España-Argentina: lo que va de las cacerolas a Facebook

En ambas protestas hay puntos en común, pero también diferencias profundas como la explosividad de las protesta.
«Que se vayan todos» o «No nos representan» son algunas de las consignas que han coincidido en dos escenarios distantes: España y Argentina.
El movimiento 15M y las protestas contra El Corralito comparten un malestar social parecido y una crítica feroz a la clase política y al sistema financiero. Hace 10 años las caceroladas sacaron a los argentinos a la calle. Ahora, han sido las redes sociales.
Ambas protestas, diferentes en organización y virulencia, desembocaron en un proyecto de asambleas barriales, como el que dio paso al campamento de protesta de la Puerta del Sol, en Madrid.
Esta acampada comenzó el 15 de mayo y este domingo se decidió, en asamblea general, continuar en la céntrica plaza madrileña de manera indeterminada mientras se llega a un consenso sobre una fecha de salida.
A pesar del reciente intento de desalojo policial en Barcelona, donde más de 100 personas resultaron heridas, los argentinos Pablo Abelenda y Florencio García Aranburo -que vivieron las marchas en Buenos Aires y que han seguido de cerca la manifestación de la Puerta del Sol- reconocen puntos en común entre ambas situaciones.
Pero, agregan, también hay diferencias profundas, como la explosividad de las protestas.
«A pesar de la profunda crisis de desempleo que vive España, no llega a la profundidad que tuvimos en Argentina.»
Pablo Abelande, argentino
«En una semana tuvimos cinco presidentes en Argentina. Hubo muertos, saqueos, infiltrados que buscaban complicar las protestas. La gente estaba indignada, cansada de que los políticos les engañasen. Detrás había un movimiento popular, de ultraizquierda. En Madrid ha sido todo muy pacífico y organizado. Me sorprende que no se haya roto ninguno de los escaparates de los negocios que hay alrededor de Sol», comenta Abelenda a BBC Mundo.
Entre la maraña de tiendas de campaña que se aferran al corazón de Madrid, Abelenda ha encontrado varios argentinos solidarios con el movimiento 15M que lo comparan con las manifestaciones en el país austral. Entonces no existían las redes sociales pero la prohibición del gobierno de sacar dinero de los bancos, el llamado Corralito, encendió la mecha social.
«En Argentina decimos que la clase media se mueve cuando le tocan el bolsillo. Teníamos una corrupción endémica, mucho más grande que la de aquí. Mi padre, que había trabajado 30 años en el sector bancario, ¡no tenía con qué comprarse unos zapatos!», subraya Abelenda.
Aranburo, quien emigró a España hace 10 años, llegó a pensar que España viviría su propio Corralito.
«Se han repetido los pasos que se fueron sucediendo en Argentina. Las noticias de la bolsa presionada por los mercados internacionales, el aumento de la tasa de riesgo de la deuda española (tasa de riesgo país en Argentina). Ahora bien, a pesar de la profunda crisis de desempleo que vive España, no llega a la profundidad que tuvimos allí», detalla a BBC Mundo.
Todo tipo de indignados
El martilleo de las caceloradas que pasaba debajo de las ventanas de Buenos Aires arrastraba todo tipo de indignados, Florencio entre ellos.
En Argentina, la gente pedía que se fueran todos los culpables de la crisis económica.
«Mirabas a la gente que se dirigía a la plaza y te unías con tu familia, tus amigos. Fue muy duro porque hubo mucha manipulación y violencia. De repente estabas rodeado de gases lacrimógenos con niños y sólo tenías que correr», recuerda.
Quizás por ello en Madrid se ha topado con un escenario inverosímil.
«Encontré un movimiento menos manipulado y menos radical, más reformista. Nadie plantea un cambio de sistema sino una profundización de la democracia. La labor de pedagogía ciudadana en las asambleas y comisiones es admirable. Además, en Argentina los mismos movimientos y tensiones sociales se arreglan entre caudillos. En Sol no han querido reeditar ese modelo fallido, nadie se alza como jefe de las protestas del 15M», comenta Aranburo.
A pesar de la organización del movimiento, su paisano, Abelande, critica la dispersión de las propuestas.
«Se piden muchas cosas al mismo tiempo. No creo que el 15M sea el nuevo Mayo del 68 como señalan algunos analistas. ¿Qué va a pasar? Lo mismo que en Argentina: la gente pedía que se fueran todos los culpables de la crisis pero no se fue nadie. En su momento hubo cambios de políticos, pero si miras ahora son los mismos. Regresaron», opina.
El germen
En España buscan una profundización de la democracia.
Aranburo, sin embargo, cree que después de las caceroladas argentinas se sembró un germen de conciencia política muy parecido al que se está sembrando en estos momentos en España.
«Yo juzgaba que todo el proceso brutal de protestas en Argentina no había servido para nada, que los únicos que habían pagado eran los muertos y la ciudadanía pero, en estos 10 años, han cambiado muchísimo las cosas. Hoy en día veo un mayor nivel de participación política, de gente que antes le daba igual. Ahora hay mucha juventud argentina comprometida», comenta.
«En España», agrega, «no espero que los principales partidos vayan a hacer un pacto de refundación y abran nuevos canales de participación, pero sí que se abra un nuevo camino democrático. Y, sobre todo, que los políticos antes de seguir con su descaro (a pesar de la crisis ningún político ha renunciado) tendrán que pensárselo porque en cualquier momento se pueden plantar 50.000 personas en una plaza».
Tanto a Florencio como a Pablo las fachadas de la Puerta del Sol tapizadas de pancartas y carteles le resultan familiares: «fue parte esencial del movimiento de calle argentino pero sin los típicos cánticos de protestas». A pesar de la distancia, el malestar social está conectado.

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