hoy, lo que producimos vale y mucho en el mundo, y más con los millones de consumidores que se incorporaron de los países asiáticos. Entonces hay que crear una nueva generación de empresarios dispuesta a invertir y tomar riesgos.
Teniendo a Cardón como base, usted puso huevos en otras canastas como inmuebles y gastronomía. ¿Es una manera de cubrirse de ese riesgo argentino?
La canasta es la Argentina. Cuando la canasta se caiga, se van a romper todos los huevos. Ojalá eso no pase.
¿La sociedad identifica estos problemas?. Digo, en unos meses habrá elecciones y no parece vislumbrarse un cambio
La gente podrá seguir votando lo actual o pedir un cambio. Lo que está claro es que cualquier gobierno que asuma no va a suicidarse volviendo al modelo anterior. Se puede mejorar el actual pero no cambiar lo bueno que se ha hecho. Cualquier político sabe hoy que la gente no quiere marcha atrás en lo andado. Sí pide cambios institucionales, de mayor tranquilidad, menos confrontativo.
¿Cómo analiza a la oposición?
Es lamentable que la discusión se limite a los nombres y no a las ideas, a los modelos.