La unión de fuerzas progresistas tomó su tiempo pero pudo conformarse. Bajo el objetivo común de disputar «en serio» la intendencia, varios partidos confluyeron en un acuerdo programático para apoyar la candidatura de Fernández.
Dijo el candidato a nuestro medio: «Apuntamos a un Estado presente y protagónico que brinde capacidad de decisión a los sectores desprotegidos o excluidos. Un Estado debe pensar en todos los habitantes y su acción política no debe ser neutral. Hay que facilitar el espacio para que las voluntades colectivas puedan expresarse y hacer su aporte a una sociedad más justa. Esto debe verse reflejado en el ámbito local: el Estado municipal debe ser protagonista y crear espacios para que las situaciones de crecimiento o conflicto sean resueltas en ámbitos de negociación. De intercambio en la búsqueda de consensos. Al empresario le va a ir mejor si a los trabajadores les va bien. Y viceversa. Acá tiene que haber una sociedad entre empresarios y trabajadores».
El triunfo ha sido reñido, en el marco de unas elecciones chifladas. Los lugares de votación fueron un verdadero desastre lleno de cenizas, con autoridades sin barbijos que les permitieran sobrellevar la situación. Por suerte, la tarde activó la participación de la ciudadanía. En muchos casos, movida por la bronca de haberse visto obligada a votar en condiciones extremas.